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Escalada arancelaria: ¿daño u oportunidad para Latinoamérica?

Arte: 1000ton
Alice Utrera y Marcos Jacobo Suárez Sipmann
08 de abril, 2025

Removiendo los cimientos del comercio global, Donald Trump impone aranceles generalizados que afectan a decenas de países, incluyendo las principales economías latinoamericanas. El giro proteccionista de EE. UU. plantea un escenario incierto donde el análisis debe prevalecer sobre el pánico.

Por qué importa. La nueva política de la potencia planetaria altera décadas de reglas globales. Latinoamérica, dependiente del mercado estadounidense, observa con una mezcla de inquietud, ansiedad y expectación esta transformación.

  • Todos los productos importados a EE. UU. enfrentarán al menos un aumento del 10 %. Incluidos bienes como café, banano, camarones, azúcar, entre otros.

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  • Aunque México y Canadá quedaron fuera de los “aranceles recíprocos”, seguirán siendo afectados por tarifas previas en acero, aluminio y vehículos.

  • La región ve amenazada su estabilidad exportadora, con impacto en inversión, empleo y tipo de cambio. Pero también se abre espacio para ganar participación frente a Asia.

 

Cómo funciona. El nuevo esquema no solo es extenso, es disruptivo. Se critica, asimismo, que la aparente complejidad de la fórmula aplicada, oculta que el déficit comercial es la principal herramienta para calcular los nuevos aranceles. 

  • Se aplica sin distinción de alianzas, con criterios unilaterales y objetivos internos de política económica. China y la UE, entre otros, enfrentan altos gravámenes. Latinoamérica recibe un 10 %, salvo Venezuela (15 %) y Nicaragua (18). 

  • Se cobra en aduana a importadores estadounidenses, pero su efecto se transfiere al consumidor final, encareciendo los productos extranjeros.

  • El objetivo declarado es doble: eliminar el déficit comercial y reindustrializar EE. UU.

 

Datos clave. Las cifras no dejan lugar a dudas: el cambio es histórico. Desde la Gran Depresión, EE. UU. no había registrado un aumento tan brusco en sus ingresos por aranceles.

  • La tasa efectiva pasó de menos del 2 % en 2023 a un promedio del 22 % actual.

  • Fitch advierte que muchas economías entrarán en recesión si los aranceles se mantienen. EE. UU., incluso, eleva su riesgo de recesión al 50 %.

  • Productos como energía, cobre o semiconductores quedaron exentos por ahora.

 

Qué destacar. La región está lejos de salir ilesa. Aunque algunos gobiernos ven oportunidades geopolíticas, el impacto económico varía según el país y sus exportaciones más vulnerables.

  • Perú y Chile temen por su agroindustria. Colombia evalúa ventajas en productos que puedan sustituir importaciones asiáticas.

  • Ecuador y Centroamérica, supeditados a EE. UU., consideran renegociar para evitar colapsos en sectores como el camarón y la confección.

  • Brasil anuncia represalias. Argentina opta por el pragmatismo político, sin ocultar su preocupación por el impacto en aluminio y combustibles.

 

Ahora qué. Las consecuencias de este viraje serán duraderas. Mientras China anuncia que llegará “hasta el final”, la Comisión Europea enfría su primera respuesta para no tensar más la cuerda. Muchos gobiernos latinoamericanos optan por la prudencia y esperan respuestas bilaterales. 

  • El proteccionismo puede acelerar tendencias como la desglobalización, el consumo local o incluso boicots digitales a marcas estadounidenses.

  • Latinoamérica tendrá que adaptarse o enfrentar una pérdida estructural de competitividad.

  • Ante un orden global fracturado, la región enfrenta el reto de diversificar mercados, ganar espacio perdido y redefinir su estrategia comercial.

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Escalada arancelaria: ¿daño u oportunidad para Latinoamérica?

Arte: 1000ton
Alice Utrera y Marcos Jacobo Suárez Sipmann
08 de abril, 2025

Removiendo los cimientos del comercio global, Donald Trump impone aranceles generalizados que afectan a decenas de países, incluyendo las principales economías latinoamericanas. El giro proteccionista de EE. UU. plantea un escenario incierto donde el análisis debe prevalecer sobre el pánico.

Por qué importa. La nueva política de la potencia planetaria altera décadas de reglas globales. Latinoamérica, dependiente del mercado estadounidense, observa con una mezcla de inquietud, ansiedad y expectación esta transformación.

  • Todos los productos importados a EE. UU. enfrentarán al menos un aumento del 10 %. Incluidos bienes como café, banano, camarones, azúcar, entre otros.

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  • Aunque México y Canadá quedaron fuera de los “aranceles recíprocos”, seguirán siendo afectados por tarifas previas en acero, aluminio y vehículos.

  • La región ve amenazada su estabilidad exportadora, con impacto en inversión, empleo y tipo de cambio. Pero también se abre espacio para ganar participación frente a Asia.

 

Cómo funciona. El nuevo esquema no solo es extenso, es disruptivo. Se critica, asimismo, que la aparente complejidad de la fórmula aplicada, oculta que el déficit comercial es la principal herramienta para calcular los nuevos aranceles. 

  • Se aplica sin distinción de alianzas, con criterios unilaterales y objetivos internos de política económica. China y la UE, entre otros, enfrentan altos gravámenes. Latinoamérica recibe un 10 %, salvo Venezuela (15 %) y Nicaragua (18). 

  • Se cobra en aduana a importadores estadounidenses, pero su efecto se transfiere al consumidor final, encareciendo los productos extranjeros.

  • El objetivo declarado es doble: eliminar el déficit comercial y reindustrializar EE. UU.

 

Datos clave. Las cifras no dejan lugar a dudas: el cambio es histórico. Desde la Gran Depresión, EE. UU. no había registrado un aumento tan brusco en sus ingresos por aranceles.

  • La tasa efectiva pasó de menos del 2 % en 2023 a un promedio del 22 % actual.

  • Fitch advierte que muchas economías entrarán en recesión si los aranceles se mantienen. EE. UU., incluso, eleva su riesgo de recesión al 50 %.

  • Productos como energía, cobre o semiconductores quedaron exentos por ahora.

 

Qué destacar. La región está lejos de salir ilesa. Aunque algunos gobiernos ven oportunidades geopolíticas, el impacto económico varía según el país y sus exportaciones más vulnerables.

  • Perú y Chile temen por su agroindustria. Colombia evalúa ventajas en productos que puedan sustituir importaciones asiáticas.

  • Ecuador y Centroamérica, supeditados a EE. UU., consideran renegociar para evitar colapsos en sectores como el camarón y la confección.

  • Brasil anuncia represalias. Argentina opta por el pragmatismo político, sin ocultar su preocupación por el impacto en aluminio y combustibles.

 

Ahora qué. Las consecuencias de este viraje serán duraderas. Mientras China anuncia que llegará “hasta el final”, la Comisión Europea enfría su primera respuesta para no tensar más la cuerda. Muchos gobiernos latinoamericanos optan por la prudencia y esperan respuestas bilaterales. 

  • El proteccionismo puede acelerar tendencias como la desglobalización, el consumo local o incluso boicots digitales a marcas estadounidenses.

  • Latinoamérica tendrá que adaptarse o enfrentar una pérdida estructural de competitividad.

  • Ante un orden global fracturado, la región enfrenta el reto de diversificar mercados, ganar espacio perdido y redefinir su estrategia comercial.

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