En el rompecabezas económico hay un sector olvidado: el del cuidado. Como cualquier industria requiere inversión para fortalecer su crecimiento y apoyar su impacto en la productividad de las empresas y países. Asimismo, es clave para retener capital humano —principalmente femenino— en el mercado laboral.
Por qué importa. En Latinoamérica, puede equivaler aproximadamente al 21.4 % del PIB. Datos de PNUD establecen que si se cuantificara el valor de este trabajo podría representar hasta USD 0.21 por cada dólar generado en la economía.
-
“Es uno de los diez ámbitos promisorios para transformar los modelos de desarrollo, potenciando el crecimiento y reduciendo las desigualdades de género”, explica Ana Güezmes García, directora de Asuntos de Género en CEPAL.
SUSCRÍBASE A NUESTRO NEWSLETTER DE EMPRESA -
Políticas que fomenten la economía del cuidado pueden potenciar la creación de empleo y aumentar la productividad, al tiempo que facilita el acceso al mercado laboral formal.
-
Si se garantizara desde lo público, la mujer tendría más posibilidad de insertarse en la fuerza laboral, ganaría un salario y gastaría como consumidora. Incluso, pagaría impuestos.
En perspectiva. La economía del cuidado va desde la atención de niños y ancianos hasta tareas domésticas y apoyo emocional. En LAC, 17.8M de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado —no formal—, y el 91.1 % son mujeres.
-
Según José Salzar-Xirinachs, director de CEPAL, la magnitud del trabajo de cuidados no remunerado en relación con el PIB denota su relevancia a nivel económico. “Esto se contradice con la poca valoración social que tiene”, puntualiza.
-
Bajo la misma línea, Cecilia Alemany, directora regional de ONU Mujeres, detalla que el cambio requerirá generar empleos y formalizar los existentes. Asimismo, invertir en infraestructura de la materia, tanto desde el Estado como desde el sector privado.
-
“Los Estados que inviertan con más fuerza en los sistemas integrales de cuidados, y que pasen de ser programas separados a políticas gubernamentales, generarán cambios reales”, analiza Alemany.
Entre líneas. Ser una pieza faltante en la economía, les limita no solo en la generación de ingresos. También en acceso a propiedad, tierra y ahorro, estudio, salud e inclusión en los sistemas formales de protección social.
-
Los beneficios de incluirles resaltan por el ingreso en la fuerza laboral e impulso en la economía.
-
“Una inversión en la igualdad de género en los permisos, atención infantil universal y servicios de cuidados generaría hasta 299M de puestos de trabajo al 2035”, detalla la OIT.
-
Se estima que 78 % serían ocupados por mujeres y 84 % tendrían un empleo formal. Es así como parte de la inversión se recuperaría vía impuestos y contribuciones a los sistemas de seguridad social.
Ecos regionales. Costa Rica (CR) y Uruguay han puesto sus iniciativas en materia con sistemas de cuidados establecidos por ley. Aunque quede mucho camino por recorrer, sientan una base para otras naciones en la región.
-
Los uruguayos han implementado el Sistema Integral de Cuidados, que se basa en una concepción holística. Los pilares han sido: profesionalizar las tareas, mejorar sistemas de información y extender los días de licencia para maternidad y paternidad.
-
A esto se suman factores fundamentales como: tener guarderías para poder cuidar a los niños de los 0 a 3 años —antes de comenzar el colegio—. Y que haya servicios para el cuidado de los adultos mayores.
-
CR tiene licencias vigentes como la de paternidad, maternidad y cuidado para familiares en estado terminal. Estas son administradas y otorgadas por la Caja Costarricense del Seguro Social.
Balance. Al reducir estas barreras, que limitan la participación laboral —en su mayoría mujeres—, se produciría un efecto significativo en las economías regionales. Más allá de este beneficio, establecer una sociedad del cuidado podría reconvertir a muchas personas empleadas actualmente en el sector de servicios, impulsando así un aumento de la productividad general. Es un sector que importa. Es una pieza faltante, muy valiosa.
