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Ciudades en auge, países en declive

Arte: República
Marcos Jacobo Suárez Sipmann
07 de noviembre, 2024

En Madrid DF, el arquitecto y urbanista Fernando Caballero (Madrid, 1988), explora cómo reforzar lo pequeño —ciudades— para mirar a lo grande —mundo— sin perder la escala intermedia —países—. 

Madrid fue la primera gran ciudad de la Edad Moderna. No hubo ríos, mares o grandes vías comerciales alumbrando su nacimiento.

El subtítulo Por qué Madrid debe consolidarse como la gran ciudad global del sur de Europa propone una tesis audaz. Con un sofisticado discurso y argumentos socioeconómicos justifica y defiende su hegemonía peninsular y continental.

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El poder de la economía ha desplazado al de la política. Si el comienzo de este siglo ha sido el tiempo de la creación de enormes corporaciones, en los años próximos se consolidarán gigantescas ciudades Estado. Potentes focos de atracción de capital financiero y humano que competirán entre sí.

En la reconversión neoliberal Madrid, ciudad de servicios, ha sufrido menos que Barcelona o Bilbao, cuyo crecimiento ha estado ligado a la industria. Engloba todas las identidades. “Plataforma de plataformas” ha sabido convertirse en imán de atracción de talento y capital.

¿Cuál es el dilema de Madrid? O convertirse en una megalópolis que absorbe talento y destruye su entorno social y político. O mutar en una metrópolis que recoja y reparta el progreso para todos.

Según el autor, su modelo se ha basado en un urbanismo democristiano, una política fiscal liberal y un estado de bienestar que combina la seguridad y el progreso público con un servicio concertado de sanidad y educación. Sostiene que el futuro de Madrid es formar una gran área hiperconectada a su periferia. Un centro que absorba los municipios de alrededor creando muchos centros urbanos. Que dote a cada uno de ellos de todos los servicios y atractivos necesarios.

En dos décadas la Comunidad ha superado a las demás autonomías en PIB per cápita y regional (20 % del PIB). Es el mayor activo económico de España. Y el que más aporta a la caja común.

Más allá de su conexión con Europa, Madrid es puerta y refugio de Hispanoamérica, objeto de especial atención en el libro. El ensayista ha trabajado en México y una parte de su familia es peruana. “Miami es un lugar para vivir y disfrutar, mientras te lo puedas permitir, pero no para construir y proyectar”, afirma. En cambio, en Madrid la desigualdad no es tan marcada. Sus periferias son bastante mejores que las de otras urbes. “Aquí es mucho más barato dar buenos servicios públicos”. Puede ser un óptimo contrato social para cualquier latinoamericano. Gracias a los célebres Programas de Actuación Urbanística se ha implantado y desarrollado un patrón propio. Urbanizaciones de calidad, cuya prioridad no es crear un sentimiento de colectividad. En definitiva, un modelo social sin sociedad.

Madrid decidió competir con las tácticas que otros usaban contra ella: abrir sus puertas, bajar impuestos y captar grandes capitales de Miami y otras ciudades americanas y europeas. “O lo haces o te lo hacen”. Disminuyendo la presión fiscal acaba recaudándose más. No es una incongruencia. Atrae inversión, crea empleo y riqueza. Eso no lo soportan ni los nacionalistas ni los estatistas de izquierda.

El Gran Madrid lleva creciendo a razón de 100 000 nuevos vecinos anuales. Para 2050 alcanzará los 10 millones. También aumenta en superficie: Toledo, Segovia o Guadalajara ya son parte económica, que no cultural, de la capital. Con sus siete millones actuales, es un área metropolitana extensa y compleja. Mediante un sistema multinivel —no asimétrico—, los pequeños pueden beneficiarse de la energía de los grandes.

Caballero vaticina que la fórmula de las autonomías ya no vale. “Andalucía es Portugal en horizontal y Castilla y León es más grande que Bélgica, aunque con menos de la mitad de su población”. Existen varias tensiones territoriales: la clásica del País Vasco y Cataluña con el resto; entre la ciudad y la España vaciada y otra entre los centros y sus periferias.

La paradoja de España es que estas tiranteces giran alrededor de una derecha jacobina, centralista, que eliminaría derechos históricos, fueros… y una izquierda enamorada de las asimetrías. En España, al revés que en el resto del mundo, la izquierda defiende privilegios territoriales. El autor propone el poli centrismo, en cierto sentido jacobino, que requiere un consenso inteligente y unificador. Madrid ofrece algo a todos: Barcelona, Valencia, Santander, Bilbao, Málaga, Talavera…

Es momento de dejar de contemplar España únicamente desde la óptica de la nación y las regiones. Conviene empezar a considerar campos, territorios y ciudades. Vertebrar España consiste en crear sinergias. El modelo al que ha de aspirar Madrid es un híbrido entre el centralismo francés y el arquetipo alemán, desarrollado sin tener una gran ciudad como motor.

Criticar la concentración en Madrid y su cada vez más extensa periferia y áreas adyacentes, no solo pone en riesgo una suma positiva para todos. Acrecentará las dinámicas naturales de desvinculación emocional y con ello la predisposición a la insolidaridad.

La posibilidad de España de ser algo más que una nota al margen en los tiempos venideros pasa por la consolidación y ampliación del Gran Madrid.

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Marcos Jacobo Suárez Sipmann
07 de noviembre, 2024

En Madrid DF, el arquitecto y urbanista Fernando Caballero (Madrid, 1988), explora cómo reforzar lo pequeño —ciudades— para mirar a lo grande —mundo— sin perder la escala intermedia —países—. 

Madrid fue la primera gran ciudad de la Edad Moderna. No hubo ríos, mares o grandes vías comerciales alumbrando su nacimiento.

El subtítulo Por qué Madrid debe consolidarse como la gran ciudad global del sur de Europa propone una tesis audaz. Con un sofisticado discurso y argumentos socioeconómicos justifica y defiende su hegemonía peninsular y continental.

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El poder de la economía ha desplazado al de la política. Si el comienzo de este siglo ha sido el tiempo de la creación de enormes corporaciones, en los años próximos se consolidarán gigantescas ciudades Estado. Potentes focos de atracción de capital financiero y humano que competirán entre sí.

En la reconversión neoliberal Madrid, ciudad de servicios, ha sufrido menos que Barcelona o Bilbao, cuyo crecimiento ha estado ligado a la industria. Engloba todas las identidades. “Plataforma de plataformas” ha sabido convertirse en imán de atracción de talento y capital.

¿Cuál es el dilema de Madrid? O convertirse en una megalópolis que absorbe talento y destruye su entorno social y político. O mutar en una metrópolis que recoja y reparta el progreso para todos.

Según el autor, su modelo se ha basado en un urbanismo democristiano, una política fiscal liberal y un estado de bienestar que combina la seguridad y el progreso público con un servicio concertado de sanidad y educación. Sostiene que el futuro de Madrid es formar una gran área hiperconectada a su periferia. Un centro que absorba los municipios de alrededor creando muchos centros urbanos. Que dote a cada uno de ellos de todos los servicios y atractivos necesarios.

En dos décadas la Comunidad ha superado a las demás autonomías en PIB per cápita y regional (20 % del PIB). Es el mayor activo económico de España. Y el que más aporta a la caja común.

Más allá de su conexión con Europa, Madrid es puerta y refugio de Hispanoamérica, objeto de especial atención en el libro. El ensayista ha trabajado en México y una parte de su familia es peruana. “Miami es un lugar para vivir y disfrutar, mientras te lo puedas permitir, pero no para construir y proyectar”, afirma. En cambio, en Madrid la desigualdad no es tan marcada. Sus periferias son bastante mejores que las de otras urbes. “Aquí es mucho más barato dar buenos servicios públicos”. Puede ser un óptimo contrato social para cualquier latinoamericano. Gracias a los célebres Programas de Actuación Urbanística se ha implantado y desarrollado un patrón propio. Urbanizaciones de calidad, cuya prioridad no es crear un sentimiento de colectividad. En definitiva, un modelo social sin sociedad.

Madrid decidió competir con las tácticas que otros usaban contra ella: abrir sus puertas, bajar impuestos y captar grandes capitales de Miami y otras ciudades americanas y europeas. “O lo haces o te lo hacen”. Disminuyendo la presión fiscal acaba recaudándose más. No es una incongruencia. Atrae inversión, crea empleo y riqueza. Eso no lo soportan ni los nacionalistas ni los estatistas de izquierda.

El Gran Madrid lleva creciendo a razón de 100 000 nuevos vecinos anuales. Para 2050 alcanzará los 10 millones. También aumenta en superficie: Toledo, Segovia o Guadalajara ya son parte económica, que no cultural, de la capital. Con sus siete millones actuales, es un área metropolitana extensa y compleja. Mediante un sistema multinivel —no asimétrico—, los pequeños pueden beneficiarse de la energía de los grandes.

Caballero vaticina que la fórmula de las autonomías ya no vale. “Andalucía es Portugal en horizontal y Castilla y León es más grande que Bélgica, aunque con menos de la mitad de su población”. Existen varias tensiones territoriales: la clásica del País Vasco y Cataluña con el resto; entre la ciudad y la España vaciada y otra entre los centros y sus periferias.

La paradoja de España es que estas tiranteces giran alrededor de una derecha jacobina, centralista, que eliminaría derechos históricos, fueros… y una izquierda enamorada de las asimetrías. En España, al revés que en el resto del mundo, la izquierda defiende privilegios territoriales. El autor propone el poli centrismo, en cierto sentido jacobino, que requiere un consenso inteligente y unificador. Madrid ofrece algo a todos: Barcelona, Valencia, Santander, Bilbao, Málaga, Talavera…

Es momento de dejar de contemplar España únicamente desde la óptica de la nación y las regiones. Conviene empezar a considerar campos, territorios y ciudades. Vertebrar España consiste en crear sinergias. El modelo al que ha de aspirar Madrid es un híbrido entre el centralismo francés y el arquetipo alemán, desarrollado sin tener una gran ciudad como motor.

Criticar la concentración en Madrid y su cada vez más extensa periferia y áreas adyacentes, no solo pone en riesgo una suma positiva para todos. Acrecentará las dinámicas naturales de desvinculación emocional y con ello la predisposición a la insolidaridad.

La posibilidad de España de ser algo más que una nota al margen en los tiempos venideros pasa por la consolidación y ampliación del Gran Madrid.

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