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Quien a hierro mata

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Alejandra Osorio |
29 de mayo, 2025

Todo político baila sobre un delgado hilo suspendido en los aires como si se tratase de un trapecista. Con mucha facilidad puede caer en las tentaciones propias de la cercanía al poder. Es que, a veces, pueden comenzar por un buen camino; pero, al ver que el peligro se asoma para robarles una cuota de poder, terminan haciendo lo que ellos mismos habían prometido no hacer. Y esta historia es tan vieja como el tiempo mismo. Así que no nos debería extrañar que un rey, por mantenerse en el poder, a un dios quiso retar.

Perro que con lobos mata…

Kamsa llegó al poder de Mathura, una ciudad al norte de la India, y en su corazón hubo paz por muchos años. Sin embargo, la vida trae sorpresas y esto se materializó en la presencia del sabio Narada en su corte. El rey iba a echarle, pero se detuvo cuando el anciano comenzó a hablarle. Ante la mirada iracunda de Kamsa, el profeta le dijo que el octavo hijo de su prima Devaki le daría muerte. Después de ello, Narada se fue, pero un miedo profundo se instauró en el corazón del monarca.

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Él había trabajado muy duro para llegar al trono, incluso había manchado sus manos de rojo. ¿Por qué habría de dejar que alguien le quitase el poder? ¿Por qué habría de permitir que alguien lo matara? ¿Por qué habría de facilitarle la vida a su posible asesino? Así que encerró a su prima y a su esposo Vasudeva en la cárcel. Además, mientras los padres estaban lejos, él personalmente asesinó a los primeros seis hijos de Devaki. No obstante, los dioses observaron todo y estaban hartos de las acciones del rey, que parecía más un demonio que un hombre.

Devaki, en aquellos momentos, estaba embarazada, lo cual fue aprovechado por los dioses. Prontamente, el séptimo hijo de la pareja fue transferido del útero de la joven al de Rojini.

Si tienes miedo a perder el poder, muchos elegirán la salida más sencilla. Por ello, como el rey Kamsa, los gobernantes deben tener cuidado de no ser víctimas de la misma espada que ellos usaron alguna vez.

Luego, el siguiente hijo, el octavo, nació en aquella celda oscura y recibió el nombre de Krishna, quien era la encarnación de Visnú en este mundo. Estaba en peligro, pero su padre logró esconderle.

A pesar del éxito del plan, a los oídos de Kamsa llegaron las noticias de que el niño que habría de matarle ya había nacido. Así pues, ordenó la muerte de todos los varones recién nacidos de Gokul, pues ahí creía que habían escondido al octavo hijo de Devaki. Sin embargo, Krishna sobrevivió y creció alejado del rey. Tiempo después, al llegar a la mayoría de edad, el avatar de Visnú regresó al reino, pero Kamsa estaba preparado.

El tirano decidió llevar a cabo un torneo para celebrar el retorno del joven. Así que ordenó que sus mejores luchadores se enfrentaran a Krishna, pero ninguno fue capaz de vencerle. Ante el pánico que inundaba su corazón, Kamsa decidió enfrentarse a él, pero el duelo no duró mucho tiempo. Krishna, sin usar armas, mató a quien por muchos años gobernó Mathura con crueldad. Por un segundo, solo uno, hubo silencio; luego reinó la paz.

Lobos lo matan

Después de la muerte del tirano, el mundo celebró la libertad que nuevamente obtenía. Al final de cuentas, Thomas Paine, en un folleto de 1776, tenía razón al decir que «la tiranía, como el infierno, no es fácil de vencer; pero tenemos este consuelo: que cuanto más duro es el conflicto, tanto más glorioso es el triunfo». Ahora bien, debemos comprender algo: el monarca de Mathura labró su propio destino, pero no debería de extrañar su reacción. Si tienes miedo a perder el poder, muchos elegirán la salida más sencilla. Por ello, como el rey Kamsa, los gobernantes deben tener cuidado de no ser víctimas de la misma espada que ellos usaron alguna vez.

