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Vox Populi, Vox Dei

Los estadounidenses son personas profundamente optimistas, que odian la negatividad que ha impregnado la historia en su versión “woke”, que exige que se disculpen eternamente por lo que ha sucedido en el pasado.

Foto por Jim Watson / AFP
Rodrigo Fernández Ordóñez |
08 de noviembre, 2024

Esta antigua frase explica por sí sola lo que sucedió en los Estados Unidos el recién pasado martes en que el Partido Republicano, dirigido por Donald Trump, dio una remontada histórica, arrasando con la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes. Por dos años, el presidente Trump contará con una aplanadora republicana que imponga su voluntad en la arena política del gigante del norte. La voz del pueblo, que es la voz de Dios, ha hablado.

Muchas personas con las que he conversado en estos días sufrían de resaca política y se mostraban sorprendidas por los resultados electorales y no terminaban de entender por qué había sido tan contundente el retorno de Trump (que no es, ni de lejos, santo de mi devoción) a la presidencia de los Estados Unidos, luego de perder una reelección previa. Por mi parte, debo confesar que el resultado del martes no me tomó tan de sorpresa porque tuve la oportunidad de conversar ese mismo día por la mañana con mi apreciado colega Rafael Párraga, antes de la cátedra que compartimos los martes en la Universidad. Rafael tuvo la amabilidad de compartirme las conclusiones del magnífico ejercicio que realizó junto con otro colega sobre los posibles escenarios electorales y que había sido materia de un webinar la noche anterior, organizado por República.

Sin embargo, las conversaciones con otros colegas me dejaron pensando en cómo comprender mejor este hecho y, afortunadamente, mi hermano Santiago me compartió horas después un breve texto de Konstantin Kisin, publicado en su cuenta de X, en el que les explica a sus amigos europeos 10 razones para el retorno contundente de Trump y que me permito resumir para ustedes:

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  1. Los estadounidenses son patriotas y quieren que su país ocupe el primer lugar entre las naciones del mundo. Cualquier candidato que ofrezca esto, ya cuenta con considerable ventaja.
     
  2. Los estadounidenses no aceptan el declive de su país, por el contrario, creen que con trabajo duro la prosperidad depende de ellos.
     
  3. Los estadounidenses han resentido el alza incontenible de los precios, por completo divorciados de los conservadores indicadores oficiales de inflación.
     
  4. Los estadounidenses creen en la meritocracia, la riqueza de los millonarios no les molesta o les ofende, porque saben que el país permite a cualquier persona con talento alcanzar esa riqueza.

Lo cierto es que Trump regresó a la presidencia con casa llena y que el discurso maniqueo, la actitud de “me toca” de Kamala dentro del partido y los desvaríos de un presidente Biden en estado senil, entre otras muchas cosas, les cobró la factura a los demócratas; la voz de Dios así lo confirmó el martes por la noche.

  1. Los estadounidenses entienden y abrazan la migración, puesto que es un país que nació precisamente de las grandes migraciones del siglo XVIII y XIX, pero sí rechazan la inmigración ilegal.
     
  2. Los estadounidenses son sensibles ante los asuntos de raza y discriminación, pero se niegan a aceptar esa discriminación para justificar el trato desigual entre sus ciudadanos.
     
  3. Los estadounidenses, en su mayoría, apoyan al Estado de Israel y los ataques de Hamás del 7 de octubre del 2023 les recordaron los salvajes atentados del 11 de septiembre de 2001.
     
  4. Los estadounidenses son personas extremadamente prácticas y en general se preocupan porque las cosas funcionen, no tanto por las palabras bonitas. Les preocupa menos la encendida retórica de Trump que las políticas efectivas que ofrece.
     
  5. Los estadounidenses son personas profundamente optimistas, que odian la negatividad que ha impregnado la historia en su versión “woke”, que exige que se disculpen eternamente por lo que ha sucedido en el pasado.
     
  6. Estados Unidos es un país que ha defendido sus derechos individuales frente a los abusos del Estado, desconfía de las restricciones, regulaciones y controles innecesarios. Y entienden que la libertad viene acompañada de un precio: la responsabilidad.

Uno puede estar de acuerdo o no con las razones expuestas por Kisin y considerarlas un discurso de autocomplaciente nacionalismo. Lo cierto es que Trump regresó a la presidencia con casa llena y que el discurso maniqueo, la actitud de “me toca” de Kamala dentro del partido y los desvaríos de un presidente Biden en estado senil, entre otras muchas cosas, les cobró la factura a los demócratas; la voz de Dios así lo confirmó el martes por la noche.

Vox Populi, Vox Dei

Los estadounidenses son personas profundamente optimistas, que odian la negatividad que ha impregnado la historia en su versión “woke”, que exige que se disculpen eternamente por lo que ha sucedido en el pasado.

Rodrigo Fernández Ordóñez |
08 de noviembre, 2024
Foto por Jim Watson / AFP

Esta antigua frase explica por sí sola lo que sucedió en los Estados Unidos el recién pasado martes en que el Partido Republicano, dirigido por Donald Trump, dio una remontada histórica, arrasando con la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes. Por dos años, el presidente Trump contará con una aplanadora republicana que imponga su voluntad en la arena política del gigante del norte. La voz del pueblo, que es la voz de Dios, ha hablado.

Muchas personas con las que he conversado en estos días sufrían de resaca política y se mostraban sorprendidas por los resultados electorales y no terminaban de entender por qué había sido tan contundente el retorno de Trump (que no es, ni de lejos, santo de mi devoción) a la presidencia de los Estados Unidos, luego de perder una reelección previa. Por mi parte, debo confesar que el resultado del martes no me tomó tan de sorpresa porque tuve la oportunidad de conversar ese mismo día por la mañana con mi apreciado colega Rafael Párraga, antes de la cátedra que compartimos los martes en la Universidad. Rafael tuvo la amabilidad de compartirme las conclusiones del magnífico ejercicio que realizó junto con otro colega sobre los posibles escenarios electorales y que había sido materia de un webinar la noche anterior, organizado por República.

Sin embargo, las conversaciones con otros colegas me dejaron pensando en cómo comprender mejor este hecho y, afortunadamente, mi hermano Santiago me compartió horas después un breve texto de Konstantin Kisin, publicado en su cuenta de X, en el que les explica a sus amigos europeos 10 razones para el retorno contundente de Trump y que me permito resumir para ustedes:

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  1. Los estadounidenses son patriotas y quieren que su país ocupe el primer lugar entre las naciones del mundo. Cualquier candidato que ofrezca esto, ya cuenta con considerable ventaja.
     
  2. Los estadounidenses no aceptan el declive de su país, por el contrario, creen que con trabajo duro la prosperidad depende de ellos.
     
  3. Los estadounidenses han resentido el alza incontenible de los precios, por completo divorciados de los conservadores indicadores oficiales de inflación.
     
  4. Los estadounidenses creen en la meritocracia, la riqueza de los millonarios no les molesta o les ofende, porque saben que el país permite a cualquier persona con talento alcanzar esa riqueza.

Lo cierto es que Trump regresó a la presidencia con casa llena y que el discurso maniqueo, la actitud de “me toca” de Kamala dentro del partido y los desvaríos de un presidente Biden en estado senil, entre otras muchas cosas, les cobró la factura a los demócratas; la voz de Dios así lo confirmó el martes por la noche.

  1. Los estadounidenses entienden y abrazan la migración, puesto que es un país que nació precisamente de las grandes migraciones del siglo XVIII y XIX, pero sí rechazan la inmigración ilegal.
     
  2. Los estadounidenses son sensibles ante los asuntos de raza y discriminación, pero se niegan a aceptar esa discriminación para justificar el trato desigual entre sus ciudadanos.
     
  3. Los estadounidenses, en su mayoría, apoyan al Estado de Israel y los ataques de Hamás del 7 de octubre del 2023 les recordaron los salvajes atentados del 11 de septiembre de 2001.
     
  4. Los estadounidenses son personas extremadamente prácticas y en general se preocupan porque las cosas funcionen, no tanto por las palabras bonitas. Les preocupa menos la encendida retórica de Trump que las políticas efectivas que ofrece.
     
  5. Los estadounidenses son personas profundamente optimistas, que odian la negatividad que ha impregnado la historia en su versión “woke”, que exige que se disculpen eternamente por lo que ha sucedido en el pasado.
     
  6. Estados Unidos es un país que ha defendido sus derechos individuales frente a los abusos del Estado, desconfía de las restricciones, regulaciones y controles innecesarios. Y entienden que la libertad viene acompañada de un precio: la responsabilidad.

Uno puede estar de acuerdo o no con las razones expuestas por Kisin y considerarlas un discurso de autocomplaciente nacionalismo. Lo cierto es que Trump regresó a la presidencia con casa llena y que el discurso maniqueo, la actitud de “me toca” de Kamala dentro del partido y los desvaríos de un presidente Biden en estado senil, entre otras muchas cosas, les cobró la factura a los demócratas; la voz de Dios así lo confirmó el martes por la noche.

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