Sala de emergencias: solo el 0.06 % de guatemaltecos se atreve a emprender… y este año somos 10 % menos
¿De qué sirve ser el país más confiable de Centroamérica para los mercados financieros si por dentro nuestra economía late cada vez más débil? El paciente se llama Guatemala y hoy está en la sala de emergencias. Afuera los inversionistas nos aplauden, adentro las señales vitales muestran agotamiento. La Junta Monetaria acaba de reducir la tasa líder en 25 puntos básicos, reconociendo que la sangre de la economía no circula como debería¹. La inflación interanual se ubica en apenas un 1.17 %, la más baja desde la pandemia, y la inflación intermensual es negativa (-0.06 %)². Ese dato, que algunos celebran como estabilidad de precios, en realidad es el latido débil de un enfermo a punto de colapsar: la demanda agregada se apaga porque el consumo está en el suelo.
El Índice Mensual de Actividad Económica confirma la fiebre baja: en marzo la agricultura apenas creció un 0.3 % frente al año anterior³, cuando ese sector sostiene directa o indirectamente a millones de familias. Desde abril, el número de sociedades inscritas en el Registro Mercantil ha caído alrededor de un 10 % respecto al año pasado⁴. El dato es más revelador que cualquier gráfico: en un país de 18 millones de habitantes, apenas unas 11 000 sociedades nuevas se inscriben al año. Eso significa que solo 1 de cada 1650 guatemaltecos se anima a abrir una empresa. Apenas el 0.06 %. Y este año somos 10 % menos.
Mientras tanto, afuera nos ven como ejemplo. Standard & Poor’s elevó la calificación soberana de Guatemala a BB+ con perspectiva estable, un peldaño debajo del grado de inversión⁵. Eso ha reducido nuestro diferencial de riesgo país a apenas 167 puntos básicos, por debajo de Costa Rica (193) y muy por debajo de El Salvador (413)⁶. Los mercados internacionales han dicho con claridad: Guatemala es hoy el soberano más confiable de Centroamérica. El problema es que esa confianza no se traduce en inversión, empleo ni salarios adentro.
La contradicción se agrava cuando miramos la estructura fiscal. Se habla de que la deuda, cercana al 30 % del PIB, es baja en comparación regional. Pero con una carga tributaria de apenas 11.8 % del PIB en 2024⁷, lo que revela la foto es otra cosa: pocos sectores sostienen casi toda la recaudación. Comercio e industria aportan alrededor del 60 % de los ingresos, la agricultura apenas 2 %, y las actividades profesionales, solo 4 %⁸. Y más del 90 % de la recaudación proviene del departamento de Guatemala⁹. Somos un país donde la capital sostiene al aparato fiscal, mientras la mayoría de actividades y territorios apenas aportan. Esa asimetría es una bomba de tiempo.
Peor aún: el presupuesto sigue castigando la inversión. Más del 65 % del gasto se destina a funcionamiento, alrededor de 18 % al servicio de la deuda y menos del 20 % a inversión pública¹⁰. El resultado es el mismo de siempre: sueldos, transferencias y clientelismo, pero sin puertos, carreteras ni energía firme que sostenga el crecimiento. ¿De qué sirve tener saldos de caja millonarios si la economía real está por detenerse?
La encuesta de CID Gallup realizada en septiembre de 2025 refleja lo que los números ya nos decían: el 79 % de los guatemaltecos cree que el país va por el rumbo equivocado, y un 44 % afirma que vamos de mal en peor¹¹. Más de la mitad de los ciudadanos, 57 %, identifica como su principal preocupación el costo de la vida y el desempleo¹². No es casualidad: si apenas el 0.06 % de la población se anima a emprender cada año, es evidente que no se están creando las empresas ni los puestos de trabajo necesarios para absorber la mano de obra. El resultado es palpable en la economía de los hogares: 41 % considera que su situación es peor que hace un año, y 47 % cree que dentro de un año estará igual o peor¹³. Ese es el verdadero pulso de la economía nacional.
