Los premios Emmy: un llamado a la igualdad (destruyendo la igualdad)
La producción televisiva y cinematográfica debe estar respaldada por la libertad de expresión, de manera que las historias no cuenten realidades distorsionadas.
El pasado 15 de septiembre, como ya es costumbre, el teatro Peacock en Los Ángeles reunió a algunos de los mejores actores de la televisión para celebrar la 76ª edición de los Primetime Emmy Awards. Paradójicamente, el show que premiaba a aquellos programas con mejores actuaciones, guiones y dirección registró uno de los peores ratings de su historia, gran parte debido a la “falta de creatividad” y “aburrimiento”.
De acuerdo con muchos de los comentarios en redes, este año los Emmy, como era de esperarse, parecían más un rally político que una ceremonia de premiación. Esto se debe a que, siguiendo la tendencia de Hollywood, los directivos se montaron en el carro del movimiento woke a fin de alinearse con lo que se considera políticamente correcto.
No obstante, lo que este programa demostró es que, el wokeismo en vez de despertar a las personas ante las injusticias sociales, los dejó más dormidos por la predictibilidad y monotonía del show.
Una oda al wokeismo
El movimiento woke apela al deber moral que todos los seres humanos tenemos de permanecer despiertos ante las cuestiones sociales, económicas y políticas que reflejan injusticias y desigualdades. Debido a su naturaleza movimentista, el wokeismo, por sí mismo, no plantea una visión propia del mundo, por lo que se apoya en lo que se conoce como la teoría crítica de la raza para encontrar algún soporte teórico. Esta teoría se concentra en el análisis de las instituciones políticas, económicas y sociales, a fin de identificar las dinámicas de opresión, independientemente de su naturaleza, y corregirlas. No obstante, el problema está en que esta corrección encuentra suelo fértil en prácticas como la cultura de la cancelación, la desigualdad ante la ley y, por ende, la lucha contra la estructura de derechos y libertadesindividuales.
Ahora bien, el elemento distintivo del wokeismo es que en todos sus discursos es posible encontrar una misma agenda política de trasfondo, ya que se considera que entre más se empuje por su reconocimiento, más incentivos habrá para la activación política.
No hay cabida para que, mediante la revisión histórica, se creen privilegios a fin de abrir espacios de representación, forzosamente. De continuar esta tendencia, únicamente se estarían perpetuando las desigualdades, con la diferencia de que la balanza estaría inclinada en favor de otras agrupaciones.
La mecánica descrita anteriormente la encontramos, aunque a una menor escala, en la ceremonia de premiación de los Emmy. En reiteradas ocasiones, los presentadores, en vez de enfocarse en la calidad de los programas y las actuaciones, dedicaron gran parte de sus intervenciones a hablar sobre cómo esta ceremonia destacaba por el alto grado de representatividad y diversidad entre los nominados. Es más, muchos mencionaron cómo habían apelado a los directivos del programa para que el show favoreciera la representatividad y la inclusión, sobre todas las cosas.
Así pues, el énfasis puesto en estos temas era tal, que era más que evidente que los organizadores únicamente estaban preocupados por llenar una cuota, en vez de premiar con base en el mérito y el esfuerzo.
No se puede negar que en el pasado las minorías sí eran conscientemente excluidas de la televisión y los roles cinematográficos, así como de otros espacios culturales. No obstante, también es cierto que a lo largo de los años estos grupos, a base del mérito y el esfuerzo, no los privilegios, se han abierto un espacio y se han posicionado en una situación de igualdad con el resto de los grupos culturales. Por lo tanto, cuando los directivos y críticos de la televisión introducen excepciones a fin de cumplir con las cuotas de igualdad, en realidad están reduciendo el valor del esfuerzo de los predecesores.
Además, es importante mencionar que estas prácticas únicamente han encadenado la creatividad y desincentivando la libre producción cultural. Esto se debe a que, como ya muchos miembros del Hollywood han expresado, existe un miedo generalizado a la cancelación y al cumplimiento de los parámetros dictados por lo “políticamente correcto”. Consecuentemente, así como nos quejamos del declive en la calidad de la producción televisiva y cinematográfica, también nos deberíamos preguntar si esto se debe a la destrucción creativa, derivado del movimiento woke y las restricciones implícitas a la estructura de derechos y libertades.
Como todo ejercicio creativo, la producción televisiva y cinematográfica debe estar respaldada por la libertad de expresión, de manera que las historias no cuenten realidades distorsionadas. Por ello, no hay cabida para que, mediante la revisión histórica, se creen privilegios a fin de abrir espacios de representación, forzosamente. De continuar esta tendencia, únicamente se estarían perpetuando las desigualdades, con la diferencia de que la balanza estaría inclinada en favor de otras agrupaciones.
Los premios Emmy: un llamado a la igualdad (destruyendo la igualdad)
La producción televisiva y cinematográfica debe estar respaldada por la libertad de expresión, de manera que las historias no cuenten realidades distorsionadas.
El pasado 15 de septiembre, como ya es costumbre, el teatro Peacock en Los Ángeles reunió a algunos de los mejores actores de la televisión para celebrar la 76ª edición de los Primetime Emmy Awards. Paradójicamente, el show que premiaba a aquellos programas con mejores actuaciones, guiones y dirección registró uno de los peores ratings de su historia, gran parte debido a la “falta de creatividad” y “aburrimiento”.
De acuerdo con muchos de los comentarios en redes, este año los Emmy, como era de esperarse, parecían más un rally político que una ceremonia de premiación. Esto se debe a que, siguiendo la tendencia de Hollywood, los directivos se montaron en el carro del movimiento woke a fin de alinearse con lo que se considera políticamente correcto.
No obstante, lo que este programa demostró es que, el wokeismo en vez de despertar a las personas ante las injusticias sociales, los dejó más dormidos por la predictibilidad y monotonía del show.
Una oda al wokeismo
El movimiento woke apela al deber moral que todos los seres humanos tenemos de permanecer despiertos ante las cuestiones sociales, económicas y políticas que reflejan injusticias y desigualdades. Debido a su naturaleza movimentista, el wokeismo, por sí mismo, no plantea una visión propia del mundo, por lo que se apoya en lo que se conoce como la teoría crítica de la raza para encontrar algún soporte teórico. Esta teoría se concentra en el análisis de las instituciones políticas, económicas y sociales, a fin de identificar las dinámicas de opresión, independientemente de su naturaleza, y corregirlas. No obstante, el problema está en que esta corrección encuentra suelo fértil en prácticas como la cultura de la cancelación, la desigualdad ante la ley y, por ende, la lucha contra la estructura de derechos y libertadesindividuales.
Ahora bien, el elemento distintivo del wokeismo es que en todos sus discursos es posible encontrar una misma agenda política de trasfondo, ya que se considera que entre más se empuje por su reconocimiento, más incentivos habrá para la activación política.
No hay cabida para que, mediante la revisión histórica, se creen privilegios a fin de abrir espacios de representación, forzosamente. De continuar esta tendencia, únicamente se estarían perpetuando las desigualdades, con la diferencia de que la balanza estaría inclinada en favor de otras agrupaciones.
La mecánica descrita anteriormente la encontramos, aunque a una menor escala, en la ceremonia de premiación de los Emmy. En reiteradas ocasiones, los presentadores, en vez de enfocarse en la calidad de los programas y las actuaciones, dedicaron gran parte de sus intervenciones a hablar sobre cómo esta ceremonia destacaba por el alto grado de representatividad y diversidad entre los nominados. Es más, muchos mencionaron cómo habían apelado a los directivos del programa para que el show favoreciera la representatividad y la inclusión, sobre todas las cosas.
Así pues, el énfasis puesto en estos temas era tal, que era más que evidente que los organizadores únicamente estaban preocupados por llenar una cuota, en vez de premiar con base en el mérito y el esfuerzo.
No se puede negar que en el pasado las minorías sí eran conscientemente excluidas de la televisión y los roles cinematográficos, así como de otros espacios culturales. No obstante, también es cierto que a lo largo de los años estos grupos, a base del mérito y el esfuerzo, no los privilegios, se han abierto un espacio y se han posicionado en una situación de igualdad con el resto de los grupos culturales. Por lo tanto, cuando los directivos y críticos de la televisión introducen excepciones a fin de cumplir con las cuotas de igualdad, en realidad están reduciendo el valor del esfuerzo de los predecesores.
Además, es importante mencionar que estas prácticas únicamente han encadenado la creatividad y desincentivando la libre producción cultural. Esto se debe a que, como ya muchos miembros del Hollywood han expresado, existe un miedo generalizado a la cancelación y al cumplimiento de los parámetros dictados por lo “políticamente correcto”. Consecuentemente, así como nos quejamos del declive en la calidad de la producción televisiva y cinematográfica, también nos deberíamos preguntar si esto se debe a la destrucción creativa, derivado del movimiento woke y las restricciones implícitas a la estructura de derechos y libertades.
Como todo ejercicio creativo, la producción televisiva y cinematográfica debe estar respaldada por la libertad de expresión, de manera que las historias no cuenten realidades distorsionadas. Por ello, no hay cabida para que, mediante la revisión histórica, se creen privilegios a fin de abrir espacios de representación, forzosamente. De continuar esta tendencia, únicamente se estarían perpetuando las desigualdades, con la diferencia de que la balanza estaría inclinada en favor de otras agrupaciones.