Guatemala ha recibido un flujo extraordinario de remesas en las últimas dos décadas, superando con creces la IED. Sin embargo, el desafío sigue siendo cómo convertir este ingreso en desarrollo industrial sostenible y menos dependencia del consumo inmediato.
Por qué importa. Su peso en la economía guatemalteca es innegable, representando hasta el 20 % del PIB. El reto ahora es canalizar estos recursos hacia sectores productivos que generen desarrollo a largo plazo.
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En 20 años las remesas han sumado USD 117 000M, cifra mayor que toda la IED recibida en el mismo periodo.
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El consumo inmediato absorbe cerca del 80 % de las mismas, limitando su impacto en inversión y productividad.
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Si la tendencia migratoria continúa, podrían alcanzar el 22 % del PIB en pocos años, superando el gasto público central.
Qué destacar. Algunos países han implementado mecanismos para transformar estos ingresos en inversión productiva. Sobresalen ejemplos como los casos de México e India, que han desarrollado programas de cofinanciamiento y bonos para canalizar recursos hacia infraestructura y proyectos productivos.
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Ankit Sharma, socio especialista en banca y remesas de Deloitte, destaca el modelo mexicano con el Programa 3x1 para migrantes, donde cada dólar de remesa es triplicado por fondos públicos para proyectos comunitarios.
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India ha permitido captar miles de millones para infraestructura con la emisión de bonos para la diáspora.
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Asimismo, la digitalización y la educación financiera pueden incentivar que una mayor proporción se destine a inversiones y ahorro.
Entre líneas. A pesar del volumen de recursos, el impacto socioeconómico esperado no se ha materializado plenamente. El patrón de consumo inmediato, la falta de mecanismos de inversión y la escasa articulación público-privada han limitado su potencial.
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El aumento de tiendas, viviendas y servicios en pueblos del interior evidencia el efecto de las remesas en el consumo, mas no en la industrialización.
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El diferencial de ingresos con EE. UU. y la migración sostenida sugieren que el flujo seguirá creciendo. Pero esto no necesariamente sucederá con el desarrollo industrial.
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El desafío es crear incentivos y estructuras que permitan canalizar una mayor parte hacia sectores productivos y de valor agregado.
Balance. Para lograr una transición de la dependencia de remesas al desarrollo industrial, Guatemala debe adaptar experiencias internacionales, promover la educación financiera y facilitar instrumentos de inversión para migrantes y sus familias.
Guatemala ha recibido un flujo extraordinario de remesas en las últimas dos décadas, superando con creces la IED. Sin embargo, el desafío sigue siendo cómo convertir este ingreso en desarrollo industrial sostenible y menos dependencia del consumo inmediato.
Por qué importa. Su peso en la economía guatemalteca es innegable, representando hasta el 20 % del PIB. El reto ahora es canalizar estos recursos hacia sectores productivos que generen desarrollo a largo plazo.
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En 20 años las remesas han sumado USD 117 000M, cifra mayor que toda la IED recibida en el mismo periodo.
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El consumo inmediato absorbe cerca del 80 % de las mismas, limitando su impacto en inversión y productividad.
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Si la tendencia migratoria continúa, podrían alcanzar el 22 % del PIB en pocos años, superando el gasto público central.
Qué destacar. Algunos países han implementado mecanismos para transformar estos ingresos en inversión productiva. Sobresalen ejemplos como los casos de México e India, que han desarrollado programas de cofinanciamiento y bonos para canalizar recursos hacia infraestructura y proyectos productivos.
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Ankit Sharma, socio especialista en banca y remesas de Deloitte, destaca el modelo mexicano con el Programa 3x1 para migrantes, donde cada dólar de remesa es triplicado por fondos públicos para proyectos comunitarios.
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Asimismo, la digitalización y la educación financiera pueden incentivar que una mayor proporción se destine a inversiones y ahorro.
Entre líneas. A pesar del volumen de recursos, el impacto socioeconómico esperado no se ha materializado plenamente. El patrón de consumo inmediato, la falta de mecanismos de inversión y la escasa articulación público-privada han limitado su potencial.
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El aumento de tiendas, viviendas y servicios en pueblos del interior evidencia el efecto de las remesas en el consumo, mas no en la industrialización.
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El diferencial de ingresos con EE. UU. y la migración sostenida sugieren que el flujo seguirá creciendo. Pero esto no necesariamente sucederá con el desarrollo industrial.
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El desafío es crear incentivos y estructuras que permitan canalizar una mayor parte hacia sectores productivos y de valor agregado.
Balance. Para lograr una transición de la dependencia de remesas al desarrollo industrial, Guatemala debe adaptar experiencias internacionales, promover la educación financiera y facilitar instrumentos de inversión para migrantes y sus familias.