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¿Por qué falla el “estudio” IGSS?

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Luis Figueroa |
12 de diciembre, 2025

Según un análisis “técnico” del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, si el gobierno fuerza un alza en el salario mínimo, se fortalecerían el consumo, el empleo y la formalización laboral en beneficio de la sostenibilidad de aquel monopolio.

¿Por qué necesita el IGSS apuntalar su monopolio?

El IGSS es un monopolio porque la legislación obliga a que ciertos trabajadores —posiblemente como tú— coticen en ese sistema y no en otro. Esos trabajadores no pueden escoger dónde pagar seguro médico, ni dónde prever para cuando haga falta.

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Su existencia prueba que el hecho de ser monopolio no garantiza el éxito de una operación por grande que sea, nada es “too big to fail”. Al IGSS el gobierno le debe sus cuotas patronales y sus aportaciones como estado. El gobierno, que debería dar el ejemplo patronal, ¡por supuesto que incumple sus obligaciones! Adicionalmente, el sistema previsional es de reparto; y como los sistemas de reparto son pirámides, la realidad se impone. No solo por motivos demográficos, sino porque las pirámides se devoran a sí mismas.

¿Por qué sabemos que el estudio no es técnico?

Porque hasta las piedras saben que la informalidad es incentivada por costos altos de formalizarse y regulaciones y burocracia excesivas. ¡Sorpresa! Las contribuciones forzadas al IGSS son impuestos. Las leyes laborales rígidas, los trámites complicados y los altos costos administrativos desalientan la formalización. Los salarios mínimos y las intervenciones políticas en el mercado distorsionan el equilibrio del mercado y esto genera desempleo formal y empuja a los trabajadores y empleadores hacia arreglos informales para sobrevivir. 

Hasta las piedras saben que los salarios mínimos dañan la generación y conservación de empleos, así como la formalidad. L. von Mises explica que los empleadores contratan trabajadores solo si el valor que estos generan es mayor o igual al salario que deben pagar. Cuando el gobierno impone salarios mínimos más altos que la productividad de ciertos trabajadores (jóvenes, poco calificados, en zonas rurales o con baja educación), esos trabajadores se vuelven demasiado caros para contratarlos legalmente. Entonces, las empresas no contratan a esas personas, o hacen despidos. El desempleo aumenta, especialmente entre los grupos más vulnerables. 

El salario mínimo, además, hace que los empleos formales (con contrato, aportes a la seguridad social e impuestos) sean más caros que los informales. Para trabajadores cuya productividad está por debajo del salario mínimo, el empleador tiene dos opciones: no contratarlos (y hay desempleo); o contratarlos informalmente, sin aportes y sin contratos.

En esas condiciones, los salarios mínimos empujan muchos empleos hacia la informalidad y, entonces, los trabajadores prefieren ganar algo (aunque sea poco y sin protección) antes que quedarse sin trabajo.

Los salarios mínimos no crean riqueza ni aumentan la productividad; solo suben políticamente el precio del trabajo; y un estudio técnico debería identificar esta realidad. Cuando aquellos precios (los salarios mínimos) superan lo que el mercado puede pagar, el resultado es menos empleo formal y más desempleo, o informalidad. La solución es permitir que los salarios se ajusten libremente y concentrarse en mejorar la productividad para que los salarios reales suban de forma sostenible. Otro día platicamos de por qué es el ahorro, y no el consumo, lo que fortalece la economía.

¿Por qué falla el “estudio” IGSS?

Luis Figueroa |
12 de diciembre, 2025
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Según un análisis “técnico” del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, si el gobierno fuerza un alza en el salario mínimo, se fortalecerían el consumo, el empleo y la formalización laboral en beneficio de la sostenibilidad de aquel monopolio.

¿Por qué necesita el IGSS apuntalar su monopolio?

El IGSS es un monopolio porque la legislación obliga a que ciertos trabajadores —posiblemente como tú— coticen en ese sistema y no en otro. Esos trabajadores no pueden escoger dónde pagar seguro médico, ni dónde prever para cuando haga falta.

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Su existencia prueba que el hecho de ser monopolio no garantiza el éxito de una operación por grande que sea, nada es “too big to fail”. Al IGSS el gobierno le debe sus cuotas patronales y sus aportaciones como estado. El gobierno, que debería dar el ejemplo patronal, ¡por supuesto que incumple sus obligaciones! Adicionalmente, el sistema previsional es de reparto; y como los sistemas de reparto son pirámides, la realidad se impone. No solo por motivos demográficos, sino porque las pirámides se devoran a sí mismas.

¿Por qué sabemos que el estudio no es técnico?

Porque hasta las piedras saben que la informalidad es incentivada por costos altos de formalizarse y regulaciones y burocracia excesivas. ¡Sorpresa! Las contribuciones forzadas al IGSS son impuestos. Las leyes laborales rígidas, los trámites complicados y los altos costos administrativos desalientan la formalización. Los salarios mínimos y las intervenciones políticas en el mercado distorsionan el equilibrio del mercado y esto genera desempleo formal y empuja a los trabajadores y empleadores hacia arreglos informales para sobrevivir. 

Hasta las piedras saben que los salarios mínimos dañan la generación y conservación de empleos, así como la formalidad. L. von Mises explica que los empleadores contratan trabajadores solo si el valor que estos generan es mayor o igual al salario que deben pagar. Cuando el gobierno impone salarios mínimos más altos que la productividad de ciertos trabajadores (jóvenes, poco calificados, en zonas rurales o con baja educación), esos trabajadores se vuelven demasiado caros para contratarlos legalmente. Entonces, las empresas no contratan a esas personas, o hacen despidos. El desempleo aumenta, especialmente entre los grupos más vulnerables. 

El salario mínimo, además, hace que los empleos formales (con contrato, aportes a la seguridad social e impuestos) sean más caros que los informales. Para trabajadores cuya productividad está por debajo del salario mínimo, el empleador tiene dos opciones: no contratarlos (y hay desempleo); o contratarlos informalmente, sin aportes y sin contratos.

En esas condiciones, los salarios mínimos empujan muchos empleos hacia la informalidad y, entonces, los trabajadores prefieren ganar algo (aunque sea poco y sin protección) antes que quedarse sin trabajo.

Los salarios mínimos no crean riqueza ni aumentan la productividad; solo suben políticamente el precio del trabajo; y un estudio técnico debería identificar esta realidad. Cuando aquellos precios (los salarios mínimos) superan lo que el mercado puede pagar, el resultado es menos empleo formal y más desempleo, o informalidad. La solución es permitir que los salarios se ajusten libremente y concentrarse en mejorar la productividad para que los salarios reales suban de forma sostenible. Otro día platicamos de por qué es el ahorro, y no el consumo, lo que fortalece la economía.

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