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Industria automotriz, protagonista de Arancelandia

.
María José Aresti
18 de febrero, 2025

Entre amenazas de aranceles y giros inesperados desde Washington, la industria automotriz mexicana es el personaje de un thriller de alto riesgo. El destino del sector sigue un guion cuyos siguientes capítulos definirán la suerte de la manufactura en Norteamérica.

Por qué importa. El próximo 4 de marzo entrarán en vigor aranceles del 25 % para las importaciones mexicanas. Y, a partir del 12 se aplicará la misma tarifa a productos de acero y aluminio.

  • Por si eso fuera poco, el presidente Donald Trump advirtió sobre la posibilidad de otros gravámenes. En particular, para los automóviles que se elaboran en suelo azteca a partir del 2 de abril.

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  • Gabriel Padilla, director general de la Industria Nacional de Autopartes, detalla que en un contexto de aranceles las compras estadounidenses se reducirían un 15 %. Las ventas caerían en 1M de unidades.

  • Las nuevas disposiciones implicarían un gasto considerable para la industria. Especialmente, porque muchas piezas atraviesan la frontera varias veces a lo largo del proceso de fabricación. Esto afectaría toda la cadena de valor.

Visto y no visto. Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía revelan una caída de doble dígito en enero de las exportaciones de vehículos ligeros. En diciembre registraron una disminución del 6 %. Todo ello, sin la entrada en vigor del gravamen.

  • Además del efecto inmediato en importaciones, las consecuencias se trasladarían a los consumidores. Francisco N. González, presidente ejecutivo de la Industria Nacional de Autopartes, A.C. explica que los fabricantes se verían obligados a ajustar costos para mitigar riesgos.

  • Por su parte, estas medidas podrían añadir costos de hasta USD 60 000M para el sector estadounidense. Los vehículos nuevos experimentarían un incremento de al menos USD 3 000 por unidad.

  • Con todo, la producción de automóviles en otro país es un proceso que toma años. Un arancel prolongado podría ser insostenible para ambas vías. Más allá del comercio, estarían detrás otros objetivos políticos: control migratorio y presión de acuerdos comerciales.

En el radar. La imposición de aranceles tendría un impacto negativo en el comercio e integración norteamericanos. Esto contradice objetivos del T-MEC y plantea interrogantes en vísperas de su renegociación en 2026.

  • Cabe recordar que México y Canadá prevalecieron en una disputa con EE. UU. sobre las reglas de origen en el sector. El fallo protege la competitividad y evita costos excesivos a los productores.

  • “Nosotros tenemos la parte de conectividad y software”, asegura González. Dos temas cruciales para la integración de la industria y que, en lugar de ver al otro lado del Pacífico, permiten coordinar sus esfuerzos a nivel regional.

  • Por un lado, estará la posición estadounidense que —probablemente— tratará de imponer sus medidas en el acuerdo. Por el otro, los mexicanos guardan su as bajo la manga en esas dos áreas no desarrolladas en el primer acuerdo.

Entre líneas. La industria automotriz representa casi el 4 % del PIB mexicano y genera miles de empleos. El golpe a estas compañías desencadenaría efectos negativos en su economía: tipo de cambio y crecimiento.

  • Si las exportaciones caen, también lo hará la IED y la expansión de plantas. Incluso las empresas podrían buscar nuevos mercados que ofrezcan ubicaciones estratégicas e incentivos comerciales.

  • Los aranceles aumentarían costos de producción para las empresas estadounidenses que dependen de autopartes mexicanas. Esto llevaría a la crisis en una cadena de suministro muy integrada.

  • El tipo de cambió rebasó los 21 pesos por dólar. Una moneda más débil compensaría el impacto de modo parcial, pero también afectaría el poder adquisitivo de los mexicanos elevando la inflación.

En conclusión. La tarea de México será fortalecer las cadenas de suministro, mejorar condiciones para proveedores, atraer más inversión nacional y extranjera e integrar otros productos que requiere el sector. Tiene a su favor que no es una industria que se reinvente en dos días, sino de tradición. El desenlace aún no está escrito.

