El anuncia de un incremento en el Salario Mínimo de 10 % para todos los sectores en las dos circunscripciones económicas existentes es un hecho que merece un espacio de reflexión, no solo por ser una promesa temeraria, sino porque considero que no ha tomado en cuenta los resultados más recientes en cuanto a generación de empleo formal en Guatemala.
Lo primero por señalar es que me han dejado perplejo lo mucho que están asentadas algunas ideas que han dejado de tener fundamento en el país. Durante muchos años Guatemala tuvo cifras poco alentadoras en cuando a aparición de nuevos patronos, creación de nuevos empleos, y mejora de los salarios; sin embargo, desde 2020 ha sido necesario recalibrar la escala con la que se miden estos indicadores en Guatemala, habiendo una realidad pospandemia bastante diferente a la que varios analistas siguen teniendo en mente.
En materia de nuevos patronos inscritos en el IGSS, entre 2013 y 2019 aumentaron en 2,258, lo que representaba un promedio de 376 nuevos patronos por año. Entre 2020 y 2024, el número aumentó en 16,144 patronos, lo que significa más de 4,000 nuevos por año. En lo que respecta a afiliados, el IGSS reportó entre 2013 y 2019 un incremento de 128,521, o el equivalente a 21,420 nuevos por año. Sin embargo, entre 2020 y 2024, esta cifra aumentó en 377,420 afiliados, lo que significa un promedio de 94,355 nuevos por año. Y en cuanto a salarios, pues entre 2021 y 2024 ha aumentado en Q 693 mensuales, pasando de Q 4,987 a Q 5,680 al mes en dicho período, cifras significativamente por encima del Salario Mínimo.
Lo que quiero mostrar es que, por alguna razón, las cifras a las que crece la formalidad en los cuatro años más recientes son diametralmente diferentes a lo que sucedía en los 10 años anteriores a la pandemia. Seguro habrá muchos factores por analizar, pero mi intuición me lleva a creer que ha coincidido con mayores inversiones, sobre todo extranjeras, pasando de $934.88 millones en 2020 a $1,585.93 millones en 2023, y un estimado cercano a los $1,700 millones para el cierre de 2024.
Lo cierto es que no es prudente hacer un abordaje homogéneo para atender un tema que es heterogéneo. En otras palabras, cualquier asesor serio recomendaría alejarse de una medida pareja que busque calzar a todo un país con la misma horma.
¿Y saben quién ha sido un gran beneficiario de esta situación? Los números muestran que ha sido el Gobierno. Si se contrasta la meta de recaudación con la recaudación efectiva reportada por SAT entre 2021 y 2024 (datos a septiembre), la ejecución promedio ha sido un 116.09 %, lo que ha representado Q 46,545 millones de recaudación adicionales a lo planificado en los anteproyectos de presupuesto. ¿Los rubros más notorios? Pues los cuatro impuestos que sumados representan más del 85 % de la recaudación a cargo de la SAT(datos 2024): el Impuesto de Solidaridad (ISO) con un 134.4 % de ejecución, el Impuesto Sobre la Renta (ISR) con 125.8 % de ejecución, el IVA Doméstico con un 117.7 % de ejecución, y el IVA sobre Importaciones con 108.3 % de ejecución.
Ahora bien, estos valores solamente corresponden a la formalidad, pero no por eso es descartables. De acuerdo con las fuentes oficiales (INE y BANGUAT), aunque solamente trabaja en la formalidad el 29.70 % de la Población Ocupada (aproximadamente 1.96 millones de guatemaltecos), son responsables de producir el 78.88 % del PIB nacional. En contraposición, el restante 70.3 % de la Población Ocupada (más o menos 4.63 millones de personas), producen a penas el 21.12 % del PIB nacional.
Mi conclusión al respecto la quisiera dividir en dos partes. La primera, que en este período de auge evidente, ha habido incrementos al Salario Mínimo, pero bajo condiciones de previsibilidad y con sustento técnico, lo cual ha contribuido a que el país avance y mejoren las condiciones para los trabajadores formales. Ahora bien, para un sector informal en el que estas medidas no tienen aplicabilidad, es ingenuo creer que las cosas van a cambiar. Si el reto es mejorar las condiciones de empleo, el reto es lograr más personas en el sector formal, y eso se logra con medidas que facilitan la contratación en lugar de entorpecerla.
Y la segunda parte de mi conclusión es que hace falta mucho más sustento técnico para respaldar este tipo de promesas. Guatemala dista mucho de ser “promedio”, presentando una acentuada dispersión tanto si se desagregan la información disponible a nivel sectorial como a nivel territorial. Ojalá existieran más datos para profundizar en este análisis, pero lo cierto es que no es prudente hacer un abordaje homogéneo para atender un tema que es heterogéneo. En otras palabras, cualquier asesor serio recomendaría alejarse de una medida pareja que busque calzar a todo un país con la misma horma.
El anuncia de un incremento en el Salario Mínimo de 10 % para todos los sectores en las dos circunscripciones económicas existentes es un hecho que merece un espacio de reflexión, no solo por ser una promesa temeraria, sino porque considero que no ha tomado en cuenta los resultados más recientes en cuanto a generación de empleo formal en Guatemala.
Lo primero por señalar es que me han dejado perplejo lo mucho que están asentadas algunas ideas que han dejado de tener fundamento en el país. Durante muchos años Guatemala tuvo cifras poco alentadoras en cuando a aparición de nuevos patronos, creación de nuevos empleos, y mejora de los salarios; sin embargo, desde 2020 ha sido necesario recalibrar la escala con la que se miden estos indicadores en Guatemala, habiendo una realidad pospandemia bastante diferente a la que varios analistas siguen teniendo en mente.
En materia de nuevos patronos inscritos en el IGSS, entre 2013 y 2019 aumentaron en 2,258, lo que representaba un promedio de 376 nuevos patronos por año. Entre 2020 y 2024, el número aumentó en 16,144 patronos, lo que significa más de 4,000 nuevos por año. En lo que respecta a afiliados, el IGSS reportó entre 2013 y 2019 un incremento de 128,521, o el equivalente a 21,420 nuevos por año. Sin embargo, entre 2020 y 2024, esta cifra aumentó en 377,420 afiliados, lo que significa un promedio de 94,355 nuevos por año. Y en cuanto a salarios, pues entre 2021 y 2024 ha aumentado en Q 693 mensuales, pasando de Q 4,987 a Q 5,680 al mes en dicho período, cifras significativamente por encima del Salario Mínimo.
Lo que quiero mostrar es que, por alguna razón, las cifras a las que crece la formalidad en los cuatro años más recientes son diametralmente diferentes a lo que sucedía en los 10 años anteriores a la pandemia. Seguro habrá muchos factores por analizar, pero mi intuición me lleva a creer que ha coincidido con mayores inversiones, sobre todo extranjeras, pasando de $934.88 millones en 2020 a $1,585.93 millones en 2023, y un estimado cercano a los $1,700 millones para el cierre de 2024.
Lo cierto es que no es prudente hacer un abordaje homogéneo para atender un tema que es heterogéneo. En otras palabras, cualquier asesor serio recomendaría alejarse de una medida pareja que busque calzar a todo un país con la misma horma.
¿Y saben quién ha sido un gran beneficiario de esta situación? Los números muestran que ha sido el Gobierno. Si se contrasta la meta de recaudación con la recaudación efectiva reportada por SAT entre 2021 y 2024 (datos a septiembre), la ejecución promedio ha sido un 116.09 %, lo que ha representado Q 46,545 millones de recaudación adicionales a lo planificado en los anteproyectos de presupuesto. ¿Los rubros más notorios? Pues los cuatro impuestos que sumados representan más del 85 % de la recaudación a cargo de la SAT(datos 2024): el Impuesto de Solidaridad (ISO) con un 134.4 % de ejecución, el Impuesto Sobre la Renta (ISR) con 125.8 % de ejecución, el IVA Doméstico con un 117.7 % de ejecución, y el IVA sobre Importaciones con 108.3 % de ejecución.
Ahora bien, estos valores solamente corresponden a la formalidad, pero no por eso es descartables. De acuerdo con las fuentes oficiales (INE y BANGUAT), aunque solamente trabaja en la formalidad el 29.70 % de la Población Ocupada (aproximadamente 1.96 millones de guatemaltecos), son responsables de producir el 78.88 % del PIB nacional. En contraposición, el restante 70.3 % de la Población Ocupada (más o menos 4.63 millones de personas), producen a penas el 21.12 % del PIB nacional.
Mi conclusión al respecto la quisiera dividir en dos partes. La primera, que en este período de auge evidente, ha habido incrementos al Salario Mínimo, pero bajo condiciones de previsibilidad y con sustento técnico, lo cual ha contribuido a que el país avance y mejoren las condiciones para los trabajadores formales. Ahora bien, para un sector informal en el que estas medidas no tienen aplicabilidad, es ingenuo creer que las cosas van a cambiar. Si el reto es mejorar las condiciones de empleo, el reto es lograr más personas en el sector formal, y eso se logra con medidas que facilitan la contratación en lugar de entorpecerla.
Y la segunda parte de mi conclusión es que hace falta mucho más sustento técnico para respaldar este tipo de promesas. Guatemala dista mucho de ser “promedio”, presentando una acentuada dispersión tanto si se desagregan la información disponible a nivel sectorial como a nivel territorial. Ojalá existieran más datos para profundizar en este análisis, pero lo cierto es que no es prudente hacer un abordaje homogéneo para atender un tema que es heterogéneo. En otras palabras, cualquier asesor serio recomendaría alejarse de una medida pareja que busque calzar a todo un país con la misma horma.