En el rompecabezas económico hay un sector olvidado: el del cuidado. Como cualquier industria requiere inversión para fortalecer su crecimiento y apoyar su impacto en la productividad de las empresas y países. Asimismo, es clave para retener capital humano —principalmente femenino— en el mercado laboral.
Por qué importa. En Latinoamérica, puede equivaler aproximadamente al 21.4 % del PIB. Datos de PNUD establecen que si se cuantificara el valor de este trabajo podría representar hasta USD 0.21 por cada dólar generado en la economía.
-
“Es uno de los diez ámbitos promisorios para transformar los modelos de desarrollo, potenciando el crecimiento y reduciendo las desigualdades de género”, explica Ana Güezmes García, directora de Asuntos de Género en CEPAL.
SUSCRÍBASE A NUESTRO NEWSLETTER DE EMPRESA -
Políticas que fomenten la economía del cuidado pueden potenciar la creación de empleo y aumentar la productividad, al tiempo que facilita el acceso al mercado laboral formal.
-
Si se garantizara desde lo público, la mujer tendría más posibilidad de insertarse en la fuerza laboral, ganaría un salario y gastaría como consumidora. Incluso, pagaría impuestos.
En perspectiva. La economía del cuidado va desde la atención de niños y ancianos hasta tareas domésticas y apoyo emocional. En LAC, 17.8M de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado —no formal—, y el 91.1 % son mujeres.
-
Según José Salzar-Xirinachs, director de CEPAL, la magnitud del trabajo de cuidados no remunerado en relación con el PIB denota su relevancia a nivel económico. “Esto se contradice con la poca valoración social que tiene”, puntualiza.
-
Bajo la misma línea, Cecilia Alemany, directora regional de ONU Mujeres, detalla que el cambio requerirá generar empleos y formalizar los existentes. Asimismo, invertir en infraestructura de la materia, tanto desde el Estado como desde el sector privado.
-
“Los Estados que inviertan con más fuerza en los sistemas integrales de cuidados, y que pasen de ser programas separados a políticas gubernamentales, generarán cambios reales”, analiza Alemany.
Entre líneas. Ser una pieza faltante en la economía, les limita no solo en la generación de ingresos. También en acceso a propiedad, tierra y ahorro, estudio, salud e inclusión en los sistemas formales de protección social.
-
Los beneficios de incluirles resaltan por el ingreso en la fuerza laboral e impulso en la economía.
-
“Una inversión en la igualdad de género en los permisos, atención infantil universal y servicios de cuidados generaría hasta 299M de puestos de trabajo al 2035”, detalla la OIT.
-
Se estima que 78 % serían ocupados por mujeres y 84 % tendrían un empleo formal. Es así como parte de la inversión se recuperaría vía impuestos y contribuciones a los sistemas de seguridad social.
Ecos regionales. Costa Rica (CR) y Uruguay han puesto sus iniciativas en materia con sistemas de cuidados establecidos por ley. Aunque quede mucho camino por recorrer, sientan una base para otras naciones en la región.
-
Los uruguayos han implementado el Sistema Integral de Cuidados, que se basa en una concepción holística. Los pilares han sido: profesionalizar las tareas, mejorar sistemas de información y extender los días de licencia para maternidad y paternidad.
-
A esto se suman factores fundamentales como: tener guarderías para poder cuidar a los niños de los 0 a 3 años —antes de comenzar el colegio—. Y que haya servicios para el cuidado de los adultos mayores.
-
CR tiene licencias vigentes como la de paternidad, maternidad y cuidado para familiares en estado terminal. Estas son administradas y otorgadas por la Caja Costarricense del Seguro Social.
Balance. Al reducir estas barreras, que limitan la participación laboral —en su mayoría mujeres—, se produciría un efecto significativo en las economías regionales. Más allá de este beneficio, establecer una sociedad del cuidado podría reconvertir a muchas personas empleadas actualmente en el sector de servicios, impulsando así un aumento de la productividad general. Es un sector que importa. Es una pieza faltante, muy valiosa.