Poco cambiará con las elecciones en Francia
La realidad es que la UE sufre de un déficit democrático. Pese al triunfo de partidos nacionalistas, Europa no va a regresar a los conceptos de soberanía y la autopreservación de su civilización.
El 9 de junio de 2024, los votantes franceses eligieron 81 miembros del Parlamento Europeo (PE). Los franceses, al igual que los votantes de la UE, votaron por sus representantes en el PE, quienes tomarán decisiones a nivel europeo. (Le Monde)
La Agrupación Nacional (AN), encabezada por la nacionalista Marine Le Pen, dobló en votos (31.4% versus 14.6%) al partido europeísta del presidente de Francia, Emmanuel Macron (BBC). Sin embargo, en abril de 2022 Macron fue electo para un segundo mandato de 5 años, por lo que aún le quedan 3 años en el poder.
Al conocerse la magnitud de su derrota, Macron disolvió la Asamblea Nacional (la cámara baja del Parlamento) y anunció nuevas elecciones legislativas, que se realizarán en dos rondas el 30 de junio y el 7 de julio. Fue una medida estratégica de parte de Macron para desafiar a la derecha triunfante. Un político muy astuto con sed de poder, Macron, viendo que había alta probabilidad de que la AN podría ganar la próxima elección presidenciales, la jugó todo en llamar a nuevas elecciones. No hay ningún precedente en la política francesa moderna de que un presidente convoque elecciones parlamentarias anticipadas desde una posición de debilidad.
Estos hechos abren el escenario de un gobierno francés de cohabitación, término que se refiere a cuando el poder se comparte entre un presidente de un partido y un gobierno de otro. Si la AN gana las legislativas, el primer ministro y el gobierno serían de ese mismo partido, mientras el presidente sería del partido Renacimiento. Francia ha vivido la cohabitación en otras ocasiones en la era de la actual V República, establecida en 1958. La última vez fue en 2002, cuando Jacques Chirac, de derecha, ocupó la presidencia junto a un primer ministro socialista, Lionel Jospin.
Sin embargo, esta vez la cohabitación sería más difícil. La izquierda francesa de la cual dependería Macron para derrotar a Le Pen se ha radicalizado (Político). Los europeístas también representan posiciones globalistas que muchos franceses consideran peligrosas, especialmente respecto al tema de la inmigración (Le Monde).
Muchos votantes perciben que las élites europeas están importando nuevos votantes de países con culturas y conductas contrarias a la convivencia social pacífica y que terminarán acabando no solo con Francia, sino Europa. En Francia en particular, los votantes manifestaron su descontento con la inmigración masiva. Pareciera relativamente fácil girar un poco al centro y reconocer que la civilización francesa (y europea) es digna de ser salvada, pero en este tema los europeístas en Francia y en Europa no van a dar concesión alguna. Las élites harán todo lo posible para ignorar el deseo popular para seguir con su proceso de desplazamiento demográfico.
En temas de la política exterior de la UE, la victoria de partidos nacionalistas le bajará solo un poco la fuerza a la narrativa globalista que vienen manejando los europeístas que controlan de manera antidemocrática a la UE. Sin embargo, la UE no dejará de promover principios democráticos que no practica.
Predecir el resultado de las próximas elecciones es un desafío, pero la derecha francesa no tiene por seguro conseguir una mayoría absoluta en las próximas elecciones. Los partidos de derecha obtuvieron solo el 40% del total de votos, colectivamente. Esto no alcanza la mayoría que se necesita para gobernar. Al buen estilo europeo, el sistema francés de dos vueltas presenta desafíos para los candidatos populares que desafían a las élites políticas.
Ningún partido que haya ganado una pluralidad de votos en una elección de la UE en Francia ha ganado la siguiente elección nacional. En las últimas elecciones, solo el 50% de los votantes acudieron a las urnas, mientras que en las elecciones nacionales la participación normalmente es del 70%.
Muchos dicen que si Le Pen obtuviera la mayoría de escaños, las implicaciones para Francia y la UE serían profundas, porque las diferencias ideológicas entre la AN y Renacimiento son grandes, especialmente con respecto al creciente poder de la UE.
La realidad es que la UE sufre de un déficit democrático. Pese al triunfo de partidos nacionalistas, Europa no va a regresar a los conceptos tradicionales de soberanía y la autopreservación de su civilización.
A final de cuentas, el nuevo Parlamento Europeo se conformará de manera similar al anterior. En todo caso, el PE no tiene poder. Los organismos más poderosos en la UE son los no electos. Los votantes europeos no pueden votar por los miembros del Consejo de la UE o de la Comisión de la UE, que es donde comienza la legislación europea. El PE solo puede aprobar o proponer enmiendas. Mientras tanto, la Corte Europea de Justicia acaba de multar a Hungría por no aceptar la cantidad de migrantes que la UE exige, pocos días después de las últimas elecciones. Esto fue un claro desafío al sentimiento popular expresado.
En temas de la política exterior de la UE, la victoria de partidos nacionalistas le bajará solo un poco la fuerza a la narrativa globalista que vienen manejando los europeístas que controlan de manera antidemocrática a la UE. Sin embargo, la UE no dejará de promover principios democráticos que no practica.
La única esperanza para los soberanistas en el mundo en desarrollo es que ahora podrán acudir a una mayor base de representantes en el PE para hacer ver que tienen respaldo internacional para las posiciones que quieren promulgar. La izquierda tercermundista ahora tendrá más competencia en ese ámbito de su especialización, que han perfeccionado, pero seguirán con la ventaja absoluta.
