Después de una semana en la que fue sensación la visita del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos (USACE), quedan algunas reflexiones que es importante hacer respecto de lo que se puede esperar de la gestión de la infraestructura en Guatemala.
En un primer lugar, pareciera que el apoyo y la experiencia internacional son el único modelo que puede generar algún resultado de gran escala en el país. A pesar de que existen planes que datan de hace décadas, el Estado de Guatemala no ha manifestado una posición clara y contundente sobre la necesidad de ampliar la capacidad de recepción de buques y manejo de contenedores, no solo en Puerto Quetzal, sino también en Puerto Santo Tomás de Castilla. Contar con un modelo de cooperación “gobierno a gobierno” abre la puerta a una estrategia de ejecución más rápida, aunque todavía hace falta conocer el posible cronograma de trabajo.
Un segundo punto sobre el cual quiero hacer énfasis es la necesidad de destinar recursos a la preinversión de proyectos y a la transferencia de capacidades. El trabajo que iniciará el equipo de USACE en los próximos meses irá en esa línea, pero representará al Gobierno de Guatemala un desembolso superior a los USD 60M. A esto habrá que sumar la inversión que implicará el incremento de la capacidad actual de Puerto Quetzal y las posibles expansiones.
Y tercero, creo que se hace notorio que el rezago en la infraestructura se debe a una acumulación de inacción, siendo una decisión continuada durante al menos 40 años de vida democrática en el país. No invertir es una decisión y, con contadas excepciones en proyectos de mediana escala, hoy en día sigue haciéndose manifiesta la incapacidad de poner en marcha proyectos que transformen el modelo productivo del país.
No puedo menos que abogar porque esta iniciativa de colaboración avance y que logre los mejores resultados en el menor tiempo posible. No obstante, me preocupa que lo grande y notorio deje de lado lo esencial y urgente. Se cumplirán catorce meses de gestión del gobierno y sigue sin cambios significativos, todo lo que en algún momento se vilipendió.
Reconocer que se necesita hacer las cosas diferente es importante, pero no es suficiente. Por sus obras se les conocerá y, aunque hay una ola de reformas legales que se han iniciado y que están por venir, el único indicador de éxito será contar con nuevas obras de infraestructura en Guatemala.
No hay ejecución del presupuesto (en 2024, fue el CIV la entidad con menor ejecución de presupuesto en todo el gobierno); los contratos se rescinden más rápido de lo que se suben a Guatecompras, y la continua rotación de funcionarios en puestos clave hace incluso difícil recordar o saberse el nombre de la persona que está a cargo de cada tema en este momento.
Creo que un acto de humildad debe ser reconocer lo evidente; y es que se siguen haciendo igual las cosas, a pesar de que el discurso busca convencer de lo contrario. Aun así, no es tarde para enderezar el rumbo y tomar decisiones valientes y acertadas. Como primera medida, aceptar la ayuda que pueda venir de actores de la población que cuentan con conocimiento y experiencia suficiente y que comparten la misma visión de la necesidad de más y mejor infraestructura en el país.
Seguido de esto, hay que aprovechar la inmensa cantidad de recursos disponibles para iniciar procesos de licitación y contratación de obras. Aunque se apele a lo que en otros tiempos fue la notable capacidad de ejecución del Ministerio de Comunicaciones, hoy en día no se cuenta ni con personal ni con maquinaria para realizar semejante tarea. Y creo que esa no debiera ser la ruta por seguir, sino, por el contrario, debe procurarse una mayor fortaleza en preparar y enforzar los contratos, sin descuidar la supervisión constante de los proyectos. Y como prerrequisito, hay que motivar que las mejores y más grandes empresas del mundo quieran venir a trabajar a Guatemala.
Si se me permite, un comentario más. Reconocer que se necesita hacer las cosas diferente es importante, pero no es suficiente. Por sus obras se les conocerá y, aunque hay una ola de reformas legales que se han iniciado (i. e. Infraestructura Vial Prioritaria) y que están por venir (i. e. reformas a ANADIE), el único indicador de éxito será contar con nuevas obras de infraestructura en Guatemala, no solo portuaria, sino también vial, ferroviaria y aeroportuaria.
Después de una semana en la que fue sensación la visita del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos (USACE), quedan algunas reflexiones que es importante hacer respecto de lo que se puede esperar de la gestión de la infraestructura en Guatemala.
En un primer lugar, pareciera que el apoyo y la experiencia internacional son el único modelo que puede generar algún resultado de gran escala en el país. A pesar de que existen planes que datan de hace décadas, el Estado de Guatemala no ha manifestado una posición clara y contundente sobre la necesidad de ampliar la capacidad de recepción de buques y manejo de contenedores, no solo en Puerto Quetzal, sino también en Puerto Santo Tomás de Castilla. Contar con un modelo de cooperación “gobierno a gobierno” abre la puerta a una estrategia de ejecución más rápida, aunque todavía hace falta conocer el posible cronograma de trabajo.
Un segundo punto sobre el cual quiero hacer énfasis es la necesidad de destinar recursos a la preinversión de proyectos y a la transferencia de capacidades. El trabajo que iniciará el equipo de USACE en los próximos meses irá en esa línea, pero representará al Gobierno de Guatemala un desembolso superior a los USD 60M. A esto habrá que sumar la inversión que implicará el incremento de la capacidad actual de Puerto Quetzal y las posibles expansiones.
Y tercero, creo que se hace notorio que el rezago en la infraestructura se debe a una acumulación de inacción, siendo una decisión continuada durante al menos 40 años de vida democrática en el país. No invertir es una decisión y, con contadas excepciones en proyectos de mediana escala, hoy en día sigue haciéndose manifiesta la incapacidad de poner en marcha proyectos que transformen el modelo productivo del país.
No puedo menos que abogar porque esta iniciativa de colaboración avance y que logre los mejores resultados en el menor tiempo posible. No obstante, me preocupa que lo grande y notorio deje de lado lo esencial y urgente. Se cumplirán catorce meses de gestión del gobierno y sigue sin cambios significativos, todo lo que en algún momento se vilipendió.
Reconocer que se necesita hacer las cosas diferente es importante, pero no es suficiente. Por sus obras se les conocerá y, aunque hay una ola de reformas legales que se han iniciado y que están por venir, el único indicador de éxito será contar con nuevas obras de infraestructura en Guatemala.
No hay ejecución del presupuesto (en 2024, fue el CIV la entidad con menor ejecución de presupuesto en todo el gobierno); los contratos se rescinden más rápido de lo que se suben a Guatecompras, y la continua rotación de funcionarios en puestos clave hace incluso difícil recordar o saberse el nombre de la persona que está a cargo de cada tema en este momento.
Creo que un acto de humildad debe ser reconocer lo evidente; y es que se siguen haciendo igual las cosas, a pesar de que el discurso busca convencer de lo contrario. Aun así, no es tarde para enderezar el rumbo y tomar decisiones valientes y acertadas. Como primera medida, aceptar la ayuda que pueda venir de actores de la población que cuentan con conocimiento y experiencia suficiente y que comparten la misma visión de la necesidad de más y mejor infraestructura en el país.
Seguido de esto, hay que aprovechar la inmensa cantidad de recursos disponibles para iniciar procesos de licitación y contratación de obras. Aunque se apele a lo que en otros tiempos fue la notable capacidad de ejecución del Ministerio de Comunicaciones, hoy en día no se cuenta ni con personal ni con maquinaria para realizar semejante tarea. Y creo que esa no debiera ser la ruta por seguir, sino, por el contrario, debe procurarse una mayor fortaleza en preparar y enforzar los contratos, sin descuidar la supervisión constante de los proyectos. Y como prerrequisito, hay que motivar que las mejores y más grandes empresas del mundo quieran venir a trabajar a Guatemala.
Si se me permite, un comentario más. Reconocer que se necesita hacer las cosas diferente es importante, pero no es suficiente. Por sus obras se les conocerá y, aunque hay una ola de reformas legales que se han iniciado (i. e. Infraestructura Vial Prioritaria) y que están por venir (i. e. reformas a ANADIE), el único indicador de éxito será contar con nuevas obras de infraestructura en Guatemala, no solo portuaria, sino también vial, ferroviaria y aeroportuaria.