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Resentimiento, el leitmotiv del progre woke

El negativismo emocional de los representantes de esta ideología postmodernista se manifiesta más extrema en su retórica deconstructivista y el uso crudo y habitual de argumentos ad hominem, como “eres racista, homófobo, tránsfobo, islamófobo”, etc.

Foto por: CNN
Warren Orbaugh |
23 de septiembre, 2024

«La rebelión de los esclavos en la moral comienza cuando el resentimiento mismo se hace creador y engendra valores: el resentimiento de esos a quienes ha sido negada la verdadera reacción, la de la acción, y que compensan con una venganza imaginaria. Mientras que toda moral noble nace de una triunfal afirmación de sí misma, la moral de los esclavos inmediatamente dice “no” a lo que viene de fuera, a lo que es diferente a ella, a lo que es su “no-yo”, y este “no” es su acto creador. Esta inversión de la mirada que postula el valor, esta dirección necesaria hacia afuera en lugar de hacia uno mismo, es la naturaleza del resentimiento: para llegar a existir, la moralidad de esclavos requiere un mundo exterior, un mundo contrario; fisiológicamente hablando, requiere estímulos externos para reaccionar del todo: su acción, en el fondo siempre es una reacción».

TEORÍA

La cita aludida introduce el concepto resentimiento de Friedrich Nietzsche, en el capítulo “Bien y Mal versus Bueno y Malo” de su libro Hacia la Genealogía de la Moral en el parágrafo 10. Aquí describe al resentido como alguien que odia al noble, al hombre completo, rebosante de vida, cuyos valores están fundados en una poderosa constitución corporal, una salud floreciente, que encuentra su felicidad en la actividad robusta, libre, gozosa. El término que cita Nietzsche para referirse al noble es esqlos (estlos, que significa bueno, noble, capaz, valiente, magnífico, feliz, saludable, veraz) por oposición al hombre vil y mentiroso del vulgo como se concibe y pinta en la Teogonía. El resentido, nos dice el filósofo prusiano, crea una inversión de los valores, con el encarnizamiento de un odio sin límites y denomina “malo” precisamente a lo “bueno” de la otra moral. El malo es el noble, el poderoso, ennegrecido, visto y mirado al revés por la mirada venenosa del resentimiento. El bueno nos dice el resentido, es el miserable, el necesitado, el enfermo, el deforme, el que sufre.

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Ayn Rand describe el resentimiento como «odio a lo bueno por ser lo bueno» y en uno de los subtemas de su novela El Manantial lo presenta en el antagonismo entre Roark, la personificación del noble, y Toohey, la personificación del resentido.

EL SUJETO

El socialismo es la ideología de los fracasados. El fracaso más visible fue la caída del Muro de Berlín, seguido del colapso de la Unión Soviética. La evidencia ha mostrado que lo que prometió el socialismo es falso, que es solamente una ilusión utópica, puramente ilógica y desquiciada. Donde sea que se ha aplicado, su resultado ha sido pobreza extrema y ruina de las vidas de los habitantes.

Estos socialistas fracasados ahora se hacen llamar “progres”, o postmodernistas, y como resentidos que son, no construyen, sino que buscan destruir, mediante la ideología “woke”, al noble, al empresario, al creador de riqueza, al sistema de libre mercado, al sistema que respeta los derechos de las personas y les permite actuar para construir una vida feliz.  Con todo su veneno, su odio, ira, rabia, cólera y envidia invierten los valores nobles y denominan “malo” al capitalismo y “bueno” al socialismo del siglo XXI. El negativismo emocional de los representantes de esta ideología postmodernista se manifiesta más extrema en su retórica deconstructivista y el uso crudo y habitual de argumentos ad hominem, como “eres racista, homófobo, tránsfobo, islamófobo”, etc.

Motivado por el odio y resentimiento, el fracasado socialista reacciona ante la cultura occidental con el anhelo de destruirla, sin importar que al mismo tiempo se destruya él mismo.

