En el afán de dejar un legado “de algo” (positivo o negativo) para el futuro, el gobierno del presidente Arévalo y sus aliados en las diferentes entidades del Estado, han apostado por la difícil, tediosa y compleja tarea de la construcción institucional. Mediante una serie de iniciativas legislativas y anuncios en el aire, gran parte del equipo de gobierno se ha comprometido a construir nuevas instituciones, a fin de “mejorar” y “agilizar” la administración pública. Sin embargo, algo que no sabían, o sí, y dejaron pasar por alto, es que el diseño y puesta en marcha de nuevas agencias de gobierno no se logra de la noche a la mañana o por medio de un plumazo en el papel. En cambio, este ejercicio debe ser un producto de la innovación, la transparencia, el profesionalismo y el trabajo en equipo, elementos que, hasta el momento, poco se han visto en este gobierno.
Algunas iniciativas que se insertan en esta agenda de construcción institucional incluyen a la Ley de Competencia que crea la Superintendencia de Competencia, la Ley de Infraestructura Vial Prioritaria con la Dirección de Proyectos Viales Prioritarios (DIPP) y, según el anuncio de la secretaria ejecutiva de la CONRED, la creación de un nuevo cuerpo de Bomberos Nacionales, por mencionar algunas.
Árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza
Los datos no mienten y es evidente que dentro de la administración actual sí existe una intención por contribuir al andamiaje institucional. No obstante, esta hoja de ruta únicamente va a ser exitosa si viene apoyada de los intereses y planes correctos y, hasta el momento, parece que la cuestión ya empieza a andar torcida.
Tanto la Ley de Competencia, como la Ley de Infraestructura Vial, eran promesas de campaña que el oficialismo había hecho con su electorado, por lo que su éxito legislativo era de máximo interés. Sin embargo, pareciera que, para sorpresa de muchos, su aprobación únicamente era el primer paso, ya que, en realidad, estas iniciativas únicamente cobrarían vida una vez estuvieran apoyadas por una estructura institucional sólida.
En este momento, los retrasos en la puesta en marcha de las iniciativas y la falta de claridad en el panorama no ofrecen grandes esperanzas para el futuro. Esta tarea es crucial para el buen funcionamiento administrativo del país, por lo que su manejo debe estar a la altura de la tarea.
Ahora, tres meses después de su aprobación, las propuestas empiezan a dar sus primeros destellos de vida con la convocatoria para la elección de los profesionales que serán parte de los directivos de las instituciones, lo cual es un paso necesario, pero no suficiente.
Asimismo, el anuncio sobre la creación de un cuerpo nuevo de bomberos llama la atención, tomando en cuenta que ya existen dos instancias con una naturaleza similar. De acuerdo con varias encuestas, los bomberos son una de las instituciones en las que más confía la población guatemalteca. Por lo tanto, si ya se cuenta con algo medianamente funcional, en vez de crear más jerarquías y confusión institucional, introduciendo un nuevo eslabón en la cadena de mando, la administración se debería de enfocar en fortalecer lo que ya se tiene.
Cada vez que se crea una nueva instancia de gobierno o burocrática, al mismo tiempo se abre un nuevo espacio para que los administradores de turno capturen las instituciones, en beneficio de sus propios intereses. Por lo tanto, la presión que está recibiendo la agenda institucional únicamente sugiere que existen intereses que operan en las sombras que podrían estar beneficiándose de este proceso. De ser así, estas instituciones que podrían ser producto de los intereses perversos, difícilmente recuperarán el curso.
En este momento, los retrasos en la puesta en marcha de las iniciativas y la falta de claridad en el panorama no ofrecen grandes esperanzas para el futuro. Esta tarea es crucial para el buen funcionamiento administrativo del país, por lo que su manejo debe estar a la altura de la tarea. De lo contrario, este ejercicio únicamente contribuirá al “abultamiento” de la burocracia estatal y su consecuente ineficiencia.
