Andrés Bolaños Amerling: “Nos concebimos como un catalizador del tejido industrial, comercial y productivo del país”
Entre hornos, silos y una operación que hoy emplea a más de 500 personas de forma directa, Andrés Bolaños Amerling, director país de Progreso en Costa Rica, reflexiona sobre lo que implica liderar una empresa regional que realizó una inversión superior a los USD 300M. Es la primera vez que un costarricense está al frente de la compañía en su país.
En esta conversación con República, desde la planta ubicada en Colorado de Abangares, Guanacaste, Costa Rica, el directivo aborda la integración de Progreso al tejido productivo. Asimismo, expone la visión de largo plazo, el reto de la infraestructura como un tema país y el debate técnico sobre el uso del concreto en obra pública.
¿Cómo asume ser el primer costarricense en dirigir Progreso en su nación?
—Luego de 20 años en la industria, asumir como el primer costarricense en liderar la compañía ha sido una responsabilidad muy valiosa y estimulante. La llegada de Cementos Progreso es un proceso que concebimos como un desarrollo mucho más cercano, porque estamos construyendo nuestra propia casa.
No somos una empresa extranjera operando fuera, sino actores locales construyendo, junto a otros, el lugar donde queremos vivir. Así lo sentimos: con cercanía, arraigo y convicción de que lo que hacemos genera valor, desarrollo y empleo para nuestra gente.
¿Cuándo sintió que la operación pasó al tejido productivo local?
—Costa Rica es autosuficiente en cemento, y eso nos coloca como una parte relevante de su motor de desarrollo. Generar 540 empleos directos es motivo de orgullo, fundamentalmente porque se trata de trabajo formal, de calidad y con un enfoque permanente en el desarrollo de capacidades.
Hablamos de mano de obra técnica especializada, que se forma y evoluciona. Por eso trascendemos el producto: nos concebimos como un catalizador del tejido industrial, comercial y productivo. Eso representa un logro importante para nosotros.
Luego de tres años, ¿cómo perciben la integración de la empresa?
—En Progreso tenemos claro que no estamos aquí por el mes ni para el trimestre. Pensamos en generaciones, y nuestros 125 años lo confirman. Construimos país no para nosotros, sino para los hijos y nietos.
Esa visión de largo plazo transforma el modo de tomar decisiones. No se piensa en dos o tres meses, sino en cómo ser más competitivos y cómo servir mejor a los clientes para que desarrollen sus proyectos.
Al ampliar el horizonte, también cambian las decisiones, y ese ha sido un elemento clave en nuestra manera de operar.
¿Cuál ha sido el aprendizaje al unir el ADN guatemalteco con la forma costarricense?
—Más allá de servir a un mercado de materiales de construcción, uno de los aprendizajes más valiosos ha sido vernos como familia, vecinos y aliados de las comunidades y empresas con las que trabajamos. Ese enfoque es universal y ha sido especialmente significativo para nosotros.
Fortalecer la relación con clientes, proveedores y comunidades cercanas a nuestras operaciones genera satisfacción, porque sentimos que consolidamos una red confiable.
La infraestructura pública es un desafío esencial en Costa Rica, ¿cómo lo abordan?
—Promovemos la infraestructura en concreto porque permite construir bien una sola vez. Al optar por este, los proyectos requieren mucho menos mantenimiento a lo largo del tiempo.
Donde los recursos son limitados, construir bien desde el inicio evita cargas futuras al presupuesto, y ese es uno de los principales argumentos que impulsamos.
Sabemos que las intervenciones de mantenimiento son menos frecuentes. Actualmente, desarrollamos un estudio que compara carreteras de asfalto y de concreto.
Además de los beneficios técnicos, el mencionado material crea mayor derrama económica local. No producimos asfalto y somos importadores netos, mientras que los elementos para carreteras de concreto son locales. A eso se suma una mayor vida útil de la infraestructura.
¿Qué acciones impulsan para que las licitaciones públicas evalúen el concreto como alternativa técnica real?
—Participamos activamente en el Instituto Costarricense de Cemento y Concreto, una entidad técnica con más de 22 años de trayectoria. Nuestro rol es informar y respaldar técnicamente a los tomadores de decisiones.
Buscamos que los concursos públicos y los diseños de infraestructura consideren opciones equivalentes, donde el concreto sea una alternativa válida junto al asfalto. No pedimos asignaciones directas, solo la oportunidad de participar.
Lo explico con una metáfora sencilla de fútbol: no pedimos que metan goles por nosotros, solo que nos permitan entrar a la cancha.
Un comentario final…
—Estamos muy orgullosos de cumplir tres años como Progreso Costa Rica. Hemos construido el proyecto de adentro hacia afuera, con un equipo identificado con el objetivo de edificar un espacio donde todos queremos vivir.
Ese propósito lo compartimos con clientes, proveedores y vecinos, con la convicción de actuar como un ciudadano corporativo responsable.
