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Ana María Ibáñez: “El crecimiento será menor una vez que se acabe el bono demográfico”

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María José Aresti
22 de julio, 2025

El crecimiento económico de Latinoamérica ha descansado durante décadas en el aumento de su fuerza laboral, pero ese motor ya muestra señales de agotamiento. Ante este panorama, Ana María Ibáñez, vicepresidenta de BID, insiste en que mejorar la productividad, fortalecer instituciones y acelerar reformas es clave para no desperdiciar el bono demográfico que aún persiste.

¿Cómo puede Latinoamérica generar crecimiento económico sin sacrificar estabilidad fiscal?

— Crecer es un imperativo para generar los ingresos fiscales necesarios que permitan ampliar el acceso a servicios de calidad, mejorar la infraestructura y aumentar la resiliencia de nuestros países. Aunque se han logrado avances, el crecimiento ha sido insuficiente durante las últimas décadas debido al estancamiento de la productividad.

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La región ha crecido principalmente por la incorporación de fuerza laboral y capital, pero esta fuente de crecimiento se agotará con el envejecimiento poblacional. Por eso, el crecimiento es una prioridad, con una estrategia centrada en tres pilares clave.

El primero es promover un entorno empresarial dinámico con marcos fiscales sólidos, menos trámites y mayor competencia. El segundo busca mejorar los factores de producción, invirtiendo en capital humano, infraestructura y recursos naturales. Y el tercero se enfoca en corregir fallas de mercado, facilitando el acceso a financiamiento, innovación e integración.

Para lograrlo, es esencial la colaboración entre el sector público y el privado. Este último tiene un rol fundamental en impulsar el crecimiento que la región necesita. Desde el Grupo BID esperamos apoyar a los países en este camino.

Desde el BID, ¿qué políticas recomiendan para la productividad en economías con alta informalidad?

— Es crucial reducir las distorsiones del entorno productivo, como las regulaciones ineficientes que frenan el crecimiento empresarial y perpetúan altos niveles de informalidad. Estas barreras impiden una asignación adecuada de recursos y limitan el crecimiento económico.

La complejidad regulatoria y los altos costos de cumplimiento afectan especialmente a las pymes, que muchas veces terminan operando en la informalidad, lo cual restringe su acceso al financiamiento formal.

Para revertir esta situación, es clave simplificar normas, modernizar marcos regulatorios y facilitar la formalización. Esto incluye reformar regímenes fiscales y laborales, mejorar sistemas de registro y fortalecer la institucionalidad para aplicar las reglas con transparencia y eficiencia.

También es necesario reforzar los incentivos para operar formalmente, con servicios públicos de calidad vinculados a la formalización. La confianza entre el Estado y los actores económicos es esencial para aumentar el cumplimiento voluntario.

¿Y para mejorar la calidad del gasto público en Centroamérica?

— La calidad del gasto público se basa en su eficiencia técnica y asignativa. Hoy, en siete países de Centroamérica y República Dominicana, la ineficiencia técnica equivale al 4.6 % del PIB.

Esto se traduce en subsidios mal focalizados y salarios públicos que no se alinean con el sector privado. Las reformas deben adaptarse a cada contexto nacional, pero algunas medidas son transversales, como eliminar exenciones o redirigir subsidios energéticos.

Además, se requieren reformas en pensiones para asegurar sostenibilidad. Mejorar los sistemas de inversión pública, usar presupuestos por resultados y modernizar los procesos de licitación son pasos clave.

¿Qué riesgos ve en Guatemala si no se aprovecha el bono demográfico?

— El crecimiento en la región ha estado sustentado en el aumento de la fuerza laboral y el capital, mientras que la productividad se ha mantenido estancada por décadas.

Esto tiene dos implicaciones. Primero, una vez se acabe el bono demográfico, si no hay aumentos en productividad, el crecimiento de la región será aún menor.

Segundo, es fundamental ahora aumentar la productividad para generar círculos virtuosos de más crecimiento, más recursos, más inversión y, por ende, más crecimiento futuro. Todo, por supuesto, derivaría en un mayor bienestar de la población.

¿Qué condiciones deben fortalecerse para que países como Guatemala atraigan más IED?

— Aunque la inversión extranjera directa en Guatemala ha crecido, sigue siendo baja en relación con su PIB comparado con otros países de la región. Mientras que en Guatemala representa el 2 % del PIB, en países como Costa Rica supera el 5.5 %.

