Lo peor del indigenismo
Este movimiento antagónico e ideológico, en vez de conciliar la "indianidad" con la hispanidad, busca la imposición del primero en perjuicio de la hispanidad.
El “indigenismo” hoy día es muy distinto de lo que concibió el fraile dominico Antonio de Montesinos y se ha convertido en una ideología política que aprovecha la leyenda negra sobre España para implementar la dialéctica marxista de la lucha de clases. Presenta a los pueblos emigrantes de Asia y Polinesia como la clase oprimida y a los españoles, criollos, mestizos ricos y la Iglesia católica como la clase explotadora. Una analogía del proletariado explotado por el empresario capitalista. ¡Y naturalmente, el enemigo es el capitalismo!
Los pueblos emigrantes de Asia y Polinesia exhibieron culturas similares a los de sus lugares de origen, como puede constatarse con la semejanza de las pirámides de Tikal con las de Koh Ker en Camboya y Candi Sukuh en Java, Indonesia, donde los expertos consideran se encuentra la pirámide más antigua del mundo, en Gunung Padang. Así como las tallas de jade que también se dan de forma similar en China, Corea y Japón. Los modales y formas de sentarse también se asemejan a la de las culturas asiáticas. Por lo tanto, llamarlos pueblos originarios, excluyendo a todo habitante nacido en estos lares es meramente un pleonasmo ideológico. Originario o autóctono es todo aquel que nació en el mismo país en que se encuentra.
Es decir, todo guatemalteco nacido en Guatemala es originario de este país. La exclusión de un grupo es puramente arbitraria y malintencionada. Pretende aseverar que los excluidos están aquí usurpando un lugar al que no pertenecen. Pretende enfrentar a un grupo de la población con el otro en aras de una reivindicación social del indio y la lucha por la tierra. Exigen una serie de “derechos indígenas” que solo son privilegios para unos y obligaciones para los otros, es decir, una contradicción del concepto de derecho.
Este movimiento antagónico e ideológico, en vez de conciliar la "indianidad" con la hispanidad, busca la imposición del primero en perjuicio de la hispanidad, provocando un problema social al desconocer el legado hispánico igual de esencial que el legado prehispánico para las personas de este continente.
Tratan de separarnos por una narrativa que empieza por llamar latina a la América hispana, por la leyenda negra que nos dice que lo español es lo peor, por la leyenda áurea de los mexicas que nos emboba con el cuento de que era lo mejor de lo mejor; todas estas, leyendas absurdas inventadas por escritores de gabinete que nunca viajaron a América y que siguieron el manual de la Propuesta para humillar a España, publicado en Inglaterra en 1709. Todo lo que pasó a partir de allí está escrito en ese libro. Actualizada la narrativa falaz con la propuesta de Antonio Gramsci: «Debemos infiltrarnos dentro de la sociedad, infiltrarnos dentro de la iglesia, infiltrarnos dentro de la comunidad educativa, lentamente, e ir transformando y ridiculizando las tradiciones que se han sostenido históricamente, a fin de ir destruyéndolas y formando la sociedad que nosotros queremos».
Tenemos una España europea y tenemos una España americana, ambas producto de esa fusión de culturas en las que ambas partes colaboraron (...) Lo peor del indigenismo es que pretende robarles a los indios su hispanidad y, con ello, su identidad.
Omiten que España no conquistó nada. España no existía en 1519 como entidad política. Hernán Cortés y sus huestes castellanas se aliaron con Tlaxcaltecas y Quahquecholtecas para liberarlos de la opresión de los Mexicas. Pero, ¿es la toma de Tenochtitlan la conquista de México? México como país no existía tampoco. La narrativa indigenista es tan absurda que pretende que nos traguemos el cuento de que un país que no existía conquistó a otro que tampoco existía.
La unificación de los reinos de la Península Ibérica y la creación de nuevos en el continente americano fue producto de la visión de dos mujeres: la reina Isabel la Católica y doña Marina, hoy conocida como Malinche. Isabel recomendó los matrimonios mixtos, advirtiendo que eran legítimos, pues los indios eran vasallos libres de la corona de Castilla. Marina concibió y posibilitó la alianza entre castellanos y tlaxcaltecas, que se selló mediante el matrimonio mixto. España nació, pues, al mismo tiempo a ambos lados del océano Atlántico. Cortés y sus aliados tlaxcaltecas crearon la Nueva España, en donde fundaron ciudades, centros de orden jurídico, con sus catedrales, hospitales, ayuntamientos y universidades. Fue una colaboración imposible sin la participación de ambas partes. La fusión de culturas dio origen a la hispanidad.
¿Qué sería de nuestro folclore sin la Danza de los Moros, tan de nuestra cultura, que se baila en Guatemala y también en Villajoyosa, España? ¿Qué sería de la imagen de México sin el sombrero de ala ancha del charro mexicano, sombrero que trajeron los castellanos y tiene su origen en Salamanca, España? ¿Qué sería del desayuno chapín sin el frijol y tomate de América, los huevos, naranjas, crema, plátanos, y azúcar que trajeron los castellanos? ¿Y sin el café que trajeron los monjes capuchinos? ¿Qué sería de los trajes indígenas sin la influencia de los trajes de Extremadura?
Tenemos una España europea y tenemos una España americana, ambas producto de esa fusión de culturas en las que ambas partes colaboraron. Lo que nos une a los hispanos es la lengua. El 90 % de los que hablamos español estamos en América y con la lengua está toda nuestra cultura, la hispana. Todos, indios, mestizos y criollos somos los hispanoamericanos.
Lo peor del indigenismo es que pretende robarles a los indios su hispanidad y, con ello, su identidad.
Lo peor del indigenismo
Este movimiento antagónico e ideológico, en vez de conciliar la "indianidad" con la hispanidad, busca la imposición del primero en perjuicio de la hispanidad.
El “indigenismo” hoy día es muy distinto de lo que concibió el fraile dominico Antonio de Montesinos y se ha convertido en una ideología política que aprovecha la leyenda negra sobre España para implementar la dialéctica marxista de la lucha de clases. Presenta a los pueblos emigrantes de Asia y Polinesia como la clase oprimida y a los españoles, criollos, mestizos ricos y la Iglesia católica como la clase explotadora. Una analogía del proletariado explotado por el empresario capitalista. ¡Y naturalmente, el enemigo es el capitalismo!
Los pueblos emigrantes de Asia y Polinesia exhibieron culturas similares a los de sus lugares de origen, como puede constatarse con la semejanza de las pirámides de Tikal con las de Koh Ker en Camboya y Candi Sukuh en Java, Indonesia, donde los expertos consideran se encuentra la pirámide más antigua del mundo, en Gunung Padang. Así como las tallas de jade que también se dan de forma similar en China, Corea y Japón. Los modales y formas de sentarse también se asemejan a la de las culturas asiáticas. Por lo tanto, llamarlos pueblos originarios, excluyendo a todo habitante nacido en estos lares es meramente un pleonasmo ideológico. Originario o autóctono es todo aquel que nació en el mismo país en que se encuentra.
Es decir, todo guatemalteco nacido en Guatemala es originario de este país. La exclusión de un grupo es puramente arbitraria y malintencionada. Pretende aseverar que los excluidos están aquí usurpando un lugar al que no pertenecen. Pretende enfrentar a un grupo de la población con el otro en aras de una reivindicación social del indio y la lucha por la tierra. Exigen una serie de “derechos indígenas” que solo son privilegios para unos y obligaciones para los otros, es decir, una contradicción del concepto de derecho.
Este movimiento antagónico e ideológico, en vez de conciliar la "indianidad" con la hispanidad, busca la imposición del primero en perjuicio de la hispanidad, provocando un problema social al desconocer el legado hispánico igual de esencial que el legado prehispánico para las personas de este continente.
Tratan de separarnos por una narrativa que empieza por llamar latina a la América hispana, por la leyenda negra que nos dice que lo español es lo peor, por la leyenda áurea de los mexicas que nos emboba con el cuento de que era lo mejor de lo mejor; todas estas, leyendas absurdas inventadas por escritores de gabinete que nunca viajaron a América y que siguieron el manual de la Propuesta para humillar a España, publicado en Inglaterra en 1709. Todo lo que pasó a partir de allí está escrito en ese libro. Actualizada la narrativa falaz con la propuesta de Antonio Gramsci: «Debemos infiltrarnos dentro de la sociedad, infiltrarnos dentro de la iglesia, infiltrarnos dentro de la comunidad educativa, lentamente, e ir transformando y ridiculizando las tradiciones que se han sostenido históricamente, a fin de ir destruyéndolas y formando la sociedad que nosotros queremos».
Tenemos una España europea y tenemos una España americana, ambas producto de esa fusión de culturas en las que ambas partes colaboraron (...) Lo peor del indigenismo es que pretende robarles a los indios su hispanidad y, con ello, su identidad.
Omiten que España no conquistó nada. España no existía en 1519 como entidad política. Hernán Cortés y sus huestes castellanas se aliaron con Tlaxcaltecas y Quahquecholtecas para liberarlos de la opresión de los Mexicas. Pero, ¿es la toma de Tenochtitlan la conquista de México? México como país no existía tampoco. La narrativa indigenista es tan absurda que pretende que nos traguemos el cuento de que un país que no existía conquistó a otro que tampoco existía.
La unificación de los reinos de la Península Ibérica y la creación de nuevos en el continente americano fue producto de la visión de dos mujeres: la reina Isabel la Católica y doña Marina, hoy conocida como Malinche. Isabel recomendó los matrimonios mixtos, advirtiendo que eran legítimos, pues los indios eran vasallos libres de la corona de Castilla. Marina concibió y posibilitó la alianza entre castellanos y tlaxcaltecas, que se selló mediante el matrimonio mixto. España nació, pues, al mismo tiempo a ambos lados del océano Atlántico. Cortés y sus aliados tlaxcaltecas crearon la Nueva España, en donde fundaron ciudades, centros de orden jurídico, con sus catedrales, hospitales, ayuntamientos y universidades. Fue una colaboración imposible sin la participación de ambas partes. La fusión de culturas dio origen a la hispanidad.
¿Qué sería de nuestro folclore sin la Danza de los Moros, tan de nuestra cultura, que se baila en Guatemala y también en Villajoyosa, España? ¿Qué sería de la imagen de México sin el sombrero de ala ancha del charro mexicano, sombrero que trajeron los castellanos y tiene su origen en Salamanca, España? ¿Qué sería del desayuno chapín sin el frijol y tomate de América, los huevos, naranjas, crema, plátanos, y azúcar que trajeron los castellanos? ¿Y sin el café que trajeron los monjes capuchinos? ¿Qué sería de los trajes indígenas sin la influencia de los trajes de Extremadura?
Tenemos una España europea y tenemos una España americana, ambas producto de esa fusión de culturas en las que ambas partes colaboraron. Lo que nos une a los hispanos es la lengua. El 90 % de los que hablamos español estamos en América y con la lengua está toda nuestra cultura, la hispana. Todos, indios, mestizos y criollos somos los hispanoamericanos.
Lo peor del indigenismo es que pretende robarles a los indios su hispanidad y, con ello, su identidad.