Pobres Guatemaltecos
Después de 10 años sin actualización de datos, se publicaron las cifras de pobreza para Guatemala.
Después de 10 años sin actualización de datos, se publicaron las cifras de pobreza para Guatemala, situación que me pareció que pasó desapercibida por los medios de comunicación digitales y escritos.
Quedando pendiente la realización de retroproyecciones y la comparación con las líneas de pobreza que son estándar internacional ($2.15, $3.65 y $6.85 al día), los únicos datos sobre los que tenemos certeza es que en Guatemala la tasa de Pobreza General es de 56.0% y la tasa de Pobreza Extrema es 16.2%. Los valores en 2014 eran 59.3% y 23.4% correspondientemente, pero el cambio en la metodología hace que no sean comparables estos valores en el tiempo.
¿Cuáles son los hallazgos más significativos? Hay muchas áreas de potencial análisis y una vasta cantidad de datos de gran valor que han sido publicados por el Instituto Nacional de Estadística; sin embargo, a mi parecer, existen tres puntos que merecen una especial mención después de hacer una revisión superficial de los resultados.
En primer momento, hay que destacar que por primera vez tenemos datos de pobreza desagregados por área geográfica. Con una línea de pobreza de Q. 15,911 al año por persona en el área Urbana y Q. 12,700 al año por persona en el área Rural, se evidencia que no cuesta lo mismo dejar de ser pobre según donde se viva. Para un país que está experimentando una transición hacia la urbanización (56% de la población vive en áreas urbanas), hay que poner especial atención a una pobreza rural que está disminuyendo rápidamente, pero una pobreza urbana que muestra una tendencia marcada al alza.
La educación es el factor que más contribuye a reducir la pobreza, sobre todo en aquellas personas que superan la educación media e inician/culminan la educación superior. De igual forma, las características de la vivienda son un predictor de pobreza (...) Superar condiciones de pobreza va de la mano con el mejoramiento de las condiciones del hogar.
Como segundo punto a destacar, hay dos fenómenos que no quedan evidenciados completamente en las cifras recién publicadas, pero que son fundamentales para comprender la realidad socioeconómica del país. No es posible aislar el efecto que tuvo la pandemia por COVID-19, lo cual pudo haber sido un agravante de la pobreza para un gran segmento de la población. De manera contrastante, los más de $120 mil millones recibidos en concepto de remesas en los últimos 10 años deben haber tenido un efecto significativo en los patrones de consumo de las áreas más rurales del país, siendo la base para estimar los indicadores de pobreza. Ambos fenómenos merecerán una discusión a mayor profundidad a partir de los datos a los que se tiene acceso de forma pública.
Y el tercer punto que llama significativamente la atención es el rol que están teniendo los factores sociales en la reducción de pobreza. La educación es el factor que más contribuye a reducir la pobreza, sobre todo en aquellas personas que superan la educación media e inician/culminan la educación superior. De igual forma, las características de la vivienda son un predictor de pobreza, sobre todo en los hogares donde carecen de agua, saneamiento, electricidad y servicios digitales. Superar condiciones de pobreza va de la mano con el mejoramiento de las condiciones del hogar.
Como punto adicional, quiero resaltar la transparencia con la que se ha manejado todo el proceso de preparación y divulgación de los resultados. El INE condujo durante casi un año un proceso participativo para compartir con un grupo multisectorial de usuarios y expertos la metodología y los criterios establecidos para la medición de pobreza, haciendo públicos los documentos que respaldan cada una de las decisiones tomadas. Asimismo, las bases de datos y los parámetros definidos son de acceso abierto y gratuito para todo el que quiera analizar y replicar los resultados, siendo una muestra del compromiso ético de todo el personal técnico y administrativo de la institución.
Pobres Guatemaltecos
Después de 10 años sin actualización de datos, se publicaron las cifras de pobreza para Guatemala.
Después de 10 años sin actualización de datos, se publicaron las cifras de pobreza para Guatemala, situación que me pareció que pasó desapercibida por los medios de comunicación digitales y escritos.
Quedando pendiente la realización de retroproyecciones y la comparación con las líneas de pobreza que son estándar internacional ($2.15, $3.65 y $6.85 al día), los únicos datos sobre los que tenemos certeza es que en Guatemala la tasa de Pobreza General es de 56.0% y la tasa de Pobreza Extrema es 16.2%. Los valores en 2014 eran 59.3% y 23.4% correspondientemente, pero el cambio en la metodología hace que no sean comparables estos valores en el tiempo.
¿Cuáles son los hallazgos más significativos? Hay muchas áreas de potencial análisis y una vasta cantidad de datos de gran valor que han sido publicados por el Instituto Nacional de Estadística; sin embargo, a mi parecer, existen tres puntos que merecen una especial mención después de hacer una revisión superficial de los resultados.
En primer momento, hay que destacar que por primera vez tenemos datos de pobreza desagregados por área geográfica. Con una línea de pobreza de Q. 15,911 al año por persona en el área Urbana y Q. 12,700 al año por persona en el área Rural, se evidencia que no cuesta lo mismo dejar de ser pobre según donde se viva. Para un país que está experimentando una transición hacia la urbanización (56% de la población vive en áreas urbanas), hay que poner especial atención a una pobreza rural que está disminuyendo rápidamente, pero una pobreza urbana que muestra una tendencia marcada al alza.
La educación es el factor que más contribuye a reducir la pobreza, sobre todo en aquellas personas que superan la educación media e inician/culminan la educación superior. De igual forma, las características de la vivienda son un predictor de pobreza (...) Superar condiciones de pobreza va de la mano con el mejoramiento de las condiciones del hogar.
Como segundo punto a destacar, hay dos fenómenos que no quedan evidenciados completamente en las cifras recién publicadas, pero que son fundamentales para comprender la realidad socioeconómica del país. No es posible aislar el efecto que tuvo la pandemia por COVID-19, lo cual pudo haber sido un agravante de la pobreza para un gran segmento de la población. De manera contrastante, los más de $120 mil millones recibidos en concepto de remesas en los últimos 10 años deben haber tenido un efecto significativo en los patrones de consumo de las áreas más rurales del país, siendo la base para estimar los indicadores de pobreza. Ambos fenómenos merecerán una discusión a mayor profundidad a partir de los datos a los que se tiene acceso de forma pública.
Y el tercer punto que llama significativamente la atención es el rol que están teniendo los factores sociales en la reducción de pobreza. La educación es el factor que más contribuye a reducir la pobreza, sobre todo en aquellas personas que superan la educación media e inician/culminan la educación superior. De igual forma, las características de la vivienda son un predictor de pobreza, sobre todo en los hogares donde carecen de agua, saneamiento, electricidad y servicios digitales. Superar condiciones de pobreza va de la mano con el mejoramiento de las condiciones del hogar.
Como punto adicional, quiero resaltar la transparencia con la que se ha manejado todo el proceso de preparación y divulgación de los resultados. El INE condujo durante casi un año un proceso participativo para compartir con un grupo multisectorial de usuarios y expertos la metodología y los criterios establecidos para la medición de pobreza, haciendo públicos los documentos que respaldan cada una de las decisiones tomadas. Asimismo, las bases de datos y los parámetros definidos son de acceso abierto y gratuito para todo el que quiera analizar y replicar los resultados, siendo una muestra del compromiso ético de todo el personal técnico y administrativo de la institución.