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Tony Stark, ¿el hombre Feliz aristotélico?

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Warren Orbaugh |
17 de junio, 2024

En mi entrega anterior establecí que Tony Stark, el genial ingeniero y hombre de negocios que es Iron Man, por ser un as razonador, es el hombre excelente o el hombre experto en ser hombre según la visión aristotélica.

La vida es una forma de actividad, nos dice el estagirita, y cada individuo dirige su actividad a esos objetos y, por medio de aquellas facultades, que más le gustan. Por ejemplo, el músico se ocupa de los sonidos de la música mediante el uso de su oído y el estudiante de los objetos de estudio mediante el uso de su intelecto y así cada uno con aquello que le procura más regocijo. Los placeres perfeccionan las actividades y así perfeccionan la vida, a la que todos se sienten atraídos, porque todo el mundo tiene ganas de vivir. Es bastante razonable, entonces, que también estén ansiosos de tener placer, porque perfecciona la vida para cada individuo y la vida es algo que hay que elegir. El placer es, pues, esencial a la vida. Así como el placer no se produce sin actividad, así toda actividad se perfecciona por su placer.

Puesto que las actividades difieren en bondad y maldad, y algunas deben elegirse, otras deben evitarse y otras son neutras; sus placeres pueden clasificarse de manera similar, porque cada actividad tiene un placer propio. Así, el placer propio de una actividad seria y buena es virtuoso y el que es propio de una mala es vicioso, porque los deseos también son loables si sus objetos son nobles, pero censurables si son viles. Los verdaderos placeres serán aquellos que al hombre bueno o excelente le parezcan placeres y aquellas cosas que disfrute de ellas serán realmente placenteras. Por lo tanto, ya sea que el hombre perfecto y supremamente feliz tenga una actividad o más de una son los placeres que lo perfeccionan los que pueden describirse propiamente como humanos.

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Las actividades se eligen como medios para un fin o como fin en sí mismas. Las actividades que deben elegirse por sí mismas son aquellas de las que no se requiere nada más allá del ejercicio de la actividad y se piensa que tal descripción se ajusta a las acciones que se conforman a la bondad, porque hacer buenas y finas acciones es una de las cosas que deben ser escogidas por sí mismas. Y la felicidad es una actividad que se elige por sí misma.

La felicidad es una actividad que consiste en actuar conforme a la virtud; y la virtud del humano es la excelencia característica en su actividad propia como humano completamente desarrollado y no truncado, disminuido o pervertido, del humano en su plenitud, que funciona bien. Y si la felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud, es razonable suponer que lo es de acuerdo con la virtud más elevada y esta será la virtud de la mejor parte de nosotros: la racionalidad.

La felicidad consiste, pues, en una actividad conforme a la virtud intelectual de la racionalidad, entregado a las más finas meditaciones e invenciones. Ha de durar toda la vida y ha de ir acompañada de circunstancias externas mínimamente favorables. Tony cuida de su salud haciendo deporte a diario, como pudimos ver por su gimnasio en Iron Man 2, y tiene provisiones, gracias a su productividad, para embarcarse en proyectos de larga duración. En Iron Man 3 vimos como teniendo solucionados sus problemas materiales inmediatos, Stark dedica su tiempo disponible a la ciencia teórica y a la invención de decenas de armaduras controladas por Jarvis y conocidas como la Legión de Hierro. No las hace para venderlas ni para usarlas contra un enemigo concreto. Las hace por el placer de resolver problemas y ver posibles aplicaciones.

¿Es, entonces, Tony Stark el hombre perfecto y supremamente feliz de Aristóteles?

Tony Stark, ¿el hombre Feliz aristotélico?

Warren Orbaugh |
17 de junio, 2024
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En mi entrega anterior establecí que Tony Stark, el genial ingeniero y hombre de negocios que es Iron Man, por ser un as razonador, es el hombre excelente o el hombre experto en ser hombre según la visión aristotélica.

La vida es una forma de actividad, nos dice el estagirita, y cada individuo dirige su actividad a esos objetos y, por medio de aquellas facultades, que más le gustan. Por ejemplo, el músico se ocupa de los sonidos de la música mediante el uso de su oído y el estudiante de los objetos de estudio mediante el uso de su intelecto y así cada uno con aquello que le procura más regocijo. Los placeres perfeccionan las actividades y así perfeccionan la vida, a la que todos se sienten atraídos, porque todo el mundo tiene ganas de vivir. Es bastante razonable, entonces, que también estén ansiosos de tener placer, porque perfecciona la vida para cada individuo y la vida es algo que hay que elegir. El placer es, pues, esencial a la vida. Así como el placer no se produce sin actividad, así toda actividad se perfecciona por su placer.

Puesto que las actividades difieren en bondad y maldad, y algunas deben elegirse, otras deben evitarse y otras son neutras; sus placeres pueden clasificarse de manera similar, porque cada actividad tiene un placer propio. Así, el placer propio de una actividad seria y buena es virtuoso y el que es propio de una mala es vicioso, porque los deseos también son loables si sus objetos son nobles, pero censurables si son viles. Los verdaderos placeres serán aquellos que al hombre bueno o excelente le parezcan placeres y aquellas cosas que disfrute de ellas serán realmente placenteras. Por lo tanto, ya sea que el hombre perfecto y supremamente feliz tenga una actividad o más de una son los placeres que lo perfeccionan los que pueden describirse propiamente como humanos.

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Las actividades se eligen como medios para un fin o como fin en sí mismas. Las actividades que deben elegirse por sí mismas son aquellas de las que no se requiere nada más allá del ejercicio de la actividad y se piensa que tal descripción se ajusta a las acciones que se conforman a la bondad, porque hacer buenas y finas acciones es una de las cosas que deben ser escogidas por sí mismas. Y la felicidad es una actividad que se elige por sí misma.

La felicidad es una actividad que consiste en actuar conforme a la virtud; y la virtud del humano es la excelencia característica en su actividad propia como humano completamente desarrollado y no truncado, disminuido o pervertido, del humano en su plenitud, que funciona bien. Y si la felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud, es razonable suponer que lo es de acuerdo con la virtud más elevada y esta será la virtud de la mejor parte de nosotros: la racionalidad.

La felicidad consiste, pues, en una actividad conforme a la virtud intelectual de la racionalidad, entregado a las más finas meditaciones e invenciones. Ha de durar toda la vida y ha de ir acompañada de circunstancias externas mínimamente favorables. Tony cuida de su salud haciendo deporte a diario, como pudimos ver por su gimnasio en Iron Man 2, y tiene provisiones, gracias a su productividad, para embarcarse en proyectos de larga duración. En Iron Man 3 vimos como teniendo solucionados sus problemas materiales inmediatos, Stark dedica su tiempo disponible a la ciencia teórica y a la invención de decenas de armaduras controladas por Jarvis y conocidas como la Legión de Hierro. No las hace para venderlas ni para usarlas contra un enemigo concreto. Las hace por el placer de resolver problemas y ver posibles aplicaciones.

¿Es, entonces, Tony Stark el hombre perfecto y supremamente feliz de Aristóteles?

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