El contraste es brutal. Afuera, aplaudidos. Adentro, sin aire. Entre los 18 millones de guatemaltecos, apenas el 0.06 % se atreve a abrir una empresa cada año, y cada vez menos. Esa es la verdadera medida de la confianza: no la de Moody’s ni la de Standard & Poor’s, sino la del ciudadano que decide arriesgar su capital, su tiempo y su vida para crear empleo. Y ese ciudadano está perdiendo el pulso.
Por eso una medida concreta y urgente es la eliminación del Impuesto de Solidaridad. El ISO nació como tributo temporal, pero se ha convertido en un castigo permanente para quienes sostienen el empleo formal. Se cobra sobre ventas o activos, aunque no haya utilidades. Golpea justamente a comercio, electricidad, finanzas e industria manufacturera: los sectores que más empleo formal generan y que concentran la recaudación. En 2024 aportó más de Q6,000 millones al fisco¹⁴, pero a costa de frenar inversión y asfixiar empresas.
El contraste se vuelve aún más evidente cuando se comparan los números. El Impuesto de Solidaridad recauda alrededor de Q6,000 millones al año¹⁴, pero hoy el Estado mantiene casi Q30,000 millones guardados en caja en el Banco de Guatemala¹⁶. Es decir, cinco veces más de lo que recauda el ISO en un año. La conclusión es ineludible: el ISO podría eliminarse de inmediato sin comprometer las finanzas públicas. Mantenerlo solo prolonga una contradicción: se castiga el flujo de las pequeñas empresas y de las que atraviesan dificultades, cuando este impuesto nació como temporal y ya no tiene razón de ser.
La eliminación del ISO enviaría un mensaje inmediato a inversionistas nacionales y extranjeros: Guatemala no solo es confiable afuera, también quiere ser competitiva adentro. Liberaría capital de trabajo para miles de empresas que hoy sobreviven con márgenes estrechos. Y sobre todo, podría devolver el pulso a un paciente que ya muestra síntomas de paro.
Si no actuamos, la confianza internacional quedará en un aplauso vacío. El EMBI bajo servirá para presumir en foros, pero el país real seguirá viendo fábricas que no se abren, empleos que no llegan y jóvenes que migran. De hecho, casi la mitad de los jóvenes entre 18 y 24 años afirma que emigraría si tuviera los recursos¹⁵. El latido débil de la economía guatemalteca no se corrige con diagnósticos, sino con decisiones valientes. La primera de ellas está en nuestras manos: eliminar el ISO y apostar por quienes todavía se atreven a emprender.
Porque al final, la verdadera confianza no se mide en puntos básicos ni en calificaciones. Se mide en cuántos guatemaltecos deciden abrir una empresa, contratar a un trabajador, invertir en una máquina. Y hoy, apenas el 0.06 % lo hace. Si no cambiamos, ese número seguirá cayendo. Y el corazón de Guatemala puede dejar de latir.
Ramiro Bolaños, PhD.
Notas
1. Junta Monetaria, Comunicado sesión ordinaria 24 de septiembre de 2025.
2. Ministerio de Economía, Informe Económico Mensual, septiembre 2025.
3. Banco de Guatemala, Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), marzo 2025.
4. Registro Mercantil de Guatemala, Sociedades inscritas 2024–2025.
5. Standard & Poor’s, Ratings Action Release on Guatemala, mayo 2025.
6. Ministerio de Economía, Informe Económico Semanal, 8 de septiembre de 2025, p. 25.
7. Ministerio de Finanzas Públicas, Informe de Política Fiscal 2024, mayo 2025.
8. Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), Recaudación por sector económico, 2025.
