Y mientras tanto…
Cada día sin hacer algo implica que los recursos se diluirán en reconstruir lo que en su momento debió atenderse preventivamente.
Aunque fue inesperada la reciente decisión del exministro Félix Alvarado, no era algo improbable ni impensable. Entre las palabras que él ha compartido en varios foros y medios, destaco lo que más ha llamado mi atención: “Una de las razones por las que termino sirviendo en este puesto es porque al señor presidente nadie le aceptaba el cargo”.
La cartera de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda no solamente es la más compleja de gestionar, sino que involucra en sí misma la administración de al menos cinco temas que bien podrían constituir un Ministerio cada uno. Aun así, el mayor sentir y la mayor urgencia siguen estando en la Infraestructura, particularmente la vial, portuaria y aeroportuaria.
Regresamos al punto de partida y en una situación en donde no hay movimiento posible que garantice una victoria contundente, lo más aconsejable sería limpiar nuevamente la mesa, regresar las piezas a su caja y plantear un juego diferente. Aunque esta es una opción política, que no es mi área de experiencia, creo que es lo más prudente por hacer.
Ahora bien, este impasse no implica que se pueden rehuir los costos. Mientras se define la estrategia a seguir, hay una responsabilidad directa e indirecta respecto de lo que implica que el Gobierno de Guatemala no atienda su mandato con pertinencia, eficiencia y transparencia.
Hace un año exactamente se hizo un diagnóstico del estado de la Red Vial en Guatemala, señalando que se encontraba en regular, mal y pésimo estado la mitad de los casi 11,000 kilómetros auditados (de un total de 18,000 kilómetros de red vial). En ese momento, atender con urgencia los 7,710 kilómetros que mostraban algún grado de deterioro implicaba un costo que ascendía a los Q. 8,623 millones, procurando no solo el mantenimiento de algunos tramos, sino ,incluso, la rehabilitación y reconstrucción de casi 1,000 kilómetros.
La inacción tiene un costo y un costo que aumenta muy rápido. El escenario actual plantea que el tamaño del reto seguramente excede la capacidad de los más preparados aspirantes, pero habrá que apelar al buen criterio del presidente y de sus asesores para conseguir a uno o varios candidatos que lo acepten y lo puedan enfrentar con prestancia y tino.
¿Por qué hago esta mención? Porque lo que representaba una intervención urgente hace un año, al día de hoy es impostergable. Dado que en 12 meses prácticamente no se ha dado mantenimiento a la red vial, el nivel de deterioro se ha acrecentado, implicando que los costos se multipliquen exponencialmente. Dadas las curvas esperadas de deterioro, si no se da mantenimiento preventivo a un tramo, en un año se puede pasar de leves hendiduras a daños permanentes de la carpeta asfáltica. Y en cuanto al costo, en 18 meses se multiplica por 7 la cantidad de recursos necesarios para regresar un tramo a su nivel de servicio original.
Si tenemos que ponerle números, en 2023 se calculaba que el 30 % de la Red Vial necesitaba una inversión estimada de Q. 52,000 por kilómetro (mantenimiento preventivo), otro 33 % necesitaba Q. 100,000 por kilómetro (mantenimiento menor), un 25 % necesitaba Q. 1.4 millones por kilómetro (mantenimiento mayor) y el 12 % restante necesitaba ya fuera rehabilitación (Q. 5.8 millones por kilómetro para 920 kilómetros) o reconstrucción (Q. 9.8 millones por kilómetro para 33 kilómetros). Un año después, estos números fácilmente se han duplicado.
La inacción tiene un costo y un costo que aumenta muy rápido. El escenario actual plantea que el tamaño del reto seguramente excede la capacidad de los más preparados aspirantes, pero habrá que apelar al buen criterio del presidente y de sus asesores para conseguir a uno o varios candidatos que lo acepten y lo puedan enfrentar con prestancia y tino. Cada día sin hacer algo implica que los recursos se diluirán en reconstruir lo que en su momento debió atenderse preventivamente.
Quiero cerrar con mi reconocimiento a la hidalguía que han mostrado todos los funcionarios que han entrado y salido al Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, tanto a nivel directivo, como técnico y operativo. Sin embargo, el reto sigue latente y el mayor desafío a enfrentar seguirá siendo que alguien le acepte el cargo al presidente, no solo por capacidad, sino porque hay necesidad de claridad y respaldo en el desempeño de sus funciones.
Y mientras tanto…
Cada día sin hacer algo implica que los recursos se diluirán en reconstruir lo que en su momento debió atenderse preventivamente.
Aunque fue inesperada la reciente decisión del exministro Félix Alvarado, no era algo improbable ni impensable. Entre las palabras que él ha compartido en varios foros y medios, destaco lo que más ha llamado mi atención: “Una de las razones por las que termino sirviendo en este puesto es porque al señor presidente nadie le aceptaba el cargo”.
La cartera de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda no solamente es la más compleja de gestionar, sino que involucra en sí misma la administración de al menos cinco temas que bien podrían constituir un Ministerio cada uno. Aun así, el mayor sentir y la mayor urgencia siguen estando en la Infraestructura, particularmente la vial, portuaria y aeroportuaria.
Regresamos al punto de partida y en una situación en donde no hay movimiento posible que garantice una victoria contundente, lo más aconsejable sería limpiar nuevamente la mesa, regresar las piezas a su caja y plantear un juego diferente. Aunque esta es una opción política, que no es mi área de experiencia, creo que es lo más prudente por hacer.
Ahora bien, este impasse no implica que se pueden rehuir los costos. Mientras se define la estrategia a seguir, hay una responsabilidad directa e indirecta respecto de lo que implica que el Gobierno de Guatemala no atienda su mandato con pertinencia, eficiencia y transparencia.
Hace un año exactamente se hizo un diagnóstico del estado de la Red Vial en Guatemala, señalando que se encontraba en regular, mal y pésimo estado la mitad de los casi 11,000 kilómetros auditados (de un total de 18,000 kilómetros de red vial). En ese momento, atender con urgencia los 7,710 kilómetros que mostraban algún grado de deterioro implicaba un costo que ascendía a los Q. 8,623 millones, procurando no solo el mantenimiento de algunos tramos, sino ,incluso, la rehabilitación y reconstrucción de casi 1,000 kilómetros.
La inacción tiene un costo y un costo que aumenta muy rápido. El escenario actual plantea que el tamaño del reto seguramente excede la capacidad de los más preparados aspirantes, pero habrá que apelar al buen criterio del presidente y de sus asesores para conseguir a uno o varios candidatos que lo acepten y lo puedan enfrentar con prestancia y tino.
¿Por qué hago esta mención? Porque lo que representaba una intervención urgente hace un año, al día de hoy es impostergable. Dado que en 12 meses prácticamente no se ha dado mantenimiento a la red vial, el nivel de deterioro se ha acrecentado, implicando que los costos se multipliquen exponencialmente. Dadas las curvas esperadas de deterioro, si no se da mantenimiento preventivo a un tramo, en un año se puede pasar de leves hendiduras a daños permanentes de la carpeta asfáltica. Y en cuanto al costo, en 18 meses se multiplica por 7 la cantidad de recursos necesarios para regresar un tramo a su nivel de servicio original.
Si tenemos que ponerle números, en 2023 se calculaba que el 30 % de la Red Vial necesitaba una inversión estimada de Q. 52,000 por kilómetro (mantenimiento preventivo), otro 33 % necesitaba Q. 100,000 por kilómetro (mantenimiento menor), un 25 % necesitaba Q. 1.4 millones por kilómetro (mantenimiento mayor) y el 12 % restante necesitaba ya fuera rehabilitación (Q. 5.8 millones por kilómetro para 920 kilómetros) o reconstrucción (Q. 9.8 millones por kilómetro para 33 kilómetros). Un año después, estos números fácilmente se han duplicado.
La inacción tiene un costo y un costo que aumenta muy rápido. El escenario actual plantea que el tamaño del reto seguramente excede la capacidad de los más preparados aspirantes, pero habrá que apelar al buen criterio del presidente y de sus asesores para conseguir a uno o varios candidatos que lo acepten y lo puedan enfrentar con prestancia y tino. Cada día sin hacer algo implica que los recursos se diluirán en reconstruir lo que en su momento debió atenderse preventivamente.
Quiero cerrar con mi reconocimiento a la hidalguía que han mostrado todos los funcionarios que han entrado y salido al Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, tanto a nivel directivo, como técnico y operativo. Sin embargo, el reto sigue latente y el mayor desafío a enfrentar seguirá siendo que alguien le acepte el cargo al presidente, no solo por capacidad, sino porque hay necesidad de claridad y respaldo en el desempeño de sus funciones.