Camiones gigantescos cargados de piedra, grúas a medio funcionar, obreros poniendo a punto la maquinaria y el ruido de las retroexcavadoras moviendo tierra, empezaron este viernes a quebrar el silencio que hasta hace poco reinaba en las obras de ampliación del Canal de Panamá.
Decenas de autos y varios autobuses utilizados por los trabajadores han cambiado el paisaje a la entrada de las obras de ampliación del Canal en Cocolí, en el Pacífico panameño.
Los primeros grupos de obreros ocupan ya sus puestos en consonancia con la decisión adoptada el jueves por el consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC), liderado por la española Sacyr, de reiniciar las obras de ampliación, que estuvieron detenidas durante dos semanas por falta de liquidez.
El consorcio detuvo la obra el pasado 5 de febrero luego de fracasar las negociaciones que mantenía con la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para refinanciar el proyecto.
La crisis estalló el 30 de diciembre cuando GUPC exigió el pago de 1.600 millones de dólares por sobrecostos, adicionales a los 3.200 millones del contrato original para la construcción del tercer juego de esclusas.
Tras el rechazo de la ACP a esta pretensión, en las negociaciones se habría acordado dirimir el multimillonario reclamo en un arbitraje y ahora GUPC busca 400 millones de dólares para continuar las obras.
Mientras ese dinero llega y siguen las negociaciones, GUPC decidió reiniciar los trabajos y ahora las primeras decenas de obreros se encargan de poner a punto la maquinaria e inspeccionan las áreas y sistemas de seguridad para cuando se reintegren sus compañeros.
La mayoría de las grúas están aún detenidas y tampoco se ven obreros en los andamios.
‘Todavía hay poco movimiento porque tiene que reintegrarse el resto de la gente por el paro que hubo’, dijo a la AFP Sixto Guardado, un electricista que trabaja desde hace 3 años en el proyecto.
‘Nosotros esperamos que todo se arregle. Queremos trabajar y llevar el sustento a nuestra familia’, añadió alzando la voz para competir con el ruido que hacía un gigantesco camión que pasaba cerca.
– Primeras señales de vida –
Lo que hace tan sólo dos semanas parecía una trocha abierta, desértica, llena de material de construcción desperdigado por todos lados, este viernes daba las primeras señales de vida: trabajadores probando maquinaria, motores en marcha y polvo levantado por nuevos movimientos de tierra.
‘Ahora estamos trabajando como un día normal’, aseguró Luis, un topógrafo que se cubre bajo una carpa del intenso sol.
‘Estamos esperanzados porque tenemos una gran expectativa con este trabajo, pero tenemos todavía una gran incertidumbre’, añadió.
En Cocolí, una zona rodeada de pequeñas montañas a la entrada del Pacífico, deben construirse las nuevas esclusas para que los modernos barcos de más de 12.000 contenedores accedan a la vía o salgan de ella por el Océano Pacífico.
Antes de la crisis, trabajaban unos 10.000 obreros en el proyecto, entre el sector Pacífico y el Atlántico. Pocos días antes del paro, apenas varios cientos quedaron en sus puestos.
‘Nosotros no abandonamos las obras, aquí estuvimos estos días, pero estábamos solos y ya empezábamos a oxidarnos’, aseguró a la AFP Angélica Pujol, una oficial de seguridad de GUPC.
Según Pujol, los obreros que han llegado ‘están contentos, pero aún están preocupados y nos preguntan qué va a pasar’.
Según Héctor Hurtado, dirigente del sindicato de la construcción Suntracs, al proyecto ‘ya han regresado un gran número de trabajadores que tenían contrato’ pero ‘siguen teniendo incertidumbre porque no saben si los van a liquidar’.
‘La ACP y GUPC han dicho que hay un acuerdo parcial, pero sólo ellos conocen el bendito acuerdo’, manifestó Hurtado.
‘Ya vamos viendo un poco de vida, hace quince días aquí no había nada’, dijo a la AFP Luis Ferreira, vocero de la ACP para el proyecto de ampliación.
‘Cuando tú tienes un ritmo en un proyecto de estas características no puedes esperar pararlo dos semanas y reiniciarlo con el mismo ritmo. Eso toma tiempo’, explicó.
