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Marc Canal: “La demografía moldea la economía y viceversa”

Marc Canal, Senior Fellow de McKinsey Global Institute. Fotografía: Victor Leal / República.
María José Aresti
12 de marzo, 2025

Los intentos globales para revertir la baja natalidad han sido poco exitosos. Marc Canal, Senior Fellow de McKinsey Global Institute, analizó en entrevista con República Empresa el impacto del envejecimiento demográfico y consecuencias. 

Para Guatemala, enfatiza la necesidad de fortalecer el mercado laboral y mejorar la productividad antes de que la transición demográfica afecte el crecimiento económico.

¿Qué ha cambiado en los últimos años para que el debate sobre la baja natalidad tome relevancia? 

— La clave es un número: 2.1. Esta es la tasa de reemplazo. Es decir, 2.1 hijos por mujer es el nivel al cual la población está estable a largo plazo.  

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El debate toma relevancia cuando muchos países cruzan ese umbral porque significa que empieza a cambiar la estructura de la población. Empiezan a envejecer más. 

Actualmente, dos tercios de las personas del mundo viven en un país por debajo de la tasa de reemplazo. Guatemala aún está por encima, pero ha ido bajando.  

Es una mezcla de una caída rápida global de natalidad, que incluye a países desarrollados y en vías de desarrollo. Y que muchos están sobrepasando el umbral. 

Fotografía: Victor Leal / República.

El envejecimiento de poblaciones también es de estructuras económicas. ¿Cuáles son los principales riesgos? 

— Una consecuencia es menor crecimiento económico. El fin del bono demográfico. Por ejemplo, Latinoamérica se ha beneficiado del 0.5 % de crecimiento anual del PIB per cápita solo por el hecho de crecer la demografía. Es decir, añadir más personas jóvenes al mercado laboral. Es un efecto positivo que tiene ese bono demográfico. Una curva ascendente. 

Lo interesante es lo que pasa en los próximos 25 años. Ese bono desaparece en la región. Hay que compensar esos 0.5 % anual de crecimiento “gratuito” con algo diferente: mayor crecimiento de la productividad, mayor participación laboral o menor desempleo, etc.  

Este es un bloque de consecuencias. Un menor crecimiento económico. El otro es mayor presión sobre las finanzas públicas. Como habrá menos personas trabajando por cada jubilado, los estados sufren más al afrontar pensiones y gasto sanitario, entre otros. 

Países en Asia o Europa han intentado revertir esa baja tasa de natalidad —sin éxito— con incentivos gubernamentales. ¿Es un fenómeno reversible o si hay modelos que sugieran lo contrario? 

— Es complicado. La evidencia que tenemos es lo que llamamos mixed evidence. No es muy exitosa por ahora. Los países que lo han intentado han conseguido mover un poco la tasa de natalidad hacia arriba, pero es muy poquito. 

Un dato que lo demuestra muy bien es que cualquier país que haya pasado de 1.9 hacia abajo, ya nunca ha vuelto al 2.1. Nunca ha regresado a la tasa de reemplazo. 

Es complejo porque hay una serie de causas económicas, pero también factores culturales o decisiones personales que son difíciles de modificar.

Fotografía: Victor Leal / República.

¿Qué debe aprender Guatemala para evitar llegar a una crisis de envejecimiento? 

— El país todavía tiene una población joven. Calculamos que Guatemala está a unos 44 años de tener una estructura poblacional similar a las economías avanzadas (tasas de 1.2). 

Hay tiempo, no es una crisis inmediata, pero sí es una situación a la que se debe prestar atención. Sin embargo, la renta per cápita de Guatemala es menos de un tercio en comparación de economías avanzadas.  Si el país aspira a sostener a una población más envejecida, tendría que triplicar su renta per cápita en las próximas dos generaciones. 

¿Qué acciones son prioritarias para enfrentar estos desafíos demográficos de manera efectiva?

— Es fundamental tomar medidas desde ahora, antes de que la situación sea más difícil de gestionar. Las situaciones están alineadas con lo que cualquier nación debería hacer. Mejorar la productividad y fortalecer el mercado laboral son objetivos clave. Independientemente, si se habla o no de natalidad. 

Esas acciones ayudarán a enfrentar retos demográficos en el futuro. El problema con los desafíos a largo plazo es que resulta fácil ignorarlos hasta que están demasiado cerca. Debemos evitar eso. 

Fotografía: Victor Leal / República.

¿Es la economía la que moldea la demografía o al revés? 

— Es bidireccional. La demografía moldea la economía y viceversa. La economía influye en cuántos hijos tienen las personas, oportunidades laborales y acceso a la vivienda, etc. 

Al mismo tiempo, la estructura demográfica influye en la productividad, crecimiento económico y sostenibilidad fiscal. Son factores interdependientes que deben analizarse en conjunto.

