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Sin consecuencias aparentes

Nada perdemos al detenernos para evaluar qué hacer y, así, evitar atraer monstruos a nuestra propia vida.

.
Alejandra Osorio |
21 de noviembre, 2024

¿Qué valor tiene una pequeña acción en comparación a otras que parecen definir nuestro futuro? Probablemente tiene mucho. Después de todo, la vida es una serie de pequeñas acciones que van modificando nuestro camino. No obstante, como son tantas, nos olvidamos de analizar qué estamos haciendo. Así, simplemente, le estamos abriendo las puertas a consecuencias que se acumulan como depredadores al oler la sangre. Algo sencillo, como cantar y beber, puede transformar nuestro día a día, o eso es lo que les pasó a los daneses.

Camino de errores

Grendel debió ahogarse al nacer. A diferencia de su madre, él no podía respirar bajo el agua ni mover su cuerpo como una serpiente. Sin embargo, este pequeño traspié no evitó que la criatura creciera más de siete metros y que sus brazos como troncos destrozaran cualquier cosa que se le atravesara. Al crecer, Grendel se transformó en un ser monstruoso, pero, aún así, había paz. Aunque esto cambió con una acción sencilla: cantar. 

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El monstruo vivía en el pantano, y hasta ese lugar llegaron los gritos de celebración de los hombres del rey Hrothgar. Así pues, de noche, cuando los guerreros dormían un sueño etílico, Grendel entró a la sala del castillo y devoró uno por uno a los que allí residían. Nadie tuvo tiempo de gritar. Nadie pudo protestar. Y nadie logró escapar. 

Pero los guerreros siguieron celebrando. Así que Grendel siguió atacando. Durante doce años, el monstruo los devoró. Ahora bien, el problema de falta de previsión no es solo de los daneses, sino también de Grendel. Este debía haber tenido claro que tantas muertes no harían más que atraer a un héroe, a Beowulf. Así pues, este guerrero llegó a la corte del rey y organizó una gran fiesta para alertar a la criatura. 

En el libro sobre la muerte del rey Arturo, hay una sentencia para todos: la desgracia que encuentras es de tu propia creación. Puesto que no solemos prever lo que nuestros actos causan. Por ello, al carecer de una forma de ver el futuro, quizá solo podríamos guiarnos por nuestra razón, pero también por la moral. C. S. Lewis escribió que «tanto el bien como el mal aumentan a interés compuesto. Esa es la razón de que las pequeñas decisiones que ustedes y yo hacemos cada día sean de tan infinita importancia».

Desde que la primera gota de sangre fue derramada, estaba escrito el futuro de los monstruos que habitan este mundo. Grendel no hizo más que seguir su instinto y fue hasta el castillo cuando creyó que todos estaban dormidos. Cuando se acercó a devorar al primer guerrero, se sorprendió al hallarlo despierto. Beowulf no era tonto; sabía que debía tomar por sorpresa al monstruo. Así que aprovechó este segundo para sostener su brazo. Y era tanta la fuera del héroe que logró arrancarlo. 

Grendel, horrorizado de encontrar a un depredador en lugar de a una presa, huyó. Los daneses estallaron en risas de alivio, y la música llenó el lugar. Pero las historias no son tan sencillas. Esa noche los hombres y Beowulf celebrarían; al día siguiente, muchos de ellos morirían. Sí, solucionaron el problema de Grendel. No obstante, la consecuencia fue aún peor que el monstruo, pues su madre, más cruel que su hijo, buscaría venganza.

Camino de aciertos

En la rapidez del día a día o de la batalla, como en el caso de Beowulf, la toma de decisiones es una cuestión de segundos. Sin embargo, esto puede traer consecuencias fatales. En el libro sobre la muerte del rey Arturo, hay una sentencia para todos: la desgracia que encuentras es de tu propia creación. Puesto que no solemos prever lo que nuestros actos causan. Por ello, al carecer de una forma de ver el futuro, quizá solo podríamos guiarnos por nuestra razón, pero también por la moral. C. S. Lewis escribió que «tanto el bien como el mal aumentan a interés compuesto. Esa es la razón de que las pequeñas decisiones que ustedes y yo hacemos cada día sean de tan infinita importancia». Entonces, si esto es cierto, nada perdemos al detenernos para evaluar qué hacer y, así, evitar atraer monstruos a nuestra propia vida.

