La motosierra de Milei: Revolución libertaria en Argentina frente al fracaso del estatismo global
El presidente Javier Milei ha sacudido los cimientos de Argentina con su famosa motosierra, símbolo de una revolución económica y moral largamente esperada. Para millones de argentinos, Milei encarna la esperanza perdida tras años de descalabros provocados por un modelo estatista que prometió prosperidad, pero solo enriqueció a una élite política mientras la mayoría sufría en el olvido.
Milei es hoy más popular que cuando asumió la presidencia. ¿La razón? Ha cumplido sus promesas, y estas han dado resultados tangibles. Su enfoque radical se basa en un principio sencillo pero poderoso: dejar que las personas decidan sobre su propio destino sin las cadenas del intervencionismo gubernamental. Como advirtió Ronald Reagan: «El gobierno no es la solución; el gobierno es el problema». Milei lo entiende bien: el progreso comienza devolviendo el poder a los ciudadanos, reduciendo la injerencia estatal y frenando un gasto público que, hasta ahora, solo había servido para perpetuar los privilegios de unos pocos, y cuando hablo de unos pocos, me refiero a los políticos en el poder.
Eliminar el déficit y un gasto eficiente
Uno de los mayores logros de Milei ha sido reducir el déficit fiscal, pilar esencial para rescatar la economía argentina. Según JP Morgan, el país pasó de un déficit del 1.5% del PIB a un superávit del 1.7% en un solo año. Este giro no solo ha equilibrado las cuentas, sino que ha restaurado la confianza internacional. En contraste, Guatemala avanza por un camino preocupante: El déficit de Guatemala, que ya alcanzó el 3.1% del PIB este año, amenaza con disparar la deuda pública al 39% al final del mandato de Bernardo Arévalo.
Para ponerlo en perspectiva, nuestra deuda actual, equivalente al 27% del PIB, ha tardado casi 80 años en acumularse desde los tiempos de Jorge Ubico, quien dejó al país sin deuda. Sin embargo, en solo cuatro años, este gobierno planea incrementar esa cifra en casi un 50%. Piénselo bien: lo que se acumuló a lo largo de cuatro generaciones, desde sus abuelos hasta hoy, se incrementará casi a la mitad en un abrir y cerrar de ojos, dejando a nuestros hijos y nietos con una carga insostenible.
¿Qué recibiremos a cambio de este déficit descontrolado? ¿Carreteras modernas que unan la capital con San Marcos? ¿Un tren de alta velocidad uniendo Huehuetenango con la frontera de El Salvador? ¿La construcción de dos megapuertos en Ocós e Iztapa que impulsen nuestra competitividad en la región? ¿La creación de 340 Centros de Salud dedicados a combatir la desnutrición, vacunar a nuestros niños y atender emergencias en las comunidades más alejadas? ¿O quizás la posibilidad de que nuestros estudiantes lideren las pruebas PISA a nivel mundial? No. La dura realidad es que este incremento en el gasto se destinará, principalmente, a pagar intereses de una deuda que no traerá progreso tangible. ¿Podemos permitirlo sin hacer nada al respecto?
Milei ha demostrado que el progreso no depende de gastar más, sino de gastar mejor. En un solo año, Argentina ha dado un giro radical, marcando una diferencia palpable. ¿Y en Guatemala? Más deuda, más burocracia, y la sensación de que no podemos lograr nada.
El contraste no podría ser más evidente. Mientras Argentina avanza, Europa y América Latina siguen sufriendo las consecuencias de políticas estatistas insostenibles. Un ejemplo dramático es Francia, donde el gobierno del primer ministro Michel Barnier cayó tras apenas tres meses en el poder, incapaz de sobrevivir al rechazo político de su plan para corregir un déficit del 6% del PIB. Ya se escuchan voces exigiendo la renuncia del presidente Macron. Lo más preocupante es que hace apenas siete años, cuando Macron asumió la presidencia en 2017, el déficit francés era del 3.4%, un nivel comparable al de Guatemala hoy. ¿Vamos por el mismo camino?
Reducir la inflación y hacer crecer la economía
Otro triunfo clave de Milei es su capacidad para domar la inflación, uno de los problemas más devastadores que enfrentaba Argentina. En octubre, el Índice de Precios al Consumidor subió solo un 2.7%, el menor incremento mensual desde 2020. Este dato es impresionante si se considera que JP Morgan proyecta una caída de la inflación anual del 120% en 2024 al 25% en 2025. Mientras tanto, aquí seguimos mirando con preocupación cómo las políticas actuales podrían generar más inflación en lugar de controlarla.
