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Fernando Mattos Costa: “Mejorar las condiciones en el medio rural es vital para frenar la migración”

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Marcos Jacobo Suárez Sipmann
05 de agosto, 2025

Fernando Mattos Costa (Montevideo, 1958), es ingeniero agrónomo formado en la Universidad Federal de Río Grande do Sul en 1981 (convalidado en 1985 en Uruguay). Trabajó durante los años 1980 en la industria cárnica de Brasil. Fue presidente de la Asociación Rural de Uruguay (2004-06), delegado en las negociaciones UE-Mercosur, presidente del Instituto Nacional de Carnes (INAC, 2020-21) y ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay (2021-25). En marzo, el Ejecutivo uruguayo lo postuló para dirigir el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). En el marco de su visita a Guatemala, República Empresa conversó con el exministro.

¿Qué motivaciones profesionales y personales le llevaron a estudiar ingeniería agrónoma?  

—Vengo de una tradición familiar de ganaderos y agricultores. Es la quinta generación vinculada a la tierra. Mi familia es mayormente veterinaria, pero elegí ingeniería agrónoma por su enfoque multidisciplinario más amplio. En Uruguay, muchos ministros han sido agrónomos por la formación integral que tienen, clave para enfrentar retos como el cambio climático y enfermedades. . 

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La tropicalización del clima afecta la biodiversidad y la producción. Vivimos fenómenos extremos como sequías e incendios que impactan no solo la agricultura, sino infraestructura y seguridad. Esta realidad exige prepararnos con herramientas técnicas sólidas. 

¿Cuáles considera que son los principales desafíos en las negociaciones comerciales entre MERCOSUR y la Unión Europea?  

—El comercio agrícola enfrenta barreras proteccionistas importantes. La Organización Mundial de Comercio (OMC) tiene dificultades para acuerdos multilaterales, por eso crecen los tratados bilaterales como MERCOSUR-UE. Llevamos 25 años negociando; en 2019 estuvimos cerca, pero factores ambientales y presiones políticas frenaron el acuerdo.  

En la cumbre de Montevideo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, apoyó un avance técnico. Este es un acuerdo político y comercial, que conecta identidades culturales y tradiciones similares. Europa es el principal inversor en Latinoamérica, y si se confirma, la zona de libre comercio abarcará más de 700M de personas y puede impulsar el desarrollo regional.

¿Cómo contribuye el IICA a la integración de mercados agrícolas ante las tensiones políticas y comerciales globales actuales?  

—La multipolaridad global da lugar a bloques con dinámicas complejas tras cambios recientes como la era Trump. Los aranceles y medidas comerciales proteccionistas ocasionan inflación y recesión. EE. UU., creador inicial de organismos multilaterales, hoy cuestiona esas instituciones, que necesitan actualizarse.  

Medidas como los aranceles secundarios de EE. UU. afectan insumos estratégicos y vulneran normas internacionales, lo que perjudica a países pequeños. Brasil, alineado con BRICS, contrasta con otros miembros que mantienen el diálogo con EE. UU. A largo plazo, el camino es el consenso y el diálogo para un nuevo orden internacional estable.

.

¿Cuál sería su enfoque y estrategia personal si resultara elegido director general del IICA?  

—Buscaría consolidar la integración interamericana, especialmente fortaleciendo los vínculos con EE. UU. La región ha sido descuidada, lo que abrió espacio a inversiones chinas que inquietan a Washington. Mi experiencia como exministro del ramo favorecería mi gestión al frente del IICA, institución interamericana con 34 países. 

Mejorar las condiciones en el medio rural es vital para frenar la migración. La pequeña producción rural es vulnerable por falta de tecnología e infraestructura, lo que lleva al abandono y provoca problemas sociales. Dotar de conectividad, educación digital y asistencia técnica básica igualará oportunidades, mejorando calidad de vida y fijando población joven en el campo con prácticas sostenibles. 

¿Qué papel ha desempeñado el IICA en iniciativas —caso de PROMECAFE— relacionadas con el café y cómo ha apoyado a productores?  

—El café, junto con cultivos como cacao y banano, está bajo regulación europea por su impacto ambiental. El IICA promueve aumento de rendimientos con sistemas sostenibles y biotecnología, que permiten mejorar la producción sin dañar recursos naturales.  

La biotecnología impulsa la economía circular y el uso de bioinsumos. Sin estos avances, la presión por la demanda llevará a la pérdida de sostenibilidad y daño ambiental. También es vital buscar una distribución justa del valor entre productor y comerciante para que el productor tenga ingresos dignos.  

¿Qué opinión le merecen las quejas de productores sobre las exigencias y certificaciones impuestas por países como los de la UE?  

—Las quejas son comprensibles, pues incluso productores europeos sufren burocracia y requisitos estrictos que han generado protestas. Bruselas mantiene barreras tarifarias y no arancelarias basadas en moléculas químicas no usadas allá, pero necesarias en regiones tropicales con más plagas.  

Falta diálogo técnico entre autoridades sanitarias para aceptar usos razonables sin riesgos. El IICA debe promover transparencia, evitando que barreras técnicas se conviertan en trabas comerciales sin fundamento científico. La regla europea de deforestación ha sido cuestionada por generar costos injustos sin incentivos claros.  

¿Qué indicadores propondría para medir efectivamente el impacto del IICA en el desarrollo y comercio rural?

—El IICA ha desarrollado muchos proyectos dispersos; es preferible que haya menos proyectos y con mayor impacto tangible. Hay que pasar de marketing a evaluar efectividad real: aún persisten pobreza, migración rural, déficit de infraestructura y heterogeneidad productiva en la región.  

Es fundamental impulsar seguros agropecuarios y financiamiento, claves para proteger a productores ante eventos climáticos extremos, como huracanes en el Caribe. La prevención con fondos específicos es más eficiente que enfrentar crisis con gastos improvisados. Fomentar una cultura aseguradora es imprescindible para la estabilidad económica.

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¿Qué se puede hacer para optimizar el uso y gestión del agua en la región ante problemas de sequías e inundaciones?

—En América hay abundancia de agua dulce. Sin embargo, está mal aprovechada. Gran parte se pierde por falta de almacenamiento y sistemas de riego adecuados. La inversión en infraestructura hídrica es costosa, pero necesaria para asegurar producción en periodos secos.  

Países como Chile, Israel y China ofrecen ejemplos con leyes innovadoras y grandes obras hidráulicas. Se requiere legislación, financiamiento y diálogo técnico para manejar recursos sin afectar la biodiversidad ni causar erosión de suelos. La gestión integral del agua es clave para la sostenibilidad agrícola regional.  

¿Qué rol cumple el IICA en el diálogo con los gobiernos y el sector privado sobre desarrollo agropecuario?

—El IICA escucha a todos: gobiernos, ministerios y entidades privadas, haciendo giras y consultas para entender necesidades. Promovemos el asociativismo de productores para encauzar mejor las políticas públicas y la asistencia técnica.  

Canalizamos recursos internacionales para llegar al productor final, en coordinación con los Estados. El sector privado es motor de inversión y riesgo, por lo que debe beneficiarse con producción eficiente, sostenible y de calidad. La gestión debe ser pragmática, buscando concretar resultados, no burocracia.  

¿Cuál sería su mensaje para los lectores centroamericanos y guatemaltecos sobre el potencial rural y la cooperación regional?

—Guatemala destaca por su diversidad productiva y potencial de crecimiento, con población rural numerosa y calificada. Existe un vínculo especial con Uruguay, que puede potenciar la cooperación bilateral y regional.  

En un contexto global de mayor protección arancelaria, debemos reducir barreras internas para facilitar el comercio interamericano. El IICA es fundamental para fortalecer experiencias en ganadería y cultivos. Y debe complementarse mejor con organismos como la FAO para evitar duplicidades.  

Estoy seguro de que con esta visión los países encontrarán ayuda para crecer y mejorar las condiciones rurales en el hemisferio. 

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Fernando Mattos Costa: “Mejorar las condiciones en el medio rural es vital para frenar la migración”

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Marcos Jacobo Suárez Sipmann
05 de agosto, 2025

Fernando Mattos Costa (Montevideo, 1958), es ingeniero agrónomo formado en la Universidad Federal de Río Grande do Sul en 1981 (convalidado en 1985 en Uruguay). Trabajó durante los años 1980 en la industria cárnica de Brasil. Fue presidente de la Asociación Rural de Uruguay (2004-06), delegado en las negociaciones UE-Mercosur, presidente del Instituto Nacional de Carnes (INAC, 2020-21) y ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay (2021-25). En marzo, el Ejecutivo uruguayo lo postuló para dirigir el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). En el marco de su visita a Guatemala, República Empresa conversó con el exministro.

¿Qué motivaciones profesionales y personales le llevaron a estudiar ingeniería agrónoma?  

—Vengo de una tradición familiar de ganaderos y agricultores. Es la quinta generación vinculada a la tierra. Mi familia es mayormente veterinaria, pero elegí ingeniería agrónoma por su enfoque multidisciplinario más amplio. En Uruguay, muchos ministros han sido agrónomos por la formación integral que tienen, clave para enfrentar retos como el cambio climático y enfermedades. . 

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La tropicalización del clima afecta la biodiversidad y la producción. Vivimos fenómenos extremos como sequías e incendios que impactan no solo la agricultura, sino infraestructura y seguridad. Esta realidad exige prepararnos con herramientas técnicas sólidas. 

¿Cuáles considera que son los principales desafíos en las negociaciones comerciales entre MERCOSUR y la Unión Europea?  

—El comercio agrícola enfrenta barreras proteccionistas importantes. La Organización Mundial de Comercio (OMC) tiene dificultades para acuerdos multilaterales, por eso crecen los tratados bilaterales como MERCOSUR-UE. Llevamos 25 años negociando; en 2019 estuvimos cerca, pero factores ambientales y presiones políticas frenaron el acuerdo.  

En la cumbre de Montevideo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, apoyó un avance técnico. Este es un acuerdo político y comercial, que conecta identidades culturales y tradiciones similares. Europa es el principal inversor en Latinoamérica, y si se confirma, la zona de libre comercio abarcará más de 700M de personas y puede impulsar el desarrollo regional.

¿Cómo contribuye el IICA a la integración de mercados agrícolas ante las tensiones políticas y comerciales globales actuales?  

—La multipolaridad global da lugar a bloques con dinámicas complejas tras cambios recientes como la era Trump. Los aranceles y medidas comerciales proteccionistas ocasionan inflación y recesión. EE. UU., creador inicial de organismos multilaterales, hoy cuestiona esas instituciones, que necesitan actualizarse.  

Medidas como los aranceles secundarios de EE. UU. afectan insumos estratégicos y vulneran normas internacionales, lo que perjudica a países pequeños. Brasil, alineado con BRICS, contrasta con otros miembros que mantienen el diálogo con EE. UU. A largo plazo, el camino es el consenso y el diálogo para un nuevo orden internacional estable.

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¿Cuál sería su enfoque y estrategia personal si resultara elegido director general del IICA?  

—Buscaría consolidar la integración interamericana, especialmente fortaleciendo los vínculos con EE. UU. La región ha sido descuidada, lo que abrió espacio a inversiones chinas que inquietan a Washington. Mi experiencia como exministro del ramo favorecería mi gestión al frente del IICA, institución interamericana con 34 países. 

Mejorar las condiciones en el medio rural es vital para frenar la migración. La pequeña producción rural es vulnerable por falta de tecnología e infraestructura, lo que lleva al abandono y provoca problemas sociales. Dotar de conectividad, educación digital y asistencia técnica básica igualará oportunidades, mejorando calidad de vida y fijando población joven en el campo con prácticas sostenibles. 

¿Qué papel ha desempeñado el IICA en iniciativas —caso de PROMECAFE— relacionadas con el café y cómo ha apoyado a productores?  