Andrés Bolaños Amerling: “Nos concebimos como un catalizador del tejido industrial, comercial y productivo del país”
Entre hornos, silos y una operación que hoy emplea a más de 500 personas de forma directa, Andrés Bolaños Amerling, director país de Progreso en Costa Rica, reflexiona sobre lo que implica liderar una empresa regional que realizó una inversión superior a los USD 300M. Es la primera vez que un costarricense está al frente de la compañía en su país.
En esta conversación con República, desde la planta ubicada en Colorado de Abangares, Guanacaste, Costa Rica, el directivo aborda la integración de Progreso al tejido productivo. Asimismo, expone la visión de largo plazo, el reto de la infraestructura como un tema país y el debate técnico sobre el uso del concreto en obra pública.
¿Cómo asume ser el primer costarricense en dirigir Progreso en su nación?
—Luego de 20 años en la industria, asumir como el primer costarricense en liderar la compañía ha sido una responsabilidad muy valiosa y estimulante. La llegada de Cementos Progreso es un proceso que concebimos como un desarrollo mucho más cercano, porque estamos construyendo nuestra propia casa.
No somos una empresa extranjera operando fuera, sino actores locales construyendo, junto a otros, el lugar donde queremos vivir. Así lo sentimos: con cercanía, arraigo y convicción de que lo que hacemos genera valor, desarrollo y empleo para nuestra gente.
¿Cuándo sintió que la operación pasó al tejido productivo local?
—Costa Rica es autosuficiente en cemento, y eso nos coloca como una parte relevante de su motor de desarrollo. Generar 540 empleos directos es motivo de orgullo, fundamentalmente porque se trata de trabajo formal, de calidad y con un enfoque permanente en el desarrollo de capacidades.
Hablamos de mano de obra técnica especializada, que se forma y evoluciona. Por eso trascendemos el producto: nos concebimos como un catalizador del tejido industrial, comercial y productivo. Eso representa un logro importante para nosotros.
Luego de tres años, ¿cómo perciben la integración de la empresa?
—En Progreso tenemos claro que no estamos aquí por el mes ni para el trimestre. Pensamos en generaciones, y nuestros 125 años lo confirman. Construimos país no para nosotros, sino para los hijos y nietos.
Esa visión de largo plazo transforma el modo de tomar decisiones. No se piensa en dos o tres meses, sino en cómo ser más competitivos y cómo servir mejor a los clientes para que desarrollen sus proyectos.
Al ampliar el horizonte, también cambian las decisiones, y ese ha sido un elemento clave en nuestra manera de operar.
¿Cuál ha sido el aprendizaje al unir el ADN guatemalteco con la forma costarricense?
—Más allá de servir a un mercado de materiales de construcción, uno de los aprendizajes más valiosos ha sido vernos como familia, vecinos y aliados de las comunidades y empresas con las que trabajamos. Ese enfoque es universal y ha sido especialmente significativo para nosotros.
Fortalecer la relación con clientes, proveedores y comunidades cercanas a nuestras operaciones genera satisfacción, porque sentimos que consolidamos una red confiable.
La infraestructura pública es un desafío esencial en Costa Rica, ¿cómo lo abordan?
—Promovemos la infraestructura en concreto porque permite construir bien una sola vez. Al optar por este, los proyectos requieren mucho menos mantenimiento a lo largo del tiempo.
Donde los recursos son limitados, construir bien desde el inicio evita cargas futuras al presupuesto, y ese es uno de los principales argumentos que impulsamos.
Sabemos que las intervenciones de mantenimiento son menos frecuentes. Actualmente, desarrollamos un estudio que compara carreteras de asfalto y de concreto.
Además de los beneficios técnicos, el mencionado material crea mayor derrama económica local. No producimos asfalto y somos importadores netos, mientras que los elementos para carreteras de concreto son locales. A eso se suma una mayor vida útil de la infraestructura.
¿Qué acciones impulsan para que las licitaciones públicas evalúen el concreto como alternativa técnica real?
—Participamos activamente en el Instituto Costarricense de Cemento y Concreto, una entidad técnica con más de 22 años de trayectoria. Nuestro rol es informar y respaldar técnicamente a los tomadores de decisiones.
Buscamos que los concursos públicos y los diseños de infraestructura consideren opciones equivalentes, donde el concreto sea una alternativa válida junto al asfalto. No pedimos asignaciones directas, solo la oportunidad de participar.
Lo explico con una metáfora sencilla de fútbol: no pedimos que metan goles por nosotros, solo que nos permitan entrar a la cancha.
Un comentario final…
—Estamos muy orgullosos de cumplir tres años como Progreso Costa Rica. Hemos construido el proyecto de adentro hacia afuera, con un equipo identificado con el objetivo de edificar un espacio donde todos queremos vivir.
Ese propósito lo compartimos con clientes, proveedores y vecinos, con la convicción de actuar como un ciudadano corporativo responsable.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: