Costa Rica lidera Centroamérica en el Índice de Desempeño Ambiental 2024 (EPI), con una puntuación aproximada de 55.5, situándose en el puesto 40 a nivel global. Los otros países de la región exhiben puntajes menores, revelando brechas ambientales profundas entre ellos.
El EPI 2024 combina 58 indicadores distribuidos en 11 categorías, agrupadas en salud ambiental, vitalidad de ecosistemas y mitigación del cambio climático. Estas dimensiones evalúan calidad del aire, tratamiento de aguas residuales, biodiversidad, deforestación, emisiones de gases, manejo de residuos y agricultura sostenible.
En Latinoamérica, los resultados del EPI muestran una gran diversidad de desempeños. Países con mayor ingreso suelen obtener mejores métricas ambientales. Mientras Costa Rica destaca en su región, Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Belice se quedan en posiciones más rezagadas por carencias estructurales.
Junto al costarricense mencionado, Centroamérica registra los siguientes puntajes: Panamá unos 50; Guatemala y Honduras entre 45–48; El Salvador y Nicaragua alcanzan cerca de 42–45; Belice, algo menos de 40. Estas cifras reflejan desafíos comunes en infraestructura, gobernanza y presupuesto ambiental.
Varias de estas naciones enfrentan problemas en calidad del aire, cobertura de servicios sanitarios adecuados, tratamiento de aguas residuales y manejo de residuos sólidos. La deforestación y la degradación de ecosistemas incrementan la presión. En esas dimensiones, los rezagos se acentúan frente a estándares internacionales.
Las variables climáticas también pesan en el índice: el crecimiento leve de emisiones de CO₂, metano y óxidos de nitrógeno es parte del componente climático del EPI. Además, el flujo de carbono asociado al cambio en la cobertura del suelo aparece con peso significativo.
Si quieren avanzar, los países del istmo deben fortalecer capacidades institucionales, compartir prácticas y atraer financiamiento climático. Para aumentar transparencia y confiabilidad en las intervenciones futuras es también imperativo mejorar la calidad de los datos ambientales.
El informe 2024 del EPI ofrece una línea base para medir progresos en la década entrante. Centroamérica tiene la oportunidad de cerrar brechas si apuesta por políticas verdes con enfoque liberal en incentivos privados, responsabilidad individual y colaboración regional.