Algunos Objetivistas sostienen que Kant buscaba debilitar la razón para proteger la religión, junto con su base moral, frente a los desafíos científicos. Leonard Peikoff lo explica en su libro Los paralelos ominosos:
«En una palabra, habiendo sido silenciada la razón, se despeja una vez más el camino para una orgía de fantasía mística…'He’ escribe Kant, 'por lo tanto, encontrado necesario negar el conocimiento, para hacer espacio para la fe’». [Leonard Peikoff. “The Totalitarian Universe”, The Ominous Parallels.]
Ayn Rand sostiene en el ensayo “Para el nuevo intelectual” que Kant busca preservar la moral basada en la abnegación y el autosacrificio, destruyendo la razón.
«El propósito expresamente declarado de Kant era salvar la moralidad de la autoabnegación y el sacrificio personal. Sabía que no podría sobrevivir sin una base mística, y de lo que tenía que salvarse era de la razón.» [Ayn Rand. “For the New Intellectual”, For the New Intellectual.]
En la introducción de sus Prolegómenos (1783), Kant busca resolver el conflicto entre empiristas (a quienes llama escépticos) y racionalistas (dogmáticos). Realmente quiere defender la ciencia ante críticas como las de Hume, quien considera la causalidad una ilusión y niega la posibilidad del conocimiento universal, y demostrar que existe conocimiento a priori, sin limitarse a las conclusiones de Descartes.
«Por lo tanto, primero intenté ver si la objeción de Hume podría ser expresada en una forma general, y pronto descubrí que el concepto de la conexión de causa y efecto no era de ninguna manera la única idea por la cual el entendimiento piensa en la conexión de las cosas a priori, sino que más bien la metafísica consiste por completo en tales conexiones.» [Immanuel Kant. “Einleitung”. Prolegomena zu einer jeden künftigen Metaphysik].
Kant argumenta que tanto los dogmáticos como los empiristas cometen el error de asumir que pensar en algo implica su existencia. Usando la analogía del billete, tener el concepto de cien dólares no equivale a poseerlos físicamente; el pensamiento no genera existencia. Los dogmáticos concluyen que Dios existe por su perfección conceptual, mientras que los empiristas razonan de igual modo cuando afirman que no se puede saber si Dios o el mundo exterior existen, y terminan concluyendo como Hume que las causas no existen, o como Berkeley con que el mundo exterior no existe. Hacen lo mismo que los dogmáticos, solo que, por la vía negativa, pasan del pensamiento a la existencia por la negación. Ambos pasan ilegítimamente del pensamiento a la existencia, lo que conduce al escepticismo.
Kant sostiene que el conocimiento surge de la información sensorial combinada con el entendimiento, que compara entre sí estos datos, enlazándolos o separándolos, para organizarlos mediante las categorías de la razón pura. Y he aquí el límite de la razón: sin evidencia sensorial no se puede construir conocimiento. Las categorías son puramente formales. Sin materia, es decir, sin datos sensoriales, no hay nada que relacionar, nada que juzgar. Similar es la definición de razón, de Rand, como la facultad que identifica e integra el material proporcionado por los sentidos del hombre. Por eso, Kant distingue entre creencias (como el escepticismo y el dogmatismo) y el conocimiento verdadero, subrayando la importancia de separarlos:
«La razón, a saber, para llegar a estas, debe emplear principios que se extienden únicamente a objetos de experiencia posible y que, si a pesar de esto se aplican también a lo que no puede ser un objeto de experiencia, en realidad siempre convierten esto en una apariencia, lo que hace que toda expansión práctica de la razón pura sea imposible. Por lo tanto, tuve que suprimir el saber para hacer espacio para la creencia, ya que el dogmatismo de la metafísica, es decir, el prejuicio de que es posible lograr algo en metafísica sin una crítica previa de la razón pura, es la fuente de toda esa incredulidad que se opone a la moralidad y que siempre es muy dogmática… Por lo tanto, la primera y más importante tarea de la filosofía es privar a la metafísica de una vez por todas de su influencia perniciosa, bloqueando la fuente de sus errores.» [Immanuel Kant. “Vorrede”, Kritik der reinen Vernunft].
Así que la afirmación de los Objetivistas citados es puramente la falacia del “hombre de paja”.
Algunos Objetivistas sostienen que Kant buscaba debilitar la razón para proteger la religión, junto con su base moral, frente a los desafíos científicos. Leonard Peikoff lo explica en su libro Los paralelos ominosos:
«En una palabra, habiendo sido silenciada la razón, se despeja una vez más el camino para una orgía de fantasía mística…'He’ escribe Kant, 'por lo tanto, encontrado necesario negar el conocimiento, para hacer espacio para la fe’». [Leonard Peikoff. “The Totalitarian Universe”, The Ominous Parallels.]
Ayn Rand sostiene en el ensayo “Para el nuevo intelectual” que Kant busca preservar la moral basada en la abnegación y el autosacrificio, destruyendo la razón.
«El propósito expresamente declarado de Kant era salvar la moralidad de la autoabnegación y el sacrificio personal. Sabía que no podría sobrevivir sin una base mística, y de lo que tenía que salvarse era de la razón.» [Ayn Rand. “For the New Intellectual”, For the New Intellectual.]
En la introducción de sus Prolegómenos (1783), Kant busca resolver el conflicto entre empiristas (a quienes llama escépticos) y racionalistas (dogmáticos). Realmente quiere defender la ciencia ante críticas como las de Hume, quien considera la causalidad una ilusión y niega la posibilidad del conocimiento universal, y demostrar que existe conocimiento a priori, sin limitarse a las conclusiones de Descartes.
«Por lo tanto, primero intenté ver si la objeción de Hume podría ser expresada en una forma general, y pronto descubrí que el concepto de la conexión de causa y efecto no era de ninguna manera la única idea por la cual el entendimiento piensa en la conexión de las cosas a priori, sino que más bien la metafísica consiste por completo en tales conexiones.» [Immanuel Kant. “Einleitung”. Prolegomena zu einer jeden künftigen Metaphysik].
Kant argumenta que tanto los dogmáticos como los empiristas cometen el error de asumir que pensar en algo implica su existencia. Usando la analogía del billete, tener el concepto de cien dólares no equivale a poseerlos físicamente; el pensamiento no genera existencia. Los dogmáticos concluyen que Dios existe por su perfección conceptual, mientras que los empiristas razonan de igual modo cuando afirman que no se puede saber si Dios o el mundo exterior existen, y terminan concluyendo como Hume que las causas no existen, o como Berkeley con que el mundo exterior no existe. Hacen lo mismo que los dogmáticos, solo que, por la vía negativa, pasan del pensamiento a la existencia por la negación. Ambos pasan ilegítimamente del pensamiento a la existencia, lo que conduce al escepticismo.
Kant sostiene que el conocimiento surge de la información sensorial combinada con el entendimiento, que compara entre sí estos datos, enlazándolos o separándolos, para organizarlos mediante las categorías de la razón pura. Y he aquí el límite de la razón: sin evidencia sensorial no se puede construir conocimiento. Las categorías son puramente formales. Sin materia, es decir, sin datos sensoriales, no hay nada que relacionar, nada que juzgar. Similar es la definición de razón, de Rand, como la facultad que identifica e integra el material proporcionado por los sentidos del hombre. Por eso, Kant distingue entre creencias (como el escepticismo y el dogmatismo) y el conocimiento verdadero, subrayando la importancia de separarlos:
«La razón, a saber, para llegar a estas, debe emplear principios que se extienden únicamente a objetos de experiencia posible y que, si a pesar de esto se aplican también a lo que no puede ser un objeto de experiencia, en realidad siempre convierten esto en una apariencia, lo que hace que toda expansión práctica de la razón pura sea imposible. Por lo tanto, tuve que suprimir el saber para hacer espacio para la creencia, ya que el dogmatismo de la metafísica, es decir, el prejuicio de que es posible lograr algo en metafísica sin una crítica previa de la razón pura, es la fuente de toda esa incredulidad que se opone a la moralidad y que siempre es muy dogmática… Por lo tanto, la primera y más importante tarea de la filosofía es privar a la metafísica de una vez por todas de su influencia perniciosa, bloqueando la fuente de sus errores.» [Immanuel Kant. “Vorrede”, Kritik der reinen Vernunft].
Así que la afirmación de los Objetivistas citados es puramente la falacia del “hombre de paja”.