Poco cambiará con las elecciones en Francia
La realidad es que la UE sufre de un déficit democrático. Pese al triunfo de partidos nacionalistas, Europa no va a regresar a los conceptos de soberanía y la autopreservación de su civilización.
El 9 de junio de 2024, los votantes franceses eligieron 81 miembros del Parlamento Europeo (PE). Los franceses, al igual que los votantes de la UE, votaron por sus representantes en el PE, quienes tomarán decisiones a nivel europeo. (Le Monde)
La Agrupación Nacional (AN), encabezada por la nacionalista Marine Le Pen, dobló en votos (31.4% versus 14.6%) al partido europeísta del presidente de Francia, Emmanuel Macron (BBC). Sin embargo, en abril de 2022 Macron fue electo para un segundo mandato de 5 años, por lo que aún le quedan 3 años en el poder.
Al conocerse la magnitud de su derrota, Macron disolvió la Asamblea Nacional (la cámara baja del Parlamento) y anunció nuevas elecciones legislativas, que se realizarán en dos rondas el 30 de junio y el 7 de julio. Fue una medida estratégica de parte de Macron para desafiar a la derecha triunfante. Un político muy astuto con sed de poder, Macron, viendo que había alta probabilidad de que la AN podría ganar la próxima elección presidenciales, la jugó todo en llamar a nuevas elecciones. No hay ningún precedente en la política francesa moderna de que un presidente convoque elecciones parlamentarias anticipadas desde una posición de debilidad.
Estos hechos abren el escenario de un gobierno francés de cohabitación, término que se refiere a cuando el poder se comparte entre un presidente de un partido y un gobierno de otro. Si la AN gana las legislativas, el primer ministro y el gobierno serían de ese mismo partido, mientras el presidente sería del partido Renacimiento. Francia ha vivido la cohabitación en otras ocasiones en la era de la actual V República, establecida en 1958. La última vez fue en 2002, cuando Jacques Chirac, de derecha, ocupó la presidencia junto a un primer ministro socialista, Lionel Jospin.
Sin embargo, esta vez la cohabitación sería más difícil. La izquierda francesa de la cual dependería Macron para derrotar a Le Pen se ha radicalizado (Político). Los europeístas también representan posiciones globalistas que muchos franceses consideran peligrosas, especialmente respecto al tema de la inmigración (Le Monde).
Muchos votantes perciben que las élites europeas están importando nuevos votantes de países con culturas y conductas contrarias a la convivencia social pacífica y que terminarán acabando no solo con Francia, sino Europa. En Francia en particular, los votantes manifestaron su descontento con la inmigración masiva. Pareciera relativamente fácil girar un poco al centro y reconocer que la civilización francesa (y europea) es digna de ser salvada, pero en este tema los europeístas en Francia y en Europa no van a dar concesión alguna. Las élites harán todo lo posible para ignorar el deseo popular para seguir con su proceso de desplazamiento demográfico.
En temas de la política exterior de la UE, la victoria de partidos nacionalistas le bajará solo un poco la fuerza a la narrativa globalista que vienen manejando los europeístas que controlan de manera antidemocrática a la UE. Sin embargo, la UE no dejará de promover principios democráticos que no practica.
Predecir el resultado de las próximas elecciones es un desafío, pero la derecha francesa no tiene por seguro conseguir una mayoría absoluta en las próximas elecciones. Los partidos de derecha obtuvieron solo el 40% del total de votos, colectivamente. Esto no alcanza la mayoría que se necesita para gobernar. Al buen estilo europeo, el sistema francés de dos vueltas presenta desafíos para los candidatos populares que desafían a las élites políticas.
Ningún partido que haya ganado una pluralidad de votos en una elección de la UE en Francia ha ganado la siguiente elección nacional. En las últimas elecciones, solo el 50% de los votantes acudieron a las urnas, mientras que en las elecciones nacionales la participación normalmente es del 70%.
Muchos dicen que si Le Pen obtuviera la mayoría de escaños, las implicaciones para Francia y la UE serían profundas, porque las diferencias ideológicas entre la AN y Renacimiento son grandes, especialmente con respecto al creciente poder de la UE.
La realidad es que la UE sufre de un déficit democrático. Pese al triunfo de partidos nacionalistas, Europa no va a regresar a los conceptos tradicionales de soberanía y la autopreservación de su civilización.
A final de cuentas, el nuevo Parlamento Europeo se conformará de manera similar al anterior. En todo caso, el PE no tiene poder. Los organismos más poderosos en la UE son los no electos. Los votantes europeos no pueden votar por los miembros del Consejo de la UE o de la Comisión de la UE, que es donde comienza la legislación europea. El PE solo puede aprobar o proponer enmiendas. Mientras tanto, la Corte Europea de Justicia acaba de multar a Hungría por no aceptar la cantidad de migrantes que la UE exige, pocos días después de las últimas elecciones. Esto fue un claro desafío al sentimiento popular expresado.
En temas de la política exterior de la UE, la victoria de partidos nacionalistas le bajará solo un poco la fuerza a la narrativa globalista que vienen manejando los europeístas que controlan de manera antidemocrática a la UE. Sin embargo, la UE no dejará de promover principios democráticos que no practica.
La única esperanza para los soberanistas en el mundo en desarrollo es que ahora podrán acudir a una mayor base de representantes en el PE para hacer ver que tienen respaldo internacional para las posiciones que quieren promulgar. La izquierda tercermundista ahora tendrá más competencia en ese ámbito de su especialización, que han perfeccionado, pero seguirán con la ventaja absoluta.