Pero Milei no se ha limitado a contener el gasto público y la inflación; también ha puesto a Argentina en la senda de la creación de riqueza. Tras una severa contracción en la primera mitad de 2024, la economía argentina está comenzando a resurgir. Según JP Morgan, el PIB podría estar creciendo ya a un ritmo anualizado del 8.5% en este momento, aunque para el cierre de 2024 se espera una expansión anualizada del 4.4%. Aun así, este crecimiento supera las proyecciones del 3.4% para Guatemala. ¿Cómo un país que parecía estar al borde del colapso logró revertir su destino en tan poco tiempo? ¿Podremos aprender algo de este ejemplo?
La desregulación y el petróleo
El petróleo y las políticas de Milei han generado un vuelco histórico en la balanza energética de Argentina: el país registra el mayor superávit en 17 años. ¿La clave del éxito? Desregulación. Con un solo decreto, Milei liberalizó la explotación petrolera, eliminando trámites innecesarios y brindando la estabilidad jurídica que los inversores siempre buscan creando además un nuevo Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), que ofrece 30 años de estabilidad legal y regulatoria para proyectos superiores a US$200 millones.
En contraste, en Guatemala seguimos atrapados en un ciclo que favorece los privilegios. La reciente legislación ganadera no solo perpetúa desigualdades, sino que también abre la puerta a prácticas corruptas y al lavado de dinero. Mientras otros países avanzan con políticas que fomentan la transparencia y el desarrollo, nosotros seguimos aferrados a esquemas que sacrifican el futuro por los intereses de unos pocos.
El tiempo será el juez
El reloj avanza y los resultados están a la vista. En menos de un año, Milei ha devuelto esperanza a un país que parecía perdido. Guatemala, en cambio, parece destinada a hundirse más profundamente en el pantano del endeudamiento y la ineficiencia. El tiempo nos dará la respuesta. Espero equivocarme, pero la historia económica no deja lugar para el optimismo.
Milei ha demostrado que el progreso no depende de gastar más, sino de gastar mejor. En un solo año, Argentina ha dado un giro radical, marcando una diferencia palpable. ¿Y en Guatemala? Más deuda, más burocracia, y la sensación de que no podemos lograr nada. Estamos al borde del abismo. Si no actuamos ahora, si no exigimos un cambio real en las prioridades del gasto y en la capacidad de ejecución de la gestión pública, las consecuencias serán devastadoras. No solo para nosotros, sino para las generaciones que vienen detrás. El momento de reaccionar es hoy, antes de que sea demasiado tarde.
PhD. Ramiro Bolaños
La motosierra de Milei: Revolución libertaria en Argentina frente al fracaso del estatismo global
El presidente Javier Milei ha sacudido los cimientos de Argentina con su famosa motosierra, símbolo de una revolución económica y moral largamente esperada. Para millones de argentinos, Milei encarna la esperanza perdida tras años de descalabros provocados por un modelo estatista que prometió prosperidad, pero solo enriqueció a una élite política mientras la mayoría sufría en el olvido.
Milei es hoy más popular que cuando asumió la presidencia. ¿La razón? Ha cumplido sus promesas, y estas han dado resultados tangibles. Su enfoque radical se basa en un principio sencillo pero poderoso: dejar que las personas decidan sobre su propio destino sin las cadenas del intervencionismo gubernamental. Como advirtió Ronald Reagan: «El gobierno no es la solución; el gobierno es el problema». Milei lo entiende bien: el progreso comienza devolviendo el poder a los ciudadanos, reduciendo la injerencia estatal y frenando un gasto público que, hasta ahora, solo había servido para perpetuar los privilegios de unos pocos, y cuando hablo de unos pocos, me refiero a los políticos en el poder.
Eliminar el déficit y un gasto eficiente
Uno de los mayores logros de Milei ha sido reducir el déficit fiscal, pilar esencial para rescatar la economía argentina. Según JP Morgan, el país pasó de un déficit del 1.5% del PIB a un superávit del 1.7% en un solo año. Este giro no solo ha equilibrado las cuentas, sino que ha restaurado la confianza internacional. En contraste, Guatemala avanza por un camino preocupante: El déficit de Guatemala, que ya alcanzó el 3.1% del PIB este año, amenaza con disparar la deuda pública al 39% al final del mandato de Bernardo Arévalo.
Para ponerlo en perspectiva, nuestra deuda actual, equivalente al 27% del PIB, ha tardado casi 80 años en acumularse desde los tiempos de Jorge Ubico, quien dejó al país sin deuda. Sin embargo, en solo cuatro años, este gobierno planea incrementar esa cifra en casi un 50%. Piénselo bien: lo que se acumuló a lo largo de cuatro generaciones, desde sus abuelos hasta hoy, se incrementará casi a la mitad en un abrir y cerrar de ojos, dejando a nuestros hijos y nietos con una carga insostenible.
