El aumento en los fletes internos en la temporada 2024–2025 marca un giro silencioso, pero profundo en la logística de Guatemala. Lo que era un costo operativo manejable, hoy se transforma en una presión estratégica que erosiona márgenes, altera decisiones de inversión y encarece la cadena productiva.
Por qué importa. La logística dejó de ser un eslabón invisible para convertirse en uno de los factores que más afectan la competitividad real. Lo que está en juego no es únicamente el traslado de mercancías, es, también, la capacidad de sostener la posición en mercados internacionales y mantener los precios locales.
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El alza de los fletes desde plantas empacadoras hasta Santo Tomás modifica estructuras de costos y reduce márgenes. Subió de USD 1300 a entre 1500 y 1750 para esta temporada, según reportes.
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Los fletes internos cargan con sobrecostos derivados de congestión vial, deterioro carretero y limitaciones operativas que encarecen cada kilómetro recorrido.
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Para el caso de los exportadores, se traslada parte de esa presión a precios finales, afectando la capacidad de competir frente a Asia y Sudamérica.
Entre líneas. Los costos no responden solo a factores de mercado. Reflejan un entramado institucional fragmentado que impone límites estructurales a la productividad. Informalidad, falta de reglas claras y ausencia de incentivos reales deforman el funcionamiento de la cadena.
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José Ramírez, director ejecutivo de la Cámara de Transporte de Carga, señala que “movernos lento cuesta caro”. Enfatiza el impacto de restricciones municipales, inseguridad y deterioro vial.
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Destaca que empresas formales sostienen gastos elevados en seguros, tecnología y mantenimiento, a la vez que compiten con operadores informales que presionan tarifas sin asumir esos costos.
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Asimismo, subraya que la falta de renovación de flotas y escasez de pilotos reduce la capacidad de respuesta en temporadas altas, ampliando cuellos de botella.
Visto y no visto. El costo del transporte es parte de una ecuación que incluye infraestructura, puertos y decisiones municipales descoordinadas. Además del precio, el desafío es la imprevisibilidad en tiempos y planificación.
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Andrea Mansilla, encargada del área de logística de la Comisión de Vestuario y Textil (Vestex) en AGEXPORT, explica que “la infraestructura y la coordinación municipal no avanzan al mismo ritmo”.
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Los traslados desde Puerto Quetzal hacia clústeres industriales superarían los GTQ 7000 por viaje, mientras que desde Santo Tomás se acercan a los 8000.
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Se suma a la congestión portuaria que ocasiona recargos diarios por contenedores en espera que oscilan entre 10 y USD 100 por unidad.
Lo que sigue. El ajuste funciona como un termómetro anticipado de problemas más profundos. Mientras no exista una estrategia de largo plazo que articule infraestructura, seguridad, reglas claras y modernización del transporte, los costos seguirán creciendo y la competitividad erosionándose.
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Para Ramírez, “sin reglas modernas no hay industria avanzada”, al referirse a la urgencia de actualizar el marco legal.
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La cercanía con EE. UU. pierde valor cuando los tiempos internos duplican los de competidores más lejanos.
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Es necesaria una política logística nacional para fortalecer la capacidad de Guatemala para atraer inversión productiva sostenible.
El otro lado. Para los importadores, este costo se convierte en una segunda aduana. Silenciosa, impredecible y más costosa de lo que aparece en cualquier cuadro tarifario.
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Cada kilómetro encarece el producto. Ese sobrecosto termina trasladándose al consumidor final, que paga más sin saber que está financiando baches, inseguridad y retrasos estructurales.
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El salario mínimo también interviene. Incrementarlo sin mejoras en infraestructura, seguridad o eficiencia operativa significa operar con costos crecientes en un entorno donde la productividad no acompaña.
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Al final, tanto importadores como consumidores terminan atrapados en un sistema donde el precio del flete, no refleja calidad de servicio, sino la suma de las fallas nacionales que nadie quiere asumir.
Balance. Guatemala necesita una logística pensada como estrategia de país: carreteras que funcionen, trámites que no estorben y reglas que liberen productividad real. Se requieren decisiones estructurales. ¡Tomar al toro por los cuernos!
