Centroamérica ha revolucionado en los últimos años más del 60% de su producción eléctrica con fuentes de energía renovable, que incluyen el gas de sus volcanes, la potencia de sus ríos y vientos, la luz solar y los residuos agrícolas como la caña de azúcar.
La geografía centroamericana, con una veintena de volcanes activos, más de 500 ríos, decenas de lagos y una intensa actividad sísmica debido a su proximidad al turbulento cinturón de fuego del Pacífico, ayudó a Centroamérica a tener una matriz energética más verde.
Pero el aprovechamiento de esos recursos naturales ha demandado inversiones cercanas a los 5.000 millones de dólares, según el Climascopio 2013, un estudio patrocinado por el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), del BID, junto con la agencia Bloomberg New Energía Finance.
‘Centroamérica no cuenta con los combustibles tradicionales, fósiles o nucleares’ que utilizan los países industrializados, pero su posición geográfica le ‘facilita extraer energía’ renovable de todo tipo, dijo a la AFP el coordinador regional de la ONG Alianza en Energía y Ambiente con Centroamérica (AEA), Salvador Rivas.
La energía está en los elementos
La producción se concentra en el campo hidroeléctrico, con 153 represas instaladas -la mayoría en Costa Rica y Guatemala- que aportan el 50% de los 44.297 gigawats hora (Gwh) de energía que produce la región, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de 2012.
En segundo lugar está la producción geotérmica con 3.542 Gwh (8%), generada en 25 campos abiertos en las faldas de los volcanes Momotombo y Telica de Nicaragua, Miravalles de Costa Rica y los colosos de Guatemala y El Salvador.
Cientos de aerogeneradores convierten la intensidad de los vientos en 1.830 Gwh de energía que representan el 4,1%; y la energía derivada de biocombustibles y biomasa que se extrae de la fermentación del bagazo de la caña de azúcar, el maíz y residuos forestales aporta otro 2,6%.
El resto de la energía que consume la región corresponde a combustibles fósiles y otras fuentes no renovables (35,3%), según la CEPAL.
A la revolución energética se sumó en 2012 la apertura de plantas fotovoltaicas en Costa Rica (1,2 Gwh) y Nicaragua (1,38 megawats hora) con donaciones japonesas de 12 y 9 millones de dólares, respectivamente.
El Salvador se unirá a esta iniciativa muy pronto con un panel solar de 14,2 megawats cerca del caudaloso río Lempa.
Productiva inversión
El desarrollo de la energía limpia en Centroamérica fue posible con una inversión de unos 5.000 millones de dólares que bancos internacionales facilitaron entre 2006 y 2012, principalmente a Nicaragua, Panamá y Costa Rica.
‘Las preocupaciones de seguridad energética y medioambientales’ obligaron a los centroamericanos a producir más energía limpia, señala el Climascopio.
Salvador Rivas agrega que el aumento del precio del crudo en la última década forzó a Centroamérica a implementar proyectos renovables, sobre todo a partir de 2008.
Costa Rica, pionera en este campo, posee la mayor cobertura de energía renovable con un 93% y la ambiciosa meta de neutralizar las emisiones de carbono para 2020; le siguen El Salvador y Nicaragua (ambos 58%), Guatemala y Panamá (57%) y luego Honduras (38,5%), según el Climascopio.
El aumento de la demanda de electricidad en la región, donde ocho de los cerca de 44 millones de habitantes carecen del servicio, y el marco favorable para la generación limpia atrajeron la llegada de capitales, ante todo a Nicaragua, el mercado más atractivo del istmo, agregó.
Nicaragua, segundo país más pobre de América después de Haití, cuenta con una reserva geotérmica de 1.500 megawats, de los cuales sólo explota el 10%, según el Ministerio de Energía y Minas.
Eso se debe a que ‘la explotación de esta energía es carísima, sólo empresas serias pueden hacer grandes inversiones en este sector’, dijo a AFP el asesor en asuntos ambientales del gobierno, Jaime Incer.
No obstante, Nicaragua trabaja en proyectos para alimentar el 90% de su red con fuentes limpias para 2020.
Panamá también buscar expandirse con la construcción del parque eólico más grande de Centroamérica, mientras El Salvador planea ampliar la central hidroeléctrica 5 de noviembre (norte) con una inversión de 189 millones de dólares.
Honduras tiene en marcha 37 proyectos de energía limpia y construye, desde 2011, un embalse hidroeléctrico en Olancho (sureste) con la empresa china Sinohydro, afirmó a la AFP la directora de la gubernamental Comisión Administradora del Petróleo (CAP), Norma Rauda.
Guatemala contrató nuevas inversiones en los sectores hidroeléctrico, de biomasa, solar y eólico, según Climascopio, que no precisa cifras ni describe proyectos.