—El café, junto con cultivos como cacao y banano, está bajo regulación europea por su impacto ambiental. El IICA promueve aumento de rendimientos con sistemas sostenibles y biotecnología, que permiten mejorar la producción sin dañar recursos naturales.  

La biotecnología impulsa la economía circular y el uso de bioinsumos. Sin estos avances, la presión por la demanda llevará a la pérdida de sostenibilidad y daño ambiental. También es vital buscar una distribución justa del valor entre productor y comerciante para que el productor tenga ingresos dignos.  

¿Qué opinión le merecen las quejas de productores sobre las exigencias y certificaciones impuestas por países como los de la UE?  

—Las quejas son comprensibles, pues incluso productores europeos sufren burocracia y requisitos estrictos que han generado protestas. Bruselas mantiene barreras tarifarias y no arancelarias basadas en moléculas químicas no usadas allá, pero necesarias en regiones tropicales con más plagas.  

Falta diálogo técnico entre autoridades sanitarias para aceptar usos razonables sin riesgos. El IICA debe promover transparencia, evitando que barreras técnicas se conviertan en trabas comerciales sin fundamento científico. La regla europea de deforestación ha sido cuestionada por generar costos injustos sin incentivos claros.  

¿Qué indicadores propondría para medir efectivamente el impacto del IICA en el desarrollo y comercio rural?

—El IICA ha desarrollado muchos proyectos dispersos; es preferible que haya menos proyectos y con mayor impacto tangible. Hay que pasar de marketing a evaluar efectividad real: aún persisten pobreza, migración rural, déficit de infraestructura y heterogeneidad productiva en la región.  

Es fundamental impulsar seguros agropecuarios y financiamiento, claves para proteger a productores ante eventos climáticos extremos, como huracanes en el Caribe. La prevención con fondos específicos es más eficiente que enfrentar crisis con gastos improvisados. Fomentar una cultura aseguradora es imprescindible para la estabilidad económica.

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¿Qué se puede hacer para optimizar el uso y gestión del agua en la región ante problemas de sequías e inundaciones?

—En América hay abundancia de agua dulce. Sin embargo, está mal aprovechada. Gran parte se pierde por falta de almacenamiento y sistemas de riego adecuados. La inversión en infraestructura hídrica es costosa, pero necesaria para asegurar producción en periodos secos.  

Países como Chile, Israel y China ofrecen ejemplos con leyes innovadoras y grandes obras hidráulicas. Se requiere legislación, financiamiento y diálogo técnico para manejar recursos sin afectar la biodiversidad ni causar erosión de suelos. La gestión integral del agua es clave para la sostenibilidad agrícola regional.  

¿Qué rol cumple el IICA en el diálogo con los gobiernos y el sector privado sobre desarrollo agropecuario?

—El IICA escucha a todos: gobiernos, ministerios y entidades privadas, haciendo giras y consultas para entender necesidades. Promovemos el asociativismo de productores para encauzar mejor las políticas públicas y la asistencia técnica.  

Canalizamos recursos internacionales para llegar al productor final, en coordinación con los Estados. El sector privado es motor de inversión y riesgo, por lo que debe beneficiarse con producción eficiente, sostenible y de calidad. La gestión debe ser pragmática, buscando concretar resultados, no burocracia.  

¿Cuál sería su mensaje para los lectores centroamericanos y guatemaltecos sobre el potencial rural y la cooperación regional?

—Guatemala destaca por su diversidad productiva y potencial de crecimiento, con población rural numerosa y calificada. Existe un vínculo especial con Uruguay, que puede potenciar la cooperación bilateral y regional.  

En un contexto global de mayor protección arancelaria, debemos reducir barreras internas para facilitar el comercio interamericano. El IICA es fundamental para fortalecer experiencias en ganadería y cultivos. Y debe complementarse mejor con organismos como la FAO para evitar duplicidades.  

Estoy seguro de que con esta visión los países encontrarán ayuda para crecer y mejorar las condiciones rurales en el hemisferio. 

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