Camiones gigantescos cargados de piedra, grúas a medio funcionar, obreros poniendo a punto la maquinaria y el ruido de las retroexcavadoras moviendo tierra, empezaron este viernes a quebrar el silencio que hasta hace poco reinaba en las obras de ampliación del Canal de Panamá.
Decenas de autos y varios autobuses utilizados por los trabajadores han cambiado el paisaje a la entrada de las obras de ampliación del Canal en Cocolí, en el Pacífico panameño.
Los primeros grupos de obreros ocupan ya sus puestos en consonancia con la decisión adoptada el jueves por el consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC), liderado por la española Sacyr, de reiniciar las obras de ampliación, que estuvieron detenidas durante dos semanas por falta de liquidez.
El consorcio detuvo la obra el pasado 5 de febrero luego de fracasar las negociaciones que mantenía con la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para refinanciar el proyecto.
La crisis estalló el 30 de diciembre cuando GUPC exigió el pago de 1.600 millones de dólares por sobrecostos, adicionales a los 3.200 millones del contrato original para la construcción del tercer juego de esclusas.
Tras el rechazo de la ACP a esta pretensión, en las negociaciones se habría acordado dirimir el multimillonario reclamo en un arbitraje y ahora GUPC busca 400 millones de dólares para continuar las obras.
Mientras ese dinero llega y siguen las negociaciones, GUPC decidió reiniciar los trabajos y ahora las primeras decenas de obreros se encargan de poner a punto la maquinaria e inspeccionan las áreas y sistemas de seguridad para cuando se reintegren sus compañeros.
La mayoría de las grúas están aún detenidas y tampoco se ven obreros en los andamios.
‘Todavía hay poco movimiento porque tiene que reintegrarse el resto de la gente por el paro que hubo’, dijo a la AFP Sixto Guardado, un electricista que trabaja desde hace 3 años en el proyecto.
‘Nosotros esperamos que todo se arregle. Queremos trabajar y llevar el sustento a nuestra familia’, añadió alzando la voz para competir con el ruido que hacía un gigantesco camión que pasaba cerca.
– Primeras señales de vida –
Lo que hace tan sólo dos semanas parecía una trocha abierta, desértica, llena de material de construcción desperdigado por todos lados, este viernes daba las primeras señales de vida: trabajadores probando maquinaria, motores en marcha y polvo levantado por nuevos movimientos de tierra.
‘Ahora estamos trabajando como un día normal’, aseguró Luis, un topógrafo que se cubre bajo una carpa del intenso sol.
‘Estamos esperanzados porque tenemos una gran expectativa con este trabajo, pero tenemos todavía una gran incertidumbre’, añadió.
En Cocolí, una zona rodeada de pequeñas montañas a la entrada del Pacífico, deben construirse las nuevas esclusas para que los modernos barcos de más de 12.000 contenedores accedan a la vía o salgan de ella por el Océano Pacífico.
Antes de la crisis, trabajaban unos 10.000 obreros en el proyecto, entre el sector Pacífico y el Atlántico. Pocos días antes del paro, apenas varios cientos quedaron en sus puestos.
‘Nosotros no abandonamos las obras, aquí estuvimos estos días, pero estábamos solos y ya empezábamos a oxidarnos’, aseguró a la AFP Angélica Pujol, una oficial de seguridad de GUPC.
Según Pujol, los obreros que han llegado ‘están contentos, pero aún están preocupados y nos preguntan qué va a pasar’.
Según Héctor Hurtado, dirigente del sindicato de la construcción Suntracs, al proyecto ‘ya han regresado un gran número de trabajadores que tenían contrato’ pero ‘siguen teniendo incertidumbre porque no saben si los van a liquidar’.
‘La ACP y GUPC han dicho que hay un acuerdo parcial, pero sólo ellos conocen el bendito acuerdo’, manifestó Hurtado.
‘Ya vamos viendo un poco de vida, hace quince días aquí no había nada’, dijo a la AFP Luis Ferreira, vocero de la ACP para el proyecto de ampliación.
‘Cuando tú tienes un ritmo en un proyecto de estas características no puedes esperar pararlo dos semanas y reiniciarlo con el mismo ritmo. Eso toma tiempo’, explicó.