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La desinformación sobre la desinformación

Cualquier persona razonable que cree en el libre pensamiento y expresión debería de cuestionar el argumento de que ciertas personas podrían ser capaces de funcionar como los árbitros de la verdad.

.
Nicholas Virzi |
01 de agosto, 2024

Desde algunos años, periodistas de los medios masivos en EE. UU. han estado en el hábito de “corregir” a personas que externan opiniones que no les gustan. Esta práctica se conoce como el “fact checking”, que supuestamente se debería de enfocar en los hechos o la información, pero no en las opiniones.

De entrada, cualquier persona razonable que cree en el libre pensamiento y expresión debería de cuestionar el argumento de que ciertas personas podrían ser capaces de funcionar como los árbitros de la verdad. Cualquier iniciativa gubernamental que pretende lo mismo debería ser recibida con el máximo escepticismo posible.

A pesar de que el derecho a la libre expresión es consagrado en la Constitución de EE. UU., la administración Biden-Harris creó la Junta de Gobernanza de la Desinformación, bajo el Departamento de Seguridad Nacional. En abril de 2022, propuso como la primera directora a Nina Jankowicz, quien tuvo que renunciar el siguiente mes cuando salió a luz su historial de activismo mediático a favor de causas de izquierda radical.

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A nivel global, este no fue el primer intento en institucionalizar el control de la libre expresión. En 2018, ya se había fundado el Índice Global de la Información (GDI), una ONG que ha recibido fondos de la Open Society Foundation (fundada por George Soros) y la Unión Europea. GDI se posiciona como una entidad neutral, transparente e independiente, cuya misión es combatir el “negocio” de la desinformación.

Cualquier persona razonable que cree en el libre pensamiento y expresión debería de cuestionar el argumento de que ciertas personas podrían ser capaces de funcionar como los árbitros de la verdad.

En 2022, GDI publicó su “análisis de riesgo” de los sitios web más (y menos) propensos a compartir desinformación. GDI lo planteó como un análisis de riesgo de marca para las empresas que pautaban con los medios que GDI analizó. Entre los más riesgosos dominaban medios populares entre la derecha, los libertarios, y los clásicos liberales. Entre ellos las revistas Reason y The Federalist, dos medios de calidad conocidos por sus reportajes sólidos. La clara intención de GDI es desinformar para sembrar miedo entre las empresas para que no pauten con medios que no son de la izquierda.

Entre los medios “menos riesgosos” GDI celebró a los medios que fueron cómplices en la promoción de las más grandes mentiras políticas contadas en EE. UU. en años recientes. Entre tantas, las siguientes:

  • la mentira de que Trump coludió con Rusia;
  • la mentira de que Trump recomendó tomar cloro para combatir el Covid-19;
  • que el contenido asqueroso de la laptop de Hunter Biden, hijo del presidente, era propaganda rusa;
  • que la condición mental de Joe Biden estaba mejor que nunca, hasta que se tuvo que retirar de la campaña presidencial.

GDI solo representa un intento de organizar e institucionalizar la desinformación preferida por la izquierda y la restricción de la libre expresión de medios que incumplen con sus mandatos mediáticos.

Trump nunca recomendó tomar cloro. Esto fue desmentido por los fact-checkers de izquierda Snopes y Politifact. El reportaje del New York Post sobre el “laptop del infierno” resultó ser cierto (CNN), a pesar de que fue bloqueado en Twitter y Facebook, semanas antes de las elecciones presidenciales de 2020 en EE. UU. La represión de esta noticia despertó preocupaciones (Western Journal, Washington Post) de interferencia electoral (Washington Times) suficiente para afectar los resultados. Sobre la conspiración de los medios para ocultar la condición física y mental de Joe Biden, los reportajes falsos fueron resumidos por National Review.

GDI incluyó dentro de su lista de los diez primeros medios menos riesgosos para desinformación a NPR, AP News, New York Times, Washington Post, USA Today, HuffPost, y Buzzfeed News, a pesar de que promovieron la falsa narrativa de que Trump coludió con Rusia para ganar las elecciones presidenciales en 2016. Reflejando la desgracia en la que ha caído el periodismo, un periodista de Washington Post ganó el premio Pulitzer, el más prestigioso de la profesión, por relatos que resultaron falsos (NPR).

Todos estos medios de EE. UU. son conocidos por su abierto sesgo izquierdista, así como MSNBC y muchos otros. Han promovido relatos, narrativas y artículos no solo equivocados y engañosos, sino deliberadamente falsos. Esto es la mera definición de la desinformación. Sin embargo, se califican entre los mejores medios, según GDI.

GDI solo representa un intento de organizar e institucionalizar la desinformación preferida por la izquierda y la restricción de la libre expresión de medios que incumplen con sus mandatos mediáticos. Otra organización, NewsGuard, también se posiciona como garante de la verdad en los medios. Recientemente, el distinguido jurista Jonathan Turley, crítico del GDI, fue contactado por un periodista de NewsGuard que exigía saber por qué sus columnas no explicaban que eran escritas por desde una perspectiva conservadora. Ni GDI ni NewsGuard pide esas explicaciones a los medios masivos de izquierda, valga la redundancia.

La desinformación sobre la desinformación

Cualquier persona razonable que cree en el libre pensamiento y expresión debería de cuestionar el argumento de que ciertas personas podrían ser capaces de funcionar como los árbitros de la verdad.

Nicholas Virzi |
01 de agosto, 2024
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Desde algunos años, periodistas de los medios masivos en EE. UU. han estado en el hábito de “corregir” a personas que externan opiniones que no les gustan. Esta práctica se conoce como el “fact checking”, que supuestamente se debería de enfocar en los hechos o la información, pero no en las opiniones.

De entrada, cualquier persona razonable que cree en el libre pensamiento y expresión debería de cuestionar el argumento de que ciertas personas podrían ser capaces de funcionar como los árbitros de la verdad. Cualquier iniciativa gubernamental que pretende lo mismo debería ser recibida con el máximo escepticismo posible.

A pesar de que el derecho a la libre expresión es consagrado en la Constitución de EE. UU., la administración Biden-Harris creó la Junta de Gobernanza de la Desinformación, bajo el Departamento de Seguridad Nacional. En abril de 2022, propuso como la primera directora a Nina Jankowicz, quien tuvo que renunciar el siguiente mes cuando salió a luz su historial de activismo mediático a favor de causas de izquierda radical.

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A nivel global, este no fue el primer intento en institucionalizar el control de la libre expresión. En 2018, ya se había fundado el Índice Global de la Información (GDI), una ONG que ha recibido fondos de la Open Society Foundation (fundada por George Soros) y la Unión Europea. GDI se posiciona como una entidad neutral, transparente e independiente, cuya misión es combatir el “negocio” de la desinformación.

Cualquier persona razonable que cree en el libre pensamiento y expresión debería de cuestionar el argumento de que ciertas personas podrían ser capaces de funcionar como los árbitros de la verdad.

En 2022, GDI publicó su “análisis de riesgo” de los sitios web más (y menos) propensos a compartir desinformación. GDI lo planteó como un análisis de riesgo de marca para las empresas que pautaban con los medios que GDI analizó. Entre los más riesgosos dominaban medios populares entre la derecha, los libertarios, y los clásicos liberales. Entre ellos las revistas Reason y The Federalist, dos medios de calidad conocidos por sus reportajes sólidos. La clara intención de GDI es desinformar para sembrar miedo entre las empresas para que no pauten con medios que no son de la izquierda.

Entre los medios “menos riesgosos” GDI celebró a los medios que fueron cómplices en la promoción de las más grandes mentiras políticas contadas en EE. UU. en años recientes. Entre tantas, las siguientes:

  • la mentira de que Trump coludió con Rusia;
  • la mentira de que Trump recomendó tomar cloro para combatir el Covid-19;
  • que el contenido asqueroso de la laptop de Hunter Biden, hijo del presidente, era propaganda rusa;
  • que la condición mental de Joe Biden estaba mejor que nunca, hasta que se tuvo que retirar de la campaña presidencial.

GDI solo representa un intento de organizar e institucionalizar la desinformación preferida por la izquierda y la restricción de la libre expresión de medios que incumplen con sus mandatos mediáticos.

Trump nunca recomendó tomar cloro. Esto fue desmentido por los fact-checkers de izquierda Snopes y Politifact. El reportaje del New York Post sobre el “laptop del infierno” resultó ser cierto (CNN), a pesar de que fue bloqueado en Twitter y Facebook, semanas antes de las elecciones presidenciales de 2020 en EE. UU. La represión de esta noticia despertó preocupaciones (Western Journal, Washington Post) de interferencia electoral (Washington Times) suficiente para afectar los resultados. Sobre la conspiración de los medios para ocultar la condición física y mental de Joe Biden, los reportajes falsos fueron resumidos por National Review.

GDI incluyó dentro de su lista de los diez primeros medios menos riesgosos para desinformación a NPR, AP News, New York Times, Washington Post, USA Today, HuffPost, y Buzzfeed News, a pesar de que promovieron la falsa narrativa de que Trump coludió con Rusia para ganar las elecciones presidenciales en 2016. Reflejando la desgracia en la que ha caído el periodismo, un periodista de Washington Post ganó el premio Pulitzer, el más prestigioso de la profesión, por relatos que resultaron falsos (NPR).

Todos estos medios de EE. UU. son conocidos por su abierto sesgo izquierdista, así como MSNBC y muchos otros. Han promovido relatos, narrativas y artículos no solo equivocados y engañosos, sino deliberadamente falsos. Esto es la mera definición de la desinformación. Sin embargo, se califican entre los mejores medios, según GDI.

GDI solo representa un intento de organizar e institucionalizar la desinformación preferida por la izquierda y la restricción de la libre expresión de medios que incumplen con sus mandatos mediáticos. Otra organización, NewsGuard, también se posiciona como garante de la verdad en los medios. Recientemente, el distinguido jurista Jonathan Turley, crítico del GDI, fue contactado por un periodista de NewsGuard que exigía saber por qué sus columnas no explicaban que eran escritas por desde una perspectiva conservadora. Ni GDI ni NewsGuard pide esas explicaciones a los medios masivos de izquierda, valga la redundancia.

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