Quien a hierro mata

Alejandra Osorio |
29 de mayo, 2025
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Todo político baila sobre un delgado hilo suspendido en los aires como si se tratase de un trapecista. Con mucha facilidad puede caer en las tentaciones propias de la cercanía al poder. Es que, a veces, pueden comenzar por un buen camino; pero, al ver que el peligro se asoma para robarles una cuota de poder, terminan haciendo lo que ellos mismos habían prometido no hacer. Y esta historia es tan vieja como el tiempo mismo. Así que no nos debería extrañar que un rey, por mantenerse en el poder, a un dios quiso retar.

Perro que con lobos mata…

Kamsa llegó al poder de Mathura, una ciudad al norte de la India, y en su corazón hubo paz por muchos años. Sin embargo, la vida trae sorpresas y esto se materializó en la presencia del sabio Narada en su corte. El rey iba a echarle, pero se detuvo cuando el anciano comenzó a hablarle. Ante la mirada iracunda de Kamsa, el profeta le dijo que el octavo hijo de su prima Devaki le daría muerte. Después de ello, Narada se fue, pero un miedo profundo se instauró en el corazón del monarca.

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Él había trabajado muy duro para llegar al trono, incluso había manchado sus manos de rojo. ¿Por qué habría de dejar que alguien le quitase el poder? ¿Por qué habría de permitir que alguien lo matara? ¿Por qué habría de facilitarle la vida a su posible asesino? Así que encerró a su prima y a su esposo Vasudeva en la cárcel. Además, mientras los padres estaban lejos, él personalmente asesinó a los primeros seis hijos de Devaki. No obstante, los dioses observaron todo y estaban hartos de las acciones del rey, que parecía más un demonio que un hombre.

Devaki, en aquellos momentos, estaba embarazada, lo cual fue aprovechado por los dioses. Prontamente, el séptimo hijo de la pareja fue transferido del útero de la joven al de Rojini.

Si tienes miedo a perder el poder, muchos elegirán la salida más sencilla. Por ello, como el rey Kamsa, los gobernantes deben tener cuidado de no ser víctimas de la misma espada que ellos usaron alguna vez.

Luego, el siguiente hijo, el octavo, nació en aquella celda oscura y recibió el nombre de Krishna, quien era la encarnación de Visnú en este mundo. Estaba en peligro, pero su padre logró esconderle.

A pesar del éxito del plan, a los oídos de Kamsa llegaron las noticias de que el niño que habría de matarle ya había nacido. Así pues, ordenó la muerte de todos los varones recién nacidos de Gokul, pues ahí creía que habían escondido al octavo hijo de Devaki. Sin embargo, Krishna sobrevivió y creció alejado del rey. Tiempo después, al llegar a la mayoría de edad, el avatar de Visnú regresó al reino, pero Kamsa estaba preparado.

El tirano decidió llevar a cabo un torneo para celebrar el retorno del joven. Así que ordenó que sus mejores luchadores se enfrentaran a Krishna, pero ninguno fue capaz de vencerle. Ante el pánico que inundaba su corazón, Kamsa decidió enfrentarse a él, pero el duelo no duró mucho tiempo. Krishna, sin usar armas, mató a quien por muchos años gobernó Mathura con crueldad. Por un segundo, solo uno, hubo silencio; luego reinó la paz.

Lobos lo matan

Después de la muerte del tirano, el mundo celebró la libertad que nuevamente obtenía. Al final de cuentas, Thomas Paine, en un folleto de 1776, tenía razón al decir que «la tiranía, como el infierno, no es fácil de vencer; pero tenemos este consuelo: que cuanto más duro es el conflicto, tanto más glorioso es el triunfo». Ahora bien, debemos comprender algo: el monarca de Mathura labró su propio destino, pero no debería de extrañar su reacción. Si tienes miedo a perder el poder, muchos elegirán la salida más sencilla. Por ello, como el rey Kamsa, los gobernantes deben tener cuidado de no ser víctimas de la misma espada que ellos usaron alguna vez.

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