Presupuesto 2025: ¿Por qué callamos ante el despilfarro fiscal en Guatemala?
La responsabilidad de cambiar el rumbo de Guatemala recae en cada uno de nosotros.
El 27 de noviembre, el Congreso aprobó el presupuesto más grande en la historia de Guatemala: Q. 148 mil millones (USD 19 mil millones), equivalente al 18.6 % del PIB de 2023. Esto representa casi un quinto de nuestra economía. Este presupuesto, cargado de irregularidades, amenaza con traer serias consecuencias para el país.
Sin embargo, el problema no radica solo en el Congreso, sino también en nuestra pasividad como ciudadanos. En 2020, un presupuesto de USD 12.8 mil millones (48 % menor que el actual) desató masivas protestas, incluyendo la toma y quema de parte del Congreso. Hoy, ante un presupuesto aún más dañino, la reacción se limita a una pequeña manifestación en la zona 1 y declaraciones tibias de cámaras empresariales. ¿Es apatía, desconocimiento o simplemente resignación?
Un Congreso descarado
Es escandaloso que los diputados se incrementen el sueldo de Q. 27 mil a Q. 50 mil mensuales. ¿Quién conoce a alguien cuyo salario casi se duplica de la noche a la mañana? En países como Kenia, Macedonia del Norte o incluso Australia, aumentos mucho menores han provocado manifestaciones masivas. En Guatemala, apenas un susurro.
Un déficit insostenible
El presupuesto gasta dinero que no tenemos. El déficit aumenta de Q. 20 mil 607 millones en 2024 a Q. 29 mil 412 millones en 2025 (43 % de incremento). Para financiarlo, el gobierno recurrirá a bonos del tesoro (Q. 25 mil 104 millones), deuda externa (Q. 2 mil 406 millones) y reducción del saldo de caja. Este endeudamiento no se traduce en beneficios reales para la población, sino en pagos de intereses y financiamiento de intereses creados y clientelismo.
La historia es clara, pero seguimos ignorando las señales de una tormenta económica […] Es hora de construir un futuro mejor para todos, especialmente para los más vulnerables. Recuerde: la responsabilidad de cambiar el rumbo de Guatemala recae en cada uno de nosotros.
Por ejemplo, los Consejos Departamentales de Desarrollo (Codedes) recibirán más de Q. 12 mil millones, a pesar de que su ejecución actual es irrisoria. Según Segeplan, de los Q. 5 mil 123 millones asignados para 2024, solo han ejecutado Q. 1 mil 528 millones. ¿Cómo planean gestionar diez veces más en 2025?
Posibles consecuencias
Si el gobierno ejecuta todo el presupuesto, enfrentaremos inflación y un aumento en el costo de la canasta básica. Las medidas correctivas, como controles de precios, traerán desabastecimiento, inestabilidad para pequeños empresarios, desempleo y una macroeconomía desajustada. Por otro lado, si no logran ejecutar, la economía sufrirá estancamiento y desaceleración, como ya se ha empezado a notar este año.
Las alarmas están encendidas, pero ni el gobierno ni la población parecen notarlo. Para ilustrarlo, recordemos el caso de Venezuela, que en 2018 alcanzó una hiperinflación de 130,060 %. Este fenómeno fue resultado de financiar el déficit fiscal mediante la emisión monetaria, una expansión descontrolada de la masa monetaria sin respaldo, el mantenimiento de un elevado gasto público pese a la caída en los ingresos petroleros desde 2014 y la implementación de estrictos controles de precios. Estas medidas provocaron escasez de bienes, un alza incontrolable en los precios y una emigración masiva de venezolanos huyendo de la crisis.
Otro ejemplo es Argentina, donde el déficit fiscal descontrolado iniciado en 1985 llevó al gobierno a recurrir a una expansión monetaria sin precedentes. El Banco Central realizó una masiva emisión de dinero para cubrir el déficit gubernamental, lo que resultó en tasas de interés reales superiores al 20 % anual. Los intentos de frenar la inflación mediante acuerdos de precios y congelaciones fracasaron, desatando una espiral inflacionaria que culminó con la devaluación de la moneda de ese entonces, el Austral, y una caída del 40 % en los precios de productos de exportación. La inestabilidad política y social generó una ola de saqueos, temor a golpes militares y, finalmente, la renuncia anticipada del presidente Alfonsín en 1989.
Un llamado urgente
La historia es clara, pero seguimos ignorando las señales de una tormenta económica. En mi próxima columna analizaré estrategias efectivas que pueden llevar al país hacia un ciclo virtuoso de crecimiento y prosperidad, como las que está implementando Javier Milei con gran éxito en Argentina. Mientras tanto, aún podemos evitar una crisis si adoptamos una conciencia política responsable, trabajamos duro y trazamos un plan de crecimiento sostenible. Es hora de construir un futuro mejor para todos, especialmente para los más vulnerables.
Recuerde: la responsabilidad de cambiar el rumbo de Guatemala recae en cada uno de nosotros.
PhD. Ramiro Bolaños
Presupuesto 2025: ¿Por qué callamos ante el despilfarro fiscal en Guatemala?
La responsabilidad de cambiar el rumbo de Guatemala recae en cada uno de nosotros.
El 27 de noviembre, el Congreso aprobó el presupuesto más grande en la historia de Guatemala: Q. 148 mil millones (USD 19 mil millones), equivalente al 18.6 % del PIB de 2023. Esto representa casi un quinto de nuestra economía. Este presupuesto, cargado de irregularidades, amenaza con traer serias consecuencias para el país.
Sin embargo, el problema no radica solo en el Congreso, sino también en nuestra pasividad como ciudadanos. En 2020, un presupuesto de USD 12.8 mil millones (48 % menor que el actual) desató masivas protestas, incluyendo la toma y quema de parte del Congreso. Hoy, ante un presupuesto aún más dañino, la reacción se limita a una pequeña manifestación en la zona 1 y declaraciones tibias de cámaras empresariales. ¿Es apatía, desconocimiento o simplemente resignación?
Un Congreso descarado
Es escandaloso que los diputados se incrementen el sueldo de Q. 27 mil a Q. 50 mil mensuales. ¿Quién conoce a alguien cuyo salario casi se duplica de la noche a la mañana? En países como Kenia, Macedonia del Norte o incluso Australia, aumentos mucho menores han provocado manifestaciones masivas. En Guatemala, apenas un susurro.
Un déficit insostenible
El presupuesto gasta dinero que no tenemos. El déficit aumenta de Q. 20 mil 607 millones en 2024 a Q. 29 mil 412 millones en 2025 (43 % de incremento). Para financiarlo, el gobierno recurrirá a bonos del tesoro (Q. 25 mil 104 millones), deuda externa (Q. 2 mil 406 millones) y reducción del saldo de caja. Este endeudamiento no se traduce en beneficios reales para la población, sino en pagos de intereses y financiamiento de intereses creados y clientelismo.
La historia es clara, pero seguimos ignorando las señales de una tormenta económica […] Es hora de construir un futuro mejor para todos, especialmente para los más vulnerables. Recuerde: la responsabilidad de cambiar el rumbo de Guatemala recae en cada uno de nosotros.
Por ejemplo, los Consejos Departamentales de Desarrollo (Codedes) recibirán más de Q. 12 mil millones, a pesar de que su ejecución actual es irrisoria. Según Segeplan, de los Q. 5 mil 123 millones asignados para 2024, solo han ejecutado Q. 1 mil 528 millones. ¿Cómo planean gestionar diez veces más en 2025?
Posibles consecuencias
Si el gobierno ejecuta todo el presupuesto, enfrentaremos inflación y un aumento en el costo de la canasta básica. Las medidas correctivas, como controles de precios, traerán desabastecimiento, inestabilidad para pequeños empresarios, desempleo y una macroeconomía desajustada. Por otro lado, si no logran ejecutar, la economía sufrirá estancamiento y desaceleración, como ya se ha empezado a notar este año.
Las alarmas están encendidas, pero ni el gobierno ni la población parecen notarlo. Para ilustrarlo, recordemos el caso de Venezuela, que en 2018 alcanzó una hiperinflación de 130,060 %. Este fenómeno fue resultado de financiar el déficit fiscal mediante la emisión monetaria, una expansión descontrolada de la masa monetaria sin respaldo, el mantenimiento de un elevado gasto público pese a la caída en los ingresos petroleros desde 2014 y la implementación de estrictos controles de precios. Estas medidas provocaron escasez de bienes, un alza incontrolable en los precios y una emigración masiva de venezolanos huyendo de la crisis.
Otro ejemplo es Argentina, donde el déficit fiscal descontrolado iniciado en 1985 llevó al gobierno a recurrir a una expansión monetaria sin precedentes. El Banco Central realizó una masiva emisión de dinero para cubrir el déficit gubernamental, lo que resultó en tasas de interés reales superiores al 20 % anual. Los intentos de frenar la inflación mediante acuerdos de precios y congelaciones fracasaron, desatando una espiral inflacionaria que culminó con la devaluación de la moneda de ese entonces, el Austral, y una caída del 40 % en los precios de productos de exportación. La inestabilidad política y social generó una ola de saqueos, temor a golpes militares y, finalmente, la renuncia anticipada del presidente Alfonsín en 1989.
Un llamado urgente
La historia es clara, pero seguimos ignorando las señales de una tormenta económica. En mi próxima columna analizaré estrategias efectivas que pueden llevar al país hacia un ciclo virtuoso de crecimiento y prosperidad, como las que está implementando Javier Milei con gran éxito en Argentina. Mientras tanto, aún podemos evitar una crisis si adoptamos una conciencia política responsable, trabajamos duro y trazamos un plan de crecimiento sostenible. Es hora de construir un futuro mejor para todos, especialmente para los más vulnerables.
Recuerde: la responsabilidad de cambiar el rumbo de Guatemala recae en cada uno de nosotros.
PhD. Ramiro Bolaños