Con información de Braulio Palacios

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Marc Canal: “La demografía moldea la economía y viceversa”

Marc Canal, Senior Fellow de McKinsey Global Institute. Fotografía: Victor Leal / República.
María José Aresti
12 de marzo, 2025

Los intentos globales para revertir la baja natalidad han sido poco exitosos. Marc Canal, Senior Fellow de McKinsey Global Institute, analizó en entrevista con República Empresa el impacto del envejecimiento demográfico y consecuencias. 

Para Guatemala, enfatiza la necesidad de fortalecer el mercado laboral y mejorar la productividad antes de que la transición demográfica afecte el crecimiento económico.

¿Qué ha cambiado en los últimos años para que el debate sobre la baja natalidad tome relevancia? 

— La clave es un número: 2.1. Esta es la tasa de reemplazo. Es decir, 2.1 hijos por mujer es el nivel al cual la población está estable a largo plazo.  

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El debate toma relevancia cuando muchos países cruzan ese umbral porque significa que empieza a cambiar la estructura de la población. Empiezan a envejecer más. 

Actualmente, dos tercios de las personas del mundo viven en un país por debajo de la tasa de reemplazo. Guatemala aún está por encima, pero ha ido bajando.  

Es una mezcla de una caída rápida global de natalidad, que incluye a países desarrollados y en vías de desarrollo. Y que muchos están sobrepasando el umbral. 

Fotografía: Victor Leal / República.

El envejecimiento de poblaciones también es de estructuras económicas. ¿Cuáles son los principales riesgos? 

— Una consecuencia es menor crecimiento económico. El fin del bono demográfico. Por ejemplo, Latinoamérica se ha beneficiado del 0.5 % de crecimiento anual del PIB per cápita solo por el hecho de crecer la demografía. Es decir, añadir más personas jóvenes al mercado laboral. Es un efecto positivo que tiene ese bono demográfico. Una curva ascendente. 

Lo interesante es lo que pasa en los próximos 25 años. Ese bono desaparece en la región. Hay que compensar esos 0.5 % anual de crecimiento “gratuito” con algo diferente: mayor crecimiento de la productividad, mayor participación laboral o menor desempleo, etc.  

Este es un bloque de consecuencias. Un menor crecimiento económico. El otro es mayor presión sobre las finanzas públicas. Como habrá menos personas trabajando por cada jubilado, los estados sufren más al afrontar pensiones y gasto sanitario, entre otros. 

Países en Asia o Europa han intentado revertir esa baja tasa de natalidad —sin éxito— con incentivos gubernamentales. ¿Es un fenómeno reversible o si hay modelos que sugieran lo contrario? 

— Es complicado. La evidencia que tenemos es lo que llamamos mixed evidence. No es muy exitosa por ahora. Los países que lo han intentado han conseguido mover un poco la tasa de natalidad hacia arriba, pero es muy poquito. 

Un dato que lo demuestra muy bien es que cualquier país que haya pasado de 1.9 hacia abajo, ya nunca ha vuelto al 2.1. Nunca ha regresado a la tasa de reemplazo. 

Es complejo porque hay una serie de causas económicas, pero también factores culturales o decisiones personales que son difíciles de modificar.

Fotografía: Victor Leal / República.

¿Qué debe aprender Guatemala para evitar llegar a una crisis de envejecimiento? 

— El país todavía tiene una población joven. Calculamos que Guatemala está a unos 44 años de tener una estructura poblacional similar a las economías avanzadas (tasas de 1.2). 

Hay tiempo, no es una crisis inmediata, pero sí es una situación a la que se debe prestar atención. Sin embargo, la renta per cápita de Guatemala es menos de un tercio en comparación de economías avanzadas.  Si el país aspira a sostener a una población más envejecida, tendría que triplicar su renta per cápita en las próximas dos generaciones. 

¿Qué acciones son prioritarias para enfrentar estos desafíos demográficos de manera efectiva?

— Es fundamental tomar medidas desde ahora, antes de que la situación sea más difícil de gestionar. Las situaciones están alineadas con lo que cualquier nación debería hacer. Mejorar la productividad y fortalecer el mercado laboral son objetivos clave. Independientemente, si se habla o no de natalidad. 

Esas acciones ayudarán a enfrentar retos demográficos en el futuro. El problema con los desafíos a largo plazo es que resulta fácil ignorarlos hasta que están demasiado cerca. Debemos evitar eso. 

Fotografía: Victor Leal / República.

¿Es la economía la que moldea la demografía o al revés? 

— Es bidireccional. La demografía moldea la economía y viceversa. La economía influye en cuántos hijos tienen las personas, oportunidades laborales y acceso a la vivienda, etc. 

Al mismo tiempo, la estructura demográfica influye en la productividad, crecimiento económico y sostenibilidad fiscal. Son factores interdependientes que deben analizarse en conjunto.

Con información de Braulio Palacios

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