El aumento en los fletes internos en la temporada 2024–2025 marca un giro silencioso, pero profundo en la logística de Guatemala. Lo que era un costo operativo manejable, hoy se transforma en una presión estratégica que erosiona márgenes, altera decisiones de inversión y encarece la cadena productiva.
Por qué importa. La logística dejó de ser un eslabón invisible para convertirse en uno de los factores que más afectan la competitividad real. Lo que está en juego no es únicamente el traslado de mercancías, es, también, la capacidad de sostener la posición en mercados internacionales y mantener los precios locales.
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El alza de los fletes desde plantas empacadoras hasta Santo Tomás modifica estructuras de costos y reduce márgenes. Subió de USD 1300 a entre 1500 y 1750 para esta temporada, según reportes.
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Los fletes internos cargan con sobrecostos derivados de congestión vial, deterioro carretero y limitaciones operativas que encarecen cada kilómetro recorrido.
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Para el caso de los exportadores, se traslada parte de esa presión a precios finales, afectando la capacidad de competir frente a Asia y Sudamérica.
Entre líneas. Los costos no responden solo a factores de mercado. Reflejan un entramado institucional fragmentado que impone límites estructurales a la productividad. Informalidad, falta de reglas claras y ausencia de incentivos reales deforman el funcionamiento de la cadena.
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José Ramírez, director ejecutivo de la Cámara de Transporte de Carga, señala que “movernos lento cuesta caro”. Enfatiza el impacto de restricciones municipales, inseguridad y deterioro vial.
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Destaca que empresas formales sostienen gastos elevados en seguros, tecnología y mantenimiento, a la vez que compiten con operadores informales que presionan tarifas sin asumir esos costos.
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Asimismo, subraya que la falta de renovación de flotas y escasez de pilotos reduce la capacidad de respuesta en temporadas altas, ampliando cuellos de botella.
Visto y no visto. El costo del transporte es parte de una ecuación que incluye infraestructura, puertos y decisiones municipales descoordinadas. Además del precio, el desafío es la imprevisibilidad en tiempos y planificación.
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Andrea Mansilla, encargada del área de logística de la Comisión de Vestuario y Textil (Vestex) en AGEXPORT, explica que “la infraestructura y la coordinación municipal no avanzan al mismo ritmo”.
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Los traslados desde Puerto Quetzal hacia clústeres industriales superarían los GTQ 7000 por viaje, mientras que desde Santo Tomás se acercan a los 8000.
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Se suma a la congestión portuaria que ocasiona recargos diarios por contenedores en espera que oscilan entre 10 y USD 100 por unidad.
Lo que sigue. El ajuste funciona como un termómetro anticipado de problemas más profundos. Mientras no exista una estrategia de largo plazo que articule infraestructura, seguridad, reglas claras y modernización del transporte, los costos seguirán creciendo y la competitividad erosionándose.
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Para Ramírez, “sin reglas modernas no hay industria avanzada”, al referirse a la urgencia de actualizar el marco legal.
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La cercanía con EE. UU. pierde valor cuando los tiempos internos duplican los de competidores más lejanos.
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Es necesaria una política logística nacional para fortalecer la capacidad de Guatemala para atraer inversión productiva sostenible.
El otro lado. Para los importadores, este costo se convierte en una segunda aduana. Silenciosa, impredecible y más costosa de lo que aparece en cualquier cuadro tarifario.
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Cada kilómetro encarece el producto. Ese sobrecosto termina trasladándose al consumidor final, que paga más sin saber que está financiando baches, inseguridad y retrasos estructurales.
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El salario mínimo también interviene. Incrementarlo sin mejoras en infraestructura, seguridad o eficiencia operativa significa operar con costos crecientes en un entorno donde la productividad no acompaña.
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Al final, tanto importadores como consumidores terminan atrapados en un sistema donde el precio del flete, no refleja calidad de servicio, sino la suma de las fallas nacionales que nadie quiere asumir.
Balance. Guatemala necesita una logística pensada como estrategia de país: carreteras que funcionen, trámites que no estorben y reglas que liberen productividad real. Se requieren decisiones estructurales. ¡Tomar al toro por los cuernos!
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: