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Venezuela: Los Intransigentes y los diplomáticos

Ilustración por República
Julio Ligorría Carballido |
03 de octubre, 2024

Hace pocos días, escuchaba a un buen amigo afirmar con cierta vehemencia que, en su opinión, era injusta la calificación de “ingenuos” que se hacia a los formuladores de las estrtategias seguidas por la comunidad internacional, para producir un cambio hacia la democracia en Venezuela, al mismo tiempo que descalificaba a aquellos que hemos sidos escepticos o que simplemente no creemos en que esos esfuerzos darían resultado alguno.

El amigo, de esta historia decía que, en su experiencia, el uso de la palabara “ingenuo” en ese contexto, es un término autoconsolador que los intransigentes usan para inferir su superioridad intelectual y su mayor nivel de inteligencia callejera. No estoy de acuerdo, pero respeto su opinión. Luego él aportaba una descripción sintética sobre el Estado venezolano de hoy día, que me pareció muy precisa

Él decía algo asi:

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La palabra ingenuidad, utilizada por los intransigentes en el contexto de criticas a las medidas adoptadas, implica un pensamiento como el que él decribió así y que le atribuye en su totalidad a los intransigentes en su comunicación con lo diplomáticos:

…ustedes, creen que pueden negociar con la peor mafia que jamás haya existido… Venezuela es diferente, porque es un Estado mafioso capturado por el narcotráfico, con las mayores reservas conocidas de petróleo… ¡nunca antes ha habido nada como esto en la historia de la humanidad!”

No sabría decir si este párrafo anterior encaja exactamente en lo que un escéptico o intransigente querría expresar, pero sí me queda claro que eso que mi amigo escribió deja plenamente establecida la categoría que aplica al regimen de Nicolas Maduro y, por lo tanto, sin quererlo, da espacio para afirmar que las rutas electorales, como la de la negociación, han sido y siempre serán rutas equivocadas frente a un régimen que no juega con las mismas reglas y que no tiene antecedentes de semejante poderío en la historia de los últimos doscientos años. Si la comunista Cuba, subsidiada, ha sobrevivido mas de sesenta años, ¿cuánto le damos a esta poderosa estructura venezolana?

Antes de continuar, quiero hacer la salvedad que personalmente valoro en máxima expresión el arte de la diplomacia, es gracias a esa disciplina, cada dia mas precisa y profesional, que la humanidad ha logrado mantener una relativa paz global que nos permite a todos una, también relativa, sana convivencia y en el hemisferio occidental vivir en una imperfecta democracia que garantiza nuestras libertades. Desde siempre he sido un admirador y lector infatigable de las obras del Dr. Henry Kissinger y tengo clarisimo que la finalidad de la diplomacia es trascender los ritmos ordinarios del conflicto con visiones extraordinarias de armonía.

En amplios sectores de la comunidad internacional, hoy pareciera haber consenso en que el factor militar, como fuerza multinacional, sea como disuasivo o como interventor, jamás será utilizado para enfrentar a la mafia gobernante de Miraflores.

Así las cosas y cuando un “Just Cause 2.0” está fuera de la mesa, no hay negociación de cambio o propuesta democrática que tenga espacio en el presente venezolano. Es así de realista, una “Causa Justa”, como fue nombrada la invasión a Panamá de diciembre de 1989, para extirpar la dictadura de Noriega y provocar un cliclo democratico que ya cumple 34 años, no está, ni estará -al menos de manera oficial- en el planteamiento de ningun Estado. Con lo cual volvemos al elemento clave en todo este drama, la solución venezolana se encuentra en Venezuela.

Si la comunidad internacional va a continuar haciendo presencia en su apoyo al proyecto democrático, es entonces cuando aquí la posición de los llamados intransigentes cobra razón de ser y en donde, lejos de ser vista con desconfianza o rechazo, debe ser tomada en consideración y escuchar las soluciones que abogan por políticas de maxima presión y de soporte a las fuerzas de oposición, con herramientas que vayan más allá de las pomposas declaraciones en los templos de la diplomacia mundial.

Lo primero que debe aplicarse es una política práctica de reconocimiento de lo que yo llamaría “Estados farsantes”. Estos son aquellos países europeos o americanos que, abusando de la mascara democrática, sirvan de santuario y/o complices encubiertos del regimen tiranico. Eso para imponerles sanciones que permitan teminar con su acción de complicidad con la tiranía.

Segundo, desde un acuerdo multinacional, disponer de una formal, decidida, muy eficiente y muy transparente estructura de soporte financiero hacia la oposción interna, para intentar que con ese apoyo su lucha sea menos desigual. Aquí hay que decir algo importante: hoy ya se cuenta con una potente base creada por la ejemplar lucha encabezada por Maria Corina Machado y todos sus aliados en las fuerzas opositoras; con lo cual, esa cooperación sería como sembrar en tierra fertil.

Obvio que hay muchísimas más acciones a emprender. He enunciado solo dos para no ser exhaustivo. Lo cierto es que, tanto intransigentes, como diplomáticos, ideólogos y académicos hemos alzado la voz con un común denominador y es la aspiración genuina de provocar el renacimiento de la democracia en Venezuela. Espero se logre.

Venezuela: Los Intransigentes y los diplomáticos

Julio Ligorría Carballido |
03 de octubre, 2024
Ilustración por República

Hace pocos días, escuchaba a un buen amigo afirmar con cierta vehemencia que, en su opinión, era injusta la calificación de “ingenuos” que se hacia a los formuladores de las estrtategias seguidas por la comunidad internacional, para producir un cambio hacia la democracia en Venezuela, al mismo tiempo que descalificaba a aquellos que hemos sidos escepticos o que simplemente no creemos en que esos esfuerzos darían resultado alguno.

El amigo, de esta historia decía que, en su experiencia, el uso de la palabara “ingenuo” en ese contexto, es un término autoconsolador que los intransigentes usan para inferir su superioridad intelectual y su mayor nivel de inteligencia callejera. No estoy de acuerdo, pero respeto su opinión. Luego él aportaba una descripción sintética sobre el Estado venezolano de hoy día, que me pareció muy precisa

Él decía algo asi:

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La palabra ingenuidad, utilizada por los intransigentes en el contexto de criticas a las medidas adoptadas, implica un pensamiento como el que él decribió así y que le atribuye en su totalidad a los intransigentes en su comunicación con lo diplomáticos:

…ustedes, creen que pueden negociar con la peor mafia que jamás haya existido… Venezuela es diferente, porque es un Estado mafioso capturado por el narcotráfico, con las mayores reservas conocidas de petróleo… ¡nunca antes ha habido nada como esto en la historia de la humanidad!”

No sabría decir si este párrafo anterior encaja exactamente en lo que un escéptico o intransigente querría expresar, pero sí me queda claro que eso que mi amigo escribió deja plenamente establecida la categoría que aplica al regimen de Nicolas Maduro y, por lo tanto, sin quererlo, da espacio para afirmar que las rutas electorales, como la de la negociación, han sido y siempre serán rutas equivocadas frente a un régimen que no juega con las mismas reglas y que no tiene antecedentes de semejante poderío en la historia de los últimos doscientos años. Si la comunista Cuba, subsidiada, ha sobrevivido mas de sesenta años, ¿cuánto le damos a esta poderosa estructura venezolana?

Antes de continuar, quiero hacer la salvedad que personalmente valoro en máxima expresión el arte de la diplomacia, es gracias a esa disciplina, cada dia mas precisa y profesional, que la humanidad ha logrado mantener una relativa paz global que nos permite a todos una, también relativa, sana convivencia y en el hemisferio occidental vivir en una imperfecta democracia que garantiza nuestras libertades. Desde siempre he sido un admirador y lector infatigable de las obras del Dr. Henry Kissinger y tengo clarisimo que la finalidad de la diplomacia es trascender los ritmos ordinarios del conflicto con visiones extraordinarias de armonía.

En amplios sectores de la comunidad internacional, hoy pareciera haber consenso en que el factor militar, como fuerza multinacional, sea como disuasivo o como interventor, jamás será utilizado para enfrentar a la mafia gobernante de Miraflores.

Así las cosas y cuando un “Just Cause 2.0” está fuera de la mesa, no hay negociación de cambio o propuesta democrática que tenga espacio en el presente venezolano. Es así de realista, una “Causa Justa”, como fue nombrada la invasión a Panamá de diciembre de 1989, para extirpar la dictadura de Noriega y provocar un cliclo democratico que ya cumple 34 años, no está, ni estará -al menos de manera oficial- en el planteamiento de ningun Estado. Con lo cual volvemos al elemento clave en todo este drama, la solución venezolana se encuentra en Venezuela.

Si la comunidad internacional va a continuar haciendo presencia en su apoyo al proyecto democrático, es entonces cuando aquí la posición de los llamados intransigentes cobra razón de ser y en donde, lejos de ser vista con desconfianza o rechazo, debe ser tomada en consideración y escuchar las soluciones que abogan por políticas de maxima presión y de soporte a las fuerzas de oposición, con herramientas que vayan más allá de las pomposas declaraciones en los templos de la diplomacia mundial.

Lo primero que debe aplicarse es una política práctica de reconocimiento de lo que yo llamaría “Estados farsantes”. Estos son aquellos países europeos o americanos que, abusando de la mascara democrática, sirvan de santuario y/o complices encubiertos del regimen tiranico. Eso para imponerles sanciones que permitan teminar con su acción de complicidad con la tiranía.

Segundo, desde un acuerdo multinacional, disponer de una formal, decidida, muy eficiente y muy transparente estructura de soporte financiero hacia la oposción interna, para intentar que con ese apoyo su lucha sea menos desigual. Aquí hay que decir algo importante: hoy ya se cuenta con una potente base creada por la ejemplar lucha encabezada por Maria Corina Machado y todos sus aliados en las fuerzas opositoras; con lo cual, esa cooperación sería como sembrar en tierra fertil.

Obvio que hay muchísimas más acciones a emprender. He enunciado solo dos para no ser exhaustivo. Lo cierto es que, tanto intransigentes, como diplomáticos, ideólogos y académicos hemos alzado la voz con un común denominador y es la aspiración genuina de provocar el renacimiento de la democracia en Venezuela. Espero se logre.

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