Factores como la estabilidad macroeconómica, el clima de negocios y la calidad de infraestructura son esenciales, pero insuficientes. Las empresas extranjeras enfrentan brechas de información que deben cerrarse con instituciones sólidas de promoción de inversiones.

Estas instituciones deben facilitar trámites y acompañar a los inversionistas durante todo el proceso. Sin embargo, muchas veces carecen de recursos adecuados. Es crucial dotarlas con capacidad técnica y financiera para que puedan cumplir efectivamente su rol.

Usted ha dicho que los datos deben alimentar las decisiones públicas. ¿Cómo se puede avanzar hacia un Estado que confíe más en la evidencia estadística?

— Un Estado que confía en la evidencia debe tener el aprendizaje y la coordinación como ejes centrales de su gestión. Esta idea fue central en un estudio sobre confianza que realizamos en el BID hace algunos años.

Los gobiernos suelen operar con incentivos de corto plazo. Por ello, es clave construir capacidades analíticas y alinear incentivos para que los funcionarios vean los datos como una herramienta útil.

La generación de datos de calidad y su integración en sistemas interinstitucionales aumenta su uso efectivo. Además, cuando los datos se usan rutinariamente en el centro de gobierno para coordinar prioridades, se institucionaliza su valor en la toma de decisiones. Un Estado que confía en los datos no espera certezas, sino que actúa para aprender y corregir con información procesable.

¿Cuál es su percepción al futuro de la región?

— Me preocupa que sigamos arrastrando retos estructurales como bajo crecimiento y mercados laborales informales, sin enfrentar los nuevos desafíos que se agravan cada año, como el cambio climático, la violencia y la disrupción tecnológica.

La inteligencia artificial, por ejemplo, puede ser una gran oportunidad o una amenaza, según cómo actuemos. Pero también veo un enorme potencial.

La región es rica en biodiversidad, minerales estratégicos y producción de alimentos. Además, contamos con una población joven y diversa que no está siendo aprovechada plenamente. Mi esperanza es que nos atrevamos a emprender las reformas necesarias para liberar ese potencial.

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Ana María Ibáñez: “El crecimiento será menor una vez que se acabe el bono demográfico”

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María José Aresti
22 de julio, 2025

El crecimiento económico de Latinoamérica ha descansado durante décadas en el aumento de su fuerza laboral, pero ese motor ya muestra señales de agotamiento. Ante este panorama, Ana María Ibáñez, vicepresidenta de BID, insiste en que mejorar la productividad, fortalecer instituciones y acelerar reformas es clave para no desperdiciar el bono demográfico que aún persiste.

¿Cómo puede Latinoamérica generar crecimiento económico sin sacrificar estabilidad fiscal?

— Crecer es un imperativo para generar los ingresos fiscales necesarios que permitan ampliar el acceso a servicios de calidad, mejorar la infraestructura y aumentar la resiliencia de nuestros países. Aunque se han logrado avances, el crecimiento ha sido insuficiente durante las últimas décadas debido al estancamiento de la productividad.

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La región ha crecido principalmente por la incorporación de fuerza laboral y capital, pero esta fuente de crecimiento se agotará con el envejecimiento poblacional. Por eso, el crecimiento es una prioridad, con una estrategia centrada en tres pilares clave.

El primero es promover un entorno empresarial dinámico con marcos fiscales sólidos, menos trámites y mayor competencia. El segundo busca mejorar los factores de producción, invirtiendo en capital humano, infraestructura y recursos naturales. Y el tercero se enfoca en corregir fallas de mercado, facilitando el acceso a financiamiento, innovación e integración.

Para lograrlo, es esencial la colaboración entre el sector público y el privado. Este último tiene un rol fundamental en impulsar el crecimiento que la región necesita. Desde el Grupo BID esperamos apoyar a los países en este camino.

Desde el BID, ¿qué políticas recomiendan para la productividad en economías con alta informalidad?

— Es crucial reducir las distorsiones del entorno productivo, como las regulaciones ineficientes que frenan el crecimiento empresarial y perpetúan altos niveles de informalidad. Estas barreras impiden una asignación adecuada de recursos y limitan el crecimiento económico.

