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Mr. Robinson’s alternative facts

Arte: República
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05 de noviembre, 2024

No hay cosa que alborote más a los usuarios de redes sociales, que las menciones de “expertos” sobre la situación política o económica guatemalteca. Especialmente cuando vienen acompañadas de críticas al sector privado. Tal fue el caso de una entrevista que El País le hizo a James Robinson, premio Nobel de Economía 2024. 

Se hubiese esperado —de un recién laureado— respuestas más informativas o que demostraran sus grandes conocimientos económicos. Sin embargo, la entrevista es pobre en cuanto a la profundidad de sus contestaciones.  

Por ejemplo, cuando el medio pregunta sobre las “dos o tres cosas que haría para lidiar con la desigualdad”, el entrevistado se enreda en generalidades como “cambios en la legislación del mercado laboral” y en el “sistema fiscal”, sin poder ser más específico. 

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Pero —sin duda— la respuesta que ha causado furor local es aquella en la que menciona a Guatemala como un mal ejemplo: “Si quieres ver cómo es una sociedad sin Estado, deberías ir a Guatemala” (por cierto, el enlace que coloca El País en este segmento de la entrevista lleva, por error, a una nota sobre la dictadura nicaragüense y no sobre Guatemala). Se trataba de la respuesta a una pregunta sobre los “movimientos libertarios” en EE. UU. Zero correlation

Y concluye sancionando: “[en Guatemala] no hay impuesto sobre la renta. Esto no genera prosperidad, pero sí mucha riqueza para 13 familias […]”. Música para los oídos de todos los progres que se sintieron reivindicados por un premio Nobel de Economía que regurgita su anquilosado discurso. Más bien pareciera que el galardonado desconoce la realidad guatemalteca y ha caído víctima de una narrativa equivocada. No debe extrañar; el hoy laureado, en su participación en ENADE 2019, así lo admitió: “[…] voy a discutir muy superficialmente Guatemala, porque no soy un experto para nada [en Guatemala]”. 

En todo caso, a un premio Nobel se le perdona no saber que la tasa de impuesto sobre la renta en Guatemala sea del 25 % —no 27 %, como dijo en redes sociales un ex Superintendente de la SAT– o que el presupuesto de gastos del estado guatemalteco para el 2025 ascienda al 16 % del PIB. Incluso se le perdona inventarse un arbitrario número de “13 familias”.  

Lo que raya en el absurdo es que no lo sepa la progresía local y lo celebre replicando semejantes muestras de ignorancia económica respecto de Guatemala. Queda demostrado que, en esta época de la posverdad, la narrativa es más importante que los hechos y que un premio Nobel dista mucho de gozar de la infalibilidad económica que algunos le otorgan. Queda demostrado, también, que la progresía guatemalteca es profundamente ignorante y sumamente resentida. 

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05 de noviembre, 2024

No hay cosa que alborote más a los usuarios de redes sociales, que las menciones de “expertos” sobre la situación política o económica guatemalteca. Especialmente cuando vienen acompañadas de críticas al sector privado. Tal fue el caso de una entrevista que El País le hizo a James Robinson, premio Nobel de Economía 2024. 

Se hubiese esperado —de un recién laureado— respuestas más informativas o que demostraran sus grandes conocimientos económicos. Sin embargo, la entrevista es pobre en cuanto a la profundidad de sus contestaciones.  

Por ejemplo, cuando el medio pregunta sobre las “dos o tres cosas que haría para lidiar con la desigualdad”, el entrevistado se enreda en generalidades como “cambios en la legislación del mercado laboral” y en el “sistema fiscal”, sin poder ser más específico. 

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Pero —sin duda— la respuesta que ha causado furor local es aquella en la que menciona a Guatemala como un mal ejemplo: “Si quieres ver cómo es una sociedad sin Estado, deberías ir a Guatemala” (por cierto, el enlace que coloca El País en este segmento de la entrevista lleva, por error, a una nota sobre la dictadura nicaragüense y no sobre Guatemala). Se trataba de la respuesta a una pregunta sobre los “movimientos libertarios” en EE. UU. Zero correlation

Y concluye sancionando: “[en Guatemala] no hay impuesto sobre la renta. Esto no genera prosperidad, pero sí mucha riqueza para 13 familias […]”. Música para los oídos de todos los progres que se sintieron reivindicados por un premio Nobel de Economía que regurgita su anquilosado discurso. Más bien pareciera que el galardonado desconoce la realidad guatemalteca y ha caído víctima de una narrativa equivocada. No debe extrañar; el hoy laureado, en su participación en ENADE 2019, así lo admitió: “[…] voy a discutir muy superficialmente Guatemala, porque no soy un experto para nada [en Guatemala]”. 

En todo caso, a un premio Nobel se le perdona no saber que la tasa de impuesto sobre la renta en Guatemala sea del 25 % —no 27 %, como dijo en redes sociales un ex Superintendente de la SAT– o que el presupuesto de gastos del estado guatemalteco para el 2025 ascienda al 16 % del PIB. Incluso se le perdona inventarse un arbitrario número de “13 familias”.  

Lo que raya en el absurdo es que no lo sepa la progresía local y lo celebre replicando semejantes muestras de ignorancia económica respecto de Guatemala. Queda demostrado que, en esta época de la posverdad, la narrativa es más importante que los hechos y que un premio Nobel dista mucho de gozar de la infalibilidad económica que algunos le otorgan. Queda demostrado, también, que la progresía guatemalteca es profundamente ignorante y sumamente resentida. 

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