9. SAT, Recaudación por departamento, 2025.
10. Ministerio de Finanzas, Proyecto de Presupuesto 2026, septiembre 2025.
11. CID Gallup, Estudio de Opinión Pública Guatemala, septiembre 2025, p. 6.
12. CID Gallup, Estudio de Opinión Pública Guatemala, septiembre 2025, p. 9.
13. CID Gallup, Estudio de Opinión Pública Guatemala, septiembre 2025, p. 13.
14. SAT, Recaudación por impuesto, 2024–2025.
15. CID Gallup, Estudio de Opinión Pública Guatemala, septiembre 2025, p. 18.
16. Banco de Guatemala, Posición Monetaria – Sector Público neto, 11 de septiembre de 2025.
Sala de emergencias: solo el 0.06 % de guatemaltecos se atreve a emprender… y este año somos 10 % menos
¿De qué sirve ser el país más confiable de Centroamérica para los mercados financieros si por dentro nuestra economía late cada vez más débil? El paciente se llama Guatemala y hoy está en la sala de emergencias. Afuera los inversionistas nos aplauden, adentro las señales vitales muestran agotamiento. La Junta Monetaria acaba de reducir la tasa líder en 25 puntos básicos, reconociendo que la sangre de la economía no circula como debería¹. La inflación interanual se ubica en apenas un 1.17 %, la más baja desde la pandemia, y la inflación intermensual es negativa (-0.06 %)². Ese dato, que algunos celebran como estabilidad de precios, en realidad es el latido débil de un enfermo a punto de colapsar: la demanda agregada se apaga porque el consumo está en el suelo.
El Índice Mensual de Actividad Económica confirma la fiebre baja: en marzo la agricultura apenas creció un 0.3 % frente al año anterior³, cuando ese sector sostiene directa o indirectamente a millones de familias. Desde abril, el número de sociedades inscritas en el Registro Mercantil ha caído alrededor de un 10 % respecto al año pasado⁴. El dato es más revelador que cualquier gráfico: en un país de 18 millones de habitantes, apenas unas 11 000 sociedades nuevas se inscriben al año. Eso significa que solo 1 de cada 1650 guatemaltecos se anima a abrir una empresa. Apenas el 0.06 %. Y este año somos 10 % menos.
Mientras tanto, afuera nos ven como ejemplo. Standard & Poor’s elevó la calificación soberana de Guatemala a BB+ con perspectiva estable, un peldaño debajo del grado de inversión⁵. Eso ha reducido nuestro diferencial de riesgo país a apenas 167 puntos básicos, por debajo de Costa Rica (193) y muy por debajo de El Salvador (413)⁶. Los mercados internacionales han dicho con claridad: Guatemala es hoy el soberano más confiable de Centroamérica. El problema es que esa confianza no se traduce en inversión, empleo ni salarios adentro.
La contradicción se agrava cuando miramos la estructura fiscal. Se habla de que la deuda, cercana al 30 % del PIB, es baja en comparación regional. Pero con una carga tributaria de apenas 11.8 % del PIB en 2024⁷, lo que revela la foto es otra cosa: pocos sectores sostienen casi toda la recaudación. Comercio e industria aportan alrededor del 60 % de los ingresos, la agricultura apenas 2 %, y las actividades profesionales, solo 4 %⁸. Y más del 90 % de la recaudación proviene del departamento de Guatemala⁹. Somos un país donde la capital sostiene al aparato fiscal, mientras la mayoría de actividades y territorios apenas aportan. Esa asimetría es una bomba de tiempo.
Peor aún: el presupuesto sigue castigando la inversión. Más del 65 % del gasto se destina a funcionamiento, alrededor de 18 % al servicio de la deuda y menos del 20 % a inversión pública¹⁰. El resultado es el mismo de siempre: sueldos, transferencias y clientelismo, pero sin puertos, carreteras ni energía firme que sostenga el crecimiento. ¿De qué sirve tener saldos de caja millonarios si la economía real está por detenerse?
La encuesta de CID Gallup realizada en septiembre de 2025 refleja lo que los números ya nos decían: el 79 % de los guatemaltecos cree que el país va por el rumbo equivocado, y un 44 % afirma que vamos de mal en peor¹¹. Más de la mitad de los ciudadanos, 57 %, identifica como su principal preocupación el costo de la vida y el desempleo¹². No es casualidad: si apenas el 0.06 % de la población se anima a emprender cada año, es evidente que no se están creando las empresas ni los puestos de trabajo necesarios para absorber la mano de obra. El resultado es palpable en la economía de los hogares: 41 % considera que su situación es peor que hace un año, y 47 % cree que dentro de un año estará igual o peor¹³. Ese es el verdadero pulso de la economía nacional.
