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Lo verde se adentra al PIB salvadoreño

Arte: Gab@
Alice Utrera y María José Aresti
22 de octubre, 2024

En El Salvador, la sostenibilidad aspira a ser un pilar en la economía. Con este fin se integra en diversos sectores para fomentar un crecimiento robusto y respetuoso con el medioambiente. Este enfoque busca mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.

En perspectiva. Empresas renombradas están al frente de esta transformación. La Constancia, una de las compañías más antiguas, lidera con iniciativas como Proyecto Iskali. Este ha mejorado la capacidad de captación de agua en el volcán de San Salvador a través de la restauración de más de 500 hectáreas.

  • La productora de bebidas tiene un peso importante. Produce alrededor del 1 % del PIB. “Su efecto multiplicador es alrededor del 4. Es decir, que por cada dólar que vende se generan cuatro. Que una empresa así incluya prácticas sostenibles es relevante”, comenta un experto consultado.

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  • Por otro lado, Walmart ha implementado programas regionales para evitar el uso de 3 800 toneladas de plástico virgen, un ahorro de 5.6M de kWh de energía y 338.6 barriles de petróleo.

  • Su iniciativa “Sin bolsas, por favor” ha eliminado 58.7M de bolsas plásticas en tierras salvadoreñas, alentando a los consumidores a adoptar hábitos más sostenibles.

Por qué importa. Estas iniciativas están impactando en el PIB. Este ha mantenido una tasa de crecimiento moderado y, para 2024, se prevé un aumento del 2.7 %, aproximadamente.

  • Incluso CEPAL ha mejorado las expectativas a un 3.5 %, reflejando una economía resiliente y adaptativa frente a desafíos globales.

  • A largo plazo, con una integración efectiva de prácticas sostenibles, se podría esperar un desarrollo más estable y redefinir el tejido económico.

  • Sin embargo, la falta de acción en este ámbito podría ocasionar pérdidas significativas. Se estima un 7 % anual.

Entre líneas. A nivel gubernamental, se promueven prácticas sostenibles con el apoyo de políticas y regulaciones. Existen incentivos fiscales para empresas verdes. También se anunció una conversión de deuda —USD 350M— para la conservación del Río Lempa.

  • Como objetivo, se trabajará en mejorar los servicios de abastecimiento de agua, expandir la cobertura forestal (15 000 hectáreas), restaurar 5 000 acres de tierras degradadas y otros 75 000 de tierras agrícolas. Todo esto para catalizar inversiones en infraestructura de gestión de aguas residuales y desechos sólidos.

  • Organizaciones como el BM y el FMI han reconocido estos esfuerzos. Por ello, han ajustado sus proyecciones económicas y brindan respaldo técnico y financiero. La idea es fomentar proyectos que integren la sostenibilidad.

  • Cabe destacar que también es fundamental que continúe el diálogo entre los sectores público y privado para fortalecer las iniciativas existentes y explorar nuevas vías de desarrollo sostenible.

Sí, pero. Con todo, estas actividades no son suficientes para decir que es un país sostenible. El experto asegura que por ahora “están en el camino de impulsar prácticas sostenibles. Esa sería una manera de describirlo más acorde a la realidad”.

  • Las prácticas mencionadas tienen efectos en las cadenas de valor, empleos e impuestos. No obstante, solo engloban el componente económico. Para caracterizarse como empresas sostenibles deben generar impacto en lo social y ambiental.

  • “El PIB es un indicador incompleto. Únicamente mide ingresos nacionales y así no se evalúa el desarrollo sostenible. Esto se calcula con una serie de variables como los ODS o el índice de la ONU”, agrega.

  • Un pionero a nivel regional es Costa Rica. Desde hace tiempo cuenta con políticas públicas, marcos regulatorios y prácticas en la materia. Producen el 100 % de su electricidad con recursos renovables. El 30 % de su territorio está protegido como terreno natural.

Balance. El Salvador está dando sus primeros pasos en el camino hacia la sostenibilidad, con iniciativas empresariales que apuntan alto. El camino para lograr un desarrollo equilibrado aún es largo. El reto está en ir más allá del impacto económico y fortalecer las políticas públicas y privadas que promuevan un desarrollo integral.