Menos burocracia, más institucionalidad
En el afán de dejar un legado “de algo” (positivo o negativo) para el futuro, el gobierno del presidente Arévalo y sus aliados en las diferentes entidades del Estado, han apostado por la difícil, tediosa y compleja tarea de la construcción institucional. Mediante una serie de iniciativas legislativas y anuncios en el aire, gran parte del equipo de gobierno se ha comprometido a construir nuevas instituciones, a fin de “mejorar” y “agilizar” la administración pública. Sin embargo, algo que no sabían, o sí, y dejaron pasar por alto, es que el diseño y puesta en marcha de nuevas agencias de gobierno no se logra de la noche a la mañana o por medio de un plumazo en el papel. En cambio, este ejercicio debe ser un producto de la innovación, la transparencia, el profesionalismo y el trabajo en equipo, elementos que, hasta el momento, poco se han visto en este gobierno.
Algunas iniciativas que se insertan en esta agenda de construcción institucional incluyen a la Ley de Competencia que crea la Superintendencia de Competencia, la Ley de Infraestructura Vial Prioritaria con la Dirección de Proyectos Viales Prioritarios (DIPP) y, según el anuncio de la secretaria ejecutiva de la CONRED, la creación de un nuevo cuerpo de Bomberos Nacionales, por mencionar algunas.
Árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza
Los datos no mienten y es evidente que dentro de la administración actual sí existe una intención por contribuir al andamiaje institucional. No obstante, esta hoja de ruta únicamente va a ser exitosa si viene apoyada de los intereses y planes correctos y, hasta el momento, parece que la cuestión ya empieza a andar torcida.
Tanto la Ley de Competencia, como la Ley de Infraestructura Vial, eran promesas de campaña que el oficialismo había hecho con su electorado, por lo que su éxito legislativo era de máximo interés. Sin embargo, pareciera que, para sorpresa de muchos, su aprobación únicamente era el primer paso, ya que, en realidad, estas iniciativas únicamente cobrarían vida una vez estuvieran apoyadas por una estructura institucional sólida.
En este momento, los retrasos en la puesta en marcha de las iniciativas y la falta de claridad en el panorama no ofrecen grandes esperanzas para el futuro. Esta tarea es crucial para el buen funcionamiento administrativo del país, por lo que su manejo debe estar a la altura de la tarea.
Ahora, tres meses después de su aprobación, las propuestas empiezan a dar sus primeros destellos de vida con la convocatoria para la elección de los profesionales que serán parte de los directivos de las instituciones, lo cual es un paso necesario, pero no suficiente.
Asimismo, el anuncio sobre la creación de un cuerpo nuevo de bomberos llama la atención, tomando en cuenta que ya existen dos instancias con una naturaleza similar. De acuerdo con varias encuestas, los bomberos son una de las instituciones en las que más confía la población guatemalteca. Por lo tanto, si ya se cuenta con algo medianamente funcional, en vez de crear más jerarquías y confusión institucional, introduciendo un nuevo eslabón en la cadena de mando, la administración se debería de enfocar en fortalecer lo que ya se tiene.
Cada vez que se crea una nueva instancia de gobierno o burocrática, al mismo tiempo se abre un nuevo espacio para que los administradores de turno capturen las instituciones, en beneficio de sus propios intereses. Por lo tanto, la presión que está recibiendo la agenda institucional únicamente sugiere que existen intereses que operan en las sombras que podrían estar beneficiándose de este proceso. De ser así, estas instituciones que podrían ser producto de los intereses perversos, difícilmente recuperarán el curso.
En este momento, los retrasos en la puesta en marcha de las iniciativas y la falta de claridad en el panorama no ofrecen grandes esperanzas para el futuro. Esta tarea es crucial para el buen funcionamiento administrativo del país, por lo que su manejo debe estar a la altura de la tarea. De lo contrario, este ejercicio únicamente contribuirá al “abultamiento” de la burocracia estatal y su consecuente ineficiencia.