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Mitos sobre Nietzsche, 3a parte

.
Warren Orbaugh |
11 de agosto, 2025

En mi escrito anterior mostré que Ayn Rand malinterpretó lo que dice Friedrich Nietzsche cuando él usa el término “instinto” porque ella sustituyó los términos del alemán por los suyos propios. Para Rand “instinto” es una forma de conocimiento infalible y automática, mientras que, para Nietzsche a la manera escolástica, es una evaluación que hace el individuo de hechos de la realidad según la información que le proveen sus sentidos, una valoración de la realidad según esta le aparece, una estimación de lo que es beneficioso o perjudicial para él, según el criterio de que bueno es lo que fomenta su vida y malo lo que la destruye, es decir, según el principio de autopreservación. Esta vis aestimativa, esta estimación de lo que nos aparece, esta evaluación de lo evidente por el sentido común no es infalible. Requiere enfrentar la realidad tal cual es y no falsearla mediante fantasías y creaciones imaginarias de mundos y valores ultraterrenos y antinaturales. Y quien finge que la realidad es distinta de cómo es, quien sustituye valores que reafirman la vida por valores que degradan la vida, quien prefiere valores decadentes en lugar de valores vitales, es, según Nietzsche, un corrompido:

«Yo llamo corrompido, a un animal, a una especie, a un individuo cuando pierde sus instintos, cuando elige, cuando prefiere lo que a él le es perjudicial.» Friedrich Nietzsche. El Anticristo.

En otro libro, en Para el nuevo intelectual, Rand opina nuevamente sobre Nietzsche malentendiéndolo de nuevo:

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«La rebelión de Nietzsche contra el altruismo consistió en reemplazar el sacrificio de uno mismo a los demás por el sacrificio de los demás a uno mismo. Proclamó que el hombre ideal no se mueve por la razón, sino por su “sangre”, por sus instintos innatos, sentimientos y voluntad de poder; que está predestinado por nacimiento a dominar a los demás y sacrificarlos a sí mismo, mientras que ellos están predestinados por nacimiento a ser sus víctimas y esclavos; que la razón, la lógica y los principios son inútiles y debilitantes, que la moralidad es inútil, que el “superhombre” está “más allá del bien y del mal”, que es una “bestia de presa” cuyo único estándar es nada menos que su propio capricho.» Ayn Rand. “For the New Intellectual,” For the New Intellectual.

Ya evidencié en mis entregas anteriores que las apasionadas argumentaciones de Nietzsche son contra una razón que inventa fantasías, que desatiende la evidencia que le proporciona los sentidos, que pretende regular y someter la vida, colocándose como un valor por encima de esta. El filósofo prusiano no niega en absoluto la validez del pensamiento, que es necesario, dice, pero al servicio de la vida y del instinto o valoración de la realidad según esta le aparece. Es ahí donde se encuentra la unidad entre vida y pensamiento necesaria para la creación de una vida afirmativa de valores más sanos. Y mucho menos afirmó el alemán que la lógica es inútil y debilitante:

«Hay que aprender a ver, hay que aprender a pensar, hay que aprender a hablar y escribir… Aprender a pensar: en nuestras escuelas se ha perdido completamente la noción de ello. Hasta en las universidades, hasta entre los sabios de la filosofía, la lógica en cuanto a teoría, práctica y oficio empieza a desaparecer. Léanse los libros alemanes, ni siquiera se recuerda en ellos, ni aun de lejos, que para pensar hace falta una técnica, un plan de estudios, un magisterio; que el arte de pensar tiene que ser aprendido como cualquier especie de baile.» Friedrich Nietzsche. “Lo que los alemanes están a punto de perder”, El crepúsculo de los ídolos.

También es falsa la declaración de Rand, donde le atribuye a Nietzsche que «los principios son inútiles y debilitantes, que la moralidad es inútil». En realidad, Nietzsche pregona una “sana moral” que prescribe valores para afirmar la vida y condena los códigos morales que desprecian la vida. Lo describe así:

«Tengo como fórmula un principio. Todo naturalismo en moral, es decir, toda sana moral, está dominada por el instinto de vida; un mandamiento cualquiera de la vida se cumple mediante un canon determinado de preceptos y de prohibiciones; de este modo se hace desaparecer de la esfera de la vida una traba a una hostilidad cualquiera.

La moral antinatural, es decir, toda moral enseñada, venerada y predicada hasta ahora, va, por el contrario, contra los instintos vitales y es una condenación ya secreta, ya ruidosa, descarada de esos instintos.» Friedrich Nietzsche. “La moral manifestación contra naturaleza IV”, El crepúsculo de los ídolos.

De hecho, la sana moral de Nietzsche parece ser el antecedente de la moral Objetivista, sobre todo en su apreciación del altruismo. Del altruismo lo que verdaderamente dice Nietzsche es:

«Una moral altruista, una moral en que se debilita el amor a sí mismo, es, de cualquier manera que se considere, una cosa mala… Falta lo mejor cuando empieza a echarse de menos el egoísmo. Elegir instintivamente lo perjudicial, dejarse seducir por motivos desinteresados, es casi la fórmula de la decadencia. No mirar por su interés es, sencillamente, la hoja de parra moral con que se tapa una realidad muy diferente; fisiológicamente quiere decir eso: “No sé dónde hallar mi interés.” Descomposición de los instintos. Hombre acabado, el que se torna altruista.» Friedrich Nietzsche. “Crítica de la moral de decadencia”, El crepúsculo de los ídolos.

El superhombre de Nietzsche no es una “bestia de presa que pretende sacrificar a los demás en su beneficio”, como asegura Rand, ni la voluntad de poder es “deseo de dominar a otros”. Lo analizaremos en la próxima entrega.

Continuará.

Mitos sobre Nietzsche, 3a parte

Warren Orbaugh |
11 de agosto, 2025
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En mi escrito anterior mostré que Ayn Rand malinterpretó lo que dice Friedrich Nietzsche cuando él usa el término “instinto” porque ella sustituyó los términos del alemán por los suyos propios. Para Rand “instinto” es una forma de conocimiento infalible y automática, mientras que, para Nietzsche a la manera escolástica, es una evaluación que hace el individuo de hechos de la realidad según la información que le proveen sus sentidos, una valoración de la realidad según esta le aparece, una estimación de lo que es beneficioso o perjudicial para él, según el criterio de que bueno es lo que fomenta su vida y malo lo que la destruye, es decir, según el principio de autopreservación. Esta vis aestimativa, esta estimación de lo que nos aparece, esta evaluación de lo evidente por el sentido común no es infalible. Requiere enfrentar la realidad tal cual es y no falsearla mediante fantasías y creaciones imaginarias de mundos y valores ultraterrenos y antinaturales. Y quien finge que la realidad es distinta de cómo es, quien sustituye valores que reafirman la vida por valores que degradan la vida, quien prefiere valores decadentes en lugar de valores vitales, es, según Nietzsche, un corrompido:

«Yo llamo corrompido, a un animal, a una especie, a un individuo cuando pierde sus instintos, cuando elige, cuando prefiere lo que a él le es perjudicial.» Friedrich Nietzsche. El Anticristo.

En otro libro, en Para el nuevo intelectual, Rand opina nuevamente sobre Nietzsche malentendiéndolo de nuevo:

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«La rebelión de Nietzsche contra el altruismo consistió en reemplazar el sacrificio de uno mismo a los demás por el sacrificio de los demás a uno mismo. Proclamó que el hombre ideal no se mueve por la razón, sino por su “sangre”, por sus instintos innatos, sentimientos y voluntad de poder; que está predestinado por nacimiento a dominar a los demás y sacrificarlos a sí mismo, mientras que ellos están predestinados por nacimiento a ser sus víctimas y esclavos; que la razón, la lógica y los principios son inútiles y debilitantes, que la moralidad es inútil, que el “superhombre” está “más allá del bien y del mal”, que es una “bestia de presa” cuyo único estándar es nada menos que su propio capricho.» Ayn Rand. “For the New Intellectual,” For the New Intellectual.

Ya evidencié en mis entregas anteriores que las apasionadas argumentaciones de Nietzsche son contra una razón que inventa fantasías, que desatiende la evidencia que le proporciona los sentidos, que pretende regular y someter la vida, colocándose como un valor por encima de esta. El filósofo prusiano no niega en absoluto la validez del pensamiento, que es necesario, dice, pero al servicio de la vida y del instinto o valoración de la realidad según esta le aparece. Es ahí donde se encuentra la unidad entre vida y pensamiento necesaria para la creación de una vida afirmativa de valores más sanos. Y mucho menos afirmó el alemán que la lógica es inútil y debilitante:

«Hay que aprender a ver, hay que aprender a pensar, hay que aprender a hablar y escribir… Aprender a pensar: en nuestras escuelas se ha perdido completamente la noción de ello. Hasta en las universidades, hasta entre los sabios de la filosofía, la lógica en cuanto a teoría, práctica y oficio empieza a desaparecer. Léanse los libros alemanes, ni siquiera se recuerda en ellos, ni aun de lejos, que para pensar hace falta una técnica, un plan de estudios, un magisterio; que el arte de pensar tiene que ser aprendido como cualquier especie de baile.» Friedrich Nietzsche. “Lo que los alemanes están a punto de perder”, El crepúsculo de los ídolos.

También es falsa la declaración de Rand, donde le atribuye a Nietzsche que «los principios son inútiles y debilitantes, que la moralidad es inútil». En realidad, Nietzsche pregona una “sana moral” que prescribe valores para afirmar la vida y condena los códigos morales que desprecian la vida. Lo describe así:

«Tengo como fórmula un principio. Todo naturalismo en moral, es decir, toda sana moral, está dominada por el instinto de vida; un mandamiento cualquiera de la vida se cumple mediante un canon determinado de preceptos y de prohibiciones; de este modo se hace desaparecer de la esfera de la vida una traba a una hostilidad cualquiera.

La moral antinatural, es decir, toda moral enseñada, venerada y predicada hasta ahora, va, por el contrario, contra los instintos vitales y es una condenación ya secreta, ya ruidosa, descarada de esos instintos.» Friedrich Nietzsche. “La moral manifestación contra naturaleza IV”, El crepúsculo de los ídolos.

De hecho, la sana moral de Nietzsche parece ser el antecedente de la moral Objetivista, sobre todo en su apreciación del altruismo. Del altruismo lo que verdaderamente dice Nietzsche es:

«Una moral altruista, una moral en que se debilita el amor a sí mismo, es, de cualquier manera que se considere, una cosa mala… Falta lo mejor cuando empieza a echarse de menos el egoísmo. Elegir instintivamente lo perjudicial, dejarse seducir por motivos desinteresados, es casi la fórmula de la decadencia. No mirar por su interés es, sencillamente, la hoja de parra moral con que se tapa una realidad muy diferente; fisiológicamente quiere decir eso: “No sé dónde hallar mi interés.” Descomposición de los instintos. Hombre acabado, el que se torna altruista.» Friedrich Nietzsche. “Crítica de la moral de decadencia”, El crepúsculo de los ídolos.

El superhombre de Nietzsche no es una “bestia de presa que pretende sacrificar a los demás en su beneficio”, como asegura Rand, ni la voluntad de poder es “deseo de dominar a otros”. Lo analizaremos en la próxima entrega.

Continuará.

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