¿Porqué es importante la COP21?
Originalmente, el Convenio generó lo que fue el Protocolo de Kyoto, (1997) el cual se enfocaba principalmente en los países desarrollados y era vinculante para los países que lo ratificaran. En su momento, Estados Unidos no lo ratificó, y China no se consideraba desarrollado, por lo que no estaba vinculado.
Ese protocolo fue útil para reducir emisiones de gases contaminantes, pero no suficiente pues no involucraba a los dos más grandes emisores. Próximo a su expiración, se inició la discusión sobre cómo abordarlo, y finalmene se decidió renovarlo por un segundo período, vigente hasta 2020.
Paralelamente, se empezó a pensar en la necesidad de un nuevo convenio que no estuviera orientado a los países desarrollados solamente, sino que fuera global. Desde 2011 se ha estando desarrollando el texto de un convenio a ser firmado en París durante la COP21. La gran discusión se da, entonces, alrededor de este texto y del carácter vinculante para comprometer a las 193 partes (países) a reducir sus emisiones de gases contaminantes.
No es fácil, sin embargo, llegar a un acuerdo entre 193 países con diferentes historias, filosofías, procesos económicos. Es algo bastante complejo. Aún así, se espera pulir los puntos del convenio que falta terminar de discutir en Paris, para poder adoptarlo.
¿Cuáles son los temas centrales?
El convenio no solamente se centra en temas de reducción de emisiones, sino también en temas conexos como el de transferencia de tecnología, muy relevante para nosotros pues países en desarrollo como Guatemala están en proceso de crecimiento económico. Ese crecimiento requiere energía, y la misma proviene muchas veces de quema de petróleo o de carbón mineral. Guatemala, por ejemplo, nunca había usado energía de carbón mineral, y ahora tenemos ya varias carboneras. Se necesita una transferencia de tecnología más limpia con la que ya cuentan los países desarrollados.
Los países en desarrollo también hemos estado promoviendo temas como el de adaptación, y esta tiene que ver con la constatación de que aunque logremos reducir completamente las emisiones, el problema de cambio climático no se remedia inmediamente. Sabemos que lo que estamos viendo hoy es el resultado de 150 años de contaminación. Si dejáramos de contaminar ahora, se estima que pasarán otros 100 años antes de que vuelva a su normalidad. Por ende, la adaptación es un tema central, pues el problema se queda con nosotros aún por mucho tiempo.
¿En que tipo de instrumento se está pensando para que sea un acuerdo vinculante?
El acuerdo que se busca adoptaría la forma de un protocolo, un instrumento legal que debe ser vinculante. Esto implica que tiene que haber mecanismos de verificación, que es otro de los temas que está en la mesa de negociación. Son temas difíciles pero es necesario porque si vamos a tener algo vinculante implica que si alguien no cumple tiene que haber alguien que lo diga.
Si Guatemala no es un gran contaminante, ¿qué gran diferencia hace su participación?
Los beneficios son importantísimos. Por ejemplo, Guatemala emite en función de la deforestación. Entonces, reducir las emisiones significa reducir la deforestación y tener más bosques es muy beneficioso para muchos aspectos del país. Otro aspecto importante es la energía. Guatemala empezó recientemente a utilizar energía de carbón mineral, la fuente más sucia de energía que existe. Eliminar el carbón mineral traería beneficios de reducción de otro tipo de contaminantes. El tercer grupo de emisiones fuertes en Guatemala proviene de la quema de petróleo de gasolina de vehículos. Tenemos demasiados vehículos y lo sentimos en el tránsito. Si reducimos esas emisiones, significaría mejorar el transporte colectivo; estaríamos más felices, por lo que reduciría el estrés y otros problemas. Entonces, a pesar de que no somos grandes emisores, reducirlas traería grandes beneficios.
¿De qué manera se espera que el Acuerdo que se busca alcanzar catalice procesos de desarrollo bajo en emisiones y que llegue a las personas más vulnerables en el país?
El Convenio abarca el tema de las finanzas. Hay un Fondo de Adaptación y un Fondo Verde del Clima que recibirán dinero de países desarrollados, y estos fondos deben servir para que países en desarrollo se adapten al cambio climático y su desarrollo sea más limpio. Más allá de los fondos, sin embargo, el acuerdo realmente busca una reorganización del pensamiento del desarrollo del planeta, que no se centre puramente en el crecimiento económico, sino también en el ambiente, en las personas, que sea inclusivo; que la riqueza se traduzca en una reducción de la pobreza. Por ello, Guatemala y los países en desarrollo estamos empujando un lenguaje muy vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, íntimamente vinculados al cambio climático. Buscamos un desarrollo sostenible y socialmente responsable.
¿Puede Guatemala orientar su inversión pública y privada a ese tipo de modelo?
Guatemala cuenta con una Ley de Cambio Climático (LCC) que crea al Consejo Nacional del Cambio Climático, y desde el Consejo tenemos mucha esperanza de que ayude a orientar precisamente esa inversión. El Consejo por ley tiene representación de 15 instituciones de gobierno y sociedad civil, tanto sector privado, indígena y académico. Es un foro que atrae a todos los actores importantes, ampliados ahora a 20 porque se ha invitado a otros actores como observadores. Es un foro que si logra tener el peso político necesario puede dar los lineamientos para que el desarrollo del país sea sostenible ambiental y socialmente. La LCC le manda al Consejo Nacional la elaboración de un plan nacional de adaptación y mitigación, el cual ha sido discutido ampliamente y esperamos aprobarlo muy pronto.
