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Qué dice Ludwig Wittgenstein

.
Warren Orbaugh |
17 de noviembre, 2025

En mi entrega anterior comenté la cita de Wittgenstein que hace Leonard Peikoff en su ensayo “La dicotomía analítico-sintética”, donde sostiene que la filosofía moderna proclama la dicotomía analítico-sintética, que nos presenta solo la alternativa de verdades analíticas que son necesarias y universales, pero que no dicen nada sobre la realidad, o verdades sintéticas que son fácticas, que describen la realidad, pero no son universales ni necesarias, sino meramente contingentes. La cita reza:

“Las proposiciones de la lógica”, dice Wittgenstein en su Tractatus, “todas dicen la misma cosa, o sea, nada”.

Peikoff interpretó las palabras de Ludwig Wittgenstein fuera de su contexto original, presentando así la declaración del filósofo austriaco como carente de sentido. El comentario de Wittgenstein se refiere a la tautología lógica conocida como la “ley del tercero excluido”, la cual establece que una proposición debe ser verdadera o falsa, sin admitir una tercera posibilidad:

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«La tautología no tiene condiciones de verdad, porque es incondicionalmente verdadera; y la contradicción no es verdadera bajo ninguna condición. La tautología y la contradicción carecen de sentido. (Por ejemplo, no sé nada sobre el clima cuando sé que llueve o no llueve) [4·461]».

En la misma cita, Peikoff afirma lo siguiente:

«… Las proposiciones sintéticas, por otra parte, son fácticas y por ello el hombre paga un precio. El precio consiste en que son contingentes, inciertas e indemostrables. La teoría de la dicotomía analítico-sintética presenta a los hombres la siguiente elección: si lo que se asevera puede probarse, no dice nada acerca de aquello que existe; y si trata sobre existentes, no puede ser probado».

Según esta teoría —declara Peikoff— los hechos necesarios deben existir; los otros podrían haber sido diferentes, son contingentes. Por ejemplo, plantea Peikoff, que el agua es húmeda sería un hecho “necesario”, pero que el agua se convierta en hielo a cierta temperatura sería “contingente”. O que el hombre es un animal racional es un hecho “necesario”, pero que tenga solo dos ojos sería un hecho “contingente”. Dada esta dicotomía —asevera Peikoff— surge la pregunta: «¿Cómo se sabe, en un caso en particular, que ciertos hechos son necesarios?» Para enfatizar su tesis, cita a Kant:

«En general, se ha contestado que la observación es insuficiente para este propósito. “La experiencia”, escribió Kant en su Crítica de la razón pura, “nos dice, ciertamente, lo que es, pero no que necesariamente debe ser así y no de alguna otra manera”».

La cita de Peikoff respecto a Kant se presenta fuera de su contexto original. En este pasaje, Kant hace referencia a las afirmaciones de David Hume, quien sostenía que la percepción humana puede captar la sucesión de eventos, pero no su causalidad; es decir, observamos que una cosa sigue a otra sin identificar una conexión causal entre ellas. Kant, en respuesta a Hume, rechaza el escepticismo empírico y argumenta que la interpretación de los fenómenos observados requiere necesariamente la existencia previa del concepto de causalidad, entendido como una categoría relacional.

Kant no denomina proposiciones sintéticas a posteriori a las características comprendidas en el concepto-sujeto, sino a aquellas acciones o efectos posibles relacionados con dicho concepto. Por ejemplo, la afirmación «el cielo está nublado» corresponde a un juicio sintético a posteriori, ya que la noción de “nublado” no forma parte esencial del concepto-sujeto “cielo”. Esto implica que, en un momento determinado, el cielo puede estar nublado, aunque en otro contexto podría no estarlo. En este sentido, el atributo “nublado” no es inherente al concepto “cielo”, sino que le es contingente. Así, «el cielo está nublado» constituye una proposición sintética cuya veracidad depende de la constatación empírica del hecho.

Kant sostiene en su Crítica de la razón pura que existen juicios sintéticos a priori; estos juicios añaden el predicado sin depender de la experiencia, ya que se considera que surge necesariamente del contenido del concepto-sujeto. Por ejemplo, afirmar que «el hielo flota sobre el agua» corresponde a un juicio sintético a priori, lo que implica que su verdad es universal y necesaria. Esta afirmación forma parte de las propiedades esenciales de los objetos mencionados.

La afirmación de Peikoff respecto a que el enunciado «el hielo se hunde en el agua» constituye únicamente una imposibilidad empírica y, por lo tanto, es conceptualmente concebible aunque no exista, es rechazada de manera integral por la teoría kantiana. Desde esta perspectiva, dicho enunciado representa una imposibilidad conceptual, ya que implicaría negar una característica esencial del concepto-sujeto. Esta negación contradice el proceso racional que sintetiza la multiplicidad proveniente de la intuición sensorial para construir, bajo un principio ordenador común, la unidad de un objeto mental: el concepto. Tal principio ordenador es determinado por el tipo de relación que se piensa y que Kant denomina categorías.

Peikoff sostiene que quienes defienden la dicotomía analítico-sintética afirman que «las proposiciones analíticas no proveen información sobre la realidad; no describen hechos, son “no ontológicas”». Sin embargo, dicha afirmación no es atribuible al pensamiento de Kant. El filósofo prusiano señala que la proposición analítica explica el sujeto al descomponerlo en conceptos parciales incluidos en él mismo. Además, para Kant, los conceptos no son construcciones arbitrarias, sino síntesis en una unidad mental fundada en un principio ordenador o categoría, que organiza lo múltiple recibido por la intuición sensorial y representa intelectualmente un objeto de la realidad, sea este real o de razón. Por lo tanto, las proposiciones analíticas sí ofrecen información sobre la realidad. Así, para conocer si la ratona amamanta a sus crías, no es necesario realizar una verificación empírica; basta con saber que «el ratón es un mamífero».

Continuará.

Qué dice Ludwig Wittgenstein

Warren Orbaugh |
17 de noviembre, 2025
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En mi entrega anterior comenté la cita de Wittgenstein que hace Leonard Peikoff en su ensayo “La dicotomía analítico-sintética”, donde sostiene que la filosofía moderna proclama la dicotomía analítico-sintética, que nos presenta solo la alternativa de verdades analíticas que son necesarias y universales, pero que no dicen nada sobre la realidad, o verdades sintéticas que son fácticas, que describen la realidad, pero no son universales ni necesarias, sino meramente contingentes. La cita reza:

“Las proposiciones de la lógica”, dice Wittgenstein en su Tractatus, “todas dicen la misma cosa, o sea, nada”.

Peikoff interpretó las palabras de Ludwig Wittgenstein fuera de su contexto original, presentando así la declaración del filósofo austriaco como carente de sentido. El comentario de Wittgenstein se refiere a la tautología lógica conocida como la “ley del tercero excluido”, la cual establece que una proposición debe ser verdadera o falsa, sin admitir una tercera posibilidad:

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«La tautología no tiene condiciones de verdad, porque es incondicionalmente verdadera; y la contradicción no es verdadera bajo ninguna condición. La tautología y la contradicción carecen de sentido. (Por ejemplo, no sé nada sobre el clima cuando sé que llueve o no llueve) [4·461]».

En la misma cita, Peikoff afirma lo siguiente:

«… Las proposiciones sintéticas, por otra parte, son fácticas y por ello el hombre paga un precio. El precio consiste en que son contingentes, inciertas e indemostrables. La teoría de la dicotomía analítico-sintética presenta a los hombres la siguiente elección: si lo que se asevera puede probarse, no dice nada acerca de aquello que existe; y si trata sobre existentes, no puede ser probado».

