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Si no es ahora, será mañana

Probablemente, es la primera vez en la historia que el dinero no es el problema, sino la agilidad y la escala de la ejecución.

Ilustración por Gabo®
Jorge Benavides |
16 de julio, 2024

Una infructuosa negociación política vuelve a ser ocasión de división en varias esferas, entre un Gobierno que justifica la necesidad de un proceso ágil de contratación y de un grupo de opositores que ven innecesario el Estado de Calamidad para cumplir con los objetivos que quieren alcanzar. El resultado: destituciones, denuncias, interpelaciones, conferencias de prensa, publicaciones en redes sociales, y declaraciones en medios de comunicación. Alegatos y acusaciones a diestra y siniestra, pero la infraestructura sigue sin ser atendida.

Llega el segundo semestre de 2024 y sigue pendiente la aprobación de la readecuación del presupuesto o ampliación del presupuesto, dependiendo de quién sea el interlocutor. Y a esta propuesta del Ministerio de Finanzas se suma el proceso anual de aprobación del nuevo Presupuesto de Ingresos y Gastos para el 2025. ¿Por qué es importante enfocar la atención en ambos procesos? Porque el presupuesto es la herramienta que permite identificar dónde están puestas las prioridades y quiénes serán los responsables de los resultados.

Hago esta digresión porque lo que no se logra hacer en este momento por parte de la administración pública se justifica en gran parte porque no quedó estipulado en el presupuesto vigente; y porque para poder ejecutar en tiempo y lugar, es necesario realizar una planeación con antelación. Dicho de otra forma, lo que no se pudo hacer ahora, seguro será necesario hacerlo mañana, probablemente enfrentando mayor deterioro de la infraestructura del país. Y para que no se repita una negociación política infructuosa en 2025, el Gobierno debiera estar pensando hoy en cómo va a planificar las intervenciones y contrataciones necesarias.

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Es de vital importancia para Guatemala que quedan sentadas las bases para que la improvisación no se vuelva a repetir, que la transparencia sea la norma, que la corrupción se denuncie y que la inoperancia acarree consecuencias… no más Estados de Calamidad para corregir la falta de planificación y la incapacidad de ejecución.

¿Qué queda por hacer? Mi impresión es que hay mucho espacio todavía para ejecutar el presupuesto vigente, el cual asciende a casi Q. 117 mil millones, con un nivel de ejecución de 44.82 % a junio. Y si el foco se traslada al Ministerio de Comunicaciones, con poco menos de Q. 5 mil 800 millones, la ejecución ronda el 29 % a medio año (14% de ejecución en la Unidad Ejecutora del Programa de Conservación Vial – COVIAL –, el cual representa el 24 % del total del presupuesto del Ministerio).

La comunicación del Gobierno se ha centrado en explicar cómo ejecutarían Q. 14 mil 500 millones nuevos y por qué era de vital importancia aprobar el Estado de Calamidad, pero creo que más importante es empezar a contar cómo se están ejecutando los Q. 117 mil millones actuales. Probablemente, es la primera vez en la historia que el dinero no es el problema, sino la agilidad y la escala de la ejecución.

Como reflexión final, creo que trabajar en la planificación es un área en la cual los funcionarios actuales pueden aportar muchísimo. Y si se han identificado temas concretos que pueden modificarse en la normativa vigente, como es la Ley de Contrataciones o la Ley de Servicio Civil, la banca oficial en el Congreso podría lograr mayores acuerdos sobre este tipo de reformas que sobre reformas que son inocuas o que solo procuran beneficios propios. Es de vital importancia para Guatemala que quedan sentadas las bases para que la improvisación no se vuelva a repetir, que la transparencia sea la norma, que la corrupción se denuncie y que la inoperancia acarree consecuencias… no más Estados de Calamidad para corregir la falta de planificación y la incapacidad de ejecución.

Si no es ahora, será mañana

Probablemente, es la primera vez en la historia que el dinero no es el problema, sino la agilidad y la escala de la ejecución.

Jorge Benavides |
16 de julio, 2024
Ilustración por Gabo®

Una infructuosa negociación política vuelve a ser ocasión de división en varias esferas, entre un Gobierno que justifica la necesidad de un proceso ágil de contratación y de un grupo de opositores que ven innecesario el Estado de Calamidad para cumplir con los objetivos que quieren alcanzar. El resultado: destituciones, denuncias, interpelaciones, conferencias de prensa, publicaciones en redes sociales, y declaraciones en medios de comunicación. Alegatos y acusaciones a diestra y siniestra, pero la infraestructura sigue sin ser atendida.

Llega el segundo semestre de 2024 y sigue pendiente la aprobación de la readecuación del presupuesto o ampliación del presupuesto, dependiendo de quién sea el interlocutor. Y a esta propuesta del Ministerio de Finanzas se suma el proceso anual de aprobación del nuevo Presupuesto de Ingresos y Gastos para el 2025. ¿Por qué es importante enfocar la atención en ambos procesos? Porque el presupuesto es la herramienta que permite identificar dónde están puestas las prioridades y quiénes serán los responsables de los resultados.

Hago esta digresión porque lo que no se logra hacer en este momento por parte de la administración pública se justifica en gran parte porque no quedó estipulado en el presupuesto vigente; y porque para poder ejecutar en tiempo y lugar, es necesario realizar una planeación con antelación. Dicho de otra forma, lo que no se pudo hacer ahora, seguro será necesario hacerlo mañana, probablemente enfrentando mayor deterioro de la infraestructura del país. Y para que no se repita una negociación política infructuosa en 2025, el Gobierno debiera estar pensando hoy en cómo va a planificar las intervenciones y contrataciones necesarias.

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Es de vital importancia para Guatemala que quedan sentadas las bases para que la improvisación no se vuelva a repetir, que la transparencia sea la norma, que la corrupción se denuncie y que la inoperancia acarree consecuencias… no más Estados de Calamidad para corregir la falta de planificación y la incapacidad de ejecución.

¿Qué queda por hacer? Mi impresión es que hay mucho espacio todavía para ejecutar el presupuesto vigente, el cual asciende a casi Q. 117 mil millones, con un nivel de ejecución de 44.82 % a junio. Y si el foco se traslada al Ministerio de Comunicaciones, con poco menos de Q. 5 mil 800 millones, la ejecución ronda el 29 % a medio año (14% de ejecución en la Unidad Ejecutora del Programa de Conservación Vial – COVIAL –, el cual representa el 24 % del total del presupuesto del Ministerio).

La comunicación del Gobierno se ha centrado en explicar cómo ejecutarían Q. 14 mil 500 millones nuevos y por qué era de vital importancia aprobar el Estado de Calamidad, pero creo que más importante es empezar a contar cómo se están ejecutando los Q. 117 mil millones actuales. Probablemente, es la primera vez en la historia que el dinero no es el problema, sino la agilidad y la escala de la ejecución.

Como reflexión final, creo que trabajar en la planificación es un área en la cual los funcionarios actuales pueden aportar muchísimo. Y si se han identificado temas concretos que pueden modificarse en la normativa vigente, como es la Ley de Contrataciones o la Ley de Servicio Civil, la banca oficial en el Congreso podría lograr mayores acuerdos sobre este tipo de reformas que sobre reformas que son inocuas o que solo procuran beneficios propios. Es de vital importancia para Guatemala que quedan sentadas las bases para que la improvisación no se vuelva a repetir, que la transparencia sea la norma, que la corrupción se denuncie y que la inoperancia acarree consecuencias… no más Estados de Calamidad para corregir la falta de planificación y la incapacidad de ejecución.

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