Iván Duque lanzó en la COP28 de Dubái de diciembre pasado su libro Nuestro futuro. Manifiesto verde para América Latina y el Caribe.
El expresidente de Colombia (2018-2022) recoge sus experiencias como gobernante. “Muchas de las acciones contenidas en Nuestro futuro han sido implementadas en Colombia y otros países de la región. Otras son propias de la experiencia en el Gobierno que presidí”. Las enumeró en un libro anterior El camino a cero. La estrategia de Colombia hacia la carbononeutralidad (2021).
El autor es uno de los principales líderes ambientales en el contexto internacional. La obra surgió en el último año y medio en su trabajo como fellow de la Escuela de Gobierno en la Universidad de Oxford. Una experiencia que apoyó el Banco de Desarrollo de América Latina.
El objetivo es que LAC busque soluciones para enfrentar el cambio climático y su impacto en esta región del hemisferio. Se presenta una hoja de ruta con estrategias reales y posibles que permitan resultados a corto, mediano y largo plazo.
Según el exmandatario “las acciones deben ser articuladas, inmediatas y contundentes. Sin nuestra región trabajando para enfrentar el cambio climático será imposible solucionar problemas que afectan a todo el planeta”. Subraya la importancia de las alianzas entre los sectores público y privado, la sociedad civil y las comunidades. Destaca la necesidad de estrategias realistas, financieramente viables, replicables, escalables y sostenibles, que se conviertan en políticas de estado.
Sugiere y concreta las acciones que los países deben asumir para cumplir sus compromisos climáticos. Es decir, reducir emisiones de gases de efecto invernadero conforme a las metas para 2030 (disminución del 51 %) y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050 cumpliendo los ODS de la ONU.
Es cierto que LAC ha incidido muy poco en la crisis climática (apenas el 8 % de las emisiones). Sin embargo, es a la vez una región muy vulnerable y expuesta a los efectos devastadores de los eventos climáticos extremos. No puede permitirse ser indiferente.
Por otro lado, su riqueza en recursos es enorme. Tiene el 50 % de la biodiversidad del planeta. Unas de las principales fuentes de agua fresca – más del 70 % de los páramos —. Tiene el bioma amazónico —una máquina natural de captura de CO2—. El 23 % de los bosques. Y, las selvas primarias pueden representar cerca del 10 % de captura de emisiones.
Posee una riqueza no cuantificable de arrecifes coralinos. Asimismo, abundante tierra cultivable para posicionarse como fuente de seguridad alimentaria, si se ejerce una agricultura responsable con el medio ambiente.
En el aspecto negativo: indiferencia y hasta desentendimiento deliberado de abordar acciones ineludibles. Actos efectivos y coordinados son esenciales para evitar una catástrofe climática.
Existen más asimetrías preocupantes. Altos niveles de endeudamiento, limitados espacios fiscales y falta de movilización masiva de capital privado para proyectos climáticos constituyen amenazas para alcanzar los objetivos del 2030 y el 2050.
Duque presenta un manifiesto general que pueda ser aplicado por cada gobierno nacional y local permitiendo la coordinación con empresas, ciudadanos y comunidad internacional. De igual modo, uno individual como manual de fácil aplicación en la vida cotidiana. Insta a participar activamente en la protección del medio ambiente para lograr un avance realista hacia un crecimiento verde.
Son interesantes conceptos como las “biodiverciudades” y su planificación urbana. Son urbes nuevas que educan a sus “biodiverciudadanos”. Tal formación debe empezar en las escuelas, universidades, empresas…
Hay una clara conexión entre degradación ambiental y vulnerabilidad social. Las poblaciones más pobres y marginadas son las más afectadas por pérdida de ecosistemas y eventos climáticos extremos. Millones de “migrantes climáticos” del Sur Global huyen anualmente de estos riesgos empeorando la situación económica en los países de origen.
También llama la atención lo que llama la “sostecnibilidad”. Es la suma creativa de tecnología e innovación con visión ambiental para el desarrollo sostenible. Transitar hacia energías renovables, con medios de transporte limpios; detener la deforestación; cambiar hábitos de consumo y modelos de producción.
Más allá de esto implica construir una nueva generación de negocios verdes basados en la economía circular y responsable, el pago por servicios ambientales y las soluciones basadas en la naturaleza. En especial, la IA se posiciona como una tecnología capaz de revolucionar ciencia y formas de conocimiento.
La visión de Nuestro futuro no es exclusiva, limitada, ideológica o dogmática. Pero sí urgente. Aborda la coordinación gubernamental, marcos normativos, finanzas verdes, transición energética, mercados de carbono, agricultura sostenible, áreas protegidas, la derrota de la deforestación y empoderamiento de comunidades indígenas.
El cuidado medioambiental es una responsabilidad moral y ética de cada persona. Exige diálogo y concertación, trabajo en equipo entre gobernantes y ciudadanos. Requiere alianzas público-privadas y el concurso de todas las partes para desarrollar soluciones basadas en la naturaleza. En suma, creatividad, innovación, voluntad política, justicia social, emprendimiento y conciencia colectiva. En palabras de Duque: “producir conservando y conservar produciendo”.
La etapa de los discursos y las promesas terminó. ¡Es hora de actuar!
Iván Duque lanzó en la COP28 de Dubái de diciembre pasado su libro Nuestro futuro. Manifiesto verde para América Latina y el Caribe.
El expresidente de Colombia (2018-2022) recoge sus experiencias como gobernante. “Muchas de las acciones contenidas en Nuestro futuro han sido implementadas en Colombia y otros países de la región. Otras son propias de la experiencia en el Gobierno que presidí”. Las enumeró en un libro anterior El camino a cero. La estrategia de Colombia hacia la carbononeutralidad (2021).
El autor es uno de los principales líderes ambientales en el contexto internacional. La obra surgió en el último año y medio en su trabajo como fellow de la Escuela de Gobierno en la Universidad de Oxford. Una experiencia que apoyó el Banco de Desarrollo de América Latina.
El objetivo es que LAC busque soluciones para enfrentar el cambio climático y su impacto en esta región del hemisferio. Se presenta una hoja de ruta con estrategias reales y posibles que permitan resultados a corto, mediano y largo plazo.
Según el exmandatario “las acciones deben ser articuladas, inmediatas y contundentes. Sin nuestra región trabajando para enfrentar el cambio climático será imposible solucionar problemas que afectan a todo el planeta”. Subraya la importancia de las alianzas entre los sectores público y privado, la sociedad civil y las comunidades. Destaca la necesidad de estrategias realistas, financieramente viables, replicables, escalables y sostenibles, que se conviertan en políticas de estado.
Sugiere y concreta las acciones que los países deben asumir para cumplir sus compromisos climáticos. Es decir, reducir emisiones de gases de efecto invernadero conforme a las metas para 2030 (disminución del 51 %) y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050 cumpliendo los ODS de la ONU.
Es cierto que LAC ha incidido muy poco en la crisis climática (apenas el 8 % de las emisiones). Sin embargo, es a la vez una región muy vulnerable y expuesta a los efectos devastadores de los eventos climáticos extremos. No puede permitirse ser indiferente.
Por otro lado, su riqueza en recursos es enorme. Tiene el 50 % de la biodiversidad del planeta. Unas de las principales fuentes de agua fresca – más del 70 % de los páramos —. Tiene el bioma amazónico —una máquina natural de captura de CO2—. El 23 % de los bosques. Y, las selvas primarias pueden representar cerca del 10 % de captura de emisiones.
Posee una riqueza no cuantificable de arrecifes coralinos. Asimismo, abundante tierra cultivable para posicionarse como fuente de seguridad alimentaria, si se ejerce una agricultura responsable con el medio ambiente.
En el aspecto negativo: indiferencia y hasta desentendimiento deliberado de abordar acciones ineludibles. Actos efectivos y coordinados son esenciales para evitar una catástrofe climática.
Existen más asimetrías preocupantes. Altos niveles de endeudamiento, limitados espacios fiscales y falta de movilización masiva de capital privado para proyectos climáticos constituyen amenazas para alcanzar los objetivos del 2030 y el 2050.
Duque presenta un manifiesto general que pueda ser aplicado por cada gobierno nacional y local permitiendo la coordinación con empresas, ciudadanos y comunidad internacional. De igual modo, uno individual como manual de fácil aplicación en la vida cotidiana. Insta a participar activamente en la protección del medio ambiente para lograr un avance realista hacia un crecimiento verde.
Son interesantes conceptos como las “biodiverciudades” y su planificación urbana. Son urbes nuevas que educan a sus “biodiverciudadanos”. Tal formación debe empezar en las escuelas, universidades, empresas…
Hay una clara conexión entre degradación ambiental y vulnerabilidad social. Las poblaciones más pobres y marginadas son las más afectadas por pérdida de ecosistemas y eventos climáticos extremos. Millones de “migrantes climáticos” del Sur Global huyen anualmente de estos riesgos empeorando la situación económica en los países de origen.
También llama la atención lo que llama la “sostecnibilidad”. Es la suma creativa de tecnología e innovación con visión ambiental para el desarrollo sostenible. Transitar hacia energías renovables, con medios de transporte limpios; detener la deforestación; cambiar hábitos de consumo y modelos de producción.
Más allá de esto implica construir una nueva generación de negocios verdes basados en la economía circular y responsable, el pago por servicios ambientales y las soluciones basadas en la naturaleza. En especial, la IA se posiciona como una tecnología capaz de revolucionar ciencia y formas de conocimiento.
La visión de Nuestro futuro no es exclusiva, limitada, ideológica o dogmática. Pero sí urgente. Aborda la coordinación gubernamental, marcos normativos, finanzas verdes, transición energética, mercados de carbono, agricultura sostenible, áreas protegidas, la derrota de la deforestación y empoderamiento de comunidades indígenas.
El cuidado medioambiental es una responsabilidad moral y ética de cada persona. Exige diálogo y concertación, trabajo en equipo entre gobernantes y ciudadanos. Requiere alianzas público-privadas y el concurso de todas las partes para desarrollar soluciones basadas en la naturaleza. En suma, creatividad, innovación, voluntad política, justicia social, emprendimiento y conciencia colectiva. En palabras de Duque: “producir conservando y conservar produciendo”.
La etapa de los discursos y las promesas terminó. ¡Es hora de actuar!