LA PRÁCTICA

Marcel Duchamp procura destruir el arte presentando un urinal como si fuera una escultura equivalente a una de Miguel Ángel. Stanley Fish pretende destruir el valor del mérito y tilda de intolerantes y fanáticos del Ku Klux Klan a todo aquel que se opone a las políticas de discriminación positiva que buscan se privilegie a ciertos grupos para aumentar su representación en función de su género, sexualidad, credo o nacionalidad. Andrea Dworkin acomete contra el amor romántico y llena de rencor y odio; dice que «todo hombre heterosexual es un violador.» Thomas Jolly, burlándose de los valores olímpicos, coreografía la peor ceremonia de apertura de Juegos Olímpicos de la historia, esa parodia con la obesa Barbara Butch, rodeada de transexuales y miembros de la comunidad LGTB. El Comité Olímpico Internacional persigue destruir la competencia justa, el fair play y el boxeo femenino, dándole la medalla de oro a un hombre que se dice mujer. Varios organizadores de los concursos de belleza femenina desean destruir el glamour del certamen, convirtiéndolo en un grotesco espectáculo circense al incluir a hombres transexuales. Miembros de la UNESCO ambicionan destruir los valores familiares conservadores insistiendo en que las escuelas de todo el mundo incluyan educación sobre orientación sexual e identidad de género y se permita mutilar a niños para cambiarles su identidad sexual. Gianni Vattimo ansía destruir el mérito de la cultura occidental, basada en los valores del respeto a los derechos individuales, con su teoría que describe que todos los conceptos y todas las culturas son igualmente válidas, cada una con su propia verdad. Los progres, sin distinguir entre el bien y el mal, entre el agredido y el agresor, entre el defensor de la libertad individual y el violador de esta, condenan a Israel y defienden a los terroristas de Hamás y Hezbolá.

Motivado por el odio y resentimiento, el fracasado socialista reacciona ante la cultura occidental con el anhelo de destruirla, sin importar que al mismo tiempo se destruya él mismo. Nietzsche dio en el clavo al identificar la psicología de estos energúmenos.

Resentimiento, el leitmotiv del progre woke

El negativismo emocional de los representantes de esta ideología postmodernista se manifiesta más extrema en su retórica deconstructivista y el uso crudo y habitual de argumentos ad hominem, como “eres racista, homófobo, tránsfobo, islamófobo”, etc.

Warren Orbaugh |
23 de septiembre, 2024
Foto por: CNN

«La rebelión de los esclavos en la moral comienza cuando el resentimiento mismo se hace creador y engendra valores: el resentimiento de esos a quienes ha sido negada la verdadera reacción, la de la acción, y que compensan con una venganza imaginaria. Mientras que toda moral noble nace de una triunfal afirmación de sí misma, la moral de los esclavos inmediatamente dice “no” a lo que viene de fuera, a lo que es diferente a ella, a lo que es su “no-yo”, y este “no” es su acto creador. Esta inversión de la mirada que postula el valor, esta dirección necesaria hacia afuera en lugar de hacia uno mismo, es la naturaleza del resentimiento: para llegar a existir, la moralidad de esclavos requiere un mundo exterior, un mundo contrario; fisiológicamente hablando, requiere estímulos externos para reaccionar del todo: su acción, en el fondo siempre es una reacción».

TEORÍA

La cita aludida introduce el concepto resentimiento de Friedrich Nietzsche, en el capítulo “Bien y Mal versus Bueno y Malo” de su libro Hacia la Genealogía de la Moral en el parágrafo 10. Aquí describe al resentido como alguien que odia al noble, al hombre completo, rebosante de vida, cuyos valores están fundados en una poderosa constitución corporal, una salud floreciente, que encuentra su felicidad en la actividad robusta, libre, gozosa. El término que cita Nietzsche para referirse al noble es esqlos (estlos, que significa bueno, noble, capaz, valiente, magnífico, feliz, saludable, veraz) por oposición al hombre vil y mentiroso del vulgo como se concibe y pinta en la Teogonía. El resentido, nos dice el filósofo prusiano, crea una inversión de los valores, con el encarnizamiento de un odio sin límites y denomina “malo” precisamente a lo “bueno” de la otra moral. El malo es el noble, el poderoso, ennegrecido, visto y mirado al revés por la mirada venenosa del resentimiento. El bueno nos dice el resentido, es el miserable, el necesitado, el enfermo, el deforme, el que sufre.

