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Una lección de Política Exterior

Foto por Mark Schiefelbein / AFP
Rodrigo Fernández Ordóñez |
07 de febrero, 2025

Dentro de los aún entusiastas e incondicionales del partido oficial que escuché en los últimos días, algunos guardaban una vana (y absurda) convicción de que el presidente de la República, Bernardo Arévalo, iba a poner en su lugar al secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, y que iba a defender a capa y espada los intereses y la soberanía de Guatemala.

Si alguno de ellos escuchó la conferencia de prensa dada por ambos funcionarios en uno de los patios del Palacio Nacional, el pasado miércoles por la noche, habrá aprendido una lección de política exterior que difícilmente olvidará el resto de su vida, producto de la más cruda “Real Politik”: los países grandes y poderosos hacen lo que quieren y los países pequeños hacemos lo que podemos. Los acuerdos a los que llegaron luego de dos conversaciones resultan una ganancia pírrica para Guatemala, sobre todo si consideramos que las promesas de Rubio resultan, cuando menos, innecesarias si alguien del gabinete del presidente Arévalo supiera cómo ejecutar obra pública.

Entre otros puntos acordados como mantener el reconocimiento de Taiwán o dar apoyo en materia de seguridad, Rubio destacó que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos vendría a ayudar en los trabajos necesarios y urgentes para construir o acondicionar dos puertos y reparar y desarrollar carreteras en el país. El mensaje es triste para quien quiera escucharlo en su cruda verdad, pues desnuda que las autoridades guatemaltecas, aun administrando el más alto presupuesto aprobado en la historia de la República (recordemos que asciende a GTQ 148 000M), son incapaces de hacer este desarrollo de infraestructura por su cuenta.

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No sé a estas alturas qué esperaba el gobierno de la visita de Rubio, pero se ve que él venía con una agenda clara y con la tranquilidad del peso de su país y de su agresivo presidente, para sacarle el mayor provecho a su corto paso por el país.

Necesitan que una nueva “Mamita Yunai”, originaria del mismo país donde nació la UFCo., venga a enseñarles cómo desarrollar su propia infraestructura. Resulta difícil explicarse cómo el gabinete se mantiene sin cambios, pese a no dar resultados reales a 14 meses de asumida la presidencia.

Antes de salir de Guatemala, Rubio dejó mensajes clave para todos aquellos trasnochados que sueñan con revoluciones o con golpes de Estado. El secretario de Estado se tomó el tiempo de explicar algunas verdades de Perogrullo, creyendo necesario aleccionar a un país en materia de economía política: «No se puede tener prosperidad económica si el país es inseguro. Por eso hoy enfatizamos la necesidad de normas democráticas…» y luego “explicó” que ningún empresario estará interesado en invertir en el país si corre el riesgo de ser expropiado o intervenido. También insistió, como otros de sus predecesores, en que los golpes de Estado son cosa del pasado y que la democracia guatemalteca hay que protegerla y desarrollarla para que por fin genere estabilidad y bienestar para sus ciudadanos.

No sé a estas alturas qué esperaba el gobierno de la visita de Rubio, pero se ve que él venía con una agenda clara y con la tranquilidad del peso de su país y de su agresivo presidente, para sacarle el mayor provecho a su corto paso por el país. En general, fue un choque de realidad para todos aquellos que soñaban aún con que iba a haber un choque frontal con el funcionario estadounidense. Seguramente, no estaban enterados de que el presidente Petro de Colombia lo intentó y lo arrollaron irremisiblemente.

Una lección de Política Exterior

Rodrigo Fernández Ordóñez |
07 de febrero, 2025
Foto por Mark Schiefelbein / AFP

Dentro de los aún entusiastas e incondicionales del partido oficial que escuché en los últimos días, algunos guardaban una vana (y absurda) convicción de que el presidente de la República, Bernardo Arévalo, iba a poner en su lugar al secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, y que iba a defender a capa y espada los intereses y la soberanía de Guatemala.

Si alguno de ellos escuchó la conferencia de prensa dada por ambos funcionarios en uno de los patios del Palacio Nacional, el pasado miércoles por la noche, habrá aprendido una lección de política exterior que difícilmente olvidará el resto de su vida, producto de la más cruda “Real Politik”: los países grandes y poderosos hacen lo que quieren y los países pequeños hacemos lo que podemos. Los acuerdos a los que llegaron luego de dos conversaciones resultan una ganancia pírrica para Guatemala, sobre todo si consideramos que las promesas de Rubio resultan, cuando menos, innecesarias si alguien del gabinete del presidente Arévalo supiera cómo ejecutar obra pública.

Entre otros puntos acordados como mantener el reconocimiento de Taiwán o dar apoyo en materia de seguridad, Rubio destacó que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos vendría a ayudar en los trabajos necesarios y urgentes para construir o acondicionar dos puertos y reparar y desarrollar carreteras en el país. El mensaje es triste para quien quiera escucharlo en su cruda verdad, pues desnuda que las autoridades guatemaltecas, aun administrando el más alto presupuesto aprobado en la historia de la República (recordemos que asciende a GTQ 148 000M), son incapaces de hacer este desarrollo de infraestructura por su cuenta.

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No sé a estas alturas qué esperaba el gobierno de la visita de Rubio, pero se ve que él venía con una agenda clara y con la tranquilidad del peso de su país y de su agresivo presidente, para sacarle el mayor provecho a su corto paso por el país.

Necesitan que una nueva “Mamita Yunai”, originaria del mismo país donde nació la UFCo., venga a enseñarles cómo desarrollar su propia infraestructura. Resulta difícil explicarse cómo el gabinete se mantiene sin cambios, pese a no dar resultados reales a 14 meses de asumida la presidencia.

Antes de salir de Guatemala, Rubio dejó mensajes clave para todos aquellos trasnochados que sueñan con revoluciones o con golpes de Estado. El secretario de Estado se tomó el tiempo de explicar algunas verdades de Perogrullo, creyendo necesario aleccionar a un país en materia de economía política: «No se puede tener prosperidad económica si el país es inseguro. Por eso hoy enfatizamos la necesidad de normas democráticas…» y luego “explicó” que ningún empresario estará interesado en invertir en el país si corre el riesgo de ser expropiado o intervenido. También insistió, como otros de sus predecesores, en que los golpes de Estado son cosa del pasado y que la democracia guatemalteca hay que protegerla y desarrollarla para que por fin genere estabilidad y bienestar para sus ciudadanos.

No sé a estas alturas qué esperaba el gobierno de la visita de Rubio, pero se ve que él venía con una agenda clara y con la tranquilidad del peso de su país y de su agresivo presidente, para sacarle el mayor provecho a su corto paso por el país. En general, fue un choque de realidad para todos aquellos que soñaban aún con que iba a haber un choque frontal con el funcionario estadounidense. Seguramente, no estaban enterados de que el presidente Petro de Colombia lo intentó y lo arrollaron irremisiblemente.

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