¿Qué recibiremos a cambio de este déficit descontrolado? ¿Carreteras modernas que unan la capital con San Marcos? ¿Un tren de alta velocidad uniendo Huehuetenango con la frontera de El Salvador? ¿La construcción de dos megapuertos en Ocós e Iztapa que impulsen nuestra competitividad en la región? ¿La creación de 340 Centros de Salud dedicados a combatir la desnutrición, vacunar a nuestros niños y atender emergencias en las comunidades más alejadas? ¿O quizás la posibilidad de que nuestros estudiantes lideren las pruebas PISA a nivel mundial? No. La dura realidad es que este incremento en el gasto se destinará, principalmente, a pagar intereses de una deuda que no traerá progreso tangible. ¿Podemos permitirlo sin hacer nada al respecto?
Milei ha demostrado que el progreso no depende de gastar más, sino de gastar mejor. En un solo año, Argentina ha dado un giro radical, marcando una diferencia palpable. ¿Y en Guatemala? Más deuda, más burocracia, y la sensación de que no podemos lograr nada.
El contraste no podría ser más evidente. Mientras Argentina avanza, Europa y América Latina siguen sufriendo las consecuencias de políticas estatistas insostenibles. Un ejemplo dramático es Francia, donde el gobierno del primer ministro Michel Barnier cayó tras apenas tres meses en el poder, incapaz de sobrevivir al rechazo político de su plan para corregir un déficit del 6% del PIB. Ya se escuchan voces exigiendo la renuncia del presidente Macron. Lo más preocupante es que hace apenas siete años, cuando Macron asumió la presidencia en 2017, el déficit francés era del 3.4%, un nivel comparable al de Guatemala hoy. ¿Vamos por el mismo camino?
Reducir la inflación y hacer crecer la economía
Otro triunfo clave de Milei es su capacidad para domar la inflación, uno de los problemas más devastadores que enfrentaba Argentina. En octubre, el Índice de Precios al Consumidor subió solo un 2.7%, el menor incremento mensual desde 2020. Este dato es impresionante si se considera que JP Morgan proyecta una caída de la inflación anual del 120% en 2024 al 25% en 2025. Mientras tanto, aquí seguimos mirando con preocupación cómo las políticas actuales podrían generar más inflación en lugar de controlarla.
Pero Milei no se ha limitado a contener el gasto público y la inflación; también ha puesto a Argentina en la senda de la creación de riqueza. Tras una severa contracción en la primera mitad de 2024, la economía argentina está comenzando a resurgir. Según JP Morgan, el PIB podría estar creciendo ya a un ritmo anualizado del 8.5% en este momento, aunque para el cierre de 2024 se espera una expansión anualizada del 4.4%. Aun así, este crecimiento supera las proyecciones del 3.4% para Guatemala. ¿Cómo un país que parecía estar al borde del colapso logró revertir su destino en tan poco tiempo? ¿Podremos aprender algo de este ejemplo?
La desregulación y el petróleo
El petróleo y las políticas de Milei han generado un vuelco histórico en la balanza energética de Argentina: el país registra el mayor superávit en 17 años. ¿La clave del éxito? Desregulación. Con un solo decreto, Milei liberalizó la explotación petrolera, eliminando trámites innecesarios y brindando la estabilidad jurídica que los inversores siempre buscan creando además un nuevo Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), que ofrece 30 años de estabilidad legal y regulatoria para proyectos superiores a US$200 millones.
En contraste, en Guatemala seguimos atrapados en un ciclo que favorece los privilegios. La reciente legislación ganadera no solo perpetúa desigualdades, sino que también abre la puerta a prácticas corruptas y al lavado de dinero. Mientras otros países avanzan con políticas que fomentan la transparencia y el desarrollo, nosotros seguimos aferrados a esquemas que sacrifican el futuro por los intereses de unos pocos.
El tiempo será el juez
El reloj avanza y los resultados están a la vista. En menos de un año, Milei ha devuelto esperanza a un país que parecía perdido. Guatemala, en cambio, parece destinada a hundirse más profundamente en el pantano del endeudamiento y la ineficiencia. El tiempo nos dará la respuesta. Espero equivocarme, pero la historia económica no deja lugar para el optimismo.
Milei ha demostrado que el progreso no depende de gastar más, sino de gastar mejor. En un solo año, Argentina ha dado un giro radical, marcando una diferencia palpable. ¿Y en Guatemala? Más deuda, más burocracia, y la sensación de que no podemos lograr nada. Estamos al borde del abismo. Si no actuamos ahora, si no exigimos un cambio real en las prioridades del gasto y en la capacidad de ejecución de la gestión pública, las consecuencias serán devastadoras. No solo para nosotros, sino para las generaciones que vienen detrás. El momento de reaccionar es hoy, antes de que sea demasiado tarde.
PhD. Ramiro Bolaños