El contraste es brutal. Afuera, aplaudidos. Adentro, sin aire. Entre los 18 millones de guatemaltecos, apenas el 0.06 % se atreve a abrir una empresa cada año, y cada vez menos. Esa es la verdadera medida de la confianza: no la de Moody’s ni la de Standard & Poor’s, sino la del ciudadano que decide arriesgar su capital, su tiempo y su vida para crear empleo. Y ese ciudadano está perdiendo el pulso.
Por eso una medida concreta y urgente es la eliminación del Impuesto de Solidaridad. El ISO nació como tributo temporal, pero se ha convertido en un castigo permanente para quienes sostienen el empleo formal. Se cobra sobre ventas o activos, aunque no haya utilidades. Golpea justamente a comercio, electricidad, finanzas e industria manufacturera: los sectores que más empleo formal generan y que concentran la recaudación. En 2024 aportó más de Q6,000 millones al fisco¹⁴, pero a costa de frenar inversión y asfixiar empresas.
El contraste se vuelve aún más evidente cuando se comparan los números. El Impuesto de Solidaridad recauda alrededor de Q6,000 millones al año¹⁴, pero hoy el Estado mantiene casi Q30,000 millones guardados en caja en el Banco de Guatemala¹⁶. Es decir, cinco veces más de lo que recauda el ISO en un año. La conclusión es ineludible: el ISO podría eliminarse de inmediato sin comprometer las finanzas públicas. Mantenerlo solo prolonga una contradicción: se castiga el flujo de las pequeñas empresas y de las que atraviesan dificultades, cuando este impuesto nació como temporal y ya no tiene razón de ser.
La eliminación del ISO enviaría un mensaje inmediato a inversionistas nacionales y extranjeros: Guatemala no solo es confiable afuera, también quiere ser competitiva adentro. Liberaría capital de trabajo para miles de empresas que hoy sobreviven con márgenes estrechos. Y sobre todo, podría devolver el pulso a un paciente que ya muestra síntomas de paro.
Si no actuamos, la confianza internacional quedará en un aplauso vacío. El EMBI bajo servirá para presumir en foros, pero el país real seguirá viendo fábricas que no se abren, empleos que no llegan y jóvenes que migran. De hecho, casi la mitad de los jóvenes entre 18 y 24 años afirma que emigraría si tuviera los recursos¹⁵. El latido débil de la economía guatemalteca no se corrige con diagnósticos, sino con decisiones valientes. La primera de ellas está en nuestras manos: eliminar el ISO y apostar por quienes todavía se atreven a emprender.
Porque al final, la verdadera confianza no se mide en puntos básicos ni en calificaciones. Se mide en cuántos guatemaltecos deciden abrir una empresa, contratar a un trabajador, invertir en una máquina. Y hoy, apenas el 0.06 % lo hace. Si no cambiamos, ese número seguirá cayendo. Y el corazón de Guatemala puede dejar de latir.
Ramiro Bolaños, PhD.
Notas
1. Junta Monetaria, Comunicado sesión ordinaria 24 de septiembre de 2025.
2. Ministerio de Economía, Informe Económico Mensual, septiembre 2025.
3. Banco de Guatemala, Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), marzo 2025.
4. Registro Mercantil de Guatemala, Sociedades inscritas 2024–2025.
5. Standard & Poor’s, Ratings Action Release on Guatemala, mayo 2025.
6. Ministerio de Economía, Informe Económico Semanal, 8 de septiembre de 2025, p. 25.
7. Ministerio de Finanzas Públicas, Informe de Política Fiscal 2024, mayo 2025.
8. Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), Recaudación por sector económico, 2025.
9. SAT, Recaudación por departamento, 2025.
10. Ministerio de Finanzas, Proyecto de Presupuesto 2026, septiembre 2025.
11. CID Gallup, Estudio de Opinión Pública Guatemala, septiembre 2025, p. 6.
12. CID Gallup, Estudio de Opinión Pública Guatemala, septiembre 2025, p. 9.
13. CID Gallup, Estudio de Opinión Pública Guatemala, septiembre 2025, p. 13.
14. SAT, Recaudación por impuesto, 2024–2025.
15. CID Gallup, Estudio de Opinión Pública Guatemala, septiembre 2025, p. 18.
16. Banco de Guatemala, Posición Monetaria – Sector Público neto, 11 de septiembre de 2025.