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Ayn Rand describe el resentimiento como «odio a lo bueno por ser lo bueno» y en uno de los subtemas de su novela El Manantial lo presenta en el antagonismo entre Roark, la personificación del noble, y Toohey, la personificación del resentido.

EL SUJETO

El socialismo es la ideología de los fracasados. El fracaso más visible fue la caída del Muro de Berlín, seguido del colapso de la Unión Soviética. La evidencia ha mostrado que lo que prometió el socialismo es falso, que es solamente una ilusión utópica, puramente ilógica y desquiciada. Donde sea que se ha aplicado, su resultado ha sido pobreza extrema y ruina de las vidas de los habitantes.

Estos socialistas fracasados ahora se hacen llamar “progres”, o postmodernistas, y como resentidos que son, no construyen, sino que buscan destruir, mediante la ideología “woke”, al noble, al empresario, al creador de riqueza, al sistema de libre mercado, al sistema que respeta los derechos de las personas y les permite actuar para construir una vida feliz.  Con todo su veneno, su odio, ira, rabia, cólera y envidia invierten los valores nobles y denominan “malo” al capitalismo y “bueno” al socialismo del siglo XXI. El negativismo emocional de los representantes de esta ideología postmodernista se manifiesta más extrema en su retórica deconstructivista y el uso crudo y habitual de argumentos ad hominem, como “eres racista, homófobo, tránsfobo, islamófobo”, etc.

Motivado por el odio y resentimiento, el fracasado socialista reacciona ante la cultura occidental con el anhelo de destruirla, sin importar que al mismo tiempo se destruya él mismo.

LA PRÁCTICA

Marcel Duchamp procura destruir el arte presentando un urinal como si fuera una escultura equivalente a una de Miguel Ángel. Stanley Fish pretende destruir el valor del mérito y tilda de intolerantes y fanáticos del Ku Klux Klan a todo aquel que se opone a las políticas de discriminación positiva que buscan se privilegie a ciertos grupos para aumentar su representación en función de su género, sexualidad, credo o nacionalidad. Andrea Dworkin acomete contra el amor romántico y llena de rencor y odio; dice que «todo hombre heterosexual es un violador.» Thomas Jolly, burlándose de los valores olímpicos, coreografía la peor ceremonia de apertura de Juegos Olímpicos de la historia, esa parodia con la obesa Barbara Butch, rodeada de transexuales y miembros de la comunidad LGTB. El Comité Olímpico Internacional persigue destruir la competencia justa, el fair play y el boxeo femenino, dándole la medalla de oro a un hombre que se dice mujer. Varios organizadores de los concursos de belleza femenina desean destruir el glamour del certamen, convirtiéndolo en un grotesco espectáculo circense al incluir a hombres transexuales. Miembros de la UNESCO ambicionan destruir los valores familiares conservadores insistiendo en que las escuelas de todo el mundo incluyan educación sobre orientación sexual e identidad de género y se permita mutilar a niños para cambiarles su identidad sexual. Gianni Vattimo ansía destruir el mérito de la cultura occidental, basada en los valores del respeto a los derechos individuales, con su teoría que describe que todos los conceptos y todas las culturas son igualmente válidas, cada una con su propia verdad. Los progres, sin distinguir entre el bien y el mal, entre el agredido y el agresor, entre el defensor de la libertad individual y el violador de esta, condenan a Israel y defienden a los terroristas de Hamás y Hezbolá.

Motivado por el odio y resentimiento, el fracasado socialista reacciona ante la cultura occidental con el anhelo de destruirla, sin importar que al mismo tiempo se destruya él mismo. Nietzsche dio en el clavo al identificar la psicología de estos energúmenos.

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