Según esta teoría —declara Peikoff— los hechos necesarios deben existir; los otros podrían haber sido diferentes, son contingentes. Por ejemplo, plantea Peikoff, que el agua es húmeda sería un hecho “necesario”, pero que el agua se convierta en hielo a cierta temperatura sería “contingente”. O que el hombre es un animal racional es un hecho “necesario”, pero que tenga solo dos ojos sería un hecho “contingente”. Dada esta dicotomía —asevera Peikoff— surge la pregunta: «¿Cómo se sabe, en un caso en particular, que ciertos hechos son necesarios?» Para enfatizar su tesis, cita a Kant:

«En general, se ha contestado que la observación es insuficiente para este propósito. “La experiencia”, escribió Kant en su Crítica de la razón pura, “nos dice, ciertamente, lo que es, pero no que necesariamente debe ser así y no de alguna otra manera”».

La cita de Peikoff respecto a Kant se presenta fuera de su contexto original. En este pasaje, Kant hace referencia a las afirmaciones de David Hume, quien sostenía que la percepción humana puede captar la sucesión de eventos, pero no su causalidad; es decir, observamos que una cosa sigue a otra sin identificar una conexión causal entre ellas. Kant, en respuesta a Hume, rechaza el escepticismo empírico y argumenta que la interpretación de los fenómenos observados requiere necesariamente la existencia previa del concepto de causalidad, entendido como una categoría relacional.

Kant no denomina proposiciones sintéticas a posteriori a las características comprendidas en el concepto-sujeto, sino a aquellas acciones o efectos posibles relacionados con dicho concepto. Por ejemplo, la afirmación «el cielo está nublado» corresponde a un juicio sintético a posteriori, ya que la noción de “nublado” no forma parte esencial del concepto-sujeto “cielo”. Esto implica que, en un momento determinado, el cielo puede estar nublado, aunque en otro contexto podría no estarlo. En este sentido, el atributo “nublado” no es inherente al concepto “cielo”, sino que le es contingente. Así, «el cielo está nublado» constituye una proposición sintética cuya veracidad depende de la constatación empírica del hecho.

Kant sostiene en su Crítica de la razón pura que existen juicios sintéticos a priori; estos juicios añaden el predicado sin depender de la experiencia, ya que se considera que surge necesariamente del contenido del concepto-sujeto. Por ejemplo, afirmar que «el hielo flota sobre el agua» corresponde a un juicio sintético a priori, lo que implica que su verdad es universal y necesaria. Esta afirmación forma parte de las propiedades esenciales de los objetos mencionados.

La afirmación de Peikoff respecto a que el enunciado «el hielo se hunde en el agua» constituye únicamente una imposibilidad empírica y, por lo tanto, es conceptualmente concebible aunque no exista, es rechazada de manera integral por la teoría kantiana. Desde esta perspectiva, dicho enunciado representa una imposibilidad conceptual, ya que implicaría negar una característica esencial del concepto-sujeto. Esta negación contradice el proceso racional que sintetiza la multiplicidad proveniente de la intuición sensorial para construir, bajo un principio ordenador común, la unidad de un objeto mental: el concepto. Tal principio ordenador es determinado por el tipo de relación que se piensa y que Kant denomina categorías.

Peikoff sostiene que quienes defienden la dicotomía analítico-sintética afirman que «las proposiciones analíticas no proveen información sobre la realidad; no describen hechos, son “no ontológicas”». Sin embargo, dicha afirmación no es atribuible al pensamiento de Kant. El filósofo prusiano señala que la proposición analítica explica el sujeto al descomponerlo en conceptos parciales incluidos en él mismo. Además, para Kant, los conceptos no son construcciones arbitrarias, sino síntesis en una unidad mental fundada en un principio ordenador o categoría, que organiza lo múltiple recibido por la intuición sensorial y representa intelectualmente un objeto de la realidad, sea este real o de razón. Por lo tanto, las proposiciones analíticas sí ofrecen información sobre la realidad. Así, para conocer si la ratona amamanta a sus crías, no es necesario realizar una verificación empírica; basta con saber que «el ratón es un mamífero».

Continuará.

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