Sin consecuencias aparentes

Nada perdemos al detenernos para evaluar qué hacer y, así, evitar atraer monstruos a nuestra propia vida.

Alejandra Osorio |
21 de noviembre, 2024
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¿Qué valor tiene una pequeña acción en comparación a otras que parecen definir nuestro futuro? Probablemente tiene mucho. Después de todo, la vida es una serie de pequeñas acciones que van modificando nuestro camino. No obstante, como son tantas, nos olvidamos de analizar qué estamos haciendo. Así, simplemente, le estamos abriendo las puertas a consecuencias que se acumulan como depredadores al oler la sangre. Algo sencillo, como cantar y beber, puede transformar nuestro día a día, o eso es lo que les pasó a los daneses.

Camino de errores

Grendel debió ahogarse al nacer. A diferencia de su madre, él no podía respirar bajo el agua ni mover su cuerpo como una serpiente. Sin embargo, este pequeño traspié no evitó que la criatura creciera más de siete metros y que sus brazos como troncos destrozaran cualquier cosa que se le atravesara. Al crecer, Grendel se transformó en un ser monstruoso, pero, aún así, había paz. Aunque esto cambió con una acción sencilla: cantar. 

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El monstruo vivía en el pantano, y hasta ese lugar llegaron los gritos de celebración de los hombres del rey Hrothgar. Así pues, de noche, cuando los guerreros dormían un sueño etílico, Grendel entró a la sala del castillo y devoró uno por uno a los que allí residían. Nadie tuvo tiempo de gritar. Nadie pudo protestar. Y nadie logró escapar. 

Pero los guerreros siguieron celebrando. Así que Grendel siguió atacando. Durante doce años, el monstruo los devoró. Ahora bien, el problema de falta de previsión no es solo de los daneses, sino también de Grendel. Este debía haber tenido claro que tantas muertes no harían más que atraer a un héroe, a Beowulf. Así pues, este guerrero llegó a la corte del rey y organizó una gran fiesta para alertar a la criatura. 

En el libro sobre la muerte del rey Arturo, hay una sentencia para todos: la desgracia que encuentras es de tu propia creación. Puesto que no solemos prever lo que nuestros actos causan. Por ello, al carecer de una forma de ver el futuro, quizá solo podríamos guiarnos por nuestra razón, pero también por la moral. C. S. Lewis escribió que «tanto el bien como el mal aumentan a interés compuesto. Esa es la razón de que las pequeñas decisiones que ustedes y yo hacemos cada día sean de tan infinita importancia».

Desde que la primera gota de sangre fue derramada, estaba escrito el futuro de los monstruos que habitan este mundo. Grendel no hizo más que seguir su instinto y fue hasta el castillo cuando creyó que todos estaban dormidos. Cuando se acercó a devorar al primer guerrero, se sorprendió al hallarlo despierto. Beowulf no era tonto; sabía que debía tomar por sorpresa al monstruo. Así que aprovechó este segundo para sostener su brazo. Y era tanta la fuera del héroe que logró arrancarlo. 

Grendel, horrorizado de encontrar a un depredador en lugar de a una presa, huyó. Los daneses estallaron en risas de alivio, y la música llenó el lugar. Pero las historias no son tan sencillas. Esa noche los hombres y Beowulf celebrarían; al día siguiente, muchos de ellos morirían. Sí, solucionaron el problema de Grendel. No obstante, la consecuencia fue aún peor que el monstruo, pues su madre, más cruel que su hijo, buscaría venganza.

Camino de aciertos

En la rapidez del día a día o de la batalla, como en el caso de Beowulf, la toma de decisiones es una cuestión de segundos. Sin embargo, esto puede traer consecuencias fatales. En el libro sobre la muerte del rey Arturo, hay una sentencia para todos: la desgracia que encuentras es de tu propia creación. Puesto que no solemos prever lo que nuestros actos causan. Por ello, al carecer de una forma de ver el futuro, quizá solo podríamos guiarnos por nuestra razón, pero también por la moral. C. S. Lewis escribió que «tanto el bien como el mal aumentan a interés compuesto. Esa es la razón de que las pequeñas decisiones que ustedes y yo hacemos cada día sean de tan infinita importancia». Entonces, si esto es cierto, nada perdemos al detenernos para evaluar qué hacer y, así, evitar atraer monstruos a nuestra propia vida.

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