Centroamérica ha revolucionado en los últimos años más del 60% de su producción eléctrica con fuentes de energía renovable, que incluyen el gas de sus volcanes, la potencia de sus ríos y vientos, la luz solar y los residuos agrícolas como la caña de azúcar.
La geografía centroamericana, con una veintena de volcanes activos, más de 500 ríos, decenas de lagos y una intensa actividad sísmica debido a su proximidad al turbulento cinturón de fuego del Pacífico, ayudó a Centroamérica a tener una matriz energética más verde.
Pero el aprovechamiento de esos recursos naturales ha demandado inversiones cercanas a los 5.000 millones de dólares, según el Climascopio 2013, un estudio patrocinado por el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), del BID, junto con la agencia Bloomberg New Energía Finance.
‘Centroamérica no cuenta con los combustibles tradicionales, fósiles o nucleares’ que utilizan los países industrializados, pero su posición geográfica le ‘facilita extraer energía’ renovable de todo tipo, dijo a la AFP el coordinador regional de la ONG Alianza en Energía y Ambiente con Centroamérica (AEA), Salvador Rivas.
La energía está en los elementos
La producción se concentra en el campo hidroeléctrico, con 153 represas instaladas -la mayoría en Costa Rica y Guatemala- que aportan el 50% de los 44.297 gigawats hora (Gwh) de energía que produce la región, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de 2012.
En segundo lugar está la producción geotérmica con 3.542 Gwh (8%), generada en 25 campos abiertos en las faldas de los volcanes Momotombo y Telica de Nicaragua, Miravalles de Costa Rica y los colosos de Guatemala y El Salvador.
Cientos de aerogeneradores convierten la intensidad de los vientos en 1.830 Gwh de energía que representan el 4,1%; y la energía derivada de biocombustibles y biomasa que se extrae de la fermentación del bagazo de la caña de azúcar, el maíz y residuos forestales aporta otro 2,6%.
El resto de la energía que consume la región corresponde a combustibles fósiles y otras fuentes no renovables (35,3%), según la CEPAL.
A la revolución energética se sumó en 2012 la apertura de plantas fotovoltaicas en Costa Rica (1,2 Gwh) y Nicaragua (1,38 megawats hora) con donaciones japonesas de 12 y 9 millones de dólares, respectivamente.
El Salvador se unirá a esta iniciativa muy pronto con un panel solar de 14,2 megawats cerca del caudaloso río Lempa.
Productiva inversión
El desarrollo de la energía limpia en Centroamérica fue posible con una inversión de unos 5.000 millones de dólares que bancos internacionales facilitaron entre 2006 y 2012, principalmente a Nicaragua, Panamá y Costa Rica.
‘Las preocupaciones de seguridad energética y medioambientales’ obligaron a los centroamericanos a producir más energía limpia, señala el Climascopio.
Salvador Rivas agrega que el aumento del precio del crudo en la última década forzó a Centroamérica a implementar proyectos renovables, sobre todo a partir de 2008.
Costa Rica, pionera en este campo, posee la mayor cobertura de energía renovable con un 93% y la ambiciosa meta de neutralizar las emisiones de carbono para 2020; le siguen El Salvador y Nicaragua (ambos 58%), Guatemala y Panamá (57%) y luego Honduras (38,5%), según el Climascopio.
El aumento de la demanda de electricidad en la región, donde ocho de los cerca de 44 millones de habitantes carecen del servicio, y el marco favorable para la generación limpia atrajeron la llegada de capitales, ante todo a Nicaragua, el mercado más atractivo del istmo, agregó.
Nicaragua, segundo país más pobre de América después de Haití, cuenta con una reserva geotérmica de 1.500 megawats, de los cuales sólo explota el 10%, según el Ministerio de Energía y Minas.
Eso se debe a que ‘la explotación de esta energía es carísima, sólo empresas serias pueden hacer grandes inversiones en este sector’, dijo a AFP el asesor en asuntos ambientales del gobierno, Jaime Incer.
No obstante, Nicaragua trabaja en proyectos para alimentar el 90% de su red con fuentes limpias para 2020.
Panamá también buscar expandirse con la construcción del parque eólico más grande de Centroamérica, mientras El Salvador planea ampliar la central hidroeléctrica 5 de noviembre (norte) con una inversión de 189 millones de dólares.
Honduras tiene en marcha 37 proyectos de energía limpia y construye, desde 2011, un embalse hidroeléctrico en Olancho (sureste) con la empresa china Sinohydro, afirmó a la AFP la directora de la gubernamental Comisión Administradora del Petróleo (CAP), Norma Rauda.
Guatemala contrató nuevas inversiones en los sectores hidroeléctrico, de biomasa, solar y eólico, según Climascopio, que no precisa cifras ni describe proyectos.