Los jóvenes no son el futuro…
Hoy reitero mi fe en el sector público gracias a 32 jóvenes, que son más que el futuro de Iberoamérica. Son el presente.
Los jóvenes no son el futuro. Son el presente. Esta frase se ha puesto de moda por muchas empresas e instituciones que incitan a la acción juvenil y que buscan fomentar en su sociedad la inclusión de las nuevas generaciones. Creo que su uso se ha popularizado tanto que ha empezado a pasar desapercibido. Quiero hoy usar este espacio para recordar por qué los jóvenes no son solo el futuro, sino son el presente. Son los ciudadanos que día a día están mejorando los espacios en los que están y que merecen más espacios para demostrar su talento.
Gracias al Programa para el Fortalecimiento de la Función Pública en América Latina de la Fundación Botín, disfruté de maravillosas ponencias por profesionales destacados en sus áreas, representantes de países latinoamericanos ante organismos internacionales, funcionarios públicos y Su Majestad el Rey Felipe de Borbón. No obstante, las convivencias de mayor valor fueron aquellas que durante 49 días compartí con 31 jóvenes iberoamericanos, cada uno profesional en su área y todos inspiradores de distintas maneras. Desde psicología y artes liberales, hasta arquitectos, médicos e internacionalistas. Bajo la misión de que “más de los mejores se dediquen a lo público”, nos reunimos 32 de los mejores de América Latina para compartir sobre la realidad de nuestros países y aprender de los demás.
Luego de la experiencia logré conocer con más profundidad sobre la crisis ciudadana de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba y de todos los retos que las democracias en el continente americano enfrentan. Más allá de esto, aprendí sobre la bandera con doble cara de Paraguay; la belleza de las playas en Puerto Rico; la cultura cafetalera y gastronómica en Colombia; las vistas del Salar de Uyuni en Bolivia; lo colorido y bello de México y mucho más.
Toda Iberoamérica tiene un área de oportunidad gigante en jóvenes profesionales y brillantes que comparten el deseo y la vocación por un sector público más unido y coherente que provea a la ciudadanía, no lo que quiere, sino lo que necesita. Hoy reitero mi fe en el sector público gracias a 32 jóvenes, que son más que el futuro de Iberoamérica. Son el presente.
Conocí la hospitalidad, bondad y amabilidad de los latinoamericanos y el potencial de mejora, fortaleza y desarrollo que recae en cada joven que representó orgullosamente a su país. No solo conviví con estos profesionales por la felicidad y orgullo que trasladaban a cada miembro del grupo, sino también por lo interesante que era oír como desde sus veinte años han logrado dar un paso a favor del fortalecimiento institucional en sus naciones.
Por ejemplo, Guillermo es muy buen bailarín y cuenta buenas historias, pero también es auxiliar administrativo de la Presidencia de la República de Costa Rica. Paola es feliz obsequiando detalles a sus amigos, pero también es directora de Acción de Gobierno en el Partido Acción Nacional en México. Jorge y Adriana disfrutan el tiempo con amigos y les gusta conocer nuevos lugares, pero también son presidentes de la Federación de Estudiantes de sus universidades. Kevin disfruta dar abrazos y escuchar a los demás, pero también es consejero distrital de Paz en Bogotá. Así, conocí a más personas que trabajan en instituciones que paso a paso trabajan por la mejora de la sociedad en la que viven y que buscan la protección de las instituciones, los ciudadanos y el ambiente.
En cada día compartido con cada becario aprendí algo nuevo. Iniciando por el valor de la personalidad única de cada uno, pero también de sus países, sus culturas, sus costumbres y del panorama social, político y económico en el que están buscando incensarse para generar un impacto positivo. Estos jóvenes no son solo personas alegres y carismáticas, sino también son personas conocedoras, inteligentes e inspiradoras. Al final del programa, me di cuenta de que toda Iberoamérica tiene un área de oportunidad gigante en jóvenes profesionales y brillantes que comparten el deseo y la vocación por un sector público más unido y coherente que provea a la ciudadanía, no lo que quiere, sino lo que necesita.
Hoy reitero mi fe en el sector público gracias a 32 jóvenes, que son más que el futuro de Iberoamérica. Son el presente.
