Por la gobernabilidad y la estabilidad del país
Macron está jugando con fuego y la gobernabilidad es la pieza que está en movimiento en el tablero.
Las elecciones europeas reafirmaron el dominio de la política centrista dentro del parlamento europeo y el retroceso significativo del progresismo en la región. No obstante, la remontada más importante se pudo observar en Alemania y Francia en donde los partidos nacionalistas de ideología más radical adelantaron a las fuerzas oficialistas.
Como consecuencia de esto, el presidente francés, Emmanuel Macron, como gran perdedor en los comicios europeos, puso en marcha la maquinaria constitucional, disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones adelantadas. El objetivo de esta jugada política es retomar, o no, la confianza del electorado francés.
Arma de doble filo
De acuerdo con uno de los grandes autores de Ciencia Política, Juan Linz, el sistema presidencialista, frente al parlamentarismo, supone la receta perfecta para el desastre con un período rígido de gobierno y total independencia entre las ramas de gobierno. Esto se debe a que, a diferencia de un primer ministro, el presidente, en caso de sentir una falta de confianza en su gobierno, no cuenta con las facultades para disolver el parlamento y el poder legislativo, a su vez, tampoco puede poner en tela de duda el poder del ejecutivo. En cambio, en un sistema presidencialista, aunque ya no exista confianza en el gobierno de turno no hay forma de aliviar la presión, lo cual se traduce en mayor tensión entre las ramas de gobierno, polarización entre la población y, por ende, más desgate político y social.
Ahora bien, la disolución del parlamento puede ser un arma de doble filo. Por un lado, esta acción refleja un alto grado de madurez política, dado que el gobierno reconoce que el electorado ya no confía en su gobierno, por lo que está dispuesto a abrir un espacio para sus opositores. Por otro lado, esto implica que, así como podría reafirmar su poder, el gobierno de turno también podría perder las llaves de las instituciones, lo cual viene acompañado de un alto grado de incertidumbre para el país.
Macron está jugando con fuego y la gobernabilidad es la pieza que está en movimiento en el tablero. Los franceses, por su lado, deberán decidir entre la continuidad o asumir los costos de apostar por una nueva propuesta política que podría poner en duda la institucionalidad del país.
Así pues, al llamar a elecciones adelantadas es necesario que todas las fuerzas políticas e incluso el electorado hagan una lectura muy precisa sobre el ambiente y los tiempos políticos, dado que, así como puede ser una oportunidad para cambiar la marcha del gobierno en una dirección más favorable, también existe la posibilidad de sucumbir al país en una crisis de gobernabilidad.
Las llaves de la incertidumbre
En el caso francés, Macron interpretó las elecciones europeas como un referéndum de aprobación sobre su gobierno, en el cual, contra los pronósticos, fueron desfavorables para su administración. En cambio, la fuerza nacionalista liderada por Marine Le Pen, no solo consiguió los votos necesarios para moverle el tapete al oficialismo, sino que también confirmó el descontento político de los franceses.
Ante este escenario, Macron decidió apostar por la incertidumbre y devolverles la jugada al electorado francés, de manera que ellos determinen si la continuidad es el camino a seguir o si el cambio a favor de una política radical es más factible. Ahora bien, en caso de que el oficialismo pierda la elección, el cambio político sería drástico, dado que el nacionalismo, aunque siempre se ha quedado en las puertas del palais de l'Élysée, nunca ha conseguido dominar al electorado.
Macron está jugando con fuego y la gobernabilidad es la pieza que está en movimiento en el tablero. Los franceses, por su lado, deberán decidir entre la continuidad o asumir los costos de apostar por una nueva propuesta política que podría poner en duda la institucionalidad del país.
Por la gobernabilidad y la estabilidad del país
Macron está jugando con fuego y la gobernabilidad es la pieza que está en movimiento en el tablero.
Las elecciones europeas reafirmaron el dominio de la política centrista dentro del parlamento europeo y el retroceso significativo del progresismo en la región. No obstante, la remontada más importante se pudo observar en Alemania y Francia en donde los partidos nacionalistas de ideología más radical adelantaron a las fuerzas oficialistas.
Como consecuencia de esto, el presidente francés, Emmanuel Macron, como gran perdedor en los comicios europeos, puso en marcha la maquinaria constitucional, disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones adelantadas. El objetivo de esta jugada política es retomar, o no, la confianza del electorado francés.
Arma de doble filo
De acuerdo con uno de los grandes autores de Ciencia Política, Juan Linz, el sistema presidencialista, frente al parlamentarismo, supone la receta perfecta para el desastre con un período rígido de gobierno y total independencia entre las ramas de gobierno. Esto se debe a que, a diferencia de un primer ministro, el presidente, en caso de sentir una falta de confianza en su gobierno, no cuenta con las facultades para disolver el parlamento y el poder legislativo, a su vez, tampoco puede poner en tela de duda el poder del ejecutivo. En cambio, en un sistema presidencialista, aunque ya no exista confianza en el gobierno de turno no hay forma de aliviar la presión, lo cual se traduce en mayor tensión entre las ramas de gobierno, polarización entre la población y, por ende, más desgate político y social.
Ahora bien, la disolución del parlamento puede ser un arma de doble filo. Por un lado, esta acción refleja un alto grado de madurez política, dado que el gobierno reconoce que el electorado ya no confía en su gobierno, por lo que está dispuesto a abrir un espacio para sus opositores. Por otro lado, esto implica que, así como podría reafirmar su poder, el gobierno de turno también podría perder las llaves de las instituciones, lo cual viene acompañado de un alto grado de incertidumbre para el país.
Macron está jugando con fuego y la gobernabilidad es la pieza que está en movimiento en el tablero. Los franceses, por su lado, deberán decidir entre la continuidad o asumir los costos de apostar por una nueva propuesta política que podría poner en duda la institucionalidad del país.
Así pues, al llamar a elecciones adelantadas es necesario que todas las fuerzas políticas e incluso el electorado hagan una lectura muy precisa sobre el ambiente y los tiempos políticos, dado que, así como puede ser una oportunidad para cambiar la marcha del gobierno en una dirección más favorable, también existe la posibilidad de sucumbir al país en una crisis de gobernabilidad.
Las llaves de la incertidumbre
En el caso francés, Macron interpretó las elecciones europeas como un referéndum de aprobación sobre su gobierno, en el cual, contra los pronósticos, fueron desfavorables para su administración. En cambio, la fuerza nacionalista liderada por Marine Le Pen, no solo consiguió los votos necesarios para moverle el tapete al oficialismo, sino que también confirmó el descontento político de los franceses.
Ante este escenario, Macron decidió apostar por la incertidumbre y devolverles la jugada al electorado francés, de manera que ellos determinen si la continuidad es el camino a seguir o si el cambio a favor de una política radical es más factible. Ahora bien, en caso de que el oficialismo pierda la elección, el cambio político sería drástico, dado que el nacionalismo, aunque siempre se ha quedado en las puertas del palais de l'Élysée, nunca ha conseguido dominar al electorado.
Macron está jugando con fuego y la gobernabilidad es la pieza que está en movimiento en el tablero. Los franceses, por su lado, deberán decidir entre la continuidad o asumir los costos de apostar por una nueva propuesta política que podría poner en duda la institucionalidad del país.