Esta obra del demógrafo e ingeniero Alejandro Macarrón y el historiador Miguel Platón se lee para reaccionar. Mientras España discute sobre banderas, memoria o identidades, se está vaciando por dentro. Cada año nacen menos niños, mueren más ancianos y el silencio se impone como una forma de derrota civilizatoria.
Los autores hacen algo más valiente que sumar: apuntan al alma del problema. Hablan de un país que ha perdido el gusto por el futuro, que celebra la libertad, pero teme la continuidad, que confunde autonomía con soledad y progreso, con esterilidad.
Su diagnóstico: detrás del desplome natalista no hay solo salarios bajos o alquileres imposibles, sino una crisis de propósito. España, dicen, ya no sabe para qué quiere existir.
El libro alterna la precisión de un informe con la pasión de un manifiesto. Macarrón aporta la contundencia de unos datos demoledores y Platón la narrativa histórica. Hay páginas que suenan a crónica del desierto: pueblos sin niños, aulas que cierran, hospitales que envejecen. También destellos de lucidez política: la denuncia del desinterés institucional, del desdén de las élites hacia la familia, y del tabú mediático que evita hablar de natalidad por miedo a sonar “retrógrado”.
En tiempos de eufemismos, el gran logro del ensayo es llamar las cosas por su nombre. El riesgo, quizá, un tono que a veces roza el fatalismo. Se echan en falta propuestas más audaces o modelos inspiradores de otros países que han logrado revertir la tendencia. Con todo, incluso ese pesimismo refleja la honestidad de quien se niega a maquillar el abismo.
Puede aventurarse que, más que sobre demografía, es un texto sobre fe. No religiosa, sino civil: en el futuro, en la continuidad, en la idea de país.
En una España saturada de discursos y vacía de hijos, Los últimos españoles expone lo que pocos se atreven a decir: que una sociedad que deja de tener descendencia deja, simplemente, de tener sentido.
El suicidio demográfico no es una metáfora. Es, palabra por palabra, el título más exacto de nuestra época.
Esta obra del demógrafo e ingeniero Alejandro Macarrón y el historiador Miguel Platón se lee para reaccionar. Mientras España discute sobre banderas, memoria o identidades, se está vaciando por dentro. Cada año nacen menos niños, mueren más ancianos y el silencio se impone como una forma de derrota civilizatoria.
Los autores hacen algo más valiente que sumar: apuntan al alma del problema. Hablan de un país que ha perdido el gusto por el futuro, que celebra la libertad, pero teme la continuidad, que confunde autonomía con soledad y progreso, con esterilidad.
Su diagnóstico: detrás del desplome natalista no hay solo salarios bajos o alquileres imposibles, sino una crisis de propósito. España, dicen, ya no sabe para qué quiere existir.
El libro alterna la precisión de un informe con la pasión de un manifiesto. Macarrón aporta la contundencia de unos datos demoledores y Platón la narrativa histórica. Hay páginas que suenan a crónica del desierto: pueblos sin niños, aulas que cierran, hospitales que envejecen. También destellos de lucidez política: la denuncia del desinterés institucional, del desdén de las élites hacia la familia, y del tabú mediático que evita hablar de natalidad por miedo a sonar “retrógrado”.
En tiempos de eufemismos, el gran logro del ensayo es llamar las cosas por su nombre. El riesgo, quizá, un tono que a veces roza el fatalismo. Se echan en falta propuestas más audaces o modelos inspiradores de otros países que han logrado revertir la tendencia. Con todo, incluso ese pesimismo refleja la honestidad de quien se niega a maquillar el abismo.
Puede aventurarse que, más que sobre demografía, es un texto sobre fe. No religiosa, sino civil: en el futuro, en la continuidad, en la idea de país.
En una España saturada de discursos y vacía de hijos, Los últimos españoles expone lo que pocos se atreven a decir: que una sociedad que deja de tener descendencia deja, simplemente, de tener sentido.
El suicidio demográfico no es una metáfora. Es, palabra por palabra, el título más exacto de nuestra época.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: