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Summum Bonum o la virtud del individuo

Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y persevera en ello

Ilustración por Gabo®
Dr. Ramiro Bolaños |
17 de junio, 2024

Primero que todo, le doy la bienvenida a Usted, querido lector, a esta columna de opinión semanal. Agradezco a República por ofrecerme este espacio para compartir con lectores ávidos de diálogo sobre las virtudes del ser humano, la filosofía del individuo, y las relaciones entre virtudes, ideas y formas de pensamiento. Estas reflexiones, a menudo basadas en las raíces de nuestra historia como personas y como pueblo, se traducen en los pensamientos, los sentimientos y las acciones que nos rodean.

Día tras día, estas influencias nos nutren o nos consumen, y en la mayoría de los casos, dependerá en gran medida de la actitud que tomemos. Mi esperanza es que esta reflexión nos ayude a encontrar horizontes prometedores, para iluminarnos sobre un posible futuro y nos motive a meditar sobre nuestro lugar en el mundo y lo que podemos hacer para mejorar nuestra propia vida y nuestro país.

Para el nombre de esta columna he seleccionado «Summum Bonum o la virtud del individuo», haciendo propio el concepto del gran pensador latino Marco Aurelio. Junto a Juliano el Apóstata, fueron los únicos emperadores filósofos a lo largo de la historia romana. Marco Aurelio fue el último de los «Cinco buenos emperadores», llamados así porque rigieron el Imperio de manera justa y eficiente en una época de relativa estabilidad y prosperidad, conocida como el período de oro del Imperio romano.

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Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y persevera en ello

Para quienes vieron la película «Gladiador», Marco Aurelio es el padre de Cómodo, el emperador que se enfrenta en la arena con el gladiador Máximo, antiguo general de las legiones romanas en Germania. Su pensamiento y filosofía están condensados en su libro Meditaciones (180 d.C.), donde expone su filosofía estoica, esencialmente basada en la virtud como bien supremo, la aceptación del destino, el dominio de las pasiones, la visión de la humanidad como una gran familia universal, el deber cívico hacia la sociedad, la meditación y el autoconocimiento.

Este concepto de la virtud como bien supremo se conceptualiza en la expresión latina Summum Bonum.  Summum, el más alto grado de algo y Bonum, es decir, el bien; en suma, lo que es honesto, útil, agradable, perfecto en su género y conforme a la naturaleza. Este concepto, Marco Aurelio lo traduce en la virtud del individuo, es decir, nuestro compromiso por elegir hacer el bien:

«Si en el transcurso de la vida humana encuentras un bien superior a la justicia, a la verdad, a la moderación, a la valentía y, en suma, a tu inteligencia que se basta a sí misma, en aquellas cosas en las que te facilita actuar de acuerdo con la recta razón, y de acuerdo con el destino en las cosas repartidas sin elección previa; si percibes, digo, un bien de más valía que ése, vuélvete hacia él con toda el alma y disfruta del bien supremo que descubras». (Meditaciones: Libro III, párrafo 6). Y desearía concluir la columna de esta semana con sus propias palabras: «Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y persevera en ello». Es decir, la virtud que podemos elegir todos desde nuestra individualidad, para transformarnos como personas y como sociedad en los líderes del bien actuar y del bien vivir.

Summum Bonum o la virtud del individuo

Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y persevera en ello

Dr. Ramiro Bolaños |
17 de junio, 2024
Ilustración por Gabo®

Primero que todo, le doy la bienvenida a Usted, querido lector, a esta columna de opinión semanal. Agradezco a República por ofrecerme este espacio para compartir con lectores ávidos de diálogo sobre las virtudes del ser humano, la filosofía del individuo, y las relaciones entre virtudes, ideas y formas de pensamiento. Estas reflexiones, a menudo basadas en las raíces de nuestra historia como personas y como pueblo, se traducen en los pensamientos, los sentimientos y las acciones que nos rodean.

Día tras día, estas influencias nos nutren o nos consumen, y en la mayoría de los casos, dependerá en gran medida de la actitud que tomemos. Mi esperanza es que esta reflexión nos ayude a encontrar horizontes prometedores, para iluminarnos sobre un posible futuro y nos motive a meditar sobre nuestro lugar en el mundo y lo que podemos hacer para mejorar nuestra propia vida y nuestro país.

Para el nombre de esta columna he seleccionado «Summum Bonum o la virtud del individuo», haciendo propio el concepto del gran pensador latino Marco Aurelio. Junto a Juliano el Apóstata, fueron los únicos emperadores filósofos a lo largo de la historia romana. Marco Aurelio fue el último de los «Cinco buenos emperadores», llamados así porque rigieron el Imperio de manera justa y eficiente en una época de relativa estabilidad y prosperidad, conocida como el período de oro del Imperio romano.

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Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y persevera en ello

Para quienes vieron la película «Gladiador», Marco Aurelio es el padre de Cómodo, el emperador que se enfrenta en la arena con el gladiador Máximo, antiguo general de las legiones romanas en Germania. Su pensamiento y filosofía están condensados en su libro Meditaciones (180 d.C.), donde expone su filosofía estoica, esencialmente basada en la virtud como bien supremo, la aceptación del destino, el dominio de las pasiones, la visión de la humanidad como una gran familia universal, el deber cívico hacia la sociedad, la meditación y el autoconocimiento.

Este concepto de la virtud como bien supremo se conceptualiza en la expresión latina Summum Bonum.  Summum, el más alto grado de algo y Bonum, es decir, el bien; en suma, lo que es honesto, útil, agradable, perfecto en su género y conforme a la naturaleza. Este concepto, Marco Aurelio lo traduce en la virtud del individuo, es decir, nuestro compromiso por elegir hacer el bien:

«Si en el transcurso de la vida humana encuentras un bien superior a la justicia, a la verdad, a la moderación, a la valentía y, en suma, a tu inteligencia que se basta a sí misma, en aquellas cosas en las que te facilita actuar de acuerdo con la recta razón, y de acuerdo con el destino en las cosas repartidas sin elección previa; si percibes, digo, un bien de más valía que ése, vuélvete hacia él con toda el alma y disfruta del bien supremo que descubras». (Meditaciones: Libro III, párrafo 6). Y desearía concluir la columna de esta semana con sus propias palabras: «Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y persevera en ello». Es decir, la virtud que podemos elegir todos desde nuestra individualidad, para transformarnos como personas y como sociedad en los líderes del bien actuar y del bien vivir.

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