La complejidad regulatoria y los altos costos de cumplimiento afectan especialmente a las pymes, que muchas veces terminan operando en la informalidad, lo cual restringe su acceso al financiamiento formal.

Para revertir esta situación, es clave simplificar normas, modernizar marcos regulatorios y facilitar la formalización. Esto incluye reformar regímenes fiscales y laborales, mejorar sistemas de registro y fortalecer la institucionalidad para aplicar las reglas con transparencia y eficiencia.

También es necesario reforzar los incentivos para operar formalmente, con servicios públicos de calidad vinculados a la formalización. La confianza entre el Estado y los actores económicos es esencial para aumentar el cumplimiento voluntario.

¿Y para mejorar la calidad del gasto público en Centroamérica?

— La calidad del gasto público se basa en su eficiencia técnica y asignativa. Hoy, en siete países de Centroamérica y República Dominicana, la ineficiencia técnica equivale al 4.6 % del PIB.

Esto se traduce en subsidios mal focalizados y salarios públicos que no se alinean con el sector privado. Las reformas deben adaptarse a cada contexto nacional, pero algunas medidas son transversales, como eliminar exenciones o redirigir subsidios energéticos.

Además, se requieren reformas en pensiones para asegurar sostenibilidad. Mejorar los sistemas de inversión pública, usar presupuestos por resultados y modernizar los procesos de licitación son pasos clave.

¿Qué riesgos ve en Guatemala si no se aprovecha el bono demográfico?

— El crecimiento en la región ha estado sustentado en el aumento de la fuerza laboral y el capital, mientras que la productividad se ha mantenido estancada por décadas.

Esto tiene dos implicaciones. Primero, una vez se acabe el bono demográfico, si no hay aumentos en productividad, el crecimiento de la región será aún menor.

Segundo, es fundamental ahora aumentar la productividad para generar círculos virtuosos de más crecimiento, más recursos, más inversión y, por ende, más crecimiento futuro. Todo, por supuesto, derivaría en un mayor bienestar de la población.

¿Qué condiciones deben fortalecerse para que países como Guatemala atraigan más IED?

— Aunque la inversión extranjera directa en Guatemala ha crecido, sigue siendo baja en relación con su PIB comparado con otros países de la región. Mientras que en Guatemala representa el 2 % del PIB, en países como Costa Rica supera el 5.5 %.

Factores como la estabilidad macroeconómica, el clima de negocios y la calidad de infraestructura son esenciales, pero insuficientes. Las empresas extranjeras enfrentan brechas de información que deben cerrarse con instituciones sólidas de promoción de inversiones.

Estas instituciones deben facilitar trámites y acompañar a los inversionistas durante todo el proceso. Sin embargo, muchas veces carecen de recursos adecuados. Es crucial dotarlas con capacidad técnica y financiera para que puedan cumplir efectivamente su rol.

Usted ha dicho que los datos deben alimentar las decisiones públicas. ¿Cómo se puede avanzar hacia un Estado que confíe más en la evidencia estadística?

— Un Estado que confía en la evidencia debe tener el aprendizaje y la coordinación como ejes centrales de su gestión. Esta idea fue central en un estudio sobre confianza que realizamos en el BID hace algunos años.

Los gobiernos suelen operar con incentivos de corto plazo. Por ello, es clave construir capacidades analíticas y alinear incentivos para que los funcionarios vean los datos como una herramienta útil.

La generación de datos de calidad y su integración en sistemas interinstitucionales aumenta su uso efectivo. Además, cuando los datos se usan rutinariamente en el centro de gobierno para coordinar prioridades, se institucionaliza su valor en la toma de decisiones. Un Estado que confía en los datos no espera certezas, sino que actúa para aprender y corregir con información procesable.

¿Cuál es su percepción al futuro de la región?

— Me preocupa que sigamos arrastrando retos estructurales como bajo crecimiento y mercados laborales informales, sin enfrentar los nuevos desafíos que se agravan cada año, como el cambio climático, la violencia y la disrupción tecnológica.

La inteligencia artificial, por ejemplo, puede ser una gran oportunidad o una amenaza, según cómo actuemos. Pero también veo un enorme potencial.

La región es rica en biodiversidad, minerales estratégicos y producción de alimentos. Además, contamos con una población joven y diversa que no está siendo aprovechada plenamente. Mi esperanza es que nos atrevamos a emprender las reformas necesarias para liberar ese potencial.

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