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Parsimonia

La inexperiencia y el desgaste institucional no pueden volver a ser excusa en la atención de las prioridades del país.

Tramo abandonado de Autopista Palín-Escuintla. Imagen de República
Jorge Benavides |
13 de agosto, 2024

Si se me permite el atrevimiento de opinar sobre el desempeño de las autoridades responsables de la infraestructura vial en Guatemala, en cuanto a resolver el “socavón” del kilómetro 44 de la Autopista entre Palín y Escuintla, creo que debiera señalar tanto los puntos acertados como aquellos que merecen aprendizaje.

Con una extrema parsimonia, la línea de acción que escogieron fue la de diseccionar el problema para comprenderlo en su integridad antes de seleccionar aventuradamente la estrategia a implementar. Puedo decir que venimos de una historia en caminos y carreteras en donde las medidas tendían a ser “chapuces” y las respuestas cosméticas se priorizaban, dada la premura con la que la población espera respuesta; pero no puede volver a ser así.

Ahora bien, actuar de esta forma no es gratuito, sino que acarrea consecuencias en cuanto a la opinión de la población, pero, lo más importante, en cuanto al costo incurrido por la afectación directa en cuanto a la movilidad de personas y mercancías. Estar en un puesto de dirección implica decisión y, aunque este fue el primer gran problema a resolver, hay que tomar en cuenta que la inexperiencia y el desgaste institucional no pueden volver a ser excusa en la atención de las prioridades del país.

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Es momento de que el presidente, el ministro, el procurador General de la Nación, el contralor General de Cuentas, y quienes más sean necesarios, se sienten en una mesa de trabajo a tomar decisiones y encontrar una solución con la empresa.

No está completa la solución y, seguramente, llevará mucho más tiempo del pensado el tener una vía funcionando tal y como muchos la recordamos y añoramos. No obstante, creo que hay al menos tres cosas que deben ser punto de reflexión entre quienes continuarán en el cargo y deberán asumir la responsabilidad de velar por la servicialidad de la red vial de todo el país.

El primer punto que destacar es que este es un kilómetro de aproximadamente 11 mil más que deben ser atendidos por el Ministerio de Comunicaciones.  Si el diseño institucional no es acorde a lo que se necesita hacer, debe haber una propuesta de cambio de procesos, personal, sistemas y normativa lo más pronto posible. ¿Cuál es la propuesta? Esta pregunta debiera hacerse continuadamente hasta obtener una respuesta de parte de las autoridades.

En segundo lugar, hay que contar con capacidad de respuesta ante las emergencias. Ya lo he mencionado anteriormente, pero no puede haber sorpresas en un tema que puede atenderse desde un enfoque técnico y usando tecnología. El sector empresarial donó un software al CIV para poder modelar el deterioro de las carreteras y la capacidad de tráfico, lo que facilita establecer los puntos a atender, cuándo hacerlo y a qué costo. Tan solo hace falta la firma del Ministro para que el software (i. e. HDM-4) se vuelva obligatorio al momento de planificar los tramos a contratar para darles mantenimiento.

Mis comentarios buscan señalar que esta primera prueba de fuego debe hacerlos reflexionar que la practicidad que requiere el puesto no puede contraponerse al convencimiento ideológico. El reto es muy grande, pero si las carreteras del país no funcionan, el impacto en la población es enorme, tanto social como económicamente.

Y, como tercer punto, es necesario definir qué se va a hacer con la otrora Autopista. Los alegatos abundan en cuanto a problemas legales en la reversión del tramo por parte de la empresa concesionaria, lo cual invitaba a plantear como única vía de solución la aprobación de un Estado de Calamidad. Habiendo agotado esta opción, es momento de que el presidente, el ministro, el procurador General de la Nación, el contralor General de Cuentas, y quienes más sean necesarios, se sienten en una mesa de trabajo a tomar decisiones y encontrar una solución con la empresa. Seguramente habrá más puntos que necesiten atención en los 30 kilómetros del tramo y deben estar preparados para actuar con prontitud.

No me imagino estar en los zapatos de las autoridades, pero en varias ocasiones les he reiterado mi disposición a colaborar con ellos; como muchos otros lo han hecho. Mis comentarios buscan señalar que esta primera prueba de fuego debe hacerlos reflexionar que la practicidad que requiere el puesto no puede contraponerse al convencimiento ideológico. El reto es muy grande, pero si las carreteras del país no funcionan, el impacto en la población es enorme, tanto social como económicamente.