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Industria automotriz, protagonista de Arancelandia

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María José Aresti
18 de febrero, 2025

Entre amenazas de aranceles y giros inesperados desde Washington, la industria automotriz mexicana es el personaje de un thriller de alto riesgo. El destino del sector sigue un guion cuyos siguientes capítulos definirán la suerte de la manufactura en Norteamérica.

Por qué importa. El próximo 4 de marzo entrarán en vigor aranceles del 25 % para las importaciones mexicanas. Y, a partir del 12 se aplicará la misma tarifa a productos de acero y aluminio.

  • Por si eso fuera poco, el presidente Donald Trump advirtió sobre la posibilidad de otros gravámenes. En particular, para los automóviles que se elaboran en suelo azteca a partir del 2 de abril.

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  • Gabriel Padilla, director general de la Industria Nacional de Autopartes, detalla que en un contexto de aranceles las compras estadounidenses se reducirían un 15 %. Las ventas caerían en 1M de unidades.

  • Las nuevas disposiciones implicarían un gasto considerable para la industria. Especialmente, porque muchas piezas atraviesan la frontera varias veces a lo largo del proceso de fabricación. Esto afectaría toda la cadena de valor.

Visto y no visto. Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía revelan una caída de doble dígito en enero de las exportaciones de vehículos ligeros. En diciembre registraron una disminución del 6 %. Todo ello, sin la entrada en vigor del gravamen.

  • Además del efecto inmediato en importaciones, las consecuencias se trasladarían a los consumidores. Francisco N. González, presidente ejecutivo de la Industria Nacional de Autopartes, A.C. explica que los fabricantes se verían obligados a ajustar costos para mitigar riesgos.

  • Por su parte, estas medidas podrían añadir costos de hasta USD 60 000M para el sector estadounidense. Los vehículos nuevos experimentarían un incremento de al menos USD 3 000 por unidad.

  • Con todo, la producción de automóviles en otro país es un proceso que toma años. Un arancel prolongado podría ser insostenible para ambas vías. Más allá del comercio, estarían detrás otros objetivos políticos: control migratorio y presión de acuerdos comerciales.

En el radar. La imposición de aranceles tendría un impacto negativo en el comercio e integración norteamericanos. Esto contradice objetivos del T-MEC y plantea interrogantes en vísperas de su renegociación en 2026.

  • Cabe recordar que México y Canadá prevalecieron en una disputa con EE. UU. sobre las reglas de origen en el sector. El fallo protege la competitividad y evita costos excesivos a los productores.

  • “Nosotros tenemos la parte de conectividad y software”, asegura González. Dos temas cruciales para la integración de la industria y que, en lugar de ver al otro lado del Pacífico, permiten coordinar sus esfuerzos a nivel regional.

  • Por un lado, estará la posición estadounidense que —probablemente— tratará de imponer sus medidas en el acuerdo. Por el otro, los mexicanos guardan su as bajo la manga en esas dos áreas no desarrolladas en el primer acuerdo.

Entre líneas. La industria automotriz representa casi el 4 % del PIB mexicano y genera miles de empleos. El golpe a estas compañías desencadenaría efectos negativos en su economía: tipo de cambio y crecimiento.

  • Si las exportaciones caen, también lo hará la IED y la expansión de plantas. Incluso las empresas podrían buscar nuevos mercados que ofrezcan ubicaciones estratégicas e incentivos comerciales.

  • Los aranceles aumentarían costos de producción para las empresas estadounidenses que dependen de autopartes mexicanas. Esto llevaría a la crisis en una cadena de suministro muy integrada.

  • El tipo de cambió rebasó los 21 pesos por dólar. Una moneda más débil compensaría el impacto de modo parcial, pero también afectaría el poder adquisitivo de los mexicanos elevando la inflación.

En conclusión. La tarea de México será fortalecer las cadenas de suministro, mejorar condiciones para proveedores, atraer más inversión nacional y extranjera e integrar otros productos que requiere el sector. Tiene a su favor que no es una industria que se reinvente en dos días, sino de tradición. El desenlace aún no está escrito.

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