El creciente interés por promover la dolarización en Latinoamérica reabre un debate con implicaciones para empresas, gobiernos e inversionistas. La expansión de los dollar stablecoins y el renovado impulso al dólar fortalecen su uso global. Plantean, también, preguntas estratégicas sobre estabilidad, competitividad y soberanía monetaria.
Por qué importa. La posibilidad de que EE. UU. la promueva, tendría efectos directos en disciplina fiscal, confianza inversora y estructura empresarial. Para el sector productivo, un entorno sin riesgo cambiario catalizaría inversiones y reduciría costos financieros, aunque implica renunciar a herramientas monetarias tradicionales.
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“Más dolarización reduce incertidumbre macroeconómica”, señala el economista Michael Luttman. Su lectura coincide con un análisis del Bank of England, que advierte sobre el avance acelerado de monedas digitales respaldadas por dólares.
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Según Olav Dirkmaat, economista y catedrático de la UFM, la eliminación del prestamista de última instancia “puede volver a los bancos más sólidos”, como demuestra Panamá.
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Estudios del Center for Global Development indican que países dolarizados han registrado menor inflación estructural, aun con gobiernos de tendencia populista.
Lo indispensable. La dolarización elimina la recurrente práctica de financiar gasto mediante emisión monetaria. Esto introduce disciplina fiscal automática y favorece horizontes de inversión de largo plazo. En especial: industria, banca y comercio exterior.
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Dirkmaat explica que separar dinero y Estado “impide que un gobierno abuse del banco central” para cubrir déficits. Esto reduce presiones inflacionarias.
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En esta línea, Luttman sostiene que la estabilidad es un imán para capitales, reflejando la visión de gestores de fondos que ya utilizan stablecoins en mercados emergentes.
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Un análisis (2024) del FMI confirma que la IED aumenta en países donde desaparece la prima por riesgo cambiario. Así en infraestructura y manufactura.
Qué destacar. Un entorno dolarizado tiende a mejorar el acceso al crédito y reducir costos financieros, particularmente en economías con monedas volátiles. Para Guatemala, donde el quetzal ha mostrado fortaleza, los beneficios serían más indirectos pero relevantes.
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“Eliminar el riesgo moneda convencería a más empresas estadounidenses a invertir”, señala Dirkmaat.
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Datos de The Economist revelan que la primacía del dólar reduce en 1-2 puntos porcentuales el costo de financiamiento para empresas y gobiernos que operan con él.
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Estudios del BID evidencian que sectores intensivos en importaciones —farmacéutico, telecomunicaciones, energía— se benefician con menor volatilidad cambiaria.
Entre líneas. La adopción del dólar tendría impactos distintos según la fortaleza institucional. Para economías estables, puede compactar la estructura financiera; para otras, introduce riesgos políticos si las reservas quedan expuestas al sistema estadounidense.
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Dirkmaat advierte que ciertos países han visto congeladas sus reservas por tensiones diplomáticas. Ello expone cómo “la dependencia puede volverse un riesgo político”.
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“La dolarización obliga a transparencia fiscal”, sostiene Luttman.
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Casos como Ecuador, El Salvador y Panamá subrayan que la estabilidad de precios contribuye a atraer capitales, incluso bajo gobiernos de izquierda.
El otro lado. Si bien la dolarización ofrece certidumbre y disciplina fiscal, introduce desafíos a considerar antes de avanzar.
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Las economías débiles enfrentan vulnerabilidad financiera y menor capacidad para amortiguar shocks externos sin un prestamista de última instancia. Dirkmaat advierte que un país dolarizado queda expuesto a decisiones externas.
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“Si hay tensiones políticas, activos en EE. UU. pueden ser congelados”, como sucedió con reservas de bancos centrales en Medio Oriente.
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Estudios del BM muestran que países sin control sobre su política monetaria enfrentan ajustes internos más lentos ante recesiones, lo que afecta empleo y liquidez si no existen marcos fiscales sólidos.
Lo que sigue. De impulsarse la dolarización, Latinoamérica deberá tomar decisiones estratégicas. Países con instituciones sólidas medirán el costo de ceder autonomía. En cambio, los más frágiles recuperarían credibilidad.
El creciente interés por promover la dolarización en Latinoamérica reabre un debate con implicaciones para empresas, gobiernos e inversionistas. La expansión de los dollar stablecoins y el renovado impulso al dólar fortalecen su uso global. Plantean, también, preguntas estratégicas sobre estabilidad, competitividad y soberanía monetaria.
Por qué importa. La posibilidad de que EE. UU. la promueva, tendría efectos directos en disciplina fiscal, confianza inversora y estructura empresarial. Para el sector productivo, un entorno sin riesgo cambiario catalizaría inversiones y reduciría costos financieros, aunque implica renunciar a herramientas monetarias tradicionales.
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“Más dolarización reduce incertidumbre macroeconómica”, señala el economista Michael Luttman. Su lectura coincide con un análisis del Bank of England, que advierte sobre el avance acelerado de monedas digitales respaldadas por dólares.
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Según Olav Dirkmaat, economista y catedrático de la UFM, la eliminación del prestamista de última instancia “puede volver a los bancos más sólidos”, como demuestra Panamá.
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Estudios del Center for Global Development indican que países dolarizados han registrado menor inflación estructural, aun con gobiernos de tendencia populista.
Lo indispensable. La dolarización elimina la recurrente práctica de financiar gasto mediante emisión monetaria. Esto introduce disciplina fiscal automática y favorece horizontes de inversión de largo plazo. En especial: industria, banca y comercio exterior.
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Dirkmaat explica que separar dinero y Estado “impide que un gobierno abuse del banco central” para cubrir déficits. Esto reduce presiones inflacionarias.
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En esta línea, Luttman sostiene que la estabilidad es un imán para capitales, reflejando la visión de gestores de fondos que ya utilizan stablecoins en mercados emergentes.
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Un análisis (2024) del FMI confirma que la IED aumenta en países donde desaparece la prima por riesgo cambiario. Así en infraestructura y manufactura.
Qué destacar. Un entorno dolarizado tiende a mejorar el acceso al crédito y reducir costos financieros, particularmente en economías con monedas volátiles. Para Guatemala, donde el quetzal ha mostrado fortaleza, los beneficios serían más indirectos pero relevantes.
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“Eliminar el riesgo moneda convencería a más empresas estadounidenses a invertir”, señala Dirkmaat.
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Datos de The Economist revelan que la primacía del dólar reduce en 1-2 puntos porcentuales el costo de financiamiento para empresas y gobiernos que operan con él.
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Estudios del BID evidencian que sectores intensivos en importaciones —farmacéutico, telecomunicaciones, energía— se benefician con menor volatilidad cambiaria.
Entre líneas. La adopción del dólar tendría impactos distintos según la fortaleza institucional. Para economías estables, puede compactar la estructura financiera; para otras, introduce riesgos políticos si las reservas quedan expuestas al sistema estadounidense.
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Dirkmaat advierte que ciertos países han visto congeladas sus reservas por tensiones diplomáticas. Ello expone cómo “la dependencia puede volverse un riesgo político”.
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“La dolarización obliga a transparencia fiscal”, sostiene Luttman.
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Casos como Ecuador, El Salvador y Panamá subrayan que la estabilidad de precios contribuye a atraer capitales, incluso bajo gobiernos de izquierda.
El otro lado. Si bien la dolarización ofrece certidumbre y disciplina fiscal, introduce desafíos a considerar antes de avanzar.
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Las economías débiles enfrentan vulnerabilidad financiera y menor capacidad para amortiguar shocks externos sin un prestamista de última instancia. Dirkmaat advierte que un país dolarizado queda expuesto a decisiones externas.
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“Si hay tensiones políticas, activos en EE. UU. pueden ser congelados”, como sucedió con reservas de bancos centrales en Medio Oriente.
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Estudios del BM muestran que países sin control sobre su política monetaria enfrentan ajustes internos más lentos ante recesiones, lo que afecta empleo y liquidez si no existen marcos fiscales sólidos.
Lo que sigue. De impulsarse la dolarización, Latinoamérica deberá tomar decisiones estratégicas. Países con instituciones sólidas medirán el costo de ceder autonomía. En cambio, los más frágiles recuperarían credibilidad.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: