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La sombra de Petro y el lastre de la democracia colombiana 

.
Marimaite Rayo |
14 de agosto, 2025

El asesinato de Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato por la derecha, es la ilustración del estado crítico en el que se encuentra la democracia en Colombia. Este acto no solo revivió un trauma colectivo entre la sociedad colombiana, ya que se recordó la época de los 90 cuando un grupo de candidatos se encontraron en medio del fuego entre cárteles del narcotráfico y el Estado, sino que también evidenció cómo durante la Presidencia de Gustavo Petro el sistema político ha regresado a patrones antidemocráticos. 

Aunque todavía falta un año para que el próximo presidente asuma el cargo en Colombia, todo el proceso ya se puede resumir en dos palabras: fragmentación y polarización. Asimismo, la falta de un liderazgo claro, en ambos lados del espectro político, únicamente ha contribuido a exaltar los radicalismos de las agrupaciones políticas. No obstante, en gran parte, esto también se debe a la figura de Petro, quien, con promesas incumplidas e inestabilidad a lo interno de su gabinete, ha propiciado un caos político. 

El problema del expresidente

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Una de las peculiaridades del panorama político latinoamericano se relaciona con los problemas que la mayoría de los países sufren a causa de los expresidentes. Es decir, mientras que la mayoría de los países del continente tiene al menos un presidente en prisión, bajo arresto domiciliario o en el exilio, el resto tiene procesos abiertos contra sus autoridades o se encuentra bajo un sistema autoritario. Esta característica ha evitado que muchos sistemas políticos de la región avancen hacia una plena democracia, competitiva, multipartidista y representativa, dado que el bagaje histórico pesa sobre el andamiaje institucional. 

La inminente captura del Estado colombiano es una señal del deterioro de la democracia. Por ello, el esfuerzo, más que por la campaña electoral, debe ser por la recuperación de los patrones democráticos

En el futuro cercano, Colombia sufrirá de este problema, debido a la sombra oscura que ha caracterizado al gobierno de Petro. Durante la mayor parte de su administración, Petro ha sido capaz de gobernar gracias al Pacto Histórico, una coalición política de orientación progresista. No obstante, debido a las posiciones encontradas en torno a la figura de Petro, las tradicionales fracturas de corte ideológico se han traducido en grietas que han hundido a la administración. Como consecuencia, la narrativa pro y anti-petrista ha potenciado la hiperfragmentación del sistema, evitando el avance de una agenda consolidada y la incapacidad para homogeneizar el apoyo sobre un candidato para las elecciones presidenciales. Al mismo tiempo, esta división, tanto retórica como política, ha aumentado la polarización a lo interno de la arena política y entre las diferentes capas sociales. Por lo tanto, esto demuestra cómo la sombra de Petro, incluso fuera de la silla presidencial, continuará causando problemas. 

Otro aspecto en donde la sombra de Petro seguirá causando lastres es en el escenario internacional. Por un lado, su acercamiento con grupos paralelos al Estado no solo ha regresado el temor a las calles, sino que también ha reducido la confianza internacional en la capacidad para la resolución de conflictos de Colombia. Por otro lado, pese a la promesa de poner al país en la escena global, en realidad solo lo ha hundido más en las tinieblas, con decisiones influidas más por la ideología, que la estrategia, Petro únicamente le ha ganado más enemigos que amigos al país. Por ende, independientemente de la ideología, el próximo presidente deberá recuperar el estatus internacional. 

Esto demuestra cómo la ideología, la fragmentación y la polarización, todo producto de la sombra de Petro, dejarán rastro en el sistema político y serán determinantes en el voto. La inminente captura del Estado colombiano es una señal del deterioro de la democracia. Por ello, el esfuerzo, más que por la campaña electoral, debe ser por la recuperación de los patrones democráticos, de lo contrario la sombra de Petro penetrará todas las estructuras institucionales en detrimento de la sociedad.

La sombra de Petro y el lastre de la democracia colombiana 

Marimaite Rayo |
14 de agosto, 2025
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El asesinato de Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato por la derecha, es la ilustración del estado crítico en el que se encuentra la democracia en Colombia. Este acto no solo revivió un trauma colectivo entre la sociedad colombiana, ya que se recordó la época de los 90 cuando un grupo de candidatos se encontraron en medio del fuego entre cárteles del narcotráfico y el Estado, sino que también evidenció cómo durante la Presidencia de Gustavo Petro el sistema político ha regresado a patrones antidemocráticos. 

Aunque todavía falta un año para que el próximo presidente asuma el cargo en Colombia, todo el proceso ya se puede resumir en dos palabras: fragmentación y polarización. Asimismo, la falta de un liderazgo claro, en ambos lados del espectro político, únicamente ha contribuido a exaltar los radicalismos de las agrupaciones políticas. No obstante, en gran parte, esto también se debe a la figura de Petro, quien, con promesas incumplidas e inestabilidad a lo interno de su gabinete, ha propiciado un caos político. 

El problema del expresidente

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Una de las peculiaridades del panorama político latinoamericano se relaciona con los problemas que la mayoría de los países sufren a causa de los expresidentes. Es decir, mientras que la mayoría de los países del continente tiene al menos un presidente en prisión, bajo arresto domiciliario o en el exilio, el resto tiene procesos abiertos contra sus autoridades o se encuentra bajo un sistema autoritario. Esta característica ha evitado que muchos sistemas políticos de la región avancen hacia una plena democracia, competitiva, multipartidista y representativa, dado que el bagaje histórico pesa sobre el andamiaje institucional. 

La inminente captura del Estado colombiano es una señal del deterioro de la democracia. Por ello, el esfuerzo, más que por la campaña electoral, debe ser por la recuperación de los patrones democráticos

En el futuro cercano, Colombia sufrirá de este problema, debido a la sombra oscura que ha caracterizado al gobierno de Petro. Durante la mayor parte de su administración, Petro ha sido capaz de gobernar gracias al Pacto Histórico, una coalición política de orientación progresista. No obstante, debido a las posiciones encontradas en torno a la figura de Petro, las tradicionales fracturas de corte ideológico se han traducido en grietas que han hundido a la administración. Como consecuencia, la narrativa pro y anti-petrista ha potenciado la hiperfragmentación del sistema, evitando el avance de una agenda consolidada y la incapacidad para homogeneizar el apoyo sobre un candidato para las elecciones presidenciales. Al mismo tiempo, esta división, tanto retórica como política, ha aumentado la polarización a lo interno de la arena política y entre las diferentes capas sociales. Por lo tanto, esto demuestra cómo la sombra de Petro, incluso fuera de la silla presidencial, continuará causando problemas. 

Otro aspecto en donde la sombra de Petro seguirá causando lastres es en el escenario internacional. Por un lado, su acercamiento con grupos paralelos al Estado no solo ha regresado el temor a las calles, sino que también ha reducido la confianza internacional en la capacidad para la resolución de conflictos de Colombia. Por otro lado, pese a la promesa de poner al país en la escena global, en realidad solo lo ha hundido más en las tinieblas, con decisiones influidas más por la ideología, que la estrategia, Petro únicamente le ha ganado más enemigos que amigos al país. Por ende, independientemente de la ideología, el próximo presidente deberá recuperar el estatus internacional. 

Esto demuestra cómo la ideología, la fragmentación y la polarización, todo producto de la sombra de Petro, dejarán rastro en el sistema político y serán determinantes en el voto. La inminente captura del Estado colombiano es una señal del deterioro de la democracia. Por ello, el esfuerzo, más que por la campaña electoral, debe ser por la recuperación de los patrones democráticos, de lo contrario la sombra de Petro penetrará todas las estructuras institucionales en detrimento de la sociedad.

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