Los jóvenes no son el futuro…
Hoy reitero mi fe en el sector público gracias a 32 jóvenes, que son más que el futuro de Iberoamérica. Son el presente.
Los jóvenes no son el futuro. Son el presente. Esta frase se ha puesto de moda por muchas empresas e instituciones que incitan a la acción juvenil y que buscan fomentar en su sociedad la inclusión de las nuevas generaciones. Creo que su uso se ha popularizado tanto que ha empezado a pasar desapercibido. Quiero hoy usar este espacio para recordar por qué los jóvenes no son solo el futuro, sino son el presente. Son los ciudadanos que día a día están mejorando los espacios en los que están y que merecen más espacios para demostrar su talento.
Gracias al Programa para el Fortalecimiento de la Función Pública en América Latina de la Fundación Botín, disfruté de maravillosas ponencias por profesionales destacados en sus áreas, representantes de países latinoamericanos ante organismos internacionales, funcionarios públicos y Su Majestad el Rey Felipe de Borbón. No obstante, las convivencias de mayor valor fueron aquellas que durante 49 días compartí con 31 jóvenes iberoamericanos, cada uno profesional en su área y todos inspiradores de distintas maneras. Desde psicología y artes liberales, hasta arquitectos, médicos e internacionalistas. Bajo la misión de que “más de los mejores se dediquen a lo público”, nos reunimos 32 de los mejores de América Latina para compartir sobre la realidad de nuestros países y aprender de los demás.
Luego de la experiencia logré conocer con más profundidad sobre la crisis ciudadana de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba y de todos los retos que las democracias en el continente americano enfrentan. Más allá de esto, aprendí sobre la bandera con doble cara de Paraguay; la belleza de las playas en Puerto Rico; la cultura cafetalera y gastronómica en Colombia; las vistas del Salar de Uyuni en Bolivia; lo colorido y bello de México y mucho más.
Toda Iberoamérica tiene un área de oportunidad gigante en jóvenes profesionales y brillantes que comparten el deseo y la vocación por un sector público más unido y coherente que provea a la ciudadanía, no lo que quiere, sino lo que necesita. Hoy reitero mi fe en el sector público gracias a 32 jóvenes, que son más que el futuro de Iberoamérica. Son el presente.
Conocí la hospitalidad, bondad y amabilidad de los latinoamericanos y el potencial de mejora, fortaleza y desarrollo que recae en cada joven que representó orgullosamente a su país. No solo conviví con estos profesionales por la felicidad y orgullo que trasladaban a cada miembro del grupo, sino también por lo interesante que era oír como desde sus veinte años han logrado dar un paso a favor del fortalecimiento institucional en sus naciones.
Por ejemplo, Guillermo es muy buen bailarín y cuenta buenas historias, pero también es auxiliar administrativo de la Presidencia de la República de Costa Rica. Paola es feliz obsequiando detalles a sus amigos, pero también es directora de Acción de Gobierno en el Partido Acción Nacional en México. Jorge y Adriana disfrutan el tiempo con amigos y les gusta conocer nuevos lugares, pero también son presidentes de la Federación de Estudiantes de sus universidades. Kevin disfruta dar abrazos y escuchar a los demás, pero también es consejero distrital de Paz en Bogotá. Así, conocí a más personas que trabajan en instituciones que paso a paso trabajan por la mejora de la sociedad en la que viven y que buscan la protección de las instituciones, los ciudadanos y el ambiente.
En cada día compartido con cada becario aprendí algo nuevo. Iniciando por el valor de la personalidad única de cada uno, pero también de sus países, sus culturas, sus costumbres y del panorama social, político y económico en el que están buscando incensarse para generar un impacto positivo. Estos jóvenes no son solo personas alegres y carismáticas, sino también son personas conocedoras, inteligentes e inspiradoras. Al final del programa, me di cuenta de que toda Iberoamérica tiene un área de oportunidad gigante en jóvenes profesionales y brillantes que comparten el deseo y la vocación por un sector público más unido y coherente que provea a la ciudadanía, no lo que quiere, sino lo que necesita.
Hoy reitero mi fe en el sector público gracias a 32 jóvenes, que son más que el futuro de Iberoamérica. Son el presente.