Parsimonia

La inexperiencia y el desgaste institucional no pueden volver a ser excusa en la atención de las prioridades del país.

Jorge Benavides |
13 de agosto, 2024
Tramo abandonado de Autopista Palín-Escuintla. Imagen de República

Si se me permite el atrevimiento de opinar sobre el desempeño de las autoridades responsables de la infraestructura vial en Guatemala, en cuanto a resolver el “socavón” del kilómetro 44 de la Autopista entre Palín y Escuintla, creo que debiera señalar tanto los puntos acertados como aquellos que merecen aprendizaje.

Con una extrema parsimonia, la línea de acción que escogieron fue la de diseccionar el problema para comprenderlo en su integridad antes de seleccionar aventuradamente la estrategia a implementar. Puedo decir que venimos de una historia en caminos y carreteras en donde las medidas tendían a ser “chapuces” y las respuestas cosméticas se priorizaban, dada la premura con la que la población espera respuesta; pero no puede volver a ser así.

Ahora bien, actuar de esta forma no es gratuito, sino que acarrea consecuencias en cuanto a la opinión de la población, pero, lo más importante, en cuanto al costo incurrido por la afectación directa en cuanto a la movilidad de personas y mercancías. Estar en un puesto de dirección implica decisión y, aunque este fue el primer gran problema a resolver, hay que tomar en cuenta que la inexperiencia y el desgaste institucional no pueden volver a ser excusa en la atención de las prioridades del país.

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No está completa la solución y, seguramente, llevará mucho más tiempo del pensado el tener una vía funcionando tal y como muchos la recordamos y añoramos. No obstante, creo que hay al menos tres cosas que deben ser punto de reflexión entre quienes continuarán en el cargo y deberán asumir la responsabilidad de velar por la servicialidad de la red vial de todo el país.

El primer punto que destacar es que este es un kilómetro de aproximadamente 11 mil más que deben ser atendidos por el Ministerio de Comunicaciones.  Si el diseño institucional no es acorde a lo que se necesita hacer, debe haber una propuesta de cambio de procesos, personal, sistemas y normativa lo más pronto posible. ¿Cuál es la propuesta? Esta pregunta debiera hacerse continuadamente hasta obtener una respuesta de parte de las autoridades.

En segundo lugar, hay que contar con capacidad de respuesta ante las emergencias. Ya lo he mencionado anteriormente, pero no puede haber sorpresas en un tema que puede atenderse desde un enfoque técnico y usando tecnología. El sector empresarial donó un software al CIV para poder modelar el deterioro de las carreteras y la capacidad de tráfico, lo que facilita establecer los puntos a atender, cuándo hacerlo y a qué costo. Tan solo hace falta la firma del Ministro para que el software (i. e. HDM-4) se vuelva obligatorio al momento de planificar los tramos a contratar para darles mantenimiento.

Mis comentarios buscan señalar que esta primera prueba de fuego debe hacerlos reflexionar que la practicidad que requiere el puesto no puede contraponerse al convencimiento ideológico. El reto es muy grande, pero si las carreteras del país no funcionan, el impacto en la población es enorme, tanto social como económicamente.

Y, como tercer punto, es necesario definir qué se va a hacer con la otrora Autopista. Los alegatos abundan en cuanto a problemas legales en la reversión del tramo por parte de la empresa concesionaria, lo cual invitaba a plantear como única vía de solución la aprobación de un Estado de Calamidad. Habiendo agotado esta opción, es momento de que el presidente, el ministro, el procurador General de la Nación, el contralor General de Cuentas, y quienes más sean necesarios, se sienten en una mesa de trabajo a tomar decisiones y encontrar una solución con la empresa. Seguramente habrá más puntos que necesiten atención en los 30 kilómetros del tramo y deben estar preparados para actuar con prontitud.

No me imagino estar en los zapatos de las autoridades, pero en varias ocasiones les he reiterado mi disposición a colaborar con ellos; como muchos otros lo han hecho. Mis comentarios buscan señalar que esta primera prueba de fuego debe hacerlos reflexionar que la practicidad que requiere el puesto no puede contraponerse al convencimiento ideológico. El reto es muy grande, pero si las carreteras del país no funcionan, el impacto en la población es enorme, tanto social como económicamente.

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