Es difícil ser positivo cuando las circunstancias amenazan nuestra vida, propiedad y libertad. Viendo lo que sucede, grande o pequeño, a nuestro alrededor, nos recuerda constantemente que nuestra Guate, o sea, todos nosotros estamos viviendo circunstancias difíciles que atentan contra el crecimiento económico y el desarrollo.
Ya se demostró, nuevamente, que las promesas de campaña de este gobierno, y de todos los anteriores, son solo eso, promesas. Habrá algunas que sí fueron cumplidas en su momento, pero habrán sido escasas y limitadas. Gobierno tras gobierno, el resultado es el mismo: corrupción al tope, la falta de seguridad física y económica y muy poca inversión en infraestructura. Recuerdo la frase de Mariano Díaz, ex viceministro de Comunicaciones: “las carreteras no se comen, pero qué difícil es comer cuando no las hay”.
El gobierno central se ha vuelto una amenaza a nuestra forma de vida. Con una ausencia total de liderazgo y de capacidad, es difícil saber quién realmente está tomando las decisiones. La capacidad es muy limitada y “la rosca” que suele asesorar al presidente de turno, no sabemos realmente qué está haciendo, para bien o para mal.
La lucha contra la corrupción fue una de esas promesas de campaña que “venden”, por lo que convencieron a todos aquellos que aún creen en la figura del momento y de sus promesas. Seguiremos, como siempre, esperando a que se cumpla, aunque sea alguna.
La ejecución presupuestaria está “en trapos de cucaracha”, derivado de la ineptitud de quiénes están en los mandos altos y medios de las diferentes dependencias.
Las 48 oscuras golondrinas están vigentes. Bajaron la guardia un tiempo y ahora están de vuelta, acompañadas de los tradicionales cantones, sindicatos, oenegés y cuánta organización vive del desorden, del conflicto y de la extorsión al gobierno de turno. En esta ocasión, resultan ser “allegados” al presidente, por lo que no veremos acciones para detener o esta fuga de dinero, que sale “por chorros”. Pero, ya veremos…
Este es el gobierno actual, con luchas de poder y con la amenaza del incremento de impuestos que, de darse, muy poco o nada irá a inversión. Como buenos “zurdos”, gastar y gastar es el nombre del juego.
Al final del día, ¿qué queremos? Vivir en paz y tener abundancia de empleos, que solo puede darse si hay inversión privada y, para ello, tiene que haber confianza para que se dé. También queremos justicia, la llamada “pronta y cumplida”, pues es imposible vivir en paz sin esto. La seguridad física se esfuma a pasos agigantados, pues la vemos escurrirse en botellas de alcohol.
El desarrollo y la vida en libertad se están esfumando a pasos agigantados. ¿Habrá algo que podamos hacer para detenerlo?
Es difícil ser positivo cuando las circunstancias amenazan nuestra vida, propiedad y libertad. Viendo lo que sucede, grande o pequeño, a nuestro alrededor, nos recuerda constantemente que nuestra Guate, o sea, todos nosotros estamos viviendo circunstancias difíciles que atentan contra el crecimiento económico y el desarrollo.
Ya se demostró, nuevamente, que las promesas de campaña de este gobierno, y de todos los anteriores, son solo eso, promesas. Habrá algunas que sí fueron cumplidas en su momento, pero habrán sido escasas y limitadas. Gobierno tras gobierno, el resultado es el mismo: corrupción al tope, la falta de seguridad física y económica y muy poca inversión en infraestructura. Recuerdo la frase de Mariano Díaz, ex viceministro de Comunicaciones: “las carreteras no se comen, pero qué difícil es comer cuando no las hay”.
El gobierno central se ha vuelto una amenaza a nuestra forma de vida. Con una ausencia total de liderazgo y de capacidad, es difícil saber quién realmente está tomando las decisiones. La capacidad es muy limitada y “la rosca” que suele asesorar al presidente de turno, no sabemos realmente qué está haciendo, para bien o para mal.
La lucha contra la corrupción fue una de esas promesas de campaña que “venden”, por lo que convencieron a todos aquellos que aún creen en la figura del momento y de sus promesas. Seguiremos, como siempre, esperando a que se cumpla, aunque sea alguna.
La ejecución presupuestaria está “en trapos de cucaracha”, derivado de la ineptitud de quiénes están en los mandos altos y medios de las diferentes dependencias.
Las 48 oscuras golondrinas están vigentes. Bajaron la guardia un tiempo y ahora están de vuelta, acompañadas de los tradicionales cantones, sindicatos, oenegés y cuánta organización vive del desorden, del conflicto y de la extorsión al gobierno de turno. En esta ocasión, resultan ser “allegados” al presidente, por lo que no veremos acciones para detener o esta fuga de dinero, que sale “por chorros”. Pero, ya veremos…
Este es el gobierno actual, con luchas de poder y con la amenaza del incremento de impuestos que, de darse, muy poco o nada irá a inversión. Como buenos “zurdos”, gastar y gastar es el nombre del juego.
Al final del día, ¿qué queremos? Vivir en paz y tener abundancia de empleos, que solo puede darse si hay inversión privada y, para ello, tiene que haber confianza para que se dé. También queremos justicia, la llamada “pronta y cumplida”, pues es imposible vivir en paz sin esto. La seguridad física se esfuma a pasos agigantados, pues la vemos escurrirse en botellas de alcohol.
El desarrollo y la vida en libertad se están esfumando a pasos agigantados. ¿Habrá algo que podamos hacer para detenerlo?