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Lo verde se adentra al PIB salvadoreño

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Alice Utrera y María José Aresti
22 de octubre, 2024

En El Salvador, la sostenibilidad aspira a ser un pilar en la economía. Con este fin se integra en diversos sectores para fomentar un crecimiento robusto y respetuoso con el medioambiente. Este enfoque busca mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.

En perspectiva. Empresas renombradas están al frente de esta transformación. La Constancia, una de las compañías más antiguas, lidera con iniciativas como Proyecto Iskali. Este ha mejorado la capacidad de captación de agua en el volcán de San Salvador a través de la restauración de más de 500 hectáreas.

  • La productora de bebidas tiene un peso importante. Produce alrededor del 1 % del PIB. “Su efecto multiplicador es alrededor del 4. Es decir, que por cada dólar que vende se generan cuatro. Que una empresa así incluya prácticas sostenibles es relevante”, comenta un experto consultado.

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  • Por otro lado, Walmart ha implementado programas regionales para evitar el uso de 3 800 toneladas de plástico virgen, un ahorro de 5.6M de kWh de energía y 338.6 barriles de petróleo.

  • Su iniciativa “Sin bolsas, por favor” ha eliminado 58.7M de bolsas plásticas en tierras salvadoreñas, alentando a los consumidores a adoptar hábitos más sostenibles.

Por qué importa. Estas iniciativas están impactando en el PIB. Este ha mantenido una tasa de crecimiento moderado y, para 2024, se prevé un aumento del 2.7 %, aproximadamente.

  • Incluso CEPAL ha mejorado las expectativas a un 3.5 %, reflejando una economía resiliente y adaptativa frente a desafíos globales.

  • A largo plazo, con una integración efectiva de prácticas sostenibles, se podría esperar un desarrollo más estable y redefinir el tejido económico.

  • Sin embargo, la falta de acción en este ámbito podría ocasionar pérdidas significativas. Se estima un 7 % anual.

Entre líneas. A nivel gubernamental, se promueven prácticas sostenibles con el apoyo de políticas y regulaciones. Existen incentivos fiscales para empresas verdes. También se anunció una conversión de deuda —USD 350M— para la conservación del Río Lempa.

  • Como objetivo, se trabajará en mejorar los servicios de abastecimiento de agua, expandir la cobertura forestal (15 000 hectáreas), restaurar 5 000 acres de tierras degradadas y otros 75 000 de tierras agrícolas. Todo esto para catalizar inversiones en infraestructura de gestión de aguas residuales y desechos sólidos.

  • Organizaciones como el BM y el FMI han reconocido estos esfuerzos. Por ello, han ajustado sus proyecciones económicas y brindan respaldo técnico y financiero. La idea es fomentar proyectos que integren la sostenibilidad.

  • Cabe destacar que también es fundamental que continúe el diálogo entre los sectores público y privado para fortalecer las iniciativas existentes y explorar nuevas vías de desarrollo sostenible.

Sí, pero. Con todo, estas actividades no son suficientes para decir que es un país sostenible. El experto asegura que por ahora “están en el camino de impulsar prácticas sostenibles. Esa sería una manera de describirlo más acorde a la realidad”.

  • Las prácticas mencionadas tienen efectos en las cadenas de valor, empleos e impuestos. No obstante, solo engloban el componente económico. Para caracterizarse como empresas sostenibles deben generar impacto en lo social y ambiental.

  • “El PIB es un indicador incompleto. Únicamente mide ingresos nacionales y así no se evalúa el desarrollo sostenible. Esto se calcula con una serie de variables como los ODS o el índice de la ONU”, agrega.

  • Un pionero a nivel regional es Costa Rica. Desde hace tiempo cuenta con políticas públicas, marcos regulatorios y prácticas en la materia. Producen el 100 % de su electricidad con recursos renovables. El 30 % de su territorio está protegido como terreno natural.

Balance. El Salvador está dando sus primeros pasos en el camino hacia la sostenibilidad, con iniciativas empresariales que apuntan alto. El camino para lograr un desarrollo equilibrado aún es largo. El reto está en ir más allá del impacto económico y fortalecer las políticas públicas y privadas que promuevan un desarrollo integral.

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