*Con información del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
¿Porqué es importante la COP21?
Originalmente, el Convenio generó lo que fue el Protocolo de Kyoto, (1997) el cual se enfocaba principalmente en los países desarrollados y era vinculante para los países que lo ratificaran. En su momento, Estados Unidos no lo ratificó, y China no se consideraba desarrollado, por lo que no estaba vinculado.
Ese protocolo fue útil para reducir emisiones de gases contaminantes, pero no suficiente pues no involucraba a los dos más grandes emisores. Próximo a su expiración, se inició la discusión sobre cómo abordarlo, y finalmene se decidió renovarlo por un segundo período, vigente hasta 2020.
Paralelamente, se empezó a pensar en la necesidad de un nuevo convenio que no estuviera orientado a los países desarrollados solamente, sino que fuera global. Desde 2011 se ha estando desarrollando el texto de un convenio a ser firmado en París durante la COP21. La gran discusión se da, entonces, alrededor de este texto y del carácter vinculante para comprometer a las 193 partes (países) a reducir sus emisiones de gases contaminantes.
No es fácil, sin embargo, llegar a un acuerdo entre 193 países con diferentes historias, filosofías, procesos económicos. Es algo bastante complejo. Aún así, se espera pulir los puntos del convenio que falta terminar de discutir en Paris, para poder adoptarlo.
¿Cuáles son los temas centrales?
El convenio no solamente se centra en temas de reducción de emisiones, sino también en temas conexos como el de transferencia de tecnología, muy relevante para nosotros pues países en desarrollo como Guatemala están en proceso de crecimiento económico. Ese crecimiento requiere energía, y la misma proviene muchas veces de quema de petróleo o de carbón mineral. Guatemala, por ejemplo, nunca había usado energía de carbón mineral, y ahora tenemos ya varias carboneras. Se necesita una transferencia de tecnología más limpia con la que ya cuentan los países desarrollados.
Los países en desarrollo también hemos estado promoviendo temas como el de adaptación, y esta tiene que ver con la constatación de que aunque logremos reducir completamente las emisiones, el problema de cambio climático no se remedia inmediamente. Sabemos que lo que estamos viendo hoy es el resultado de 150 años de contaminación. Si dejáramos de contaminar ahora, se estima que pasarán otros 100 años antes de que vuelva a su normalidad. Por ende, la adaptación es un tema central, pues el problema se queda con nosotros aún por mucho tiempo.
¿En que tipo de instrumento se está pensando para que sea un acuerdo vinculante?
El acuerdo que se busca adoptaría la forma de un protocolo, un instrumento legal que debe ser vinculante. Esto implica que tiene que haber mecanismos de verificación, que es otro de los temas que está en la mesa de negociación. Son temas difíciles pero es necesario porque si vamos a tener algo vinculante implica que si alguien no cumple tiene que haber alguien que lo diga.
Si Guatemala no es un gran contaminante, ¿qué gran diferencia hace su participación?
Los beneficios son importantísimos. Por ejemplo, Guatemala emite en función de la deforestación. Entonces, reducir las emisiones significa reducir la deforestación y tener más bosques es muy beneficioso para muchos aspectos del país. Otro aspecto importante es la energía. Guatemala empezó recientemente a utilizar energía de carbón mineral, la fuente más sucia de energía que existe. Eliminar el carbón mineral traería beneficios de reducción de otro tipo de contaminantes. El tercer grupo de emisiones fuertes en Guatemala proviene de la quema de petróleo de gasolina de vehículos. Tenemos demasiados vehículos y lo sentimos en el tránsito. Si reducimos esas emisiones, significaría mejorar el transporte colectivo; estaríamos más felices, por lo que reduciría el estrés y otros problemas. Entonces, a pesar de que no somos grandes emisores, reducirlas traería grandes beneficios.
¿De qué manera se espera que el Acuerdo que se busca alcanzar catalice procesos de desarrollo bajo en emisiones y que llegue a las personas más vulnerables en el país?
El Convenio abarca el tema de las finanzas. Hay un Fondo de Adaptación y un Fondo Verde del Clima que recibirán dinero de países desarrollados, y estos fondos deben servir para que países en desarrollo se adapten al cambio climático y su desarrollo sea más limpio. Más allá de los fondos, sin embargo, el acuerdo realmente busca una reorganización del pensamiento del desarrollo del planeta, que no se centre puramente en el crecimiento económico, sino también en el ambiente, en las personas, que sea inclusivo; que la riqueza se traduzca en una reducción de la pobreza. Por ello, Guatemala y los países en desarrollo estamos empujando un lenguaje muy vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, íntimamente vinculados al cambio climático. Buscamos un desarrollo sostenible y socialmente responsable.
¿Puede Guatemala orientar su inversión pública y privada a ese tipo de modelo?
Guatemala cuenta con una Ley de Cambio Climático (LCC) que crea al Consejo Nacional del Cambio Climático, y desde el Consejo tenemos mucha esperanza de que ayude a orientar precisamente esa inversión. El Consejo por ley tiene representación de 15 instituciones de gobierno y sociedad civil, tanto sector privado, indígena y académico. Es un foro que atrae a todos los actores importantes, ampliados ahora a 20 porque se ha invitado a otros actores como observadores. Es un foro que si logra tener el peso político necesario puede dar los lineamientos para que el desarrollo del país sea sostenible ambiental y socialmente. La LCC le manda al Consejo Nacional la elaboración de un plan nacional de adaptación y mitigación, el cual ha sido discutido ampliamente y esperamos aprobarlo muy pronto.
*Con información del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo