Centroamérica aspira a ser un bloque económico articulado. Sin embargo, los cuellos de botella técnicos y políticos aún pesan más que sus acuerdos comerciales. Guatemala, que reparte sus exportaciones casi por igual entre EE. UU. y sus vecinos, se perfila como eje estratégico.
Por qué importa. La idea de un mercado común centroamericano no es nueva, pero hoy cobra urgencia. La región enfrenta presiones externas, proteccionismo global y limitaciones internas que frenan su capacidad de responder como bloque.
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El comercio de Guatemala es pendular: cuando la economía estadounidense se desacelera, crece el peso del mercado del istmo.
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“Somos el principal beneficiario del comercio intrarregional, eso nos exige liderar su modernización”, afirma Rodrigo Guevara, director ejecutivo de CENCIT.
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La SIECA impulsa la revisión del Código Aduanero Uniforme Centroamericano y su reglamento. Son indispensables para armonizar el sistema aduanero y eliminar distorsiones operativas en frontera.
Punto de fricción. En 30 años de tratados, Centroamérica no ha logrado una integración funcional. Lo técnico choca con lo político. Lo estratégico, con lo coyuntural.
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Guatemala tiene 10 TLC activos y cuatro acuerdos de alcance parcial, aunque la mayoría de las barreras ya no son arancelarias, sino reglamentarias, fitosanitarias o logísticas.
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Existen más de 10 mesas técnicas permanentes que abordan temas como normas de origen, acceso a mercados y obstáculos técnicos.
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Las instituciones públicas aún operan de forma fragmentada, lo que ralentiza procesos clave. “No basta con tratados; sin ejecución coordinada, los acuerdos son papel mojado”, subraya Guevara.
El otro lado. La integración profunda del Triángulo Norte, promete una zona económica de alta movilidad. Pero su implementación avanza a paso lento, limitada por infraestructura, burocracia y desconfianzas.
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Guatemala, que lidera la iniciativa, requiere voluntad política y técnica de sus socios.
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La idea es unificar puestos fronterizos, homologar regulaciones y acelerar procesos.
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La SIECA ha acompañado técnicamente esta agenda. No obstante, se advierte que sin inversión aduanera y digitalización, la integración será simbólica.
Entre líneas. El anuncio del gobierno de Donald Trump de imponer un arancel del 10 % a las exportaciones latinoamericanas vuelve a evidenciar la fragilidad ante la dependencia externa.
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Centroamérica podría compensar parte de esa pérdida fortaleciendo su mercado interno.
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Esta tendencia podría ser un camino para diversificar y blindar al exportador centroamericano.
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El momento espera respuestas: desde políticas industriales conjuntas hasta infraestructura compartida.
Lo que sigue. Centroamérica está ante una alternativa. Avanzar hacia una integración o seguir en un limbo fragmentado. Guatemala tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de impulsar el paso.
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Mientras no se reformen los marcos legales, se profesionalicen las aduanas y se escuche a los sectores productivos, el sueño del mercado común no se hará realidad.
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Las mesas técnicas de comercio, lideradas por CENCIT, son esenciales para trasladar posiciones país con base técnica y no política.
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Se debe seguir trabajando en un tratado regional de servicios e inversión que. Si se logra su ratificación conjunta, podría ser un punto de partida válido.
Centroamérica aspira a ser un bloque económico articulado. Sin embargo, los cuellos de botella técnicos y políticos aún pesan más que sus acuerdos comerciales. Guatemala, que reparte sus exportaciones casi por igual entre EE. UU. y sus vecinos, se perfila como eje estratégico.
Por qué importa. La idea de un mercado común centroamericano no es nueva, pero hoy cobra urgencia. La región enfrenta presiones externas, proteccionismo global y limitaciones internas que frenan su capacidad de responder como bloque.
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El comercio de Guatemala es pendular: cuando la economía estadounidense se desacelera, crece el peso del mercado del istmo.
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“Somos el principal beneficiario del comercio intrarregional, eso nos exige liderar su modernización”, afirma Rodrigo Guevara, director ejecutivo de CENCIT.
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La SIECA impulsa la revisión del Código Aduanero Uniforme Centroamericano y su reglamento. Son indispensables para armonizar el sistema aduanero y eliminar distorsiones operativas en frontera.
Punto de fricción. En 30 años de tratados, Centroamérica no ha logrado una integración funcional. Lo técnico choca con lo político. Lo estratégico, con lo coyuntural.
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Guatemala tiene 10 TLC activos y cuatro acuerdos de alcance parcial, aunque la mayoría de las barreras ya no son arancelarias, sino reglamentarias, fitosanitarias o logísticas.
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Existen más de 10 mesas técnicas permanentes que abordan temas como normas de origen, acceso a mercados y obstáculos técnicos.
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Las instituciones públicas aún operan de forma fragmentada, lo que ralentiza procesos clave. “No basta con tratados; sin ejecución coordinada, los acuerdos son papel mojado”, subraya Guevara.
El otro lado. La integración profunda del Triángulo Norte, promete una zona económica de alta movilidad. Pero su implementación avanza a paso lento, limitada por infraestructura, burocracia y desconfianzas.
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Guatemala, que lidera la iniciativa, requiere voluntad política y técnica de sus socios.
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La idea es unificar puestos fronterizos, homologar regulaciones y acelerar procesos.
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La SIECA ha acompañado técnicamente esta agenda. No obstante, se advierte que sin inversión aduanera y digitalización, la integración será simbólica.
Entre líneas. El anuncio del gobierno de Donald Trump de imponer un arancel del 10 % a las exportaciones latinoamericanas vuelve a evidenciar la fragilidad ante la dependencia externa.
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Centroamérica podría compensar parte de esa pérdida fortaleciendo su mercado interno.
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Esta tendencia podría ser un camino para diversificar y blindar al exportador centroamericano.
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El momento espera respuestas: desde políticas industriales conjuntas hasta infraestructura compartida.
Lo que sigue. Centroamérica está ante una alternativa. Avanzar hacia una integración o seguir en un limbo fragmentado. Guatemala tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de impulsar el paso.
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Mientras no se reformen los marcos legales, se profesionalicen las aduanas y se escuche a los sectores productivos, el sueño del mercado común no se hará realidad.
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Las mesas técnicas de comercio, lideradas por CENCIT, son esenciales para trasladar posiciones país con base técnica y no política.
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Se debe seguir trabajando en un tratado regional de servicios e inversión que. Si se logra su